“Qué lindo que todos estén aquí juntos, pero es una ocasión triste”, dijo Amelie McCann al terminar la oración informal, pero esperada, que reunió a unos 70 vecinos de Rothley, Inglaterra, para rogar por su hermana Madeleine.
Es un ritual que se repite todos los años, en cada aniversario de la desaparición de Maddie, el 3 de mayo de 2007, en el balneario Praia da Luz, en Portugal.
Hasta ahora, la vigilia había contado siempre con la presencia de Kate y Gerry, los padres de Madeleine, pero nunca con la de sus hermanos Amelie y Sean, los gemelos que tenían 3 años y dormían en la misma habitación que su hermana de 4 cuando desapareció.
La convocatoria de los padres fue la misma de siempre, en la que solo cambia el número de años que Madeleine lleva desaparecida: “Hoy se cumple el 16° aniversario del secuestro de Madeleine. Sigue desaparecida… aún se le extraña mucho. Es difícil encontrar las palabras para expresar cómo nos sentimos. La seguimos buscando”, escribieron Kate y Jerry en la página web dedicada a su hija.
La vigilia del 3 de mayo en Rothley, el pueblo natal de la familia y de la niña, que el 10 de mayo de 2023 hubiese cumplido 20 años, siempre convoca a los habitantes del lugar, pero hasta ahora los gemelos Sean y Amelie, de 18, no habían participado. Amelie lo hizo, Sean no.
Gerry y Kate compartieron un poema titulado The Contradiction, de Clare Pollard, algunos de cuyos versos, dijeron, “resuenan fuertemente” en ellos al pensar en Madeleine: “La ausencia se contradice/ El acto de extrañarte invoca aquello que extrañamos/ No estás aquí, no soy más yo/ A pesar de todo, te hablo así”.
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La desaparición de Madeleine
Durante todos estos años, los padres de Maddie no solo debieron enfrentar el calvario de la desaparición sin rastros de la niña, sino sospechas de la policía portuguesa y también acusaciones por haberla descuidado.
El desarrollo de los hechos el complejo turístico de Praia da Luz la noche del 3 de mayo de 2007 los pusieron en la mira durante mucho tiempo.
Esa noche, el reloj del restaurante Tapa’s del complejo turístico Ocean Clubmarcaba cinco minutos para las diez de la noche cuando Kate McCann se levantó de la mesa que compartía con su marido, Gerry, y unos amigos, y caminó 50 metros hasta el departamento 5 A, donde habían quedado durmiendo sus tres pequeños hijos.
Era un ritual que Kate y Gerry cumplían casi todas las noches de esas vacaciones en las playas del Algarve: después de disfrutar del día en familia les daban la cena a Madeleine, de 3 años, y a los mellizos Sean y Amelie, los acostaban y cuando los chicos se dormían iban a comer al restaurante más cercano. Se sentaban en una mesa desde donde se podía ver el departamento –ubicado en la planta baja- y cada media hora uno de ellos recorría esos pocos pasos de distancia para ver cómo estaban los chicos. Siempre los encontraban durmiendo.
Pero la noche del 3 de mayo de 2007, la penúltima de la estadía familiar en Portugal, Kate se encontró frente a una escena diferente que la desesperó: la ventana del dormitorio de los chicos estaba abierta y Maddie no estaba en su cama. La buscó en el baño y en el resto del departamento, sin suerte. Gritó.
La búsqueda comenzó en ese mismo momento.
El día final
Faltaban nueve días para que Maddie cumpliera 4 años cuando desapareció. La familia los festejaría en su casa de Leicester, Inglaterra, donde tenía previsto volver dos días después de la fatídica noche del 3 de mayo.
Esa mañana, mientras desayunaban en el departamento, Madeleine le preguntó a su papá:
–¿Por qué no viniste cuando Sean y yo lloramos anoche?
Kate y Gerry no le dieron importancia al asunto, aunque después de la desaparición de su hija se preguntarían una y otra vez si los chicos lloraron esa noche porque alguien había intentado entrar al departamento y los asustó.
