Hace dos años, Francia estaba de luto. Uno de sus grandes íconos del cine dejaba este mundo y se preparaba para rendirle un tributo muy emotivo encabezado por el presidente Macron. Jean-Paul Belmondo no tenía la belleza armoniosa de su amigo y eterno rival Alain Delon, pero su mirada tierna, sonrisa seductora y su carisma fueron irresistibles para el público francés y el mundo entero. Bebel, como era llamado cariñosamente rodó un total de 80 películas y tuvo una vida plagada de acción: no solo por las aventuras de ficción, sino también por sus incontables conquistas amorosas en la vida real.
“Usted con esa cara jamás podrá tener una mujer entre sus brazos. Su público se moriría de risa”, sentenció un profesor del conservatorio en los inicios de su formación como actor. La frase se la recordó una periodista de TVE cuando Jean-Paul tenía 53 años y ya era toda una celebridad. Y, enfundado en una campera de cuero con una frente surcada por líneas de expresión, le respondió: “Claro, fue en el conservatorio. Yo creo que la vida es así. Cuando era joven, en el conservatorio, la gente de primer año tenía que tener unos rasgos muy delicados. Era comprensible. Pero yo no perdía los ánimos. En la vida mi cara era normal. Eso sí, no iba a imaginar jamás en convertirme en un galán de cine”, expresó y agregó: “en todo caso, hacer reír a una mujer es buena cosa. Mi profesor se equivocó”. Más allá del error, el actor supo sacar partido de su mote, “El feo más atractivo del país galo”.
Jean Paul Belmondo llegó a este mundo un 9 de abril de 1933, en Neuilly-Sur-Seine, barrio burgués de la periferia de París. su padre Paul Belmondo era un reconocido escultor de ascendencia italiana, y su madre, Madeline Raynaud-Richard era pintora. Sus dos hermanos también se inclinaron por el arte. Alain se dedicó a la producción de cine y Muriel, al ballet.
Si Belmondo no hubiese insistido con su meta actoral, no hubiese llegado lejos. Siempre había sido mal alumno y fue rechazado en el Conservatorio de Arte Dramático de París al menos tres veces. Para él la cuarta fue la vencida y a fuerza de talento, de destacarse entre el montón, se convirtió en el referente de la nouvelle vague o nueva ola del cine francés, tras el estreno de À bout de souffle (1959) una película de bajo presupuesto de Jean-Luc Godard, con quien filmó tres películas. Los grandes directores del cine francés como Truffaut, Resnais, Lelouch, Chabrol, entre otros, quisieron trabajar con él.
El actor, a pesar de ser el mimado de directores que lo ungían con su prestigio, no tenía ningún prejuicio en hacer cine comercial. Y además lo reivindicaba. Sentía orgullo por ambos trabajos, sin desmerecer el gusto del público, de lo popular. Decía que le disgustaba el “falso cine intelectual”, no el auténtico. Lo que sería el cine pretencioso. En Francia, sus películas de acción eran un éxito garantizado que incluso superaban a los tanques norteamericanos, de producción millonaria. Entre 1969 y 1982 cinco de sus películas fueron las más vistas del año en Francia. Y en 11 de esos 13 años, alguno de sus proyectos estuvo entre las cinco primeras.
Su consigna era hacer una buena película, divertirse con ella y ofrecerle un buen momento al público. Con esta mirada crítica, también rechazó premios, como el César 1989 al mejor actor por la película El imperio del león (1988). En 2016 bajó la guardia y aceptó el León de Oro, otorgado por su trayectoria en el Festival Internacional de Cine de Venecia.
En su juventud, Jean Paul Belmondo había soñado con ser un boxeador profesional, pero advirtió que no tenía las cualidades suficientes para lograrlo. Sin embargo, este deporte le dejó algo más una nariz quebrada y un cuerpo atlético para las arriesgadas escenas de acción donde no usaba dobles. Forjó su espíritu. En la misma entrevista, dijo: “El boxeo es la vida. El boxeo que hice me ayudó a saber sufrir en los momentos en que no iba la cosa muy bien. Es un oficio donde hace falta una enorme voluntad y gran inteligencia. Siempre se presenta a los boxeadores como imbéciles, pero no. Todos los grandes boxeadores que he visto, eran muy inteligentes. A veces gana el que es menos fuerte debido a su inteligencia”.
Sus conquistas
Belmondo tuvo varias parejas: dos matrimonios y una lista interminable de amantes. Además de las convivencias y matrimonios, también se cuentan numerosas actrices famosas con las que tuvo escarceos. Entre ellas, varias de sus coprotagonistas, como Claudia Cardinale, Sophia Loren, Gina Lollobrigida, Catherine Deneuve y Brigitte Bardot.
