Michelle Pfeiffer a los 65: la chica de oro y su lado oscuro de sectas, fobia social y terror al fracaso

Es una de las actrices más cotizadas de Hollywood y tuvo grandes éxitos en el cine. Pero su vida privada está llena de misterios y zonas oscuras. El marido que la salvó de una dieta extrema en una secta. Los prejuicios que sufrió por su hija adoptada. La relación oculta que mantuvo con uno de sus coprotagonistas. Y el constante terror de ser descubierta “como una gran farsante”

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Michelle Pfeiffer cumple 65 espléndidos años (Photo by Mike Marsland/Mike Marsland/WireImage)
Michelle Pfeiffer cumple 65 espléndidos años (Photo by Mike Marsland/Mike Marsland/WireImage)

Pocos lo recuerdan, pero Michelle Pfeiffer estuvo a punto de personificar a Evita en la película de Alan Parker. Finalmente, el papel lo ganó Madonna. A los 65 años, espléndida siempre, todavía lamenta haber rechazado aquel personaje. “Fue una decisión muy difícil. Me rompí el culo para esa parte. Estaba embarazada de 6 meses, filmaba Mentes peligrosas (1995), tomaba lecciones de canto y hacía demos los fines de semana. Luego se volvió demasiado costoso mantener la producción en Los Ángeles”.

Hoy, la “chica de oro” -como le canta Bruno Mars en Uptown Funk- sigue vigente, a la vez que disfruta junto a su marido e hijos de una armónica paz hogareña. Pero su vida no siempre fue color de rosa. Un pasado de sectas, amantes y otros deslices jalonan la vereda de la sombra que, de vez en cuando, caminó la actriz.

Primeros pasos

Michelle Marie Pfeiffer nació en Santa Ana, California, el 29 de abril de 1958. Es la del medio de cuatro hermanos. Su padre, Dick Pfeiffer, era un técnico de aires acondicionados mientras que su madre, Donna Taverna, una modesta ama de casa. De chica, Michelle siempre fue rebelde, incluso durante su infancia se ganaba algunos dólares trabajando junto a su papá, sacando brillo a las máquinas de aire acondicionado que éste arreglaba. Nunca fue una estudiante particularmente académica, sin embargo, Pfeiffer se destacó en teatro. “Probablemente era la que tenía menos probabilidades de tener éxito en mi escuela secundaria”, dijo Pfeiffer a Vanity Fair. “Solo era una delincuente. Siempre estaba en problemas; nunca iba a la escuela. La única clase que no falté regularmente fue a la de teatro. Yo estaba con los surfistas. Iba a la playa. Las chicas se acostaban a tomar sol y los chicos surfeaban. Me gustaba la fiesta”.

Incluso al día de hoy, Pfeiffer se castiga hablando de su formación más pura, “Tengo mucho que ponerme al día. Nunca leí todas las cosas que la gente leía en la escuela secundaria. Iba a la playa a drogarme. Recién hace cinco años terminé El guardián entre el centeno”, dice la actriz, hablando de la clásica novela de J. D. Salinger, libro que la mayoría lee en el colegio. “Siempre tengo la sensación de que nunca me pondré al día, leyendo los clásicos y todo. No se trata tanto de ponerse al día con otras personas; es algo más para mí, siento que nunca lo lograré todo en esta vida”, confesó a The Telegraph.

Michelle Pfeiffer de adolescente, cuando iba poco a la escuela y sólo quería tomar sol y estar con chicos surfistas
Michelle Pfeiffer de adolescente, cuando iba poco a la escuela y sólo quería tomar sol y estar con chicos surfistas

Durante su adolescencia, mientras trabajaba como cajera en un supermercado, comenzó a aparecer en concursos de belleza. Su espléndido atractivo natural, intensamente rubia, delgada y bien proporcionada, sus inmensos ojos verdes, y elegantes facciones le hicieron ganar el premio de Miss Orange County en 1978, tras lo cual decidió contratar a un representante. Su debut cinematográfico fue en 1980, junto a Tony Danza en Los caballeros de Hollywood, y dos años después protagonizó la segunda parte del musical Grease. Pero su gran oportunidad llegó en 1983 con la película El precio del poder, donde compartió protagonismo con Al Pacino… y desde entonces trabajó sin descanso.

Una secta y un marido

La vida amorosa de esta belleza americana pasó por varios periodos. En su juventud Michelle Pfeiffer se casó por primera vez en 1981 con el actor y director Peter Horton. Según CheatSheet, la pareja no sólo eran marido y mujer, sino que también trabajaban juntos en varios proyectos durante su matrimonio, el cual terminó en divorcio en 1988. “Me casé con Peter a una edad muy temprana”, dijo Pfeiffer a Parade, refiriéndose a sus 22 años. “No soy la misma persona que era entonces. Olvido que incluso estuve casada antes”, admitió. De todos modos, la actriz tiene mucho que agradecer el haberse cruzado con Horton en su juventud, quien prácticamente le salvó la vida.