El día transcurrió como cualquier otra jornada de vacaciones. De esa tarde, exactamente a las 2.29, data la última foto de Madeleine. Kate la tomó con su cámara enfocando a Gerry, Amelie y Maddie sentados en el borde de la pileta del complejo. Se la ve con un vestidito rosa y gorro blanco.
Estuvieron un rato jugando en el agua y después, para pasar un rato solos, los padres llevaron a los tres chicos al Kid’s Club, donde los dejaron a cargo de los cuidadores. A las seis de la tarde, Kate los fue a buscar y los llevó al departamento para bañarlos antes de cenar, mientras Gerry iba a una clase de tenis.
El padre volvió poco después de las siete, cuando los chicos ya habían comido y estaban por acostarse. Cansados por las actividades del día, los tres se durmieron pronto. Madeleine vestía un pijama rosa y blanco de mangas cortas.
Con los chicos en sus camas, Kate y Gerry se bañaron y se vistieron para ir a comer al restaurante del complejo, donde se habían citado a las ocho y media con unos amigos. Antes de salir, dirían después, se asomaron al dormitorio de los chicos. Todo estaba bien. Pasadas las nueve, Gerry caminó desde el restaurante hasta el departamento y vio que seguían dormidos.
Cuando, poco antes de las diez, Kate volvió a hacerlo, Madeleine había desaparecido.
Después de 16 años, la desaparición de Madeleine sigue siendo un misterio sin resolver, pero que cada tanto sacude con sus coletazos: nuevos sospechosos, jóvenes que dicen ser la niña desaparecida, policías oportunistas, acusaciones de pedofilia, disputas judiciales, libros, miniseries y hasta bromas de mal gusto en las redes que disparan las alertas de Interpol.
La vida de los McCaan
La desaparición de Maddie trastocó para siempre la vida de la familia. Sin embargo, con los años, Kate y Gerry, además de buscar incansablemente a su hija, pusieron todos sus esfuerzos para darles a sus otros dos hijos una vida lo más normal posible.
Por esa razón, siempre los preservaron de la exposición pública y pidieron encarecidamente a los medios de comunicación que no los acosaran.
Según publica el Daily Mail, a menudo se ve a los cuatro McCann pasear juntos por el pueblo, donde una vela sigue ardiendo las veinticuatro horas del día para Madeleine y las tiendas siguen exhibiendo carteles que rezan: “No te rindas”.
Kate McCann, que trabajaba como médica clínica, nunca volvió practicar su profesión y se convirtió en embajadora de la organización benéfica Missing People.
Su marido Gerry, un prestigioso cardiólogo, es hoy profesor en la Universidad de Leicester y acaba de recibir 1,95 millones de libras esterlinas para financiar su investigación sobre enfermedades cardiacas.
En la casa, el dormitorio de Maddie sigue igual que en 2007, con sus muñecas y osos de peluche, y Kate sigue seleccionando fielmente los regalos para su hija desaparecida cada cumpleaños y cada Navidad.
Amelie y Sean cursaron sus estudios primarios y secundarios en una escuela católica de Loughborough, cuyas autoridades siempre han tenido un gesto con la familia: siempre hay una vacante reservada para Madeleine.
Durante la adolescencia, ya por decisión propia, los gemelos siguieron manteniéndose lejos de las actividades públicas relacionadas con la desaparición de su hermana y nunca dieron notas a los medios de comunicación.
“Sean y Amelie compiten en triatlones y en carreras de travesía de campo. El año pasado, los gemelos cumplieron 13 años, donde tuvieron una fiesta con familiares y amigos”, publicó el Daily Star en 2019.
Kate se sintió consternada por las fotos que los medios hicieron de su hija en su primera aparición pública. Según ella al poner el foco en Amelie dejaron de lado el recuerdo de Maddie. “Los periodistas locales han intentado explotar la presencia de nuestra hija pequeña en un evento especial en nuestro pueblo, un acto que pretendía darnos un sentido de esperanza y una calidez humana a los que allí estuvimos”.
