En un diálogo del último capítulo de la primera temporada de la serie postapocalíptica “The last of us”, la protagonista adolescente Ellie - interpretada por la actriz Bella Ramsey - dice que, de no haber ocurrido la invasión zombie que asola el planeta, a ella le hubiera gustado ser astronauta como Sally Ride.
La mención de Ride – un nombre prácticamente desconocido para muchos de los seguidores de la serie – no es casual, porque la transmisión de ese último capítulo casi coincide con una fecha clave en la historia de la carrera espacial: hace 40 años, el 18 de junio de 1983, la doctora en física y militante feminista Sally Ride se convirtió en la primera mujer estadounidense en viajar al espacio exterior.
Lo hizo como integrante de la tripulación de la misión STS-7 del transbordador espacial Challenger, cuando como especialista de cabina permaneció más de 17 días alrededor de la Tierra y, además, probó y utilizó un brazo robótico de recuperación de satélites que ella misma había diseñado.
Antes que ella, dos mujeres soviéticas, Valentina Tereshkova, en 1963, y Svetlana Savitskaja, en 1982 habían abierto camino a las mujeres en una carrera espacial que por entonces enfrentaba a la Unión Soviética y los Estados Unidos. Con su primera misión, Ride igualó una ventaja que por entonces llevaba Moscú, la de llevar mujeres astronautas al cosmos.
Cuando retornó a la Tierra, Ride fue recibida como una heroína nacional, una calificación que la incomodó porque si algo la había caracterizado hasta entonces – y mantendría después – era su perfil bajo, enemiga de la exposición pública y celosa de su vida privada.
A pesar de eso su hazaña desató un fenómeno inédito en los Estados Unidos: miles de niñas y adolescentes – como la Ellie de “The last of us” – se plantearon por primera vez la posibilidad de ser astronautas, un trabajo que parecía estar reservado exclusivamente a los hombres.
“Millones de pequeñas niñas la vieron por televisión y se dieron cuenta de que pueden ser astronautas, heroínas, exploradoras y científicas”, dijo en ese momento Gloria Steinem, directora de la prestigiosa revista femenina Ms. Magazine.
Todo eso era Sally Kristen Ride cuando todavía no había cumplido 33 años.
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Una chica brillante
Sally Ride nació en Encino, Los Ángeles, el 26 de mayo de 1951. Era hija de Carlo Joyce Anderson y Dale Burdell Ride, un matrimonio de origen noruego. Parecía estar destinada a ser como cualquier otra de sus compañeras en la escuela de su barrio, pero dos características que no demoró en mostrar empezaron a forjarle un futuro diferente: una inteligencia que se destacaba y un gran talento para jugar al tenis.
Esas dos virtudes combinadas le valieron una beca para estudiaren la escuela secundaria Portola, primero, y en Birmingham High School después. Cuando presentó su candidatura para la Universidad de Stanford la recibieron con los brazos abiertos.
Allí cursó la carrera de Física con muy buenas calificaciones, a la vez que, como segunda carrera, estudiaba inglés en Swarthmore College. Luego de licenciarse, hizo varios másters en Física y se especializó en la investigación astrofísica.
Todavía no soñaba con viajar al espacio, hasta que un aviso que leyó en un diario le dio la oportunidad de su vida.
Un aviso de la NASA
Tenía 26 años y un currículum académico brillante cuando leyó un aviso publicado por la NASA donde buscaba aspirantes para el programa espacial. Ride se anotó con pocas esperanzas: era una más entre casi nueve mil candidatos, pero sus trabajos científicos y su excelente estado físico fueron determinantes para que estuviera entre los pocos elegidos.
Ingresó en 1978 y luego de los cursos de formación inicial la asignaron como comunicadora de cabina (CapCom) para el segundo y el tercer vuelo del programa Challenger. Era un puesto en tierra, pero en contacto directo con el espacio.
No se conformó con eso. Propuso y logró que aceptaran su proyecto para diseñar un brazo robot para el trasbordador espacial, el Shuttle Remote Manipulator System, también conocido como Canadarm, que se podía utilizar para desplegar, maniobrar y capturar cargas en el espacio.
Pero Ride había entrado en la NASA con el objetivo de ser astronauta y finalmente lo logró en 1983, cuando la incluyeron como especialista de la misión STS-7 del transbordador espacial Challenger, que despegaría en junio de ese año.
Poco antes de despegar, Ride se casó con un colega, el astronauta Steve Hawley, de quien se divorciaría cinco años después.
