Dice que ya no hará escenas de sexo; a los 66 años, está orgullosa de su figura, pero piensa que ya superó su cuota de desnudos en cámara. Para los últimos, que filmó para su participación en la serie Queer as Folk (2022), Kim Cattrall tuvo por primera vez en su carrera un “coach de intimidad” y fue una sorpresa: “En vez de tener a alguien de vestuario sosteniendo un tapado o poniéndote encima una toalla cuando dicen ‘corte’, tienen a esta persona que dice ‘Paren, hay que cuidar más esta escena’, ¡es fantástico!”, le dijo a Variety en una entrevista de hace unos meses que dio que hablar, como la mayoría de sus declaraciones recientes.
Es que la actriz nacida en Liverpool, Inglaterra, pero criada en Canadá –que tuvo esa doble nacionalidad hasta 2020, cuando se hizo ciudadana estadounidense para poder votar, cinco décadas después de mudarse a Nueva York– ha sido la voz más buscada del elenco original de Sex and the City desde que en 2021 se lanzó la secuela And Just Like That sin la presencia de Samantha Jones, el personaje que la hizo famosa en todo el mundo.
De las cuatro amigas que compartían Cosmopolitans en la serie emblema de las treintañeras liberadas de los 90, la Samantha de Cattrall era la que realmente le ponía el sexo a la ciudad, sobre todo porque lo encaraba de una manera entonces novedosa: sin culpa, ni prejuicios, ni el deseo de que cada relación la llevara al matrimonio o a la maternidad; apenas por placer, como se suponía que sólo lo hacían los varones.
Quizá la mujer detrás de aquella publicista fabulosa y capaz de abrir las puertas de los lugares más top de Nueva York tanto como las cabezas de sus amigas haya sido algo más conservadora que su alter ego –Cattrall se define como una “monógama serial” y se casó por primera vez en 1977, cuando apenas tenía 21 años–, pero se ha convertido en la más inspiradora del cuarteto, incluso ahora que fue reducida en el guión a un puñado de mensajes de whatsapp y un esperado cameo con el que prometen cerrar la segunda temporada.
El CEO de HBO Max prácticamente tuvo que rogarle que regresara para ese capítulo, que –según publicó Variety– se filmó el 22 de marzo último sin que ninguna de las otras estrellas de la serie siquiera se cruzara con ella. “¿Qué podemos hacer?’, preguntó el ejecutivo, de acuerdo con la versión de Cattrall. “Hmmmm…”, respondió ella, que aseguró que su principal requerimiento fue volver a tener como estilista a la histórica diseñadora de vestuario de Sex and The City Patricia Field, que ya no está vistiendo a sus ex compañeras. “Pensé que si iba a volver, tenía que hacerlo con el estilo de Samantha”. Le dijeron que sí, claro. Pero porque antes ella había aprendido a decir que no.
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Nacida el 21 de agosto de 1956, Cattrall tenía sólo tres meses cuando sus padres, una secretaria y un ingeniero en construcción, se mudaron con ella y su hermano mayor, Christopher, a Courtenay, en Columbia Británica, Canadá. Fue una infancia fácil y feliz junto a ese hermano que adoraba, hasta que regresaron a Liverpool porque su abuela estaba enferma. Con 11 años, descubrió su vocación cuando se inscribió en la Escuela de Arte Dramático de Londres. Y cuando la familia regresó a Canadá tras la muerte de la abuela, sintió la frustración de perder las clases de teatro recién descubiertas.
De todos modos, ya sabía lo que quería hacer de ahí en adelante. A los 16 se instaló sola en Nueva York para perseguir su sueño. Se anotó en la Academia de Arte Dramático Americana y egresó con méritos y un contrato de cinco años para trabajar con el reconocido productor y director Otto Preminger. Su debut fue en Rosebud (1975), con Peter O’Toole, como una de las chicas ricas secuestradas en un yate entre las que también estaba Isabelle Huppert.
Tenía 19 años y causó tan buena impresión, que Universal le compró el contrato a Preminger y empezó a incluirla en los castings de las series de TV de la época. Por entonces se casó con el escritor canadiense Larry Davis, pero el matrimonio duró mucho menos que su contrato con Universal y fue anulado. Enseguida encontró consuelo en los brazos del arquitecto alemán André Lyson y se mudó con él a Frankfurt después de casarse, en 1982.
Un año antes había conocido una fama relativa con el éxito de Porky’s (1981), la comedia de sexo adolescente en la que hacía de la sensual profesora de educación física. Lejos del prestigio de trabajar con Preminger y de sus años de estudio en el conservatorio, el papel que parecía ser su gran salto sólo destacaba sus atractivos más obvios: rubia, alta y curvosa. La procacidad estaba por encima de sus dotes de comediante: a su personaje le decían “Lassie” porque gemía como una perra. La audiencia recordaba más eso que su nombre.
Había empezado a encasillarse en esos roles chabacanos; hizo uno similar, por ejemplo, en Locademia de Policía (1984). Después consiguió el protagónico de Mannequin (1986). La película también fue un éxito, aunque otra vez su lugar estaba bastante limitado: como el maniquí de una tienda que cobraba vida, pasaba rígida y en silencio la mayor parte de la película.
