La verdadera razón por la que Daniel Day Lewis se retiró del cine y el oficio que se convirtió en su refugio

El actor cumple 6 años alejado de los sets de filmación. Sus métodos extremos de actuación hicieron que se lo conociera como el Robert De Niro inglés. Dejó embarazada a una famosísima actriz, para formar familia con otra figura del cine ¿Cómo vive hoy Daniel Day Lewis?

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Daniel Day-Lewis tenía un enfoque singular de su oficio. Además de ser exigente con los papeles que aceptaba, también era conocido por sumergirse en ellos desde la producción (Getty Images)
Daniel Day-Lewis tenía un enfoque singular de su oficio. Además de ser exigente con los papeles que aceptaba, también era conocido por sumergirse en ellos desde la producción (Getty Images)

“En la vida de cada actor, hay un momento en el que te preguntás, ‘¿Es realmente correcto que siga haciendo esto?’”, comentó alguna vez el premiado Daniel Day-Lewis a modo de prólogo de lo que vendría. Luego de más de tres décadas en la industria del cine, el tres veces ganador del Oscar decidió retirarse a los 60 años. El 20 de junio de 2017, el actor anunció que su película El hilo fantasma (2017), un drama ambientado en los años ‘50, sería la última entrega de su filmografía. “Daniel Day-Lewis ya no trabajará como actor”, anunció su portavoz Leslee Dart a Variety. “Está inmensamente agradecido con todos sus colaboradores y audiencias durante muchos años. Esta es una decisión privada y ni él ni sus representantes harán más comentarios sobre este tema”.

El costo de ser el mejor

Daniel Day-Lewis tenía un enfoque singular de su oficio. Además de ser exigente con los papeles que aceptaba, también era conocido por sumergirse en ellos desde la producción. “Sigo a mi curiosidad y me lleva a todo tipo de lugares extraños”, explicó a la prensa británica. Para experimentar la parálisis cerebral que interpretó en su papel ganador del Oscar, Mi pie izquierdo (1989), Daniel estuvo ocho semanas en una clínica estudiando a pacientes de casos parecidos, fue alimentado con cuchara y se pasó los tres meses de rodaje en silla de ruedas, metido siempre en el personaje en posturas tan incómodas que sufrió una lesión de espalda, la cual todavía le sigue dando batalla. Permaneció seis meses en la naturaleza para su rol en El último de los mohicanos (1992); se tomó este papel con tanta entrega que realizó cursos de supervivencia hasta ser capaz de vivir en el bosque como un verdadero mohicano; durante aquel rodaje sólo comía lo que él mismo cazaba, e iba a todas partes con el fusil de su personaje que pesaba 6 kilos sin soltarlo ni para ir al baño.

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“Antes de comenzar una película, siempre hay un período en el que pienso, ‘No estoy seguro de poder hacer esto de nuevo’. A veces, antes de empezar, me preguntaba por qué había dicho que sí. Cuando Martin Scorsese me habló de Bill -su personaje en Pandillas de Nueva York (2002)-, quise cambiar de lugar con ese hombre. Pero incluso entonces, no dije que sí de inmediato. No dejaba de pensar, ‘No estoy seguro de poder hacer esto de nuevo’”, explicó a The Telegraph. Se aisló del reparto en la producción de La balada de Jack y Rose (2005); se tatuó las manos y entrenó por 18 meses para El boxeador (1997). Habló en una entrevista con The Guardian sobre aprender a boxear para la película, y explicó, “Quería ver si amaba el deporte, porque si no amaba el deporte, no querría contar la historia. En su mejor momento, el boxeo es muy puro. Requiere resiliencia, corazón y confianza en uno mismo, incluso después de que te lo hayan quitado. Es un cierto tipo de prueba. Y es difícil: el entrenamiento por sí solo te matará. Y eso es antes de que la gente empiece a criticarte”. Toda esa carga dramática de involucrarse para cada trabajo le pasó factura. “Parte de mi trabajo es estar agotado”, dijo el actor, “y me agoté”.

