El lunes 30 de junio de 2003 la madre de Jodi (14), Judy Jones, decide que ya es hora de levantar la penitencia a su hija y dejarla ir a ver a su novio Luke Mitchell (14). Jodi salta de alegría y a las cinco de la tarde, avisa a su familia que va a encontrarse con él.
Estamos en las afueras de Dalkeith, Midlothian, Escocia en el Reino Unido. En un pueblo tranquilo, de pocos habitantes y en el que nunca sucede demasiado. Jodi Jones toma el camino de siempre, el mejor atajo entre los barrios Easthouses, donde vive, y Newbattle, el de su novio. El pasaje Roan ‘s Dyke Path es un sendero apretado, oscuro y angosto que atraviesa un bosque, entre enormes árboles y bordeado, en gran parte, por un muro de piedras antiquísimas. Es la perfecta campiña escocesa, con sus casas típicas esparcidas sobre una alfombra verde, en un día de verano. Jodi tiene roto su celular así que a las 17.40 su padrastro, Allan Ovens, habla con Luke y le avisa que ella ya está caminando hacia su encuentro.
Nunca llega.
A las 22, como Jodi no ha vuelto y nadie la ha visto, su familia se preocupa y comienza a buscarla. Su novio se suma, enseguida, a la búsqueda. Él es quien los guía directo al camino que ella suele hacer a través del pasaje Dyke. Luke va con su perra Mía, de la raza Pastor Alemán. En un sitio del sendero donde el muro de piedra hace como una V, la perra se detiene y olfatea el aire. Luke salta del otro lado y encuentra a su novia.
Han pasado cinco horas y media desde que Jodi se fue de su casa y ahí está su cuerpo ensangrentado, parcialmente desnudo, con las manos atadas atrás a su espalda con su propio pantalón y brutalmente atravesado por puñaladas.
En la oscuridad de la noche la escena es escalofriante, pero Luke no demuestra ninguna emoción.
Historia de un noviazgo
Luke Mitchell, el menor de dos hermanos, nació el 24 de julio de 1988. Sus padres se divorciaron cuando él tenía 11 años. Se quedó viviendo con su madre Corinne, en Newbattle, un barrio en las afueras de Dalkeith. En su casa no había necesidades insatisfechas y la pasaba más o menos bien. Cursaba el secundario en un buen colegio católico, el St David ‘s, practicaba equitación, hacía música y andaba en moto. Un año más abajo que él, en el mismo establecimiento, cursaba Jodi Jones.
Jodi, nacida en 1989, era la menor de tres hermanos de la pareja conformada por James y Judy Jones. Su familia era de una extracción más humilde que la de Luke. La infancia feliz de Jodi, quien tenía inclinaciones artísticas -le gustaban la poesía y la pintura- se interrumpió en forma abrupta el día en que su padre se suicidó. Corría el año 1998 y ella tenía solamente 10 años. Esto provocó una hecatombe familiar. Judy tuvo que dejar su trabajo para ocuparse de sus tres hijos y, como no podía con todo, mandó por un tiempo a Janine, la mayor, a vivir con su madre.
Fue luego de este trauma familiar que Jodi comenzó a rebelarse contra el mundo. Se teñía el pelo en la gama de los verdes a los rosas, se volcó al heavy metal, se hizo fanática de bandas como Metallica y a los 14, con Luke Mitchell, conoció el sexo, la marihuana y el alcohol. Con un grupo de amigos en común empezaron a fumar dentro de las instalaciones escolares. Jodi se había vuelto desafiante.
Luke y Jodi se sentían muy parecidos, se atraían. En febrero de 2003 se pusieron de novios. Para Jodi era su primera pareja seria. Ella escribió en su diario personal, en la primavera europea de 2003, lo siguiente: “Creo que estoy enamorada de Luke. No de una manera estúpida, me refiero al amor verdadero. Dios, ¡creo que moriría si él quisiera terminar conmigo! Si yo estoy llorando, él me abraza y acaricia mi cara. Es muy dulce. No importa lo que diga, yo le creo”.
