Sucedió durante la clase de música, justo antes del inicio de las vacaciones de invierno. Eugenia Barker -42 años, la profesora- entró al aula del colegio privado católico de Belgrano en el que trabaja, saludó a sus alumnos y alumnas de tercer grado, se paró frente al pizarrón y escribió el nombre de una canción que ninguno conocía: “Yo sé cuidar mi cuerpo”.
“Después me di vuelta y les hice una pregunta: ‘A ver, ¿de qué maneras creen que podemos cuidar nuestros cuerpos?”, cuenta la docente a Infobae.
Los chicos -todos de entre 8 y 9 años- empezaron a tirar respuestas que ella fue anotando, con tiza, abajo: “¡Comiendo bien, seño!”, gritó uno, “durmiendo bien”, arriesgó otra. Y siguieron, uno encima del otro: “Yendo al médico”, “haciendo deporte”.
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Tal vez por la edad de los chicos de ese grado ninguno habló del cuidado de sus partes íntimas -de quién los puede tocar y para qué, y quién no-. Sin embargo, la canción era la forma que la docente había encontrado para trabajar la prevención del abuso sexual en la infancia, uno de los pilares de la ESI (Educación Sexual Integral).
Lo que hizo Barker, entonces, fue aprovechar ese terreno vacío -dice- “para ir sembrando”.
Pero lo que iba a ser una clase más en la escuela primaria en la que trabaja desde hace siete años salió de las aulas y tomó un vuelo inesperado. Eugenia, que suele crear contenidos en sus redes que sirven y dan ideas a otros docentes, subió el video en el que canta junto a sus alumnos la canción, emocionó y se volvió viral.
En sus cuentas personales de Instagram, Tik Tok y Youtube ya acumuló más de 7 millones de reproducciones.
Ponerle palabras
Además de profesora de música, Eugenia Barker es cantante y lleva su ukelele a donde va. Formó parte de varios espectáculos infantiles, incluso hace poco fue parte de uno junto a la ex cantante de Man Ray, Hilda Lizarazu.
También hizo, junto a la pediatra Sabrina Critzmann -la autora del libro “Hoy no es siempre”, que tiene más de 300.000 seguidores en Instagram- una sección dedicada a recomendar libros para niños con los ukeleles llamada “Martes de libritos”.
Como es “la seño de música” y tiene alumnos de primero a séptimo grado, suele llevar todo tipo de canciones para trabajar en clase (canciones patrias y folclóricas, clásicos infantiles, carnavalitos). Y como a lo largo del año las maestras reciben al menos cinco capacitaciones para incorporar la ESI a lo que les enseñan, a ella se le ocurrió usar esa canción que había visto en las redes para trabajar el abuso sexual en la infancia.
“Cada docente presenta su propuesta de acuerdo a la edad de los alumnos. Por ejemplo, a una nena o a un nene de 8 años no le voy a decir cómo usar un anticonceptivo o un preservativo pero a esa edad sí puedo enseñarles qué pueden hacer si alguien a quien quieren mucho, como a mí, les hace algo que los incomoda”, explica.
La canción (el video está al comienzo de esta nota) dice así:
Te vamos a decir una verdad, es algo que tú necesitas saber.
No todos los adultos son buenos y si te incomodan te diremos qué hacer.
Si alguien se me acerca y me quiere tocar y aunque lo conozca me incomoda, yo le digo ¡no!, fuerte digo ¡no! y cuento sin miedo lo que me pasó.
Si alguien se me acerca y me quiere tocar a base de regalos o amenazas, yo le digo ¡no!, fuerte digo ¡no! Y cuento sin miedo lo que me pasó.
Yo sé cuidar mi cuerpooooo, yo sé cuidar mi cuerpoooo.
Mi cuerpo sólo es mío y si un adulto se pasa lo voy a acusar.
