Terroristas, un avión secuestrado y un secreto de 37 años: el alpinista que se salvó por nombrar a su hermano muerto

Mike Thexton quiso conocer el sitio donde Peter, su hermano, había muerto tres años antes mientras escalaba el Himalaya. Luego de cumplir la gesta, se subió al vuelo número 73 de la línea aérea Pan Am en Karachi, Pakistán, para regresar a su casa en Gran Bretaña. El intento del grupo terrorista Abu Nidal y el reciente diálogo con el secuestrador que estuvo a punto de asesinarlo

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Cuando escuchó su nombre en la voz de los secuestradores, pensó que su foto no se parecía en nada a su aspecto actual: ahora llevaba una larga barba. Pero igual decidió entregarse
Cuando escuchó su nombre en la voz de los secuestradores, pensó que su foto no se parecía en nada a su aspecto actual: ahora llevaba una larga barba. Pero igual decidió entregarse

Cuando Mike Thexton (27) subió al avión se sentía agotado. Barbudo, hambriento y desarrapado, después de pasar varios meses escalando las alturas de los Himalayas, se merecía dormir, descansar y comer bien en su viaje de regreso a Gran Bretaña, su país de origen. Por eso, poco antes de embarcar, había decidido realizar un upgrade en su ticket aéreo y pasarse a primera clase.

Eran las 5:44 de la mañana del viernes 5 de septiembre de 1986 cuando entró a la cabina de ese jumbo 747 en la ciudad de Karachi, Pakistán. Puso su mochila debajo de su enorme butaca, se quitó el sombrero Panamá y la campera roja de duvet y se sentó. Estiró las piernas. Era todo un lujo. “Tomé un libro y pensé: esto es fantástico”, contaría muchos años después, con 63 años, a Sky News.

Mike no podía haber imaginado jamás que minutos después empezaría a vivir la verdadera y trágica aventura de su vida. Porque ese vuelo número 73, de la línea aérea Pan Am, que cubría el trayecto Bombay, India, con destino final Nueva York, Estados Unidos, y escalas en Karachi, Pakistán y en Fráncfort, Alemania, jamás rodaría por la pista aérea ni levantaría vuelo.

Por el contrario, se convertiría en un sangriento escenario terrorista que ocuparía los titulares de la prensa mundial.

Pero antes de esta historia, ocurrida hace casi 37 años, hay que contar otra que tuvo lugar tres años antes, en 1983, y que explicará el increíble cambio en el destino de ese joven llamado Michael “Mike” Thexton.

Mike quiso conocer el lugar donde tres años antes, Peter, su hermano de treinta años había fallecido mientras intentaba llegar a un pico en la cordillera más alta del planeta
Mike quiso conocer el lugar donde tres años antes, Peter, su hermano de treinta años había fallecido mientras intentaba llegar a un pico en la cordillera más alta del planeta

Precuela en la vida de una familia tipo

El hermano mayor de Mike se llamaba Peter Thexton y era médico y alpinista. En 1980, Peter intentó, sin éxito, escalar el Everest. Tres años después volvió a esas montañas con un grupo de escaladores que pretendía subir la montaña llamada K2 de 8611 metros de altura, que pertenece a la cordillera Himalaya, justo en la frontera entre China y Pakistán. Iban a utilizar Broad Peak, otro pico -que ocupa el doceavo lugar en el ranking de alturas con 8051 metros- para aclimatarse a esas condiciones extremas y seguir viaje. Pero durante la travesía Peter tuvo un contratiempo severo: se le llenaron de líquido los pulmones. Tuvo que ser descendido a 7300 metros de altitud. A pesar de los esfuerzos médicos y de haber bajado cientos de metros, murió durante la noche siguiente. Tenía solamente 30 años. Para Mike perder a su querido hermano fue una experiencia devastadora. En su cabeza se empezó a gestar una aventura en homenaje a su partida. Quería conocer el sitio donde Peter había muerto.

