A 20 años de la beatificación de la Madre Teresa: de ayudar a morir a los pobres “como ángeles” al vínculo con Lady Di

El 19 de octubre de 2003, el papa Juan Pablo II beatificó a la monja albanesa Agnes Bojaxhiu, fundadora de las Misioneras de la Caridad. Las controversias que provocó en la comunidad científica por el funcionamiento de sus tanatorios

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La monja tuvo estrecha relación con la princesa de Gales (Photo by Jayne Fincher/Princess Diana Archive/Getty Images)
La monja tuvo estrecha relación con la princesa de Gales (Photo by Jayne Fincher/Princess Diana Archive/Getty Images)

“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”, se definía Agnes Gonxha Bojaxhiu, conocida mundialmente como la Madre Teresa de Calcuta, Premio Nobel de la Paz en vida y beata y santa después de su muerte.

Beatificada hace hoy 20 años por el papa Juan Pablo II, esa monja baja y enjuta, que el mundo identificó por su rostro arrugado y el tremendo contraste que mostraban sus fotos con Diana de Gales, es quizás una de las figuras más controvertidas de la Iglesia Católica, rescatada oficialmente por su labor con los moribundos y cuestionada por otros por sus relaciones con los más poderosos – muchos de ellos corruptos – y por su exaltación del dolor, al punto que el escritor estadounidense Christopher Hitchins llegó a llamarla “Ángel del Infierno” y el argentino Martín Caparrós la señaló como una mujer fascinada por el dolor y la muerte.

“La muerte es el escalón más alto del ser humano. Una persona alcanza ese estado más alto cuando muere en paz con Dios (…) Ver como sufren su destino es también algo maravilloso. Sufren como Jesucristo en la cruz y así se acercan a él”, supo decir. Quizás por eso, en sus tanatorios no se trataba de salvar las vidas de los enfermos sino de acompañarlos hasta morir.

Nacida en Skopje el 26 de agosto de 1910, Agnes Bojaxhiu era hija de una familia albanesa acomodada (AFP)
Nacida en Skopje el 26 de agosto de 1910, Agnes Bojaxhiu era hija de una familia albanesa acomodada (AFP)

De Albania a India

Nacida en Skopje el 26 de agosto de 1910, Agnes Bojaxhiu era hija de una familia albanesa acomodada. Fue educada estrictamente en la fe católica y a los 17 años abandonó el hogar para ingresar en la orden de la Virgen de Loreto en Irlanda, vocación que después continuó con su noviciado en la India.

Ella misma contaba que recibió el “llamado de Dios” en septiembre de 1946, durante un largo viaje en ferrocarril a Calcuta, en el que descubrió que su misión era la de ayudar y asistir a los más pobres de entre los pobres.

Tan convencida estaba que pidió permiso al papa Pío XII para abandonar el convento, irse a vivir a Calcuta y fundar una nueva orden. Todo eso le fue concedido y se convirtió en la creadora de las Misioneras de la Caridad. Desde entonces vistió siempre el atuendo de los más pobres de India: el sari blanco con tres franjas azules con que la conoció el mundo entero.

De esa decisión escribió en su diario: “Nuestro Señor quiere que sea una monja libre cubierta con la pobreza de la cruz. Hoy aprendí una buena lección. La pobreza de esta gente debe ser algo muy difícil para ellos. Mientras buscaba por un hogar caminé y caminé hasta que mis brazos y piernas me dolieron. Pensé entonces qué tanto debía dolerles a ellos en su cuerpo y alma, buscando por un hogar, por comida y por tener salud. Por mi propia elección, mi Dios, y porque te amo, deseo permanecer y hacer lo que sea que tu Santa voluntad me pida”.

Ella misma contaba que recibió el “llamado de Dios” en septiembre de 1946, durante un largo viaje en ferrocarril a Calcuta (Photo by Tim Graham/Corbis via Getty Images)
Ella misma contaba que recibió el “llamado de Dios” en septiembre de 1946, durante un largo viaje en ferrocarril a Calcuta (Photo by Tim Graham/Corbis via Getty Images)

Pobres y moribundos

En 1952 inauguró el primer hogar para moribundos en Calcuta. Luego de obtener ayuda de diversos funcionarios indios, convirtió un abandonado templo hindú en el Hogar para moribundos Kalighat, un hospicio gratuito para los pobres.

Tiempo después su nombre se modificó a Kalighat, la casa del corazón puro. A todos aquellos que llegaban a este lugar, la Madre Teresa, como pasó a llamarse, les ofrecía una mínima atención médica, pero sobre todo la oportunidad de “morir con dignidad” de acuerdo con los rituales de su propia fe: los musulmanes leían el Corán, los hindúes recibían agua del Ganges y los católicos obtenían los últimos ritos.

