La historia de este brutal femicidio se inicia como muchos otros a lo largo de la historia de estos tipos de crímenes. En este caso, el 6 de abril de 1996, James Patterson Smith contactó a la policía de la pequeña localidad inglesa de Greater, cercana a Manchester, para decirles que su novia adolescente, Kelly Anne Bates, se había ahogado accidentalmente en la bañera.
Con una voz calma, casi sin inmutarse, el hombre afirmó que había tratado de resucitarla. Sin embargo, la chica de apenas 16 años estaba muerta. La escena era dantesca. Había manchas de sangre por todos los azulejos y el cuerpo de la joven estaba desfigurado por cortes y golpes. Irreconocible. No era la imagen de una muerte por ahogamiento.
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La escena del horror
Lo que había pasado en realidad es que Patterson Smith de Manchester, Inglaterra, torturó lentamente hasta la muerte de su novia de 16 años, Kelly Anne Bates, en el transcurso de cuatro espantosas semanas.
Tras la denuncia del novio, la policía llegó hasta la pequeña casa. Varios de los agentes se tuvieron que tapar la boca con sus pañuelos y tuvieron arcadas. Lo que veían era espeluznante. La sangre de Kelly Anne estaba esparcida por todo el departamento. Antes de su “accidente”, la joven había sufrido decenas de heridas en todo su cuerpo. La verdad estaba por ser revelada. Los oficiales, por ahora, no estaban al tanto del horror al que se iban a enfrentar.
Sin dudar, la policía detuvo a Patterson Smith. La denuncia falsa y y toda la historia que había inventado se derrumbó rápidamente como un castillo de naipes. Los resultados de la autopsia mostraron que el hombre había torturado brutalmente a Kelly Anne Bates durante semanas antes de que finalmente fuera asesinada.
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Durante el juicio posterior, el médico que se encargó de analizar el cuerpo de la víctima hizo una declaración que dejó sorprendidos al jurado y hasta el juez. “En mi carrera examiné a casi 600 víctimas de homicidio. Nunca me había encontrado con lesiones tan extensas y de tanta saña”, sostuvo el médico con lágrimas en los ojos.
Cara a cara con el asesino de su hija
Un año antes del brutal crimen, Margaret Bates regresó a su casa del trabajo y encontró a su hija Kelly Anne parada en la cocina. La chica estaba algo nerviosa. No paraba de enroscarse el pelo y se rascaba los codos hasta enrojecer la piel. Se había servido un café y esperaba a su mamá con otra humeante para contarle algo. Esa tarde, mientras afuera caía una llovizna clásica de las ciudades inglesas y teñía todo de gris, la joven había llevado a su novio a su casa por primera vez. Se saludaron en el comedor diario y James Patterson Smith saludó con un apretón de manos a la mujer.
Margaret se sorprendió al descubrir que Smith tenía más de 40 años. En realidad, el hombre había mentido: “Tengo 32, pero estoy muy enamorado de su hija”, sostuvo en la cocina, mientras Kelly lo observaba con admiración. A la mujer no le gustaba la diferencia de edad. Creía que su hija iba a presentarle a algún compañero de colegio. Además, también le había inquietado otro detalle de Smith. Le pareció despreciable su pose de “hombre con calle” que venía a engañar a su pequeña hija.
“Este no era el hombre que quería para mi hija. Recuerdo ver el cuchillo de pan en la cocina y querer agarrarlo y apuñalarlo por la espalda”, dijo en una entrevista posterior.
Muchos años después, Margaret se mostró arrepentida de reprimir sus ganas de apuñalar a Smith en ese momento. Pese a su desconfianza con el hombre mucho mayor que su hija, la mujer jamás podría haber imaginado que la relación de su hija con James Patterson Smith pronto terminaría con la joven torturada hasta la muerte en un horror que duró cuatro semanas en la que estuvo secuestrada.
Novios secretos
La pareja se había conocido en 1993 cuando Kelly Anne Bates tenía solo 14 años y habían mantenido la relación en gran parte en secreto de su madre hasta ese fatídico momento en la cocina.
En noviembre de 1995, poco después de la reunión en la cocina, Kelly Anne se mudó con Smith, que en ese momento estaba desempleado. Aunque escépticos sobre la decisión, sus padres estuvieron de acuerdo con la condición de que se mantuviera en contacto con ellos todas las semanas. Temían que la rebeldía de su hija la alejara para siempre de la casa familiar.