Al comienzo, evitó contarle a su familia la historia con su compañero de colegio. Luke era un poco extraño, le gustaba el estilo gótico y adoraba el satanismo. Jodi solo le reveló a su hermana mayor Janine, quien ya tenía 19 años, que se había enamorado de él. Fue Janine quien le contó la novedad a su madre y Jodi tuvo que presentarlo en su casa en mayo de 2003. Todo sucedía a una velocidad implacable. Un poco después, al enterarse que su hija consumía marihuana con él, Judy decidió cortar con las malas influencias: prohibió los encuentros de Jodi con el novio.
Finalmente, el maldito 30 de junio, cedió y levantó la penitencia. Se arrepentiría para siempre.
Varios ADN y casi decapitada
A las diez de la noche Janine, la hermana mayor, su novio Steven Kelly y la abuela de Jodi, Alice, salieron a buscarla. Luke se unió a ellos con su perra y a las 22.30 la hallaron. Jodi ya estaba muerta y de la peor manera.
Luke fue uno de los interrogados y le aseguró a la policía que no había dicho nada antes sobre que ella no había llegado a su encuentro porque había muchas razones por las que podría no haber aparecido y porque él no estaba realmente preocupado.
Con las pericias forenses los investigadores definieron cómo fueron los últimos momentos de Jodi Jones. Primero fue golpeada y ahorcada hasta que le faltó el aire. Cuando cayó rendida al suelo, su atacante le ató las manos con su propio pantalón y la comenzó a agredir con un cuchillo. En la revuelta sus medias se salieron un poco de sus pies y su chaqueta quedó tirada más allá. Su cuerpo tenía 20 puñaladas: en la cabeza, pecho, mejillas, boca, orejas y estómago. Estas se produjeron antes y después de su muerte. La del cuello fue una herida tan profunda que casi la decapitó. Además, el agresor le arrancó mechones de pelo de raíz.
Los peritos no encontraron signos de ningún abuso sexual y la víctima no presentaba heridas defensivas, lo que hacía suponer que quien la había asesinado era un conocido. En la escena levantaron huellas. Cerca hallaron un preservativo con semen fresco. El ADN fue identificado como perteneciente a James Falconer. La policía hizo saber luego del peritaje que ese sujeto no estaba involucrado en el asunto. En la remera de Jodi, que ella había tomado prestada de Janine, había más ADN. Pertenecía al novio de Janine: Stephen Kelly. Obviamente el ADN tenía sentido que estuviera allí. Desestimaron esta pista. También se había encontrado ADN de Luke en el corpiño de Jodi y de Jodi en el pantalón de Luke. Teniendo en cuenta que eran novios y mantenían relaciones, esto no era nada relevante.
En Luke Mitchell, para sorpresa de todos, no encontraron ni una sola gota de toda la sangre derramada de Jodi. De todas formas, la policía centró enseguida sus sospechas en él, el raro novio de Jodi y con quien la víctima tenía programado un encuentro. ¿Por qué Luke había llegado tan fácilmente hasta el cuerpo de la adolescente? Además, la navaja que él siempre llevaba encima y que todos conocían su existencia, había desaparecido. La campera que había usado aquella noche también.
Cuando fue el funeral de Jodi, los Jones dejaron bien claro: no querían ver a Luke Mitchell en la ceremonia. Ellos, como la policía, creían que él tenía mucho que ver con su crimen.
Las obsesiones de Luke
La policía sospechaba de ese adolescente gótico, cultivador del satanismo y fumador de marihuana. Revisaron su casa en tres ocasiones antes de detenerlo en abril de 2014, diez meses después del homicidio, y de acusarlo de ser el responsable del crimen.
En su dormitorio hallaron una colección de botellas con pis y la funda de un cuchillo que tenía grabado 666. JJ 1989-2003: El mejor día que tuve fue cuando el mañana nunca llegó. Ese cuchillo había sido comprado por Luke luego del asesinato de Jodi, pero los detectives creyeron que era un souvenir siniestro para recordar lo ocurrido. Durante los allanamientos se incautaron también una copia del disco. La época dorada de lo grotesco, de Marilyn Manson; otra del cortometraje surrealista de Manson llamado Doppelherz, además de una acuarela que Manson había pintado sobre Elizabeth Short, la actriz que había sido víctima de un brutal asesinato no resuelto en los años 40 y a quien se la conoce como la Dalia Negra. Si bien todo eso había sido comprado por Luke dos días después del crimen de su novia, resultaba perturbador algunas similitudes de las heridas de Jodi con las de Elizabeth Short. Eso dijeron los peritos.