Depresión postproducción

“Estaba desesperado en el mar. Era extremadamente infeliz la mayor parte del tiempo. Creo que probablemente sentí que había cometido un error fundamental al aceptar hacer esa película a pesar de que era el papel y la película que todos querían hacer. Y eso es, en sí mismo, una razón para no hacer algo”, declaró después de filmar La insoportable levedad del ser (1988).

El actor en el papel de Lincoln por el que ganó uno de sus 3 premios Oscars
El actor en el papel de Lincoln por el que ganó uno de sus 3 premios Oscars

No sólo el trabajo en sí le resultaba agotador, sino que una vez que terminaba un papel, tenía que enfrentarse a las repercusiones emocionales de dejarlo ir. “Hay una tristeza terrible. El último día de rodaje es surrealista. Tu mente, tu cuerpo, tu espíritu no están de ninguna manera preparados para aceptar que esta experiencia está llegando a su fin. En los meses que siguen al final de una película, sientes un profundo vacío. Has dedicado gran parte de tu tiempo a desatar, de manera inconsciente, algún tipo de confusión espiritual, e incluso aunque sea incómodo, ninguna parte tuya desea dejar atrás a ese personaje. La sensación de duelo es tal que pueden pasar años antes de que puedas dejarlo descansar”, expresó a The Telegraph. También tenía problemas para desprenderse de sus personajes como resultado de esto. “No estás muy seguro de qué hacer con vos mismo cuando se acaba. Es difícil concebir vida después”, agregó Daniel. Por ejemplo, luego de terminar Pandillas de Nueva York (2002) -película para la que aprendió a lanzar cuchillos y a descuartizar animales como un carnicero-, Day-Lewis admitió que habló con su dialecto de carnicero por meses tras la finalización de la película y que sintió una sensación de rechazo en el estreno de la misma, según dijo a la revista Rolling Stone, “Me puse nervioso antes del estreno. Sabía que también sentiría una sensación de tristeza. Ahora tengo que aceptar que la película está completa y ya no tiene nada que ver conmigo”.

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De actor a zapatero

Recibió incontables elogios por su trabajo en el cine, pero Day-Lewis buscó otro nivel de logro en su carrera paralela como zapatero. Tras el rodaje de El boxeador (1997), se retiró a la ciudad italiana de Florencia donde pasó cinco años aprendiendo a hacer zapatos con el maestro Stefano Bemer. “Es un antídoto para esta otra cosa que hago”, dijo a Rolling Stone, refiriendo a la actuación, y continuó, “Sobre todo, quizás, porque ves esta prueba visible, tienes algo tangible al final y si fallas, puedes verlo muy claramente y volver a hacerlo. No es una cuestión de opinión. O es bueno o es malo”.

Fabricar zapatos podría ser una pasión extraña para el ganador de un Oscar, pero es el camino que buscó esta celebridad para mantenerse con los pies en la tierra. Trabajar con las manos para producir una obra que se pueda destacar al final del día fue su manera de mantenerse centrado y al margen de las críticas.

Alérgico a la fama

Incluso en la cima de su carrera, Day-Lewis se retiró del ojo público por años entre proyectos para pasar tiempo en su granja familiar en Irlanda, donde bastante seguido se le ve visitando pubs y disfrutando un trago a solas. A diferencia de algunos de sus colegas más extrovertidos, rechaza la idea de ser una figura pública en todo momento. “Soy, me guste o no, una figura pública en ciertos períodos. Luego desaparezco. Por supuesto que en mi experiencia no desaparezco, simplemente estoy haciendo otras cosas. Lo que hago es volver a comprometerme con la vida”, manifestó a la BBC.

