Hollywood ama los regresos. Es la tierra de los comebacks, de la redención. Esas resurrecciones siempre fueron parte de su esencia. Pero ahora los tiempos son otros.
Los expertos sostienen que la vuelta de Will Smith a los primeros planos es cuestión de tiempo. Dicen que sólo debe dejar pasar un poco más de tiempo, encontrar el proyecto adecuado y que todo volverá a ser como antes.
Aunque eso todavía no esté tan claro.
Smith triunfó en la música, en la televisión y en el cine. Ganó 4 Grammys, un Oscar, varios discos de platino, lideró el rating siendo muy joven, sus películas recaudaron más de 9.000 millones de dólares. Una súper estrella que hoy cumple 55 años.
El recuerdo del incidente
Pero su carrera está detenida desde hace un año y medio. Perdió la inercia triunfal que lo empujó durante décadas. Justo el día que significa su consagración, el día que lograba su primer Oscar, el símbolo de que al fin el prestigio, el amor del público, los récords de taquilla y el reconocimiento de los colegas se conjugaban. Pero es Hollywood y muchas cosas parecen escritas, pergeñadas, por un guionista. Y apenas unos pocos minutos antes de que eso sucediera, Will Smith puso en peligro todo lo que construyó durante las cuatro décadas anteriores.
Esa noche el presentador era el comediante Chris Rock. En una de sus apariciones, hizo un chiste sobre la calvicie de Jada Pinkett Smith, la esposa de Will Smith. Jada sufre alopecia debido a una enfermedad autoinmune. Mientras Rock continuaba su rutina, Smith, sentado en la primera fila, como los otros pocos invitados especiales, se levantó de su asiento y por una larga pasarela se dirigió hacia Rock. Al verlo, el humorista lanzó una carcajada y supuso que Smith intervendría para hacer algún tipo de chiste. Pero al llegar a él, el actor le pegó una cachetada potente y sonora, que le dio vuelta la cara al presentador. Will Smith giró y regresó a su lugar caminado como un cowboy al finalizar un duelo fuera del saloon. En el lugar nadie entendía si se trataba de una escena guionada o de un inesperado acto de violencia. Rock, apeló a su oficio, y siguió con solidez con su rutina, hasta hizo una referencia risueña al golpe recibido. No terminó allí. Smith, no conforme, desde su sitio gritó dos veces: “Mantené fuera de tu puta boca el nombre de mi mujer”. Al público que estaba en el teatro y al que lo veía por televisión ya no le quedaron dudas de que no se trataba de un paso de comedia. Smith había tenido una insólita y violenta conducta en vivo frente a centenares de millones de personas. El colapso emocional más visto de la historia.
La Academia quedó más groggy que Chris Rock, quien siguió con con cada una de sus entradas (y que ni amagó con responder la agresión). Nadie expulsó de la ceremonia a Will Smith y siguiendo el cronograma original, minutos después Smith regresó al estrado- esta vez invitado por los presentadores. Y recibió el Oscar a mejor actor protagónico.
Los momentos inmediatamente posteriores al cachetazo empeoraron la situación. En su discurso de aceptación y agradecimiento por el Oscar al mejor actor protagónico, Smith olvidó disculparse con Chris Rock. Como si fuera uno de los amnésicos personajes de Men In Black dio un discurso con ribetes surrealistas y se justificó diciendo: “El amor a veces nos empuja a hacer cosas locas”. En la fiesta que Vanity Fair organiza tras la ceremonia, se vio a Smith exultante. Reía, bailaba, saltaba, zarandeaba su Oscar. Agarró el micrófono para cantar su hit: Gettin Jiggy Wit It. No parecía demasiado compungido por el escándalo que había desatado.
A la mañana siguiente intervinieron los profesionales de la comunicación. Un posteo de Will Smith en sus redes sociales incorporaba al cómico a sus disculpas.
Después llegó un video. Pero mucho después. Tardó tres meses en grabarlo. Las disculpas en este caso fueron incondicionales. Y le ofrecía a Chris Rock hablar cuando estuviera listo.
Algunos especialistas en comunicación y relaciones públicas en situaciones de crisis (y está claro que la fue) sostuvieron que esa publicación llegó demasiado tarde. El cachetazo había monopolizado la conversación pública durante días. Todo el mundo hablaba de ello, menos Will Smith. Y, además, el hecho no admitía segundas lecturas, ni factores atenuantes.
La actividad profesional y pública (a veces, en tiempos de redes sociales, no son lo mismo) de Smith durante el último año ha sido tenue, casi nula para lo que habían sido sus años previos. El estreno de una película que ya tenía filmada, el anuncio de un podcast, algunos proyectos cinematográficos rondando, unas pocas entrevistas y controladas y escasas publicaciones en Instagram. Control de daños y tanteo de este nuevo paisaje que él cinceló con su reacción extemporánea.
En el momento del escándalo, Smith ya había terminado de filmar y esperaba para el estreno Emancipation, otra película que aspiraba a instalarse en la temporada de premios, pero de la temporada siguiente. Dirigida por Anthony Fuqua es un drama que trata sobre la esclavitud. La película fracasó en los cines y tuvo un paso discreto por Apple TV. Smith fue premiado en la ceremonia que distingue el cine afroamericano y aprovechó para reaparecer en público con la esperanza de reactivar su carrera. Su regreso no generó indignación, pero tampoco apoyo. Tal vez la reacción fue la peor que Will Smith podía esperar: la indiferencia.
