“No hay una sola mujer cómica que fuera hermosa de niña. Cuéntame una mujer divertida que alguna vez fue hermosa. Gwyneth Paltrow, por favor, no lo soporto. ¿Angelina Jolie? Los hombres no te quieren graciosa. Se trata de sobrellevar la situación cuando no eres la chica bonita, y no eres la primera a la que te invitan a bailar, y la botella gira y cae sobre ti y Stuart Wein no quiere besarte”, soltaba Joan Rivers llevando orgullosa la bandera de la comicidad femenina. La conductora de mente perversa y lengua ágil, murió el 4 de septiembre de 2014 a los 81 años en la ciudad de Nueva York después de complicaciones de una cirugía de garganta. Se burló de sí misma y de cuánto famoso se cruzó por su camino, sin importar su talla. Su sencillez de niña, su pecho plano, esas capas de arqueología cosmética -”Cuando muera donarán mi cuerpo a Tupperware”, fue una de sus frases célebres-, y sobre todo se mofó de todo Hollywood, desde Bo Derek hasta Tom Cruise. “Lo logré”, dijo, “al decir lo que todos los demás piensan”.
Sin pelos en la lengua
Nacida el 8 de junio de 1933 como Joan Alexandra Molinsky en Brooklyn, hija de Beatrice Grushman y Meyer C. Molinsky, ambos descendientes de familias judías. “Supe que era un bebé no deseado cuando vi que mis juguetes de baño eran una tostadora y una radio”, expuso en uno de sus monólogos Rivers. Se graduó como Phi Beta Kappa en Barnard College en 1954, y también se refirió a sus estudios, “Escupo en la educación. Ningún hombre jamás pondrá la mano en tu vestido buscando una tarjeta de biblioteca”. En 1959 actuó en el off-Broadway con la obra Driftwood junto a otra futura diva, Barbra Streisand, en aquél momento de 16 años. Pero nadie podía escribir para Joan mejor que ella, o fabricar una personalidad cómica tan ácida como agitadora. Transportando la audaz interpretación de mujeres del mundo del stand up, a los mismos clubes nocturnos que criaron al joven Woody Allen, Molinsky cambió su nombre siguiendo el consejo de su entonces manager, cuyo nombre era Tony Rivers.
Tuvo su gran oportunidad el 17 de febrero de 1965, cuando apareció por primera vez con Johnny Carson en The Tonight Show. En 1983, Carson nombró a Rivers su “anfitriona invitada permanente”; pero lo permanente resultó efímero, ya que huyó a la recién nacida cadena Fox en 1986 para un programa nocturno frente al suyo. No se lo dijo a Carson con anticipación y él nunca volvió a hablar con ella. Un año después, el marido de Rivers y su antiguo manager, Edgar Rosenbaum, se suicidó tomando una sobredosis de medicamentos recetados. Incluso esta tragedia se convirtió en material para su show. “Yo fui la que realmente provocó el suicidio de Edgar”, dijo, “porque, mientras hacíamos el amor, me quité la bolsa de la cabeza”, y continuó, “Mi marido quería ser incinerado. Le dije que esparciría sus cenizas en [los grandes almacenes] Neiman Marcus; de esa manera, lo visitaría todos los días”.
El fallecimiento de la comediante dejó en shock a un país: su lengua ácida y su innegable relación de amor y odio con la alfombra roja, se contraponían al evidente amor que mostraba en cada show compartido con su hija Melissa. En el documental de 2010 Joan Rivers: A Piece of Work, Melissa dijo que la carrera de su madre “era como si yo tuviera una hermana”. Joan puso en evidencia su vínculo entre madre-hija tanto en su programa semanal Fashion Police -el ciclo emitido por E! que ha sido un pilar de la alfombra roja durante más de dos décadas, emulado en toda la industria del entretenimiento- como en su reality show Joan & Melissa: Joan Knows Best? (2011-2014).