“Era muy importante para mí visitar los lugares donde él había estado”, explicó Mike, quien vive en Londres, al medio Sky News: “Fue muchos años después, cuando tuve mis propios hijos, que de repente pensé en mis padres y que, seguramente, ellos no habrían querido que yo fuera”. Lo cierto es que Mike decidió viajar, planeó el itinerario y partió.

Todo andaría bien hasta su regreso meses después en ese avión que sería objetivo de un brutal secuestro.

¿Dónde está el piloto?

Minutos antes de las seis de la mañana de ese viernes de septiembre, mientras la tripulación del vuelo de Pan Am 73 se aprestaba para el próximo destino y embarcaba a los nuevos pasajeros, ocurrió lo impensado.

Cuatro hombres vestidos como personal de seguridad del aeropuerto, portando rifles Kalashnikovs, pistolas y granadas en sus cinturones, llegaron por la pista en una camioneta equipada con sirenas y luces intermitentes. Subieron y tomaron sorpresivamente el Boeing 747. Con disparos enloquecidos al aire se introdujeron en la cabina donde estaban acomodándose 360 pasajeros, trece tripulantes y tres pilotos. El capitán al mando era William Allen Kianka, un veterano de la guerra de Corea que trabajaba en la compañía desde el año 1954.

Eran terroristas del grupo Abu Nidal y habían aprovechado esta escala para introducirse en la nave. Nadie lo sabía en ese momento, pero con sus primeras balas habían asesinado fuera del avión a dos miembros del personal de Kuwait Airlines que trabajaban en una aeronave vecina.

Los enardecidos captores no contaron con que, apenas iniciado el ataque, una azafata llamada Sherene Pavan había podido alertar del incidente a la cabina de mando utilizando un código especial para secuestros. Eso, sumado al desconocimiento que tenían los secuestradores de la distribución del aparato que poseía un piso superior, les dio tiempo a los pilotos para escapar usando una soga con la que se descolgaron desde el techo hasta la pista.

Peter Thexton, el hermano mayor de Mike, era médico y alpinista. En 1980, intentó, sin éxito, escalar el Everest. Volvió tres años después a buscar otro pico del Himalaya
Peter Thexton, el hermano mayor de Mike, era médico y alpinista. En 1980, intentó, sin éxito, escalar el Everest. Volvió tres años después a buscar otro pico del Himalaya

Los terroristas gritaron a los pasajeros que debían tener las manos en alto y quedarse quietos. Uno de los atacantes, con un AK-47 y explosivos en sus manos, le ordenó a una de las azafatas que lo condujera hasta el piloto. Ella vio que la compuerta de evacuación, en el techo de la cabina, estaba abierta. Dedujo que los pilotos estarían huyendo. Demoró unos segundos para darles tiempo a huir y cuando finalmente ingresaron a la cabina de mando la encontraron vacía.

El plan de los secuestradores era obligar a los pilotos a volar hacia Chipre y, luego, hasta Israel donde tenían presos varios miembros de su organización. Querían liberarlos. Pero para esto necesitaban urgentemente a los pilotos y levantar vuelo. Llamaron a otra de las azafatas, Sunshine Vesuwala, y le exigieron que les señalara entre los pasajeros quiénes eran los pilotos. Ella no tuvo más remedio que decirles que habían escapado. Los terroristas se rieron nerviosos.

En el exterior del avión ya había comenzado un movimiento frenético. Poco después empezaron las negociaciones entre autoridades y terroristas. Los subversivos pedían, sin demoras, a alguien que condujera la nave. Les respondieron que mandarían a alguien. Pero pasaron los minutos y los pilotos seguían sin aparecer. El nerviosismo de los secuestradores aumentó.

Mike seguía sentado en su asiento. Al comienzo del secuestro solo había notado barullo en la cabina turista. Por eso, cuando vio a un hombre armado con un gran rifle, pensó con ingenuidad que venía a controlar los disturbios. Pero lo que observó después lo confundió más: ese sujeto luchaba con una azafata, algo grave pasaba.