En uno de sus libros escolares de Luke encontraron que el adolescente había escrito: “He probado la verde sangre del demonio”. Hay quienes sostienen que esa frase fue copiada de alguno de sus videojuegos.
Aunque los agentes no habían podido encontrar rastros hemáticos de Jodi en la casa de Luke, ni en su ropa, ni tampoco señales de que él se hubiese bañado luego del crimen, estaban convencidos de que era el autor del homicidio, que su madre le había proporcionado la coartada y que había quemado sus prendas manchadas en el fogón del jardín trasero de su casa. De hecho, un par de vecinos declararon que habían sentido olor a madera quemada entre las 18.30 y las 22 horas de ese día. Pero entre los restos no hallaron nada significativo. Y lo más llamativo: ni un solo rastro de sangre de Jodi que ligara a Luke con su crimen.
Juicio y 20 años de prisión
Durante el juicio los fiscales señalaron que Luke no solo había encontrado fácilmente el cuerpo sino que había podido describir perfectamente, en el primer interrogatorio, a pesar de la oscuridad en la escena del crimen, lo que su novia tenía puesto. Era como si la hubiese visto antes, cuando todavía respiraba. Muy sugestivo.
Las fotos del cadáver y la filmación de la escena fueron exhibidas ante el jurado y las familias. El juez se disculpó diciendo que era necesario para que se comprendiera la magnitud de los hechos. El fotógrafo Alan Murray explicó que una de las heridas iba desde la comisura de su boca hasta la oreja, en el lado derecho.
Para que el jurado pudiera imaginar la altura del muro que recorría el serpenteante sendero, se realizó una maqueta en Laigh Hall, debajo del hall del Parlamento donde se estaba llevando a cabo el juicio. Y, luego, también se trasladó a los jurados hasta la escena del homicidio.
Luke fue imputado por su crimen, por tenencia de cuchillos en espacios públicos y por incitar a fumar marihuana y proveerla a otros alumnos.
El 21 de enero de 2005, después de 42 días de juicio y luego de cinco horas de deliberación, el jurado lo halló culpable. El adolescente era un monstruo.
El juez Nimmo Smith le informó al acusado: “Está más allá de mis posibilidades mirar en las negras profundidades de tu mente; solo puedo mirar lo que has hecho. Has sido convicto por un asesinato realmente diabólico, uno de los más horribles crímenes que ninguno de nosotros recuerda y serás recordado como un malvado”. El 11 de febrero lo sentenció a un mínimo de 20 años en prisión antes de ser elegible para la libertad bajo palabra.
Luke no quiso rebajar su condena declarándose culpable y mantuvo siempre, hasta el día de hoy, ser inocente. Alega que todas las pruebas fueron circunstanciales y que no se habían hallado pruebas directas que lo ligaran al asesinato de su novia.
Intentos por demostrar la inocencia
En julio de 2012 los abogados de Mitchell presentaron un dossier de 300 páginas para intentar que revisaran la sentencia. Dos años después, la Comisión Escocesa para la revisión de casos criminales (SCCRC), resolvió que los oficiales de policía no habían respetado totalmente los derechos humanos de Luke Mitchell por la manera en que fue interrogado, pero determinaron que no era una víctima de un error judicial y que no había motivos para dudar del veredicto.
La defensa de Luke amenazó con recurrir a la Corte Europea, pero estaban fuera de fecha. Siguieron trabajando en nuevas apelaciones.
En el año 2015 un hombre estaba cavando en un sitio cercano a donde había sido hallado el cuerpo de Jodi Jones cuando encontró enterrado un cuchillo de cocina con mango de madera. Lo levantó con unas pinzas, lo puso en una bolsa de freezer y lo llevó a la policía. No fue analizado, dijeron que el caso ya estaba cerrado. La inspectora Suzanne Chow del equipo de homicidios que había revisado el caso sostuvo: “... todos los elementos relevantes obtenidos durante la investigación del asesinato de Jodi Jones fueron apropiadamente analizados desde el punto de vista forense. Y eso condujo al arresto y la sentencia de Mitchell”.
En 2019 la organización GoFundMe rechazó un pedido para juntar fondos para Luke Mitchell.