La monja albanesa describía así el proceso hacia la muerte que les ofrecía a quienes llegaban al tanatorio: “Para personas que vivieron como animales, una muerte hermosa es morir como ángeles, amados y queridos”.

A mediados de la década del 60, con el visto bueno del papa Paulo VI, la orden comenzó a propagarse por el mundo. Primero estableció su congregación en Venezuela y más tarde inauguró establecimientos en Roma, Austria y Tanzania. Con el correr de los años, las Misioneras de la Caridad se expandieron por América, Asia, África y Europa.

Cuando Teresa de Calcuta murió, el 5 de septiembre de 1997, la orden tenía 610 misiones en 123 países, incluidas tareas en hospicios y hogares para personas con Sida, lepra y tuberculosis, comedores populares, programas de asesoramiento para niños y familias, orfanatos y escuelas.

Cuando Teresa de Calcuta murió, el 5 de septiembre de 1997, la orden tenía 610 misiones en 123 países (AFP)
Cuando Teresa de Calcuta murió, el 5 de septiembre de 1997, la orden tenía 610 misiones en 123 países (AFP)

Dictadores, corruptos y mala medicina

Mientras parte del mundo la admiraba por su obra de caridad, no faltaron fuertes críticas que se focalizaron en sus relaciones con los ricos y los poderosos, su concepción de la muerte que muchas veces excluía la ayuda médica, y por cómo abandonaba su rígida posición contra el aborto o el divorcio cuando se trataba de sus amigos.

Se la acusaba de llevarse bien con dictadores como el sanguinario haitiano Claude Duvalier, “Baby Doc” – que aportó cuantiosas sumas de dinero a su obra - y de recibir sin cuestionamientos exorbitantes donaciones de corruptos como Charles Keating, procesado por su estafa de “bonos basura” que dejó en la calle a casi veinte mil personas en los Estados Unidos.

A Jean-Claude Duvalier, responsable – igual que su padre, Claude, “Papá Doc” - de un verdadero genocidio en Haití, lo defendió públicamente a través de la figura de su esposa, Michèle Bennett.

“Nunca he visto a los pobres ser tan familiares con sus jefes de Estado como lo son con ella. Para mí es una bella lección”, dijo frente a las cámaras en 60 Minutos, por entonces el programa de mayor audiencia de la televisión estadounidense.

Las imágenes de la monja pronunciando estas palabras fueron reproducidas durante al menos una semana por la televisión pública haitiana como propaganda favorable a la dictadura.

En cuanto al estafador Keating, de quien recibió más de un millón de dólares del dinero sucio logrado con sus maniobras, llegó a defenderlo públicamente pidiéndole clemencia a la corte estadounidense que lo juzgaba.

Cuando un periodista le preguntó si iba a devolver el dinero sucio que había recibido de él, la Madre Teresa simplemente permaneció en silencio.

Las críticas sanitarias también eran fuertes. El doctor Robin Fox, editor de The Lancet visitó los centros de la orden en Calcuta en 1994 y denunció que a los pacientes no se les diagnosticaban las enfermedades ni se les administraban analgésicos eficientes.

Describió la atención médica como “fortuita, con voluntarios sin conocimientos médicos que tuvieron que tomar decisiones sobre el cuidado del paciente debido a la falta de médicos” y señaló que en los tanatorios no distinguía entre los pacientes curables e incurables, motivo por el cual gente que podía sobrevivir corría el riesgo de morir por infecciones o falta de tratamiento.

La Madre Teresa de Calcuta junto a un niño polaco durante una visita a Polonia (EFE)
La Madre Teresa de Calcuta junto a un niño polaco durante una visita a Polonia (EFE)

Lady Di y el divorcio

Entre las fotos más difundidas de la Madre Teresa de Calcuta se destacan, sin duda, las que la muestran junto a Diana Spencer, a quien consideraba una amiga e impulsaba a realizar labores humanitarias.

Su primer encuentro tuvo lugar en febrero de 1992, en el convento romano Vía Casilin, en una visita de Diana que fue cubierta por medios de todo el mundo, haciéndose eco de “la reunión de dos de las personas más influyentes del siglo XX”.

Al salir del convento, la princesa de Gales dijo que había “cumplido un sueño”, pero la monja hizo entonces una extraña declaración: dijo que no se había reunido “con Lady Diana sino con la infeliz Diana”.

El significado de la frase se descubrió después. Para entonces, la princesa estaba en pleno proceso de alejamiento del príncipe Carlos debido a sus infidelidades con Camilla Parker Bowles, algo que Diana le relató.

