“¿Hay alguna película por la que creo que debería haber ganado el Oscar? Sí. Todas ellas”, dice Morgan Freeman con el típico ego de un actor. Sorprende aún más porque sus papeles son por lo general de personajes humildes. Pero más allá de su intachable carrera, en su vida personal se cumple el cliché de que la realidad supera ampliamente la ficción: una polémica relación con su nieta y varias acusaciones de abuso sexual. En medio de su última película A Good Person (2023), Freeman se tomó un tiempo para reflexionar sobre su trabajo, elecciones pasadas y verdaderos motivos a la hora de elegir sus protagónicos, dijo a The Times, “A veces sólo trabajas para pagar el alquiler. A medida que maduras en este negocio, eventualmente te conviertes en una estrella. Interpretas mucho el mismo tipo de papel, la gente te contrata y dice, ‘Eres tú a quien quiero’. Y vives con eso. ¿Ahora? Sólo soy yo. El personaje se adaptará a ti y no al revés, así que hago lo que me llama la atención. A veces es sólo el dinero solo”, expresó en un sincericidio.
Morgan Freeman se destacó en Hollywood por grandes papeles en películas como Conduciendo a Miss Daisy (1989) o Seven (1995), pero en un abrir y cerrar de ojos su majestuosa imagen decayó: si bien siempre se mostró como un gran defensor de los Derechos Humanos, desde que una periodista de CNN presentó una investigación de mujeres que lo acusaban de acoso sexual; una relación con su nieta; y su entrada prohibida a Rusia, el intérprete se vio envuelto en grandes polémicas de las que hoy le cuesta escapar.
Del cielo al infierno
Con una voz autoritaria y un andar pausado, Morgan Freeman se convirtió en una de las figuras más respetadas del cine estadounidense moderno. Nació el 1 de junio de 1937 en Memphis, Tennessee, hijo de Mayme Edna Revere, una maestra, y Morgan Porterfield Freeman, un peluquero. De joven asistió a Los Angeles City College, antes de servir varios años en la Fuerza Aérea de EE. UU. como mecánico. Su primera exposición a las artes dramáticas fue en una producción totalmente afroamericana del exuberante musical Hello, Dolly!
Morgan Freeman es el actor que siempre luce viejo, ya que el primer papel que lo llevó a la fama llegó cuando tenía 50 años. Si bien siempre se había sentido atraído por el cine y teatro fue gracias a su fascinación por películas de guerras y aviones que su vida tomó otro rumbo: ser piloto de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. Incluso dejó una década la actuación para formarse como militar. Cuatros años después, Freeman se daría cuenta de que estaba en el lugar equivocado ya que nada era tan perfecto como las películas de Hollywood le habían hecho creer, y reconoció “Tuve esta epifanía muy clara. No estás enamorado de esto, estás enamorado de la idea de esto”. Pero todavía cuenta con su licencia de piloto y tiene más de un avión privado.
Enseguida volvió a su verdadera pasión, retomando su carrera de actor que había dejado en pausa. Los estudios de teatro y baile dieron frutos, lo que le permitieron sumarse a un show muy lejano de los papeles con los que se lo conocen al día de hoy: el actor de la voz grave en sus comienzos protagonizó shows infantiles. Antes de ser Dios en Todopoderoso (2003), Morgan Freeman participaba diariamente en un programa para niños llamado The Electric Company donde interpretaba divertidos personajes. Aunque suene contradictorio su salto al estrellato no fue precisamente con aquellas de sus películas más famosas sino con El reportero de la calle 42 (1987), gracias a la cual obtuvo su primera nominación a los Oscars como Mejor actor secundario. En ese entonces su nombre comenzó a hacer eco en Hollywood. Y en los ‘90 se inició su época dorada, consagrándose entre los preferidos por el público. “Cuando me nominaron al Oscar [por Street Smart (1987)], mi carrera se impulsó. Desde niño, todo lo que quería era hacer películas. Me encanta el teatro, pero quería ser actor de cine”. Aunque según él mismo, no le gusta ver sus films, “He estado viviendo conmigo mismo toda mi vida, así que lo sé todo de mí. Entonces, cuando me observo, todo lo que veo es a mí. Es aburrido”.
El legendario actor que hoy cumple 86 años, confundido con Nelson Mandela por su actuación en Invictus (2009), pasó de ser uno de los más queridos por el público a quedar tildado como un “vendido” por su aparición en la Copa del Mundo. “Lo que nos une en estos momentos es mucho más grande que lo que nos divide”, se defendió Freeman ante la crítica. Pero el mostrarse en Qatar le valió incontables críticas ya que desde hace muchos años Freeman se mostraba como un defensor comprometido con los Derechos Humanos, los cuales en el país árabe brillan por su ausencia. Miles se cuestionan si sus principios cambiaron o si hay un cheque con muchos ceros detrás. A pesar de su discurso motivacional, su presencia dejó más preguntas que aciertos. ¿Por qué después de años de bajo perfil Freeman reapareció para un evento en un país que está en contra de todo lo que él alguna vez defendió?