“Tenía una pistola en su mano y rodeaba el cuello de la joven con un brazo. Recuerdo haber pensado que eso era algo extraordinario, pero no corrí para salvarme ni hice nada para ayudarla. Solo me quedé mirando como un idiota”, hace memoria.

Así subió Michael Thexton al vuelo Pan Am 73: un sombrero Panamá y una campera roja de duvet. Había sacado un lugar en primera clase para regresar a su casa en Gran Bretaña
Así subió Michael Thexton al vuelo Pan Am 73: un sombrero Panamá y una campera roja de duvet. Había sacado un lugar en primera clase para regresar a su casa en Gran Bretaña

El primer muerto

Los secuestradores habían cerrado las puertas y bajado todas las persianas, pero el aire acondicionado y las luces internas seguían encendidas. Entre tanto, las azafatas repartían sandwiches y agua para mitigar el desconsuelo de los pasajeros. La cabina se había convertido en un caos y los tripulantes intentaban calmar a la gente angustiada.

De pronto, los terroristas fueron hacia un joven. Se llamaba Rajesh Kumar y tenía 29 años. Lo obligaron a salir de su asiento con violencia y lo hicieron arrodillarse frente a una de las puertas abiertas de la nave.

Desde afuera las autoridades podían ver cómo un guerrillero apuntaba a su cabeza con un arma.

Sesenta minutos después de haber demandado pilotos para conducir el avión, no titubearon. Apretaron el gatillo. Kumar cayó muerto. Su cuerpo fue pateado por ellos hacia la abertura. El cadáver cayó del avión y golpeó el pavimento. Hacía solo dos meses que Kumar había conseguido la nacionalidad.

El estupor fue general. El terror se apoderó de todos dentro y fuera de la nave. No había margen de negociación. Los secuestradores cumplían sus amenazas y prometieron algo peor: seguir matando pasajeros cada 15 minutos si no accedían a sus pedidos.

Acto seguido los captores exigieron a las azafatas que recolectaran los pasaportes de todos los pasajeros. El principal objetivo eran los viajeros norteamericanos.

Tres de las jóvenes tripulantes fueron por los pasillos pidiendo los documentos y, con extrema valentía, intentaron esconder los de ese origen. Los metían entre la ropa de sus uniformes o los dejaban caer entre los asientos. Estaban intentando salvar vidas.

Los captores tomaron los pasaportes y eligieron uno británico. La foto mostraba un joven rubio, de tez blanca y ojos muy claros. Llamaron a los gritos a Michael John Thexton.

Mike, quien no sabía todavía lo ocurrido con el pasajero Kumar en la clase turista, escuchó perfectamente cuando pronunciaron su nombre. Primero pensó que su foto no se parecía en nada a su aspecto actual: ahora llevaba una larga barba. Pero enseguida reflexionó que era inútil, igual lo encontrarían. Decidió pararse.

Las azafatas procuraron resguardar la integridad de los pasajeros norteamericanos al no entregarle el pasaporte a los secuestrados. Así es que eligieron al británico Michael Thexton
Las azafatas procuraron resguardar la integridad de los pasajeros norteamericanos al no entregarle el pasaporte a los secuestrados. Así es que eligieron al británico Michael Thexton

Muriendo durante doce horas

“Sentí que tenía que hacer lo que me decían”, recuerda. Intentó mantener la calma. El líder de ellos, el terrorista Zaid Hassan Abd Latif Safarini, le preguntó si llevaba un arma. Mike le explicó al medio Sky News: “¡Era una pregunta de lo más ridícula! Probablemente por la histeria, solo atiné a reírme y, entonces, él dijo que me arrodillara frente a la puerta”.

En ese momento Mike asegura que no tuvo dudas y pensó “si alguien va a morir hoy, ese voy a ser yo”. Resignado se arrodilló esperando lo peor.

Los tripulantes que habían visto un rato antes el crimen de Kumar, temblaban. Se repetiría la escena, habría otro asesinato. Lloraban en silencio.