Lo que conmueve -eso es lo que muchísimas personas le dijeron en sus redes- no es sólo que se ocupe, a su manera, de ponerle palabras a un tipo de violencia que causó y sigue causando estragos, sino la forma en la que los chicos gritan “¡no!”. Cuando ella canta “si alguien se me acerca y me quiere tocar a base de regalos o amenazas...”, ellos gritan: “Yo le digo ¡no!, fuerte digo ¡no!”.
Nadie sabe bien de quién es la canción. De hecho, a esta altura ya podría ser parte del cancionero popular y reemplazar a otras que nos repetían en la infancia. ¿Por ejemplo? La canción infantil “La Paloma Blanca”, que dice “me arrodillo a los pies de mi amante, me levanto constante, constante. Dame una mano, dame la otra, dame un besito sobre la boca”.
Lo que sí se sabe es que no es nueva, de hecho, aparece en una campaña del Ministerio de Educación de Perú de 1994. También que un grupo infantil mexicano llamado “Los meñiques de la casa” hicieron su versión luego.
La cuestión es que aquel día, antes de escribir en el pizarrón las respuestas que arriesgaban sus alumnos y alumnas, Eugenia arrancó la clase de música, como siempre, con una relajación guiada y abrió el “Emocionario”, un libro que ayuda a los chicos a conocer sus emociones.
¿Para qué, si era la clase de música? “Para que puedan estar en el presente e identificar cómo se sienten. ¿Están tristes, enojados? ¿Por qué?”, explica ella. Sólo poder identificar lo que sienten en el cuerpo puede ser, para un docente, un hilo del que tirar si alguno está sufriendo un abuso sexual o algún tipo de violencia.
Eso también es ESI.
“Trabajamos la misma canción en segundo grado, en tercero y en séptimo. A los más chiquitos yo siempre les digo ‘que nosotros seamos adultos no significa que tengamos siempre la razón’, porque a esa edad dan por sentado que todo lo que le dice un grande -la maestra, el padre, el tío, el portero- está bien”, sigue.
“La intención es que hablen o que sepan que pueden hacerlo, y siempre me pongo de ejemplo. ‘Yo soy la seño, ustedes me conocen y nos queremos un montón, pero si yo de golpe hago algo que los incomoda se lo tienen que decir a un adulto. No sólo hablo de un abuso sexual, hay violencias más sutiles, como el maltrato verbal o la humillación, que también les pueden retorcer las tripitas aunque no sepan por qué”.
Su idea es “sembrar esa semilla”: si les está diciendo que si ella, a quien conocen y quieren, igual podría hacer algo que los incomodara, “si les pasa algo extraño con el portero, por ejemplo, les va a hacer más ruido y van a poder detectar que tienen que avisar”, sostiene.
La historia es, tal vez, una buena respuesta para quienes repiten que la “Educación sexual integral” es “ideología de género” o “adoctrinamiento”. En la ESI se trabaja desde la prevención de las violencias -como el bullying, la falta de respeto al otro- hasta la “adopción” -en el “cómo venimos al mundo” post “cigüeña”.
Eugenia usa esa canción y también otras, como “Hay secretos” de Canticuénticos, que arranca así: Hay secretos chiquititos, que te invitan a jugar, y hay secretos tan enormes que te vienen a asustar. Hay secretos livianitos que te llevan a volar, y hay secretos tan pesados que no dejan respirar”.
Lo que pasó en las redes es otro cuento. “Estoy bastante conmovida, es impresionante la cantidad de personas que me escribieron en privado contándome algún tipo de abuso hacia sus hijos. ‘Mi hijo de siete años sufrió un abuso a los 3 y no sé qué hacer’, ‘estoy separada y tengo sospechas de que mi ex le esté haciendo algo malo, tengo miedo de mandarlo’”, enumera.
Pero no sólo le contaron abusos hacia sus hijos o hijas. También los propios. Y es esa, tal vez, la frase más repetida en todos los comentarios: “Ojalá hubiese escuchado una canción así hace 40 años”.
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