Poco después de llegar a Hollywood, Michelle Pfeiffer cayó presa de una secta encabezada por una pareja que disuadía a sus miembros de comer y tomar agua. Según Pfeiffer, eran “respiracionistas”, un grupo que afirma que el ser humano se nutre únicamente de la luz del sol, que aspira a la perfección espiritual, y aconseja a sus seguidores que sólo necesitan la luz del sol para existir. “Creen que las personas en su estado más alto son respiracionistas”, explicó Pfeiffer en una entrevista con la revista Stella de The Sunday Telegraph. También admitió que los líderes de la secta eran “muy controladores”. “No vivía con ellos, pero pasaba mucho tiempo allí y siempre me decían que tenía que ir más. Tenía que pagar todo el tiempo que estuve allí, por lo que fue muy agotador desde el punto de vista financiero”, explicó sobre su tiempo en el culto.

Michelle Pfeiffer y su exmarido Peter Horton, que la sacó de una peligrosa secta donde la sometían a dietas extremas para adelgazar  (Photo by LGI Stock/Corbis/VCG via Getty Images)
Michelle Pfeiffer y su exmarido Peter Horton, que la sacó de una peligrosa secta donde la sometían a dietas extremas para adelgazar (Photo by LGI Stock/Corbis/VCG via Getty Images)

Cayó en la secta a finales de los ‘70, antes de cumplir los 20 años, cuando estaba recién llegada a Hollywood. Lo que había comenzado como una dieta vegetariana al poco tiempo se volvió un régimen autoritario e insano. Recién cuando conoció a Horton logró deshacerse de la influencia de aquella extraña pareja de respiracionistas. Precisamente sucedió que Horton estaba trabajando en un proyecto sobre los seguidores de la Iglesia de la Unificación, y Michelle lo ayudaba con las entrevistas. “Estábamos hablando con un ex-Moonie, y cuando comenzó a describir la manipulación psicológica, simplemente hice clic. Estaba en una”, confesó. Pfeiffer se dio cuenta de que lo que ella vivía era exactamente eso: una película de terror. Prácticamente estaba entregada psicológicamente a aquella secta.

Aunque al día de hoy sigue siendo una vegana convencida, su conciencia ecológica nada tiene que ver con la peligrosa experiencia que vivió en su juventud. Así, abandonó los rayos del sol, a los respiracionistas y también a su primer marido, Peter Horton. La pareja no tuvo una ruptura conflictiva. De hecho, cada vez que Michelle se cruza en el ambiente con su ex esposo se saludan como mejores amigos.

Relaciones peligrosas

La actriz de Gatúbela supo tener un listado de resonantes romances, algunos reconocidos y otros no tanto. Entre los nombres más conocidos, Michelle Pfeiffer estuvo en pareja con Mickey Swenson (1977), Val Kilmer (1985), Alec Baldwin (1987), John Malkovich (1988), Michael Keaton (1988 - 1989) y Fisher Stevens (1989 - 1992). Además, se habló de un encuentro romántico con Dodi Al Fayed (1988) y rumores de encuentros clandestinos con Kevin Costner (1990). Pero el vínculo con Malkovich fue el que realmente dio que hablar.

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Michelle Pfeiffer y John Malkovich en el rodaje de Relaciones Peligrosas, donde tuvieron un romance en la pantalla que se trasladó a la vida real. Él se separó de su esposa, pero no duraron mucho (Photo by Metro-Goldwyn-Mayer/Getty Images)
Michelle Pfeiffer y John Malkovich en el rodaje de Relaciones Peligrosas, donde tuvieron un romance en la pantalla que se trasladó a la vida real. Él se separó de su esposa, pero no duraron mucho (Photo by Metro-Goldwyn-Mayer/Getty Images)

Durante el rodaje de la película Relaciones peligrosas, hubo algunos paralelismos entre el argumento y lo que sucedía detrás de bastidores. Mientras el personaje de Malkovich intentaba seducir al de Pfeiffer, en la vida real los dos actores iniciaron una aventura que provocaría el fin del matrimonio del actor con Glenne Headly.

Aunque la historia entre los protagonistas terminó poco después de comenzar, según Malkovich, fue un milagro que ocurriera, “Es difícil creer que Michelle Pfeiffer alguna vez me saludó”, dijo a Rolling Stone. “No es que ella no sea memorable, Dios lo sabe. Pero lo bloqueé un poco. Lo que estoy tratando de decir es que, cuando pienso en la otra persona, no me considero involucrado con ellos. No están corrompidos por mí. Como si nunca les preocupara mi existencia”.

Después de la filmación, Malkovich regresó con su esposa, la fallecida Glenne Headley. Y Pfeiffer, sin mencionar una sola palabra pública sobre el asunto, se unió al actor Fisher Stevens, entonces más conocido por su dudoso papel como el asistente del inventor indio Ben Jabituya, en la película Cortocircuito.