Convivir con el asesino
Durante los siguientes meses la chica se comunicó cada vez menos. Y una vez que pásó a visitarlos por su casa de la infancia, su mamá notó moretones en sus brazos. Una señal de alarma que la joven minimizó cuando Margaret intentó preguntarle. “Me caí en la puerta de la casa por un escalón húmedo por la lluvia”, dijo Kelly Anne mientras se iba rápido y tras un saludo frío.
James Patterson Smith tenía un largo historial de abuso de las mujeres con las que había convivido. Su primer matrimonio terminó en acusaciones de violencia física. Y otras mujeres con las que Smith había salido contaron historias similares. Incluso una vez trató de ahogar a una novia de 15 años.
Smith no fue diferente con Kelly Anne Bates y la golpeaba casi a diario. Pero después de unos meses, el abuso escaló a un nuevo nivel aterrador.
El verdadero alcance del abuso solo quedó claro el 16 de abril de 1996, cuando Smith entró en la estación de policía de Gorton y dijo que había matado accidentalmente a Kelly Anne después de que una discusión mientras se bañaba. “Se ahogó sola. No entiendo bien cómo fue”, declaró ante los policías que ya le habían puesto las esposas.
Pero cuando las autoridades pronto encontraron el cuerpo de Kelly Anne dentro de la casa de Smith, sus heridas contaron una historia mucho más atroz que una simple caída en la bañera tras una discusión.
En la autopsia del cuerpo de Bates hallaron 150 lesiones que al menos le fueron realizadas en el último mes. Todo el tiempo que la chica estuvo secuestrada por su novio. Kelly Anne fue estrangulada y apuñalada en las piernas, el torso y la boca. Incluso le había sacado los ojos, al menos cinco días antes de que finalmente la matara ahogándola en la bañera.
El caso fue a juicio, durante el cual los fiscales expusieron al jurado la tortura que Bates había soportado. “El dolor físico habría sido intenso - dijo el funcionario judicial a cargo de la acusación, mientras miraba fijo al jurado-. El objetivo del asesino fue causar angustia y tormento hasta el punto de la crisis mental y el colapso”.
En el juicio, otras mujeres de las que Smith había abusado se presentaron para pintar un cuadro de un hombre misógino que era obsesivamente celoso y recurría a la violencia para controlar a los demás.
La cínica defensa del femicida
Mientras tanto, Smith argumentó que él era la verdadera víctima. Afirmó que Bates lo llevó a matarla burlándose de él. “[Ella] me hizo pasar un infierno dándome cuerda”, dijo. Incluso argumentó que ella misma se infligió algunas de sus heridas para hacerlo quedar mal ante los vecinos y sus propios padres.
Pero el jurado no lo creyó y rápidamente encontró a James Patterson Smith, de 49 años, culpable de asesinar a Kelly Anne Bates. El 19 de noviembre de 1997, fue sentenciado a cadena perpetua. El hombre siguió inmutable con la mirada perdida en la nada. ¿Qué habrá pensado cuando el juez bajó el martillo? ¿Habrá recordado el momento en que torturaba y asesinaba a su joven novia?
Unos 20 años después del crimen de su hija ocurrido en 1996, Margaret Bates habló con los medios ingleses. Aún conmocionada por la ausencia de Kelly Anne dijo que todavía no se atrevió a leer el informe de la autopsia que detalla las 150 lesiones que sufrió la víctima.
“De vez en cuando, llamo al forense para pedir el informe de la autopsia, pero cada vez que lo estoy por abrir me empiezan a temblar las manos y se me cierra el pecho”, dijo la mujer durante la entrevista.
Margaret recordó cómo fue la infancia de Kelly Anne. “Le encantaba jugar al fútbol con sus amigos. También adoraba a los niños y, a menudo, cuidaba a los bebés de nuestros vecinos. Quería ser maestra. Era una chica de buen corazón y muy maternal”, relató.
La mamá, pese al paso del tiempo, tiene en su mente cada detalle de la corta vida de su hija. Datos claves que quizás hubieran cambiado la historia de horror que vivió Kelly Anne. Por ejemplo el momento en que la chica le presentó a nuevo novio, James Smith, quien dijo que tenía 32 años, cuando en realidad tenía más de 40. “La primera vez que lo vi bajó las escaleras contorneando su cintura. Se me erizaron los pelos de la nuca”, recordó Margaret.
“Era mucho mayor de lo que esperaba y este no era el hombre que quería para mi hija”, dijoñ la mujer.
Margaret todavía piensa en ese momento en la cocina cuando conoció a Smith. “Fue un pensamiento extraño -dijo sobre su deseo de matarlo allí mismo-. Normalmente nunca pensaría en algo tan violento y ahora me pregunto si fue una especie de sexto sentido”.
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