Mike, apuntado por ese agujero negro del caño por el se deslizaría su muerte, intentó apelar a la piedad de su secuestrador: “Por favor, por favor… no me lastime. Mi hermano murió en las montañas de los Himalayas, vine en su honor y mis padres no tienen a nadie más…”.

El sujeto con el arma solo movió su mano como diciendo que eso no era algo importante, que se callara. Mike arrodillado frente a la oscuridad lo intentó todo. Rezó, pretendió conectar con sus captores, tocó con su cabeza el piso al modo mulsulmán. Esperaba el tiro en cualquier momento. Así que se despidió mentalmente de sus seres queridos y le susurró a una azafata que le dijera a su familia que los amaba.

Rememora: “Estaba muy calmo, muy calmo. Había pasado un par de meses en las montañas, pensando básicamente en mi hermano y en su muerte, y me sentí terriblemente triste por mis padres. Habían perdido a mi hermano y, ahora, esto”. Doce horas pasó en el suelo del avión y terminó por resignarse. Mientras escuchaba a los secuestradores negociar por radio con las autoridades, se durmió profundamente.

“¡La gente me pregunta cómo es que me dormí en esa situación! Pero estaba extenuado. Es agotador estar aterrorizado durante tantas horas”, explica con lógica. Empezaba a oscurecer y Mike dormía cuando el mecánico del avión, Meherjee Kharas, quien oficiaba de comunicador por radio entre los negociadores que habían puesto las autoridades y los insurgentes, le advirtió al líder guerrillero que la electricidad de emergencia duraría solamente quince minutos más. Luego, quedarían a oscuras.

Los pilotos pudieron escapar rápidamente y así los secuestradores debieron abortar su plan: volar a Israel para liberar a presos de su organización
Los pilotos pudieron escapar rápidamente y así los secuestradores debieron abortar su plan: volar a Israel para liberar a presos de su organización

Mike recuerda haberse despertado por las patadas de uno de los terroristas que le gritaba: “Me decía: parate, parate, movete. Y me mandó a ponerme de vuelta con el resto. No podía entender qué había pasado”. Fue justo cuando se unió a los otros pasajeros que el avión quedó sumergido en la oscuridad total. Se había acabado la energía. Protegidos por la falta de luz hubo pasajeros que se animaron a hacer algo y abrieron, al menos, tres puertas. Los hombres armados, apostados a cada extremo de los pasillos, pegaron unos alaridos de lucha y abrieron fuego a ciegas. La noche fue atravesada por ráfagas de balas, destellos y gritos desgarradores. En esa balacera murió acribillado el Meherjee, mecánico del jumbo.

Los pasajeros intentaron escapar entre la lluvia de proyectiles. Se dirigieron hacia las alas y las puertas abiertas, pero varias no tenían el tobogán desplegado por lo que saltaban al vacío sin ver la altura. Serían unos seis metros, pero parecía la mejor opción antes que seguir en ese encierro con locos a los tiros.

Mike percibió la silueta de una puerta abierta y saltó con uno de esos grupos. Tenía puestas sus botas de montaña. Salvó su vida y solo terminó con un raspón en un codo.

Dos miembros de la tripulación, Sunshine Vesuvala y Dilip Bidichandani, pensaron que no podían dejarse caer sin ver dónde estaba el suelo y justo observaron que otra puerta, que sí había sido abierta en función automática, tenía el tobogán de emergencia inflado. Ingresaron nuevamente al avión y con dos colegas más guiaron al resto de los pasajeros hacia esa salida de emergencia más segura. Cuando todos terminaron de salir, ya no se escuchaban disparos. Pero no veían dónde estaban los secuestradores. Era riesgoso, pero los tripulantes decidieron volver a entrar para ver si había quedado algún sobreviviente. Fue entonces que vieron a su colega Neerja Bhanot gravemente herida por las balas, pero consciente. La arrastraron hasta el tobogán y la deslizaron con cuidado. Neerja llegaría al hospital, pero no sobrevivíría.

El episodio había durado 16 horas y el desenlace había terminado con 21 muertos y 120 heridos.