Samantha fue la evolución de todos esos personajes de su juventud: ahora lo sexual de su personaje estaba a su servicio, ya no era la diosa de los deseos ajenos, sino una mujer de 40 con la independencia para cumplir los propios, Era la mayor del elenco, había pasado años haciendo teatro y había llegado la hora de mostrar su talento de comediante. En las seis temporadas de Sex and the City fue nominada cinco veces al Emmy y cuatro a los Golden Globes (ganó uno en 2002), además de alzarse con el premios de la SAG junto a sus tres compañeras.
Además se había divorciado y otra vez estaba instalada en su ciudad adoptiva, Nueva York. También había vuelto a enamorarse: en 1998, el mismo año en que empezó a emitirse la serie, se casó con el diseñador de sonido Mark Levinson. Juntos escribirían Satisfacción: El arte del orgasmo femenino (2002). El matrimonio duró lo que la serie: se separaron durante la última temporada de Sex and the City, en 2004.
Aunque se dice que Cattrall y Sarah Jessica Parker nunca se llevaron del todo bien –y Cattrall fue la primera en ventilar que Sex and The City había terminado porque no era justo que las protagonistas no ganaran lo mismo–, los desacuerdos insalvables comenzaron cuando ella se negó a interpretar la historia pautada para Samantha en la tercera película de la saga, que nunca vio la luz. En el guión que rechazó, el hijo adolescente de Miranda le mandaba nudes. A Cattrall le pareció demasiado.
Pero los productores –entre los que se cuenta SJP– tomaron parte de ese guión para la nueva serie y ya no llamaron a la actriz, algo que Cattrall también contó. Desde el principio aseguró que ella y el resto del casting no eran amigas en la vida real. Cuando en 2004 todas fueron nominadas al Emmy (SPJ como Actriz Protagónica y las demás como secundarias), Cynthia Nixon y Kristin Davis se sentaron con Parker y posaron abrazadas, mientras ella se ubicó en una mesa separada. Ni siquiera tenía intenciones de esconderlo. Unos años después, para el lanzamiento de la primera película, la intérprete de Carrie Bradshaw la desmintió: “Somos amigas y me gustaría ver más a Kim. Ella habló de la plata y nadie debería criticarla por eso”.
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Pero Cattrall nunca quiso fingir. Y cuando su amado hermano mayor, Cristopher, se perdió y luego fue encontrado muerto en su casa de Canadá, en 2018, no pudo tolerar las condolencias de Parker por Instagram. Entonces escribió en esa misma red: “Mi mamá me preguntó hoy ‘¿Cuándo te va a dejar en paz esa hipócrita de Sara Jessica Parker?’ Cada vez que te acercás es un recuerdo doloroso de lo cruel que fuiste y sos. Voy a ser MUY clara, si aún no lo fui: no sos mi familia. No sos mi amiga. Así que te escribo para decirte que dejes de explotar nuestra tragedia sólo para reparar tu imagen de chica buena”.
Tampoco le gusta mentir sobre sí misma. En 2015 iba a protagonizar una obra en el Royal Court Theatre de Londres y se bajó a días del estreno por una crisis de “insomnio crónico y debilitante”. De regreso en Nueva York, emprendió una terapia para recuperar el sueño, limitando sobre todo el uso de dispositivos electrónicos y apegándose a un par de rituales muy simples. Cuando lo superó, dio charlas motivacionales y abrió la Woman’s Hour de la BBC contando su experiencia. También fue invitada para discutir su elección de no tener hijos.
Tuvo muchos otros romances públicos, incluyendo una larga relación con el ex ministro canadiense Pierre Trudeau, padre de Justin, y con el filósofo francés Bernard-Henri Lévy, y está de novia hace siete años con el ingeniero en sonido de la BBC Russell Thomas, a quien conoció mientras grababa uno de sus especiales para la cadena británica.
Cattrall fue la portada de la edición de Variety sobre Empoderamiento Femenino el año pasado. En esa nota contó que no había visto ni un episodio de And Just Like That … y que creía que había sido una decisión sabia poder decir “basta” a tiempo. No quería arruinar al personaje que tanto le había dado con una trama forzada o donde tuviera que repetirse. Para eso era más sensato dejarlo donde había quedado veinte años atrás.
En lugar de eso, eligió coprotagonizar una comedia con Robert De Niro –About my father (2021)–, unirse al casting del spin-off de How I met your mother –How I met your father, 2022–, y ponerse al frente de la comedia Glamorous (2023) en Netflix. Y esperó sentada a que volvieran a buscarla. Finalmente puso varias condiciones además de ser vestida por Field, como no cruzarse en el set con ninguna de sus amigas de la ficción ni con el showrunner, Michael King y, por supuesto, llevarse una cifra “astronómica” –aunque no precisada– por su aparición estelar, en la que apenas se la verá por teléfono y sonriendo, ganadora y despreocupada, como en la vida. Será la última en llegar, es cierto, pero también la que mejor se ría.
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