Joan Rivers era un libro abierto en el escenario, pero todavía hay cosas que salieron a la luz después de su muerte. Su hija, Melissa Rivers, publicó unas conmovedoras memorias tras la muerte de su mamá, explicando en el comunicado de prensa que, “quería escribir un libro que hiciera reír a mi madre”. En The Book of Joan: Tales of Mirth, Mischief, and Manipulation, Melissa reveló el dolor y la rabia que sintió al perder a su madre, y la demanda por negligencia contra el centro Yorkville Endoscopy, donde Rivers sufrió complicaciones durante un procedimiento rutinario para examinar su garganta. “Me metí en la cama con ella y la abracé”, contó la hija. Falleció más tarde en el hospital, y la demanda se resolvió en el 2016.
Millonaria con recato
Joan era abierta y siempre reveló sus gustos lujosos. De hecho solía decir: “La gente dice que el dinero no es la clave de la felicidad, pero yo siempre he pensado que, si tienes suficiente dinero, puedes arreglártelas”. Al morir, se calcula que Joan Rivers tenía una fortuna de 150 millones de dólares. Tras su fallecimiento, la casa de subastas Christie’s organizó la subasta, La colección privada de Joan Rivers, que recaudó casi 2,5 millones de dólares. Melissa declaró a People, “Ella siempre fue firme en que incluso las cosas más finas deben ser usadas y amadas y no estar en la bóveda del banco o almacenadas”.
La comediante tenía más que su cuota de rarezas y formas inusuales de hacer las cosas, eso era evidente cuando se trataba de su uso poco convencional de las cajas de Milk Dud, una conocida marca de grageas recubiertas de chocolate. Melissa cuenta que su madre guardaba dinero en esos paquetes vacíos de golosinas cuando necesitaba salir a alguna parte. Melissa explicó, “Son del mismo tamaño que el papel moneda, así que en caso de que alguien manoseara su bolso, no lo notaría”. Fue un secreto que Melissa conoció tras el fallecimiento de su madre -después de haber vaciado el apartamento de Joan para subastar sus pertenencias y preparar la propiedad para la venta. Habló con la revista People sobre las inusuales alcancías de su madre, y el medio señaló que Melissa sabía que a Joan, “le gustaba esconder dinero en su casa, sobre todo en billetes de uno y cinco”. Así que, tuvo la precaución de revisar en libros y revistas por si había dinero escondido, pero no miró en las cajas de caramelos que había en todo el departamento antes de tirarlas.
Poco feminista
Joan fue una pionera, forjando una carrera exitosa en el mundo de la comedia, dominado en su mayoría por hombres. No es de extrañar que fuera aclamada por muchos como “un ícono feminista innovador”, según Time, “Rivers abrió caminos para otras mujeres en la industria de la comedia al llevar al escenario temas tabú tales como el aborto. Sin ella, no habría lugar para Sarah Silverman ni Chelsea Handler ni Amy Schumer”. Pero, Rivers solía ser criticada por el colectivo feminista debido a sus comentarios sobre el peso, apariencia y sexualidad de las mujeres.
HuffPost rechazó la etiqueta de “ícono feminista” de Time: “[Time] pasa por alto el hecho de que su humor se basaba a menudo en el desprecio a las mujeres, y de forma muy cruel. No olvidemos que su humor se basaba en ideas profundamente despectivas y misóginas sobre las mujeres”. El HuffPost enumeró algunas de las hirientes burlas de Rivers sobre mujeres como Elizabeth Taylor y Kristen Stewart. Cuatro años después de la muerte de su madre, Melissa declaró a la revista V que Joan nunca se consideró feminista, y añadió, “Ella quería hacer todo lo que quería hacer y quería que un hombre le abriera la puerta del auto. Pensaba que los hombres debían tratar bien a las mujeres. Quería ser tratada como a una dama”.