La bailarina Elodie Constantin fue su primera mujer. Era una amiga de la infancia con quien se casó en 1953 y tuvo 3 hijos: Patrice (que murió en un incendio en 1993), Florence y Paul, quien tuvo un romance con Estefanía de Mónaco y casi lo enlaza con la corte monegasca.
En 1965 se divorció de Elodie, a quien no le fue precisamente fiel. Jean-Paul había vuelto a enamorarse, esta vez de una sex symbol del momento, Úrsula Andress. Era la nueva chica Bond de la película Agente 007 contra el Dr. No (1962) junto a Sean Connery, que se convirtió en una de las mujeres más deseadas de mundo tras una escena en la playa con un biquini blanco. La pareja se conoció mientras filmaban Las tribulaciones de un chino en China y terminaron juntos, primero como una relación clandestina, porque él estaba casado y más tarde, legal.
Úrsula y Jean-Paul derrochaban magnetismo juntos. Estuvieron juntos 7 años, en una relación donde ninguno de los dos se sentía seguro. Los amigos de Belmondo le habían advertido cuando la conoció: “Tené cuidado. Es la mujer más hermosa del mundo”. La atracción fue instantánea, recíproca. También se supo que ella no paraba de reírse mientras estaba con él. Sus carcajadas resonaban en cada lugar que iban.
En su biografía Mil vidas mejor que una, Bebel contó cómo en pleno acto sexual con la bomba rubia, la abandonó entre las sábanas para ir a ver una pelea. Cuando regresó, pasado de copas, se encontró con la puerta cerrada y sin poder abrirla, decidió trepar y entrar por la ventana de la habitación. Creía que ella lo estaba engañando. Sin dudarlo, la actriz lo empujó y Belmondo terminó de espaldas en el pasto. La relación duró un poco más y terminó en 1972.
Después de Úrsula, el feo más lindo estuvo en pareja con otra mujer hermosa, la italiana Laura Antonelli con quien tuvo una relación de 8 años. Muchos de ellos a la distancia, porque él prefería vivir en París y ella en Roma. Cuando se separaron la italiana tuvo problemas de adicciones, a los que se sumaron enfermedades mentales y murió en 2015.
Apenas separado de Antonelli, tuvo un romance con una escultural cantante brasileña, María Carlos Sotto Mayor. Este amor a primera vista ocurrió durante una fiesta a principios de los años ochentas. Belmondo tenía 47, ella 19. “Petite” como él la llamaba se mudó a su departamento parisiense y tenían una relación que el actor definió “picante y festiva”. La relación llegó a su fin en 1987.
A los dos años de la separación con la brasileña, Bebel volvió a rendirse ante los encantos de otra joven mujer, 28 años menor. Se trata de Natty Tardivel, una bailarina belga. En 2002 cuando pasaron por el civil, el actor repartió algunos puñetazos a paparazzis que hacían guardia en la puerta. El actor dijo que querían tener una ceremonia íntima, pero lo cierto es que además habían vendido la exclusiva a una revista y no querían echar a perder el negocio.
Con Natty tuvo una hija en 2003, Stella, a quien el actor la llamaba “Mi sol”. La leyenda del cine francés ya tenía 70 años cuando ella nació. En una nota que padre e hija concedieron en 2019, a la revista París Match ella dijo: “Sus acrobacias me fascinan. Siempre me han parecido grandiosas. Entre todas sus películas mi favorita es El magnífico, porque allí encuentro toda su locura y humor. Me encanta el riesgo. La adrenalina. Tengo que heredar eso de él”, expresó. Y agregó: “Es tan joven de mente. Está siempre dispuesto a hacerse el payaso para hacerme reír”.
Su mujer Natty cuidó de él cuando sufrió un accidente cerebrovascular en 2001 mientras estaba en Córcega. Sin embargo, la estabilidad duró pocos años. Una ex-conejita de Playboy Bárbara Gandolfi se le interpuso en el camino. La obsesión que tuvo por ella lo llevó a poner fin a la relación con su mujer en 2008. Esta vez le salió caro. Gandolfi resultó ser una estafadora. Se quedó con unos 200 mil euros de su cuenta, por lo que fue condenada con una multa y también fue prisión.
Cuando el 6 de septiembre de 2021 cuando se conoció la noticia de la muerte de Belmondo, uno de sus grandes amores, Úrsula Andress le dedicó unas palabras que supieron definirlo y dieron cuenta de un amor que se mantuvo vivo: “Jean-Paul, eras una persona extraordinaria, un hombre lleno de pasión y vitalidad, con un enorme sentido de humor. Todos te extrañaremos con tristeza. Adiós, tú, el hombre que amaba. Siempre estarás en mi corazón”, dijo la rubia que este año festejó sus 87.