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El secreto de su voz y sus argollas
¿Nació con el don o hay una fórmula detrás de su imponente tono? Freeman contó en diversas entrevistas que en la universidad le ayudaron mucho a mejorar su dicción pero lo que hace para que su voz suene impresionante es bostezar mucho, “Relaja las cuerdas vocales y una vez que están relajadas el tono cae. Cuanto más baja es tu voz, mejor suenas”.
Morgan interpretó más de 120 películas a lo largo de su trayectoria, sumando así una importante fortuna con la que compró dos argollas de oro puro, “No hay nada difícil en actuar. Nada de nada. Algunos lo ven difícil por tener que aprender las líneas. Y esa es probablemente la cosa más fácil que hago”, expresó en una entrevista televisada para Dolphin Tale. Pero el actor no lleva los pendientes sólo por coquetería sino que tienen un significado más bien práctico, como explicó para The Talks, “Estos aretes valen lo suficiente para comprarme un ataúd si muero en un lugar extraño. Esa era la razón por la que los marineros solían usarlos”.
Años más tarde, en el 2008, Freeman vivió un trágico suceso que cambió su vida para siempre. El actor se encontraba manejando hacia su casa en Mississippi en compañía de una de sus amantes cuando de repente perdió el control del vehículo y volcó, dejándolo al borde de la vida y la muerte. Rápidamente fue trasladado a emergencias y si bien los médicos lograron salvarlo, Morgan quedó con graves lesiones en el hombro que le dejaron dolorosas secuelas. A causa del accidente desarrolló una enfermedad llamada fibromialgia, un trastorno crónico que causa dolor y sensibilidad en todo el cuerpo, impidiendo que realice todo tipo de actividades con normalidad. “En ese momento sentí que mi vida se apagaba”, expresó. A pesar de los millonarios tratamientos a los cuales Freeman se sometió nada volvió a ser como antes. Su mano izquierda quedó paralizada e inservible, pero eso no le impide continuar su vida, “El resultado de todo esto, por supuesto, es una mano izquierda paralizada. Literalmente, no puedo usarla”, explicó él mismo en una conferencia de prensa.
La falta de movilidad en su mano hacía que esta se hinchara por lo tanto Freeman vio necesario el uso de un guante de compresión para ayudar a estimular la circulación sanguínea y prevenir la hinchazón. También lo utiliza para grabar sus películas pero sabe ocultar su mano izquierda en todas su producciones; la mantiene en su bolsillo o atrás de la espalda, no sólo en películas sino también en sus entrevistas o diferentes apariciones públicas. “He sido un hombre muy fuerte desde joven pero a mi edad, ya me duele todo”, reconoció.
La relación con su nieta
Morgan Freeman estuvo casado en dos oportunidades. Primero con Jeanette Adair Bradshaw entre 1967 y 1979, y luego con Myrna Colley-Lee de 1984 a 2010. Y, aunque fue acusado de infidelidad varias veces, uno de sus engaños resulta imperdonable: la revista National Enquirer lo relacionó sentimentalmente con su nieta adoptiva. “Es su propia nieta, debería darle vergüenza”, titulaba el medio. Era sabido que mantenía un matrimonio abierto pero Myrna, su mujer, jamás creyó que su marido llegaría al extremo.
Según National Enquirer Freeman tuvo una extraña historia de amor durante casi una década con E’Dena Hines, su nietastra. El medio expuso la escandalosa relación años antes del trágico asesinato de la joven a manos de su psicótico novio. El extraño secreto de la estrella de Sueños de libertad (1994) fue expuesto durante el juicio por asesinato de Lamar Davenport, quien fue captado por las cámaras de seguridad matando salvajemente a su novia.
Según trascendió, antes de ser asesinada, la nieta política de Morgan Freeman le dijo a su novio -convertido en femicida- que el actor se había estado acostando con ella en secreto, lo que confirma afirmaciones de hace años sobre la relación ilícita, explicaron los abogados defensores. “E’Dena Hines le reveló a Lamar Davenport y a otros que su abuelo tuvo una relación sexualmente inapropiada con ella”, afirmó en la corte la abogada de Davenport, Beth Unger. Su equipo de defensa no entró en más detalles, pero proporcionó el testimonio de un terapeuta que afirmó que Davenport admitió haber discutido a menudo con Hines sobre la infidelidad, y cada uno acusaba al otro de ser infiel. “Lamar me admitió que tenían una relación violenta”, dijo el Dr. Jeremy Colley. “[Sus] desacuerdos podrían ser emocionalmente intensos”.
Los rumores sobre la supuesta aventura de Freeman con Hines circularon desde 2009, que es cuando The National Enquirer lo informó por primera vez. Los sitios de chismes luego afirmaron que la relación era seria, y que los dos incluso planeaban casarse. Si bien no están relacionados por sangre, Freeman conocía a Hines desde que era una niña y fue parte de su vida durante años. E´Dena Hines era nieta de Jeanette Adair Bradshaw, la primera esposa de Morgan Freeman, y fue criada por el actor y su segunda esposa, Myrna.