Las cirugías de Joan
Se operó innumerables veces, nada menos que con Steven Hoefflin, el mismo cirujano plástico que talló la nariz de Michael Jackson. Joan era honesta sobre los procedimientos a los que se sometió en su vida. Con su habitual tono de autodesprecio, habitualmente el blanco de sus bromas era su cambiante aspecto. The Hollywood Reporter publicó algunos de sus mejores chistes sobre la cirugía plástica, entre ellas, “He visto lo que hay debajo de mi barbilla. No quiero ser la que el presidente tenga que perdonar en Acción de Gracias” o “Mira eso. Podrías hacer un bolso.” Se sometió a su primer procedimiento de cirugía estética -un lifting de ojos- en 1965, a los 32 años. Otra de las bromas enumeradas en la que se burló de sí misma fue, “Me he hecho tanta cirugía plástica que cuando muera donarán mi cuerpo a Tupperware”. Sin embargo, nunca hizo público el número exacto de cirugías que se había hecho, manteniendo al público en duda.
Melissa ambiguamente rompió el secreto en sus memorias, afirmando que su madre, “no se operó tanto como la gente cree”, al tiempo que daba la increíblemente enorme cifra de 365 cirugías. Además la hija de Joan admitió que la obsesión de su madre por la cirugía plástica se debía a su inseguridad de toda la vida con respecto a su aspecto, pero que, hacia el momento de su muerte, finalmente sintió que se veía bien. Melissa escribió, “Me reconforta saber que por todas las bromas sobre cirugía plástica que hizo sobre sí misma -y hechas por otros a costa de ella- hizo lo que necesitaba para sentirse mejor. Cuando cumplió ochenta años, me dijo, ‘¿Sabes qué? Para tener ochenta, no me veo tan mal’”. Y hasta en algún momento pareció arrepentirse de recurrir con tanta frecuencia al cuchillo, diciendo a The Hollywood Reporter, “Desearía tener un gemelo para poder saber cómo me vería sin cirugía plástica”.
Fabuladora serial
Joan tenía una reputación para contar historias, tanto dentro como fuera del escenario. Sin embargo, sus cuentos no siempre eran totalmente reales, o a veces no se basaban en la verdad. En la biografía Last Girl Before Freeway: The Life, Loves, Losses, and Liberation of Joan Rivers, la autora Lesley Bennett cita ejemplos de cómo la comediante jugaba con la verdad. En declaraciones a Vogue, la autora recordó una de las mentiras más sorprendentes de Rivers: que no era, de hecho, miembro de la sociedad de honor griega, Phi Beta Kappa. Bennett afirmó que Joan no se graduó con ningún honor, y añadió que las mentiras de Rivers eran, “todo sobre la construcción de la imagen: corregir lo que la naturaleza no te dio”.
New York Eater desmintió otra mentira que Joan dijo en una entrevista con Howard Stern, sobre que una cita murió durante una cena romántica en Le Cirque. “Era una especie de nuevo romance y él murió…”, contó Rivers. Pero luego, un comunicado oficial del restaurante neoyorquino insistió, “Nadie ha muerto en Le Cirque. La crème brulee está para morirse, pero eso es todo”. Incluso Melissa habló de las historias inventadas de su madre en un artículo que escribió para The Daily Mail, donde admitía, “Era grosera, vanidosa, vergonzosa, una mentirosa incorregible [...] e hilarantemente divertida. [...] La mayoría de las mentiras de mi madre eran simplemente adornos para hacer que la historia fuera mejor o más interesante”. Melissa añadió que cuando llegaba el momento de tener que mentir, extrañamente, Joan era “terrible en eso”.
¿Madre tóxica?
