Este miércoles se conoció la noticia. Francisco había firmado el decreto en el que se aprueba el milagro atribuido al cardenal Eduardo Francisco Pironio y el religioso argentino, fallecido en 1998, será proclamado beato.
Abrió el camino a los altares del cardenal Pironio la curación milagrosa de un niño argentino de un año y medio de Mar del Plata. Pironio será beatificado el 16 de diciembre de 2023 en la Basílica de Nuestra Señora de Luján de Buenos Aires.
El milagro de la beatificación
Para la Iglesia un milagro es una acción de Dios en la que el Señor actúa directamente por encima de las leyes naturales, produciendo un efecto que la ciencia no puede explicar.
En el caso de Pironio, la curación extraordinaria reconocida como milagro por el Vaticano ocurrió a principios de diciembre de 2006 en Mar del Plata. El milagrado es el pequeño Juan Manuel Franco, de 15 meses, que ingresó al hospital en gravísimas condiciones tras haber inhalado purpurina, un polvo extremadamente tóxico que la madre estaba utilizando para un trabajo manual. Los médicos desahuciaron a Laura y Mariano Franco, los padres del pequeño paciente, y les dijeron que era imposible sobrevivir a ese tipo de intoxicación. El niño fue sometido a asistencia respiratoria y coma inducido por padecer un síndrome de angustia respiratoria aguda (SDS). Lamentablemente los análisis confirmaron la presencia de trazas de plomo, zinc y cobre que revalidaron el trágico panorama. “Si saben rezar, recen”, dijo el médico a los padres de Juan Manuel.
El 2 de diciembre los padres del niño decidieron participar de una procesión llamada “de la esperanza”, una iniciativa instalada por el propio Pironio cuando fue obispo de la ciudad, desde el año 1972 hasta 1975. La primera parada de la peregrinación fue en la iglesia de San Antonio de Padua, la parroquia del hospital donde estaba internado Juan Manuel.
Mariano y Laura encontraron al párroco de la Parroquia de la Asunción, el padre Silvano de Sarro, y desesperados le contaron la situación de su hijo. El sacerdote les regaló una estampita de Pironio, invitándolos a rezar. Laura quiso conocer la historia del sacerdote de la estampa y quedó impactada con una frase de la madre de Pironio: “A veces los médicos cometen errores”. Esta frase quedó en la historia de esa familia, ya que el cardenal fue el último de 22 hermanos luego de que el médico le hubiera dicho a su madre que no iba a poder tener más hijos después de su primer parto.
Los padres de Juan Manuel comenzaron a rezar pidiendo la intercesión de Pironio e involucraron también a todos sus familiares y amigos. La recuperación del niño comenzó a las veinticuatro horas, cuando pudo respirar espontáneamente. A los diez días fue dado de alta del hospital. Mejoró tan rápidamente que los médicos no pudieron dar una explicación científica.
Quién era Eduardo Francisco Pironio
Eduardo Pironio nació en Nueve de Julio, provincia de Buenos Aires, el 3 diciembre de 1920.
Se ordenó como sacerdote en 1943 en la ciudad de Luján. Fue rector del Seminario Metropolinato de Villa Devoto en la Arquidiócesis de Buenos Aires, fue también decano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de La Plata y participó de las últimas sesiones del Concilio Vaticano II. Fue secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y obispo de la Diócesis de Mar del Plata desde 1972 hasta 1975.
En 1972 fue elegido Presidente del CELAM. En 1975 fue trasladado a Roma como Prefecto de vida consagrada y sociedades de vida apostólica durante el pontificado de Pablo VI, quien lo había elegido como su confesor. Ese traslado se da en un momento en el que Pironio había recibido amenazas, mientras gobernaba el país María Estela Martínez de Perón. El 24 de mayo de 1976 fue declarado Cardenal. Durante el pontificado de Juan Pablo II fue designado presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. El Cardenal Pironio fue el cofundador de la Jornada Mundial de la Juventud. Fue elector en los dos cónclaves de 1978.
Falleció en el Vaticano el 5 de febrero de 1998 a raíz de un cáncer óseo. Sus restos fueron repatriados y descansan en la Basílica de Luján.