En julio de 2021 el preso fue trasladado de la cárcel de alta seguridad en la que estaba a otra intermedia, debido a la progresión hacia un régimen de prisión abierto. Pero sus planes para obtener permisos para salidas y poder visitar a su madre en Midlothian, fracasaron. En dos tests antidrogas, que le hicieron al azar, dio positivo. Eso retrasó su reinserción en sociedad unos tres años. Quizá pueda salir en 2025.
Él, por supuesto, protestó y le echó la culpa del resultado a un tratamiento que le hacían en la cárcel. La familia de Jodi que no le cree nada de nada lo que dice, respiró aliviada.
La otra mirada: ¿y si no hubiese sido Luke?
En 2021, el Canal 5 (Channel 5) del Reino Unido, emitió un documental titulado Asesinato en la pequeña ciudad, donde le dio voz a Luke Mitchell y a su madre Corinne. El filme aporta nuevas miradas y se pregunta si los investigadores no se equivocaron al enfocarse solo en el novio de la víctima. Rescata el tema de que no se encontró ni una sola evidencia de ADN que ligara a Luke con el homicidio. Además, cuando fue interrogado ese mismo día del crimen, él estaba con las uñas sucias y presumiblemente sin bañarse. ¿Cómo había hecho para cometer semejante crimen y no tener una sola mancha de sangre? Es cierto que faltaban la campera que había usado ese día y su navaja: nunca fueron halladas y él no pudo explicar la desaparición de ninguna de estas dos cosas.
Sara Gómez, científica forense, afirmó desconcertada por la falta de pruebas certeras: “Inocente o culpable, hay algo que está mal en esta condena”. El jefe del Instituto Forense, el profesor Allan Jamieson, entendió que no había evidencia científica y que en un evento “tan sangriento. Eso es curioso (...)”. Confirmó la idea de que “la evidencia es insuficiente para decir que Luke Mitchell cometió este crimen más allá de toda duda razonable”.
Los investigadores que hoy trabajan en forma privada, John Sallens y Michael Neill, contaron que habían hallado a otra persona de interés para la investigación: un sujeto drogadicto llamado Mark Kane, quien había tenido rasguños en su cara el día posterior al crimen. Kane estudiaba en Newbattle Abbey College, en Dalkeith, estaba cerca, no tenía coartada y, además, poseía cierto parecido con Luke. Era un joven perturbado que consumía metadona, Valium, alcohol y marihuana y que llevaba consigo siempre un cuchillo, como Luke. Cuando le preguntaron por sus arañazos en la cara, tres profundos surcos, respondió que se había caído entre unos arbustos. Fin. Nadie lo investigó más y quedó fuera de la causa. Kane murió en el año 2020.
Hubo algo más que no fue examinado: dos jóvenes que estaban ese día, a las 17.15, al lado del muro de piedra. Varios testigos vieron sus bicicletas apoyadas contra esa pared. A ellos no los vieron. Aunque la policía había pedido que todos los que hubiesen estado en el área, entre las 17 y las 22 horas del 30 de junio, se acercaran a declarar, estos dos jóvenes se tomaron cinco días para aparecer. Sus nombres eran Dicky y John Ferris, y eran primos de Jodi. No fueron interrogados como sospechosos sino como testigos. ¿Dónde estaban? No pudieron recordarlo con exactitud. Nada de nada. John, además, había hecho algo muy raro al día siguiente del crimen: se había cortado él mismo su larguísimo pelo con unas tijeras. Nadie tomó nota. Aunque en el juicio, la defensa de Luke Mitchell, no dejó de formularles la pregunta directamente: “¿asesinaron a Jodi?” Por supuesto, dijeron que no.
Ellos, tanto como Luke y Kane, tuvieron la oportunidad para cometer el crimen. ¿Pero cuál era el móvil?
¿Podría ser que el culpable no fuera Luke y que la policía se hubiera ensañado con la presa más fácil? ¿Podría ser que las autoridades hubieran querido sacarse rápidamente de encima la presión del público y de la prensa? Eso es lo que sostienen Luke y su madre.
En el documental del año 2021 los investigadores privados revelaron algo más que quedó atado con aire: había un sospechoso -que era el que más les cerraba de todos-, pero dijeron que por motivos legales no podían nombrarlo. ¿A quién se refieren? No sabemos.