Mike volvió a su casa feliz de estar vivo, pero traumatizado. En su mente, durante las siguientes décadas, quedó flotando una duda: ¿qué había cambiado su destino?, ¿por qué no le habían disparado?

Una foto de la tripulación del vuelo 73 de Pan Am. Muchas de las azafatas no superaban los treinta años
Una foto de la tripulación del vuelo 73 de Pan Am. Muchas de las azafatas no superaban los treinta años

Apresados, liberados y los más buscados

Cuando las fuerzas de seguridad pakistaní retomaron el control de la aeronave, solo encontraron a bordo al líder de la célula palestina del grupo: Safarine. Los otros tres secuestradores intentaron escapar del aeropuerto, pero fueron capturados.

Sumamente peligrosos, los miembros de la organización terrorista Abu Nidal, habían sido responsables de otros crímenes recientes: los ataques a los aeropuertos de Viena y de Roma, en diciembre de 1985, donde habían asesinado a 19 civiles y herido a 100. En 1986 habían arremetido contra una sinagoga en Estambul con el resultado de 22 muertos. Tenían en el primer lugar de la lista de enemigos a los norteamericanos y, luego, al resto de Occidente.

El 6 de julio de 1988, los cuatro guerrilleros (Zayd Hassan Abd al-Latif Safarini, Jamal Saeed Abdul Rahim, Muhammad Abdullah Khalil Hussain y Muhammad Ahmed al-Munawar) más un quinto palestino llamado Wadoud Muhammad Hafiz al-Turki, quien fue detenido una semana después de los hechos, fueron juzgados. La sentencia fue pena de muerte, pero luego sus condenas fueron conmutadas por cadena perpetua.

Safarini fue liberado en Pakistán en 2001. Dos semanas después del trágico atentado del 11 de septiembre en los Estados Unidos fue capturado por el FBI y llevado a los Estados Unidos donde fue juzgado. El 13 de mayo de 2005 recibió una sentencia a 160 años de cárcel. Los otros cuatro prisioneros terminaron siendo deportados a Palestina en 2008, pero el FBI los tiene todavía en su lista de los más buscados. Hay una recompensa de cinco millones de dólares por información que lleve a la detención de cada uno de ellos.

El episodio duró 16 horas y el saldo fueron 21 muertos y 120 heridos. En total cinco fueron los secuestradores condenados a prisión perpetua
El episodio duró 16 horas y el saldo fueron 21 muertos y 120 heridos. En total cinco fueron los secuestradores condenados a prisión perpetua

Tocar el corazón de un asesino

A 36 años del secuestro, como parte de un nuevo documental sobre el caso realizado por Sky Documentary y que se tituló Secuestrados: vuelo 73, Mike Thextgon tuvo la increíble oportunidad de hablar con aquel hombre que le apuntaba a la cabeza.

La productora del filme, Tanya Winston, reconoce que antes pensaron mucho si darle o no voz al secuestrador. Mike insistió: quería hablar con él para saber qué había pasado y preguntarle por qué él había tenido la oportunidad de vivir cuando otros no.

Los productores del documental lo pusieron en contacto con Zaid Hassan Abd Latif Safarini, quien luego de haber estado preso en Pakistán durante 15 años, está cumpliendo su sentencia a 160 años en una cárcel norteamericana. Antes de esto, Mike le había escrito varias veces en busca de respuestas y habían llegado a intercambiar tres cartas. Las de Safarine hablaban de la vida en la cárcel y de fútbol, pero el convicto no respondía lo que Mike quería. En 2003 Mike también había asistido al juicio que se le realizó a Safarini en los Estados Unidos. Ahora, pretendía escuchar de su boca las razones por la que él, Mike Thexton, no había sido asesinado.

“Era una oportunidad que debía tomar”, explicó Mike quien tampoco desea que la gente vea esta charla como algo amistoso o compasivo.