En la última entrevista que le dio al medio británico The Sun, habló de los gemelos y dejó pistas de lo difícil que ha sido vivir “bajo una nube oscura” desde que su hermanita desapareció. “Han crecido sin Madeleine, pero saben lo mucho que se echa de menos y la quieren de vuelta”. Reveló que tienen múltiples actividades -están “ocupados el 98% del tiempo”- pero todos sienten un gran vacío desde ese 3 de mayo de 2007 donde no fueron nunca más una familia de cinco. “La urgencia de buscar a Madeleine lo ha cambiado todo”, finalizó.
Las dudas de Sean
Al contrario que Amelie, Sean no se presentó en la reunión este año. Es muy poco lo que se sabe de su vida, aunque sus padres dejaron trascender algunas de las preocupaciones con las que fue creciendo.
En 2010, a tres años de la desaparición de Madeleine, en una entrevista con el Daily Mail, sus padres contaron que Sean hablaba con Amelie de “conseguir espadas para atrapar al hombre” que se había llevado a Maddie.
Su madre también contó un diálogo que había tenido con él pocos días antes, al acostarlo:
–No te rindas, mami, quiero a Maddie – le dijo Sean, por entonces de 6 años.
–No te preocupes, Seany, no me rendiré. Ninguno de nosotros se rendirá – le respondió Kate.
Se sabe también que las acusaciones contra sus padres que hizo en su momento la policía portuguesa –y en especial el comisario Gonzalo Amaral- lo afectaron mucho y que llegó a preguntarles si habían sido ellos quienes habían “escondido a Maddie”.
No hay fotografías de Sean McCann en Internet, aunque se sabe que no rehúye la vida social y las salidas con sus amigos.
“Sean está al día, sabe de todo, sabe si nos estamos reuniendo con policías. A ninguno de los dos se les oculta nada”, contó Kate cuando el Daily Mail le preguntó sobre él.
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La presencia de Amelie
Durante la vigilia de este año, en su primera participación, Amelie fue el centro de atención, pero se mantuvo casi todo el tiempo en un segundo plano, detrás de sus padres.
La acompañaba su amiga Georgina. Todos los asistentes pusieron sus miradas en la adolescente de pelo largo y rubio, vestida con vaqueros, zapatillas deportivas y un abrigo color marrón claro. Era inevitable que, al mirarla, muchos se preguntaran si así se vería hoy Madeleine.
Su voz se escuchó por primera vez cuando se unió al recitado de una serie de mantras que son habituales en la vigilia por su hermana: “Nunca te rindas”, “No dejes piedra sin remover”, “No te olvides de mí”.
Después siguió con atención las palabras del religioso Rod Gladstone, quien habitualmente participa de la ceremonia, cuando dijo: “Estamos aquí esta noche para mostrar nuestra amorosa preocupación por Madeleine y por todos los niños pequeños que han sido separados de sus familias en contra de su voluntad. También estamos aquí para animarnos unos a otros a mantener la esperanza y orar porque se recuperen las fuerzas incluso después de este largo tiempo”.
Brian Kennedy, el tío de Kate, fue el último en hablar: “Kate y Gerry están conmovidos por la cantidad de gente que ha venido a apoyarles. Después de todos estos años, la gente todavía se reúne, algunos vienen siempre y otros por primera vez. Estamos muy agradecidos a todos. Dieciséis años sin alguien y aún sin saber dónde está es mucho tiempo. Incluso aunque nos dieran malas noticias, de alguna manera, nos permitirían pasar página. Pero sin un cierre, todavía hay esperanza”.
Los padres de Madeleine solo leyeron un comunicado en el que decían: “La investigación policial continúa y esperamos un avance. Gracias a todos por su apoyo, realmente ayuda”.
El final estuvo a cargo de Amelie cuando, asistida por su amiga Georgina, encendió una vela en honor de su hermana Maddie.
Con eso terminó la ceremonia, pero la búsqueda de Madeleine McCann continúa.
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