Daniel también fue protagonista de Pandillas de Nueva York de Martin Scorsese
Daniel también fue protagonista de Pandillas de Nueva York de Martin Scorsese

Dado su mérito como actor, cualquier película protagonizada por él es taquillera, lo que resta interés para Day-Lewis de hacerla. “El trabajo en sí no es más que puro placer, pero hay varias cosas externas de las que me resulta difícil rodearme. Me gusta que las cosas sean rápidas, porque la energía que tienes se concentra y puede ser fugaz. La maquinaria del cine puede ir en contra de eso”, dijo a The Telegraph. En el Hollywood actual, esa maquinaria omite a los personajes más tranquilos que Day-Lewis tiende a favorecer. En su lugar, los estudios buscan secuelas, remakes y universos cinematográficos. Para un actor que construyó su carrera asumiendo riesgos emocionales y físicos, ya no merece la pena trabajar con esas limitaciones.

Un chico bien

Daniel tiene nacionalidad irlandesa, aunque nació en Londres y lleva el cine y el arte en la sangre: su abuelo materno fue el inglés Michael Balcon, célebre productor de cine, que puso su nombre en los créditos de grandes películas. La madre de Daniel es la prestigiosa actriz Jill Balcon y el padre, Cecil Day-Lewis, un legendario poeta irlandés que dedicó el siguiente poema a su hijo cuando nació: “Había un niño que avanzaba cada día, y el primer objeto en que se fijaba, en ese objeto se convertía”.

La hermana mayor del actor, Tamasin, contó que Daniel y ella fueron criados por un ejército de niñeras y que a sus padres no los veían casi nunca. Vivían todos en una mansión aunque ellos de niños debían permanecer siempre en el piso de arriba con las cuidadoras y sin hacer ruido para no molestar a su padre mientras escribía. También reveló que su hermano sufrió un insoportable acoso escolar, el cual logró superar gracias a su talento como actor.

Su padre por coherencia con sus convicciones políticas mandó a Daniel a un colegio público lleno de hijos de familias humildes, donde al principio le vieron como a un nene rico y lo trataron con desprecio. Hasta que el futuro actor imitó a sus compañeros en su forma de hablar y comportarse, y fingió ser de una familia obrera. Pero se metió demasiado en el personaje al punto de caer en una banda de delincuentes juveniles. Su padre asustado dejó a un lado su ideología para ingresarlo en un elitista colegio pupilo, donde Daniel volvió a aparentar un personaje para integrarse. Les hizo creer a sus compañeros ser de la nobleza para que lo aceptaran. Ya era un actor de método casi sin saberlo.

A los 12 años consiguió su primer papel en la película Sunday Bloody Sunday (1971), al mismo tiempo que en el colegio se apasionaba por las clases de teatro y por las de carpintería. Muchos años después combinó sus dos pasiones: mientras rodó Las brujas de Salem (1996), para meterse del todo en su rol, aprovechó su formación y construyó la casa de su personaje con sus propias manos, desde los cimientos, además de realizar toda la carpintería de su propia casa en Irlanda.

Day Lewis recibe el Oscar por su actuación en Lincoln en 2012 (Reuters/Mario Anzuoni)
Day Lewis recibe el Oscar por su actuación en Lincoln en 2012 (Reuters/Mario Anzuoni)

¿Dejó de actuar para siempre?

Cuando Day-Lewis ganó el Óscar al mejor actor por Lincoln en el 2012, hizo historia al convertirse en el único en ganar tres estatuillas en esa categoría. Se tomó cinco años de descanso luego de El boxeador y tuvo un período sabático de cinco años luego de Lincoln. “Sólo quería alejarme de todo. Lo necesito muy a menudo... Tengo un sentimiento bastante fuerte sobre cuándo debo trabajar y cuándo no”, dijo a The Guardian.

Retirado desde que rodó El hilo invisible (2017), hace ya seis años, con este film obtuvo la última de sus seis nominaciones al Oscar, y lo que dijo al ganar uno de sus premios podría dar una pista de dónde está ahora mismo este hombre. “Este Oscar me da motivos para pasar un fin de semana a lo grande en Dublín”.

Al sur de Dublín, a sólo una hora de la capital irlandesa es donde vive retirado Daniel Day- Lewis, en el condado de Wicklow, un lugar de espectaculares paisajes que eligió como residencia para estar lejos del ruido. Pero no vive aislado como un ermitaño, al contrario, es un ciudadano más como tantas veces deseó. Hace las compras todos los días en el supermercado de la zona y toma cerveza en los bares del pueblo cercano a su casa, como un vecino más. Disfruta de la vida tranquila que le da el bucólico lugar en el que vive.