Mujer en el cosmos
Sally Ride era la única mujer de la tripulación, conformada, además de ella, por el comandante Robert L. Crippen, el piloto Frederick H. Hauck y los especialistas de misión John M. Fabian y Norman E. Thagard.
El equipo permaneció 17 días en la órbita terrestre, durante los cuales desplegó dos satélites de comunicaciones y realizó experimentos farmacéuticos. Fue la primera misión en utilizar el brazo robot diseñado por la propia Ride – que también se encargó de operarlo – para recuperar un viejo satélite.
Ride se había convertido también en la primera mujer estadounidense en participar de una misión espacial, por lo que al volver se transformó en el personaje más buscado por la prensa, aunque con poca suerte porque casi no concedió notas, a excepción de las conferencias de prensa institucionales de la NASA.
Ella misma reconocería años después que, al regresar, no era muy consciente de lo que representaba. “El hecho de ser la primera mujer estadounidense en viajar al espacio generó grandes expectativas. Realmente no pensé mucho en eso en ese momento, pero llegué a apreciar el honor de ser seleccionada”, contó.
Al año siguiente volvió al espacio, en una nueva misión Challenger, con la que sumó un total de 343 horas de vuelo.
Se estaba preparando para el tercer viaje al cosmos cuando, el 28 de enero de 1986, se produjo el trágico accidente del trasbordador, que estalló en al aire apenas 73 segundos después de despegar y causó la muerte de sus siete tripulantes.
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Eso también significó la suspensión de la misión de la que formaba parte y abortó su tercera ida al espacio. Marcó, también, el final de su carrera como astronauta, ya no volvería a volar.
En cambio, por su experiencia en las misiones anteriores, fue incluida en la comisión espacial creada por la NASA para investigar qué había provocado el accidente.
Después de participar en la elaboración del informe, trabajó en la Oficina Central de la NASA en Washington y fundó la Oficina de Exploración de la agencia espacial.
Fueron sus últimos trabajos antes de renunciar a mediados de 1987.
Académica y feminista
Para entonces, Ride ya había hecho pública su adhesión al movimiento feminista, sin el cual – sostenía – no hubiese podido ser astronauta.
“Una feminista es cualquiera que apoye los derechos de las mujeres y las prioridades de las mujeres. No podría estar haciendo este trabajo si no apoyara los derechos de las mujeres y las prioridades de las mujeres”, dijo en una conferencia de la Organización Mundial de Mujeres.
Después de dejar la NASA se dedicó a la docencia. Dio clases de Física en la Universidad de California y dirigió el Instituto Espacial de California. También formó parte del Centro Internacional para la Seguridad y el Control de Armamentos de la Universidad de Stanford.
En los años siguientes recibió el Premio Jefferson de Servicio Público, el Premio Von Braun, el Eagle Lindbergh, y el premio del NCAA Theodore Roosevelt. Además, fue sumada al Salón de la Fama Nacional de la Mujer y el Salón de la Fama de Astronautas, y también fue distinguida dos veces con la Medalla de Viajes Espaciales de su país
En 2001 fundó una empresa para programas de entretenimiento sobre ciencias, Sally Ride Science, y realizó publicaciones para centros educativos, enfocadas en la formación de niñas y jóvenes, alentándolas a estudiar disciplinas científicas. Ella misma escribió cinco libros didácticos relacionados con la investigación espacial.
Sally Ride murió de un cáncer de páncreas el 23 de julio de 2012, a los 61 años.
“Como la primera mujer estadounidense en viajar al espacio, Sally fue una heroína nacional y un poderoso modelo a seguir”, la despidió el presidente Barack Obama.
Solo después de la muerte de Ride se hizo pública la relación que mantenía desde hacía más de dos décadas con la psicóloga y académica Tam O’Shaughnessy, su socia en la empresa que habían fundado juntas, Sally Ride Science.
Según Bear Ride, la hermana de Sally, la primera mujer estadounidense en conquistar el espacio no mantuvo oculta esa relación por temor a los prejuicios, sino por la discreción con que manejó siempre su vida privada.
“La mayoría de la gente no sabía que Sally tenía una relación amorosa maravillosa con Tam O’Shaughnessy durante 27 años. Sally nunca ocultó su relación con Tam. Eran socias, socias comerciales en Sally Ride Science, escribieron libros juntas y Sally es muy cercana. Los amigos, por supuesto, sabían de su amor. Consideramos a Tam un miembro de nuestra familia”, escribió Bear en el comunicado familiar por su muerte.
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