Freeman y Hines negaron categóricamente los rumores que afirmaban que dormían juntos. “Los informes recientes de cualquier matrimonio pendiente o relación romántica míos con alguien son fabricaciones difamatorias por los medios sensacionalistas diseñados para vender periódicos”, dijo Freeman en un comunicado de 2012, mientras circulaban historias sobre sus supuestos planes de boda. En una declaración separada, Hines escribió, “Estas historias sobre mí y mi abuelo no sólo son falsas, sino que también me hacen daño a mí y a mi familia”.
La historia dio el giro más terrible. E´Dena Hines tenía 33 años y recién estaba comenzando su carrera de actriz con su abuelo como mentor, cuando fue asesinada en 2015, apuñalada 25 veces fuera de su edificio en Manhattan, por su novio inducido por las drogas, según los fiscales. En 2019, Davenport fue condenado a 20 años de prisión y al salir, permanecerá otros cinco bajo libertad vigilada. Más allá de la sentencia, la familia del asesino le echó la culpa a Freeman afirmando que “si no hubiera sido porque él se metió con su nieta, su novio no se hubiese enfurecido a tal punto de quitarle la vida”.
Acusaciones por abuso sexual
A pesar de que Freeman siempre negó la relación con su nieta, años más tarde volvió a estar envuelto en una polémica de abuso sexual. Con el movimiento Me Too que llegó con fuerza a Hollywood en el 2017 se revelaron las identidades de los artistas que habían acosado sexualmente a mujeres con las que trabajaron, entre esos nombres figuraba el de Morgan Freeman. El ganador del Oscar fue denunciado en un reporte de la CNN por ocho mujeres que aseguraron haber sido víctimas de comportamientos inapropiados y acoso, de parte del actor. Según CNN, una joven asistente de producción pensó que había conseguido el trabajo de sus sueños cuando, en el verano de 2015, comenzó a trabajar en Un golpe con estilo, una comedia sobre atracos bancarios protagonizada por Morgan Freeman, Michael Caine y Alan Arkin. La demandante declaró que sufrió varios meses de acoso de parte de Freeman, alegando que el actor la sometió a tocamientos no deseados y comentarios sobre su figura y ropa casi a diario, y que apoyaba o frotaba su mano en la parte baja de su espalda, “intentaba levantarme la falda y me preguntaba si estaba usando ropa interior”. Nunca le levantó la falda con éxito, dijo: la tocaba y trataba de levantarla, ella se alejaba y luego él lo intentaba de nuevo; aseguró, “Alan [Arkin] hizo un comentario diciéndole que se detuviera. Morgan se asustó y no sabía qué decir”.
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Finalmente y a pedido de su vocero, Freeman emitió un comunicado de prensa en el que indicó, “Cualquiera que me conozca o haya trabajado conmigo sabe que no soy alguien que ofendería intencionalmente o haga que alguien se sienta incómodo. Me disculpo con cualquiera que se haya sentido incómodo o que le haya faltado el respeto. Esa nunca fue mi intención”, se defendió el actor. “Estoy devastado porque 80 años de mi vida corren el riesgo de ser socavados, en un abrir y cerrar de ojos”, y afirmó, “Pero también quiero ser claro: no creé entornos de trabajo inseguros. No agredí a las mujeres. No ofrecí empleo o ascenso a cambio de sexo. Cualquier sugerencia de que lo hice es completamente falsa”, expresó en un tibio comunicado.
A pesar de que no se comprobó de que Freeman fuera culpable, el actor nunca más volvió al pedestal en el que posaba tranquilamente sino que sus participaciones en películas fueron disminuyendo notoriamente. Desapareció por un tiempo de eventos importantes y alfombras rojas, hasta que volvió a ser noticia cuando se le prohibió la entrada a Rusia al haber entrado en la lista negra de dicho país por participar de un video promocional de la organización del comité para investigar a Rusia, diciendo “Hemos sido atacados. Estamos en guerra”.
Pese a todas las controversias en las que Freeman se vio involucrado, es considerado una eminencia y uno de los más respetados de Hollywood. A sus 86 años, no piensa retirarse de la actuación. “No estoy seguro de poder decir, ‘Bueno, sí, me voy a jubilar’, porque si tu teléfono sigue sonando probablemente seguirás trabajando”, reconoció. La realidad es que podría tomarse vacaciones de por vida si quisiera: tiene una fortuna de 250 millones de dólares. Y, aunque en lo que respecta a su vida personal ha sido un negador serial, en su última entrevista con Parade tuvo un ataque de honestidad y confesó, “No tengo que trabajar. Podría parar y nunca tener que preocuparme por pagar el alquiler. Trabajo por el placer de hacerlo”.
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