Day-Lewis amenazó con dejar el mundo de actuar muchas veces. Cumplió su palabra en cuanto al teatro: nunca volvió a poner un pie en un escenario después de salir corriendo del escenario mientras interpretaba Hamlet, alegando que vio el fantasma de su padre. “Tuve la extraña sensación de que estaba hablando con mi padre”, compartió en una conferencia de prensa, “Lo que me dijo esa noche me pareció particularmente difícil de soportar”. Y así fue: no volvió a pisar “las tablas”.

Daniel tiene nacionalidad irlandesa, aunque nació en Londres y lleva el cine y el arte en la sangre: su abuelo materno fue el inglés Michael Balcon, célebre productor de cine
Daniel tiene nacionalidad irlandesa, aunque nació en Londres y lleva el cine y el arte en la sangre: su abuelo materno fue el inglés Michael Balcon, célebre productor de cine

Los amores de Daniel

La vida personal y profesional de Daniel Day-Lewis ha sido fuente de muchas conjeturas desde que saltó a la fama interpretando a un punk gay en Mi hermosa lavandería (1985).

Aunque es conocido por entregarse por completo a cualquier papel, uno de sus raros comentarios comparó al matrimonio con la actuación. “Siempre he permitido que el trabajo me dicte, por necesidad, las circunstancias de mi vida. Es un matrimonio”, dijo en Independent. Sin embargo, sus relaciones románticas siempre dieron tanto que hablar como sus actuaciones.

Tuvo romances con Julia Roberts y Winona Ryder, casualmente luego fue su coprotagonista en Las brujas de Salem de Arthur Miller. Otros rumores lo vinculan con la cantante Sinead O’Connor y las actrices Greta Scacchi y Juliette Binoche. Durante seis años mantuvo una relación fogosa con la bella francesa Isabelle Adjani a quien le escribía cartas selladas con cera. Según Independent, Day-Lewis terminó la historia de amor por fax poco antes de que Adjani diera a luz al hijo de ambos. Pero su versión del incidente, que generó muchas columnas en la prensa del corazón, nunca se hizo pública.

Day-Lewis y la francesa Isabell Adjani se conocieron en 1989 en la cima de sus carreras. Él acababa de ganar numerosos premios, incluso el Oscar a mejor actor, por su papel Mi pie izquierdo, y ella promocionaba La pasión de Camille Claudel, en Londres. Mantuvieron un romance hasta 1994 y, cuando el vínculo ya estaba roto, nació Gabriel-Kane (28), hijo de ambos.

La relación con Adjani se quebró en 1995 cuando Daniel quedó totalmente flechado por la directora Rebecca Miller, hija de Arthur Miller, posiblemente el mejor dramaturgo estadounidense, y ex marido de la icónica Marilyn Monroe.

Conoció a Rebecca Miller mientras trabajaba en la versión cinematográfica de Las brujas de Salem. En un principio Day-Lewis intentó mantener la relación en secreto y estalló de irritación cuando se lo cuestionó al respecto en una conferencia de prensa, sólo unos días antes de la ceremonia de la boda. Precisamente, cuando le preguntaron a quién había conocido primero, Arthur o Rebecca, dijo, “Es bueno que me hayas preguntado esto al final o me habría ido de inmediato”.

El actor se retiró del cine para vivir pacíficamente con Rebecca y los dos hijos de ambos -Ronan (25) y Cashel (21)- en una granja en el condado de Wicklow, Irlanda, de más de 20 mil hectáreas. Aunque su casa no es tan grande, el actor compró las otras 18 mil hectáreas de tierra circundante para tener algo de privacidad. Day-Lewis no quiso repetir con sus propios hijos la fría distancia que lo separó de su fallecido padre. Seguramente hoy Daniel esté brindando con su familia, por estos seis años lejos de las luces y cerca de los afectos.

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