Una mentira reveladora
En su primera declaración, Luke Mitchell sostuvo que mientras su novia era asesinada él estaba preparando la comida en su casa junto a su madre Corinne. Ella corroboró sus dichos y es hasta hoy una activa defensora suya. Sin embargo, durante el juicio, el hermano mayor de Luke, Shane, admitió que a esa hora él había estado mirando pornografía en su cuarto y que eso era algo que hacía cuando estaba totalmente solo en su casa. Corinne y Luke habían mentido. Eso fue una fuerte prueba en la que se apoyaron los fiscales. Si bien Corinne Mitchell fue arrestada por falso testimonio, luego fue liberada. Era una madre proveyendo una coartada para su hijo.
Además, estaba la testigo Andrina Bryson quien declaró haberse cruzado, mientras conducía su auto, con una pareja muy parecida a Jodi y Luke, justo en la entrada del pasaje Dyke y minutos antes del homicidio. Entre las fotos que le mostró la policía, identificó a Luke Mitchell. Dijo que el joven tenía una chaqueta de pesca y que de uno de sus bolsillos salía como una protuberancia. La chica estaba de espaldas y llevaba el pelo atado con una colita. Pensó que era una pareja discutiendo. Sin embargo en la corte, 18 meses después, no pudo identificar con seguridad a Luke como el joven que había visto. La pregunta era: ¿podría haber sido Mark Kane? Todo era posible y la evidencia, circunstancial. Pero la justicia no creyó eso. Para ellos el que estaba allí era Luke, quien se había citado con Jodi. Había, además, otros dos testigos accidentales que situaban al novio en ese pasaje 50 minutos después.
No había confesión, no había fuertes pruebas forenses que lo ligaran a Jodi ni habían hallado el arma asesina. Aún así la justicia lo consideró culpable. Todos los caminos conducían a Luke.
En un desesperado intento por dar vuelta el caso, tanto Luke como su madre Corinne, aceptaron la oferta de un medio para pasar por un detector de mentiras. Fueron filmados y salieron airosos. El polígrafo decía que no mentían. El caso volvió a los titulares de la prensa: “El asesino pasa el detector de mentiras”.
No sirvió de nada porque estos tests no son aceptados por la corte del Reino Unido debido a que no poseen un cien por ciento de certeza. Pero para algunos la duda estaba instalada: ¿era un error que Luke Mitchell estuviera preso? ¿Habría un asesino suelto?
Luke habló desde la cárcel para el documental del año 2021: “Yo era el tipo raro. Era fácil culparme (...) Yo no pude ser más claro. Yo no maté a Jodi y he sido encerrado por un crimen que no cometí (...) Me sacaron todo, mi casa, mis amigos, mi juventud… Voy a mantener siempre mi inocencia…”.
Veinte años después
Corinne Mitchell sigue viviendo en la tranquila Dalkeith. Dice que no tiene por qué huir porque no ha hecho nada malo: “No voy a correr a ningún lado porque no hice nada”. Sueña con que la vida le alcance para ver a su hijo libre.
A veinte años del crimen de su hija Judy Jones asevera que no hay duda alguna sobre quién cometió el crimen y que el caso contra Luke Mitchell siempre fue sólido. Está sumamente desilusionada con el documental y con los grupos de apoyo que se manifiestan a favor de Mitchell y pretenden juntar dinero diciendo que buscan justicia para Jodi y para Luke. Judy repite que no quiere ver el nombre de su hija utilizado para liberar a su asesino y, agrega, que defender criminales es como una filosofía de moda: “Uno creería que la gente sensible tiene cosas más importantes que hacer antes que marchar para defender a un asesino convicto”. En Facebook posteó: “La verdad, será siempre la verdad, a pesar de la ignorancia o de que no la entiendan”. Un familiar de Jodi reveló a la prensa estar cansado de ver como tratan a Luke Mitchell como si fuese un famoso y asegura que eso alimenta su ego en la cárcel: “Es enfermante, ¡esto no es justicia para Jodi!”.
Para los familiares de Jodi Jones, todo esto, es una nueva muerte que no permite que ella descanse en paz. Si en el 2025 Luke Mitchell, con 37 años, es liberado, para ellos la pesadilla volverá a comenzar en una especie de siniestra remake del crimen que les arruinó la vida.