Los proyectos de Smith
La semana pasada Smith anunció el lanzamiento de un Podcast que lo tiene como productor. Se llama Class of 88 y revisa la historia de su involucramiento con el rap y el de su generación, en ocasión del 50 aniversario de ese estilo musical. En especial del 88 con la irrupción de su agrupación DJ Jazzy Jeff & The Fresh Prince y la consolidación de Public Enemy, Queen Latifah, LL Cool J y otros. Un proyecto que algunos críticos alabaron pero que parece de dimensiones demasiado pequeñas para el status de estrella que ostentaba.
Uno de los proyectos más fuertes que Smith tiene entre manos, y en el que estuvo trabajando con intensidad, es la secuela de su éxito de 2007, Soy Leyenda. Muchos creen que es una buena idea. Usar como lanzamiento, la base de fans ya no del actor, sino de la película. Otros piensan que se trata de un error. O al menos de un gran riesgo. La película necesariamente va a tener un presupuesto muy alto, lo que lo convierte en una apuesta peligrosa. Y, además, el personaje de Smith había muerto en la película original. La pirueta argumental que deberán hacer los guionistas para justificar que está con vida es posible que sea otro factor que aleje potenciales espectadores.
Su otra gran secuela en ciernes es la cuarta parte de Bad Boys, junto a Martin Lawrence. Una película de acción, con dos protagonistas afroamericanos, con tres entregas anteriores exitosas y una marca consolidada y atractiva.
En febrero de 2022, cuando todos daban por seguro que Will Smith ganaría el Oscar, Netflix dio luz verde a Fast and Loose, un ambicioso y caro proyecto de acción. Pero la cachetada detuvo la preproducción. Y Netflix y sus directivos suelen responder con evasivas cuando se le pregunta sobre ella.
En el sitio Internet Movie Data Base, la gran base de datos del mundo audiovisual, se consingan 14 proyectos en los que está involucrado Smith pero todos se encuentran en estado latente.
El gran problema que enfrenta Smith es que ningún estudio, ni ninguna plataforma, nadie quiere ser el primero en lanzar una película con Smith como protagonista. Un riesgo que todos esperan asuma otro.
Antes de la bofetada su salario rondaba los 40 millones de dólares. La industria se pregunta cuál es la cotización actual de su trabajo. ¿Su nombre será veneno para la taquilla? ¿Atraerá espectadores que empujan ansiosos una historia de redención? Difícil determinarlo.
Otro efecto inmediato de la cachetada (y uno que parece que no va a decrecer con el tiempo) fue que el matrimonio de Jada y Will quedó bajo el escrutinio público. Se recordaron peleas, respuestas extrañas en entrevistas conjuntas, rumores de infidelidades. Nadie dejó de mencionar el hecho de que ambos reconocieran que alguna vez habían abierto el matrimonio y que Jada había mantenido una relación con un rapero amigo de su hijo. Lo que se sabía, lo que se especulaba y lo que se inventaba fue una enorme bola de nieve imposible de detener.
Cuando este año llegó la fecha de los premios de la Academia fue inevitable que todos recordaran el incidente y a sus protagonistas. En la última entrega de los Oscars, Will Smith cumplió el primero de los diez años de suspensión que le aplicó la Academia. Chris Rock fue invitado a ser nuevamente el conductor, pero declinó. Suficiente para él y su mandíbula. Lo reemplazó Jimmy Kimmel quien bromeó desde el escenario: “Ya saben: si alguien le pega una piña a otro, ganará automáticamente el Oscar a mejor actor”.
Hubo que modificar una larga tradición. El ganador del premio a mejor actor del año anterior entrega el galardón a la actriz del siguiente. Este año Halle Berry reemplazó al proscripto Smith. La última consecuencia es algo ridícula: la Academia de Hollywood puso en funciones un Comité de Crisis para que actúe de emergencia en caso de que se repita una situación similar. Los programas humorísticos de la televisión de estados Unidos con SNL a la cabeza se rieron de este engendro: “Quédense tranquilos: no va a pasar nunca más que un tipo sentado en la primera fila suba al escenario sin ser llamado y le dé vuelta la cara de un bife al conductor”.
El que aprovechó el primer aniversario del incidente fue Chris Rock. Por primera vez en la historia de Netflix presentó un espectáculo de stand up en vivo llamado Selective Outrage (Indignación Selectiva) en el cuál se refirió al golpe que recibió: “Todavía duele. Tengo la melodía de Summertime sonando en mis oídos. Pero no soy una víctima, querida. No me verán nunca llorando en lo de Oprah. Absorbí el golpe como Manny Pacquiao”. También explicó por qué no respondió al ataque: “Porque tengo padres. Ellos me enseñaron que no hay que pelear delante de la gente blanca”.
De todas maneras, pocas semanas atrás, la comediante Leslie Jones contó que Rock debió concurrir a terapia, junto a sus hijas, para superar el incidente. “Fue demasiado humillante para él. Pasó delante de sus hijas, de sus padres, de todo el mundo”.
Algunos especialistas están convencidos de que su carrera ya no logrará las cimas de antes. El daño que (se) produjo fue demasiado como para que la reparación sea total.
Otros afirman que Will Smith todavía tiene potencial económico. Sus películas le han hecho ganar demasiado dinero a Hollywood como para que los productores no intenten, en algún momento, cuando las aguas estén más calmas, cuando el incidente tome un cariz farsesco, reflotar la carrera de uno de los actores más taquilleros de la historia.
Lo dicho: no olvidemos que a Hollywood siempre le gustaron las historias de redención.