Joan tenía una relación cercana, pero a veces difícil, con su única hija y colega Melissa. A pesar de lo mucho que la quería, la comediante tenía una forma de maternar un tanto inusual. Según The Telegraph, una vez bromeó, “No digas a tus hijos que tuviste un parto fácil, o no te respetarán. Durante años despertaba a mi hija y le decía, ‘Melissa, me has destrozado. Ahora vuelve a dormir’”. Pero para ver dónde comenzó el vínculo hay que remontarse al nacimiento de Melissa, el cual la propia Joan definió como, “tuve un parto judío; te noquean con el primer dolor; te despiertan cuando aparece el peluquero”, fue una de sus desopilantes frases mientras hacía uno de sus stand ups en el London Palladium. A pesar de la visión poco convencional de la vida de Joan, Melissa le dijo a Caroline Stanbury en su podcast Dear Media Divorced Not Dead que tuvo una “infancia tradicional” antes de que las cosas dieran un giro menos convencional en la adultez. Melissa admitió, “Así que creo que, debido a esa educación tan tradicional, [...] después de casarme, me tomó por sorpresa que mi madre dijera, ‘Tienes que ser más atrevida’, ella me decía ‘Tienes que salir más’”. También cuenta que cuando era bebé, Joan se tomaba algunos riesgos al conducir. Melissa escribió en sus memorias, “Una vez me dijo, ‘Missy, cuando naciste no había asientos para bebés y sobreviviste muy bien. Te ponía en el suelo del lado del copiloto. Te habría sostenido en mi regazo, pero no quería arrugar mi blusa’”.
Para la audiencia, Joan y Melissa parecían estar muy unidas, así lo describió la madre hablando para el Net Worth Post sobre su hija, “Hablamos todos los días. Literalmente, la llamo todos los días y dejo el mismo mensaje en su contestador automático, ‘Contesta, Melissa. Sé que estás ahí, maldita sea’. Y ella siempre me devuelve la llamada con la misma respuesta, ‘Mamá, ¿cómo diablos conseguiste este nuevo número?’” El dúo madre-hija compartía una relación personal y laboral extraordinariamente cercana, protagonizando juntas un programa y siendo ambas anfitrionas de Fashion Police. Sin embargo, no siempre fue un camino de rosas entre las dos. De hecho, Melissa dijo a Today que “hubo peleas” a lo largo de los años. También admitió que dirigió su ira hacia su madre después de que su padre se quitara la vida en 1987. En una entrevista con la Dra. Jennifer Ashton, corresponsal de ABC News, para el podcast Life After Suicide, Melissa compartió, “Estaba muy enojada con mi madre, muy enojada, y hemos hablado muy abiertamente de ello”. El Daily News informó que las cosas se pusieron tan mal entre las dos que no hablaron durante todo un año antes de finalmente tomar la decisión de volver a conectarse. Melissa admitió, “Llevó tiempo volver a tener algo estable. No fue como si un día nos despertáramos y dijéramos, ‘Bueno, estamos bien otra vez’. Lleva tiempo llegar a eso”, y agregó, “No tuvo que decirme que me quería. Lo sabía”.
En sus memorias, Melissa escribió, “Al pensarlo, creo que [mi madre] odiaba a más gente de la que le gustaba. Tenía un manifiesto de vuelo falso titulado Vuelo de la Muerte 5000, que tenía los nombres de todas las personas que ella esperaba que estuvieran a bordo cuando el avión se estrellara”. Pero, en realidad, la comediante tenía amistad con muchas personas alrededor mundo. Melissa apareció en el programa Today dos años después del fallecimiento de su madre para hablar de la resolución de la demanda por negligencia que presentó contra el hospital en el que murió su madre, y dijo, “Cierre es una palabra demasiado usada. Era hora de dejarlo atrás y seguir adelante. Una de las formas de avanzar es que voy a presionar por algún tipo de legislatura”. Melissa también compartió que había enviado las cenizas de su madre a varios amigos en todo el mundo, añadiendo, “Está en Inglaterra, en Escocia, en México, en Wyoming y en California, en tiendas, restaurantes y estudios. Está en lugares donde nadie esperaría que estuviera”.
En 2010, Joan twitteó bromeando una vez más en referencia a sus incontables retoques estéticos, “Con toda la cirugía plástica que me he hecho, ¡me preocupa que cuando muera, Dios no me reconozca!”