Durante más de un siglo, una extraña condición física conocida como ectrodactilia afectó a varias generaciones de la familia Stiles. Esta rara deformidad congénita, también conocida como malformación de mano/pie dividido, implica la deficiencia o ausencia de uno o más dedos centrales, lo que da como resultado lo que solía llamarse garras de langosta.
Si bien muchos pudieron haber visto esta condición como una desventaja, para la familia Stiles significó una oportunidad. Ya en el siglo XIX, a medida que la familia crecía y producía más niños con manos y pies inusuales, desarrollaron un circo propio: “La familia Langosta”, que se convirtió en un elemento básico del carnaval del sur de Estados Unidos a principios del siglo XX. La familia viajaba en trailers en todos los pueblos de la costa del Misisipi y la península de Florida.
Los Stiles Llegaban a un pueblo nuevo y ya empezaba la difusión de su show de freaks. Había payasos “langostas” y hasta un show musical. Todo por un par de dólares la entrada. Diversión asegurada para los campesinos que nunca antes habían visto a personas como los miembros de esta familia.
La vida del “chico langosta”
Grady Stiles Jr. se movía en silla de ruedas o gateaba porque la enfermedad había afectado sus piernas. Se arrastraba con una fuerza formidable en la parte superior del cuerpo. Su padre lo incorporó al circo familiar a los 7 años.
El chico Stiles había nacido el 26 de junio de 1937 en Pittsburgh. Sin embargo, en cada parada del circo familiar había un grupo de espectadores que lo ridiculizaban y acosaban por su deformidad. Ser el centro del escenario de un espectáculo de fenómenos de carnaval pagó bien monetariamente para los Stiles, pero en consecuencia inculcó a Grady Jr. les trajo dolor y resentimiento extremo en su vida. Así, el chico creció en ese mundo y empezó a recurrir al alcohol para tapar la angustia.
Grady Jr., el seductor
La fama de Grady Jr. hizo que algunas mujeres intentaran seducirlo. Muchas veces, el ya joven artista de circo no entendía bien por qué se le acercaban las chicas. Muchas era por una curiosidad morbosa y otras solo para tener la foto con el “chico langosta”.
Pero la fama del espectáculo creció, al igual que la del hijo de los Stiles. En un pueblo del medio oeste en una parada en un bar de ruta de los que sirven huevos revueltos con café quemado conoció a Mary Teresa. Los chicos se enamoraron. Por primera vez una mujer lo quería tal cual era a Grady Jr.
Todo ocurrió en esa cafetería en la que solo paraban camioneros. Mary se acercó con la cafetera hasta la mesa de los Stiles. La chica solía estar de malhumor. Muchos viajeros solían recorrer su cuerpo con la mirada y lanzar alguna frase sexual. Todo cambió cuando se cruzaron con Grady Jr. El amor nació casi de inmediato.
La pareja se casó ante la sorpresiva mirada del juez de paz. Juntos tuvieron dos hijos, uno de ellos nació con ectrodactilia.
A medida que los niños crecieron, particularmente la hija de Stiles, Cathy, que no tenía ectrodactilia y, por lo tanto, era en cierto modo la niña de los ojos de su padre, el legado familiar de Stiles comenzó a tomar un giro bastante oscuro.
Stiles bebía y, combinado con la abrumadora fuerza de la parte superior de su cuerpo, se volvió violento con su esposa e hijas. Descargaba toda su odio contenida ante cada pequeña diferencia en su casa.
Durante una pelea usó sus manos en forma de garra para estrangular a la mujer. Mary Teresa salvó su vida a último momento. “No te mato, porque no quiero ir a la cárcel”, le gritó el hombre a Mary mientras se alejaba caminando con sus fuertes brazos a modo de piernas.
Sus manos como armas
La mujer fue al hospital y con una historia inventada pudo ser atendida sin contar la verdad de lo que le había sucedido. Los médicos y las enfermeras la atendieron sin preguntarle nada.
La violencia siguió en la casa de Grady Jr. Sus hijas crecieron y el hombre intentaba ejercer el control sobre las vidas de las chicas ya adolescentes.
Donna, la mayor de las chicas Stiles, llevó el primer novio a la casa. El padre lo recibió con mucha indiferencia. Hasta con violencia verbal. Apenas se sentaron en el living la joven parejita anunció la cercanía de la boda planeada. Sin decir palabra, Grady Jr. se levantó y se retiró a su cuarto caminando con sus brazos.
El joven se despidió pocos minutos después y la chica se fue a llorar a la vieja casa del árbol que usaba cuando era apenas una niña. Sentía que se había terminado su sueño de toda la vida.
Días después la vida de los Stiles cambiaría para siempre. En este momento de la historia los relatos se confunden. No hay una certeza exacta de lo sucedido. O Stiles fue a ver al prometido de su hija a su casa o invitó al joven con el pretexto de darle su bendición para la boda planeada para ese año.
Lo que si hay certeza es que el padre de la chica ese día tomó su escopeta y asesinó al novio de un disparo en el pecho a corta distancia.
Dos patrulleros fueron a buscar a Grady Jr. y el hombre confesó el hecho sin resistencia alguna. “Igual no pueden detenerme. Con mi físico sería inhumano que me hagan vivir en una prisión”, les dijo a los policías que lo detuvieron. A esta altura de su vida, el “Chico langosta” sufría de cirrosis y enfisema pulmonar, por el exceso de alcohol y tabaco en su vida.
Ya en el proceso judicial, el tribunal se dio cuenta de que realmente no tenían ningún argumento, ya que era cierto que las prisiones no estaban bien equipadas para lidiar con muchas discapacidades. Entonces lo dejaron en libertad y el asesino regresó a casa.
El final del chico langosta
Grady Stiles había evadido la prisión y había adquirido la sensación de estar por encima de la ley. Las palizas a su esposa se volvieron cada vez más violentas. La mujer ya tenía como rutina ir a la guardia del hospital para hacerse atender. Una vez decía que se había caído de las escaleras, otra contaba que se había golpeado en la calle. Y así. los médicos la curaban pero nunca le preguntaban nada, ni osaban llamar a la policía.
Mary Teresa no podía salir de ese espiral de violencia. Hasta que, luego de una última paliza que casi la mata decidió que no podía seguir de esa manera. Fue a ver a su vecino, Chris Wyant. el joven escuchaba los gritos de la mujer cuando Grady Jr. la atacaba a golpes casi todos los días. La mujer le ofreció 1.500 dólares para que matara a su esposo. El chico aceptó. sólo restaba encontrar el momento exacto para ejecutar el plan.
Apenas unos días después, Wyant llevó un revólver Colt automático .32 que le había comprado a un amigo. El arma tenía la numeración limada. Entonces, el vecino derribó la puerta del trailer de Stiles de una patada y lo mató de 4 tiros a corta distancia.
La policía enseguida sospechó de Wyant y de la mujer de Stiles. Durante el juicio en su contra, Mary Teresa detalló su historial de abusos. “Mi marido iba a matar a mi familia, si yo no hacía algo primero -dijo ante el tribunal-. Lo creo desde el fondo de mi corazón”. El tirador fue condenado a 27 años de cárcel por el crimen y la mujer a 12 por ser la instigadora. Grady está enterrado junto a su papá en el sector de artistas del cementerio Sunset Memory Gardens en Thonotosassa, Florida.