Quizás por eso, cuando finalmente Diana se separó del heredero del trono británico, Teresa de Calcuta abandonó su férrea oposición al divorcio para defender la decisión de su amiga real.

Se reunieron por última vez en junio de 1997, en el barrio del Bronx, en Nueva YorK, donde Teresa tenía algunas de sus misiones. Fue un encuentro que, en principio, se anunció como privado, pero eso no evitó que se alertara, con una clara intención promocional, a los fotógrafos para que tomaran imágenes de Teresa y Diana, con la princesa vestida de estricto blanco, como si se tratara de una misionera de caridad más.

Dos meses después, con apenas unos días de diferencia, las dos encontrarían esa muerte que tan sublime le parecía a Teresa de Calcuta.

Diana Spencer perdió la vida en un confuso accidente automovilístico cuando intentaba evitar con su novio, el millonario Dody Fayed, un asedio fotográfico en París el 31 de agosto de 1997.

Agnes Gonxha Bojaxhiu alcanzó su sublime muerte el 5 de septiembre de ese mismo año, a los 87 años, en Calcuta.

La Madre Teresa y Lady Di en Calcuta en 1992  (Photo by Anwar Hussein/WireImage)
La Madre Teresa y Lady Di en Calcuta en 1992 (Photo by Anwar Hussein/WireImage)

Beata y santa

Poco más de seis años de la muerte de Teresa de Calcuta, fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 19 de octubre de 2003, luego de la comprobación de un supuesto milagro ocurrido en un establecimiento bengalí fundado por la monja albanesa.

La Iglesia investigó el caso de Mónica Besra, una campesina bengalí que tenía un tumor inoperable en su estómago. Sin esperanzas científicas, la joven campesina del norte de Bengala, aceptó ir con su hermana a una casa para moribundos de las Misioneras de la Caridad.

La joven pasó ahí el primer aniversario de la muerte de la Madre Teresa y pidió que la llevaran a la capilla de la casa a rezar, para pedir por su curación.

“Al entrar en la capilla, vi una fotografía de la Madre Teresa y sentí como si una luz saliera de la fotografía hacia mí y me quedé paralizada. Luego las hermanas rezaron por mí y me quedé dormida. Cuando me desperté a la una de la madrugada vi que el tumor había desaparecido”, contó Mónica.

Su recuperación repentina y total sorprendió a los médicos que la habían examinado. Los doctores no encontraron una explicación científica de lo ocurrido.

El 4 de septiembre de 2016, un día antes de que se cumplieran 19 años de la muerte de la Madre Teresa, el papa Francisco la declaró santa, basándose en la investigación de un segundo milagro supuestamente obrado por intercesión de la monja.

El retrato oficial de la canonización de la Madre Teresa de Calcuta (Photo by Mark Wilson/Getty Images)
El retrato oficial de la canonización de la Madre Teresa de Calcuta (Photo by Mark Wilson/Getty Images)

Se trataba del caso del ingeniero Marcilio Haddad Andrino, de 35 años, que en 2008 fue internado para someterlo a una operación de urgencia debido a que le habían detectado ocho abscesos cerebrales y estaba en coma.

El ingeniero despertó imprevistamente en la sala de operaciones, justo antes de que comenzara la intervención -que tenía muy pocas posibilidades de resultar exitosa – y, sorprendido, preguntó: “¿Qué hago aquí?”.

La operación se suspendió y pocos días después los abcesos de origen viral remitieron ninguna explicación lógica y sin dejar secuelas.

Se lo consideró un milagro y se lo atribuyó a la Madre Teresa porque cuando el ingeniero estaba por ser operado, su mujer, Fernanda, fue en busca de consuelo a la Iglesia Nuestra Señora de Aparecida, el mismo día que el padre Elmiran Ferreira iba a oficiar una misa de conmemoración con las Misioneras de la Caridad.

El párroco consoló a Fernanda, le dio un librito de novenas y le sugirió que rezara pidiendo la intercesión de la beata Madre Teresa.

Luego de estudiar el caso, el Vaticano anunció que el papa Francisco había aprobado la promulgación del decreto que reconocía la curación de Marcilio como un milagro obrado por Dios gracias a la intercesión de la Madre Teresa.

Veinte años después de aquella beatificación por su primer milagro – y ya consagrada santa – la figura de Teresa de Calcuta sigue generando controversias entre quienes la ven como una figura luminosa que dedicó su vida a los pobres por mandato de Dios y los que reparan en los hechos oscuros que quedaron marcados como estigmas a lo largo de su vida.

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