Una tarde de junio de 2022 se produjo el diálogo entre ambos por teléfono. De un lado del océano, estaba Mike en su cocina londinense y acompañado por el director de fotografía del documental. Del otro, estaba Safarine, en la cárcel estadounidense.

"Vos me habías mencionado que tu hermano había muerto y me dije ‘Ok, dejalo’, tocaste mi corazón", le reconoció Zayd Hassan Abd al-Latif Safarini a la víctima 37 años después
"Vos me habías mencionado que tu hermano había muerto y me dije ‘Ok, dejalo’, tocaste mi corazón", le reconoció Zayd Hassan Abd al-Latif Safarini a la víctima 37 años después

Mike se preguntaba si el asesino lo recordaría. Para su sorpresa, Safarini se acordaba muy bien de su rehén.

-Es bueno escuchar tu voz -dijo Safarini- todavía recuerdo tu cara. No puedo olvidar ese día.

Hablaba con un tono cálido, pero Mike no quería caer en ninguna trampa. Habló poco y escuchó atentamente.

“¿Qué deseabas que ocurriera?”, preguntó Mike en un momento. Safarini le explicó que una misión suicida parecía el mejor plan para salir de una organización complicada. “Lamento lo ocurrido”, agregó el preso. Y le reveló que fue el pánico lo que los llevó al tiroteo.

-Yo esperaba que me dispararas, pero no lo hiciste y me regresaste con los otros pasajeros… -insistió Mike con esa duda instalada en el pecho-.

La respuesta de Safarini lo sorprendió.

-Vos me habías mencionado que tu hermano había muerto y me dije “Ok, dejalo”, tocaste mi corazón.

Mike estaba shockeado, solo atinaba a mirar su teléfono. En todos esos años había elaborado mil teorías distintas sobre por qué no había sido asesinado, pero nunca esta.

Cuando colgó estaba profundamente conmovido: “Peter murió, y yo no lo hice gracias a él”.

Mike Thexton estuvo doce horas pasó en el suelo del avión. Mientras escuchaba a los secuestradores negociar con las autoridades, se durmió profundamente. "Estaba extenuado. Es agotador estar aterrorizado durante tantas horas", explicó
Mike Thexton estuvo doce horas pasó en el suelo del avión. Mientras escuchaba a los secuestradores negociar con las autoridades, se durmió profundamente. "Estaba extenuado. Es agotador estar aterrorizado durante tantas horas", explicó

El arte de sobrevivir

Después de esa conversación Mike le escribió una carta a Safarini. Quería agradecerle su respuesta, pero todavía no decidió si va a enviarla. Teme estar cruzando una línea muy delgada: “No quiero pensar en él como la persona que eligió perdonarme la vida; quiero pensar en Zaid Safarine como la persona que quería matarme. Lo que pasó vive en mi mente y es algo que cambió mi vida (…) El pensamiento dominante que tengo, en todos estos años, es cuán afortunado soy de haber sobrevivido”.

El secuestro fue en su tiempo un sacudón mundial. Muchos criticaron la actitud de los pilotos de escapar en esos primeros instantes. Aquella tripulación piensa todo lo contrario. “La evacuación de los pilotos del avión significó que no estábamos a merced de los terroristas que hubieran podido forzar a los pilotos a estrellarse contra un edificio o, inclusive, detonar una bomba en pleno vuelo”, comentó el sobrecargo Dilip Bidichandani años después. La asistente de vuelo Nupoor Abrol le dijo a la BBC, “algunos de nosotros, pasajeros y tripulantes por igual, todavía nos enfrentamos a los esqueletos del pasado, tratando de armar el rompecabezas de incidentes”. El tiempo no termina de curar las heridas producidas.

Mike primero intentó sanar escribiendo un libro sobre su terrible experiencia al que tituló ¿Qué le pasó al hombre hippy? Pero fue recién después de la charla del año pasado con su captor que obtuvo la paz con la respuesta que tanto buscaba. Fue su hermano quien lo salvó de morir. Y que Peter haya estirado su mano desde el más allá para impedir su asesinato es, de alguna manera, el mejor de los consuelos posibles.

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