Michelle Pfeiffer en Los Fabulosos Baker Boys, la película que junto a Scarface hizo que pusieran el ojo en ella
Michelle Pfeiffer en Los Fabulosos Baker Boys, la película que junto a Scarface hizo que pusieran el ojo en ella

Una hija y el amor

En enero de 1993, Pfeiffer era soltera y no quería esperar a tener un hombre para poder formar su soñada familia. Entonces, decidió que la adopción era el camino a seguir. Sentía que su desesperación por tener hijos había afectado sus relaciones y distorsionado su percepción de las cosas. Para evitarlo, la actriz rápidamente presentó los trámites necesarios para adoptar un hijo.

El proceso de adopción ya estaba en marcha cuando Pfeiffer conoció al escritor y director de Hollywood David Helley, en una cita a ciegas organizada por la mejor amiga de la actriz, en un restaurante junto a un grupo de personas. No fue amor a primera vista: Pfeiffer y Helley intercambiaron algunas palabras esa primera noche pero no mucho más. La actriz estaba ensimismada con sus temas de adopción mientras que, por su parte, David se la pasó toda la noche conversando con la hermana de Michelle, que también estaba en el encuentro.

A Pfeiffer le pareció buena idea que el candidato siga con su hermana, ya que los dos parecían llevarse bastante bien, pero la amiga casamentera del evento se negó e insistió en que Pfeiffer y Helley se dieran otra oportunidad. Así, la semana siguiente la pareja tuvo una segunda cita, ahora individual, en la cual el productor la llevó al cine a ver Drácula de Bram Stoker. Esta vez la salida fue más que positiva, todo fluyó, y empezaron a salir.

A los dos meses de romance, la adopción que la actriz había emprendido se concretó, y Michelle se convirtió en madre de su primera hija, Claudia Rose. Pfeiffer reveló que creyó que tener un hijo al que cuidar al principio de su relación desalentaría a algunos hombres pero, en cambio, Helley fue un gran apoyo. “Realmente pude verlo en una situación que separaría a los niños de los hombres. Obviamente, estuvo a la altura de las circunstancias”, expresó ella a Parade. Ambos eran adultos jóvenes y, a una edad en la que estaban listos para formar una familia, se vieron a sí mismos como padres antes de que su relación fuera más lejos. Ella declaró que aquello, en cierto modo, les quitó la presión que se siente en los comienzos de una relación porque les dio algo más en lo que concentrarse; no tenían tiempo para aburrirse el uno del otro. También elogió la reacción del director ante lo que podría haber sido una situación complicada, “su cálida reacción hacia el bebé fue un testimonio de la persona amable que es”.

Michelle Pfeiffer, su esposo David Kelley y sus hijos John y Claudia  (Photo by Ted Soqui/Corbis via Getty Images)
Michelle Pfeiffer, su esposo David Kelley y sus hijos John y Claudia (Photo by Ted Soqui/Corbis via Getty Images)

Por fin, luego de tanto recorrido por el terreno de las conquistas, Pfeiffer sintió que encontró al amor de su vida: se casó con David Helley el 13 de noviembre de 1993 -a los 11 meses de conocerse-, y el mismo día de la boda, Claudia Rose, hija adoptada por ambos, fue bautizada. Luego, en agosto de 1994, Pfeiffer dio a luz a John Henry, primer y único hijo biológico de la pareja.

Aunque los dos trabajan en la industria de Hollywood, Michelle aprendió la lección de su primer matrimonio, y esta vez se mantuvo firme en no mezclar negocios con placer. En una entrevista con The New Yorker, habló con franqueza sobre su decisión de mantener los negocios fuera de su matrimonio, “He visto muchas parejas en las que parecen tener un gran matrimonio, y luego trabajan juntos y el próximo año solicitan el divorcio”.

Tras más de 30 años de casada, la intérprete disfruta también de un excelente momento y reflexiona sobre el éxito de su matrimonio cuando le preguntan por qué han durado tanto con su marido, lo cual es poco común en Hollywood, “Somos lo suficientemente diferentes como para mantener el interés el uno por el otro pero somos increíblemente compatibles. Creo que nuestras prioridades están muy bien adaptadas, y elegí bien, elegí a un buen hombre, uno realmente bueno”, aseguró Pfeiffer halagando a su esposo. “En última instancia, creo que el único secreto para un matrimonio feliz es elegir a la persona adecuada. La vida es una serie de elecciones, ¿verdad?”

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Michelle Pfeiffer y su hija Claudia. La actriz debió salir a responder a quienes la atacaron por adoptar a una niña de "raza mixta", como le dijeron (Photo by Kevin Winter/Getty Images)
Michelle Pfeiffer y su hija Claudia. La actriz debió salir a responder a quienes la atacaron por adoptar a una niña de "raza mixta", como le dijeron (Photo by Kevin Winter/Getty Images)

La lucha por su hija

En 1992, la cantante y actriz Cher le dijo a Rolling Stone que inicialmente tuvo problemas para entablar una amistad con Pfeiffer, hoy íntimas amigas, “Es muy difícil conocer a Michelle. Una vez le dije, ‘Si te acercaras a mí un día y me dijeras, ‘Cher, este es mi hijo, tiene seis años, simplemente no pensé que podía confiar en ti hasta ahora’, no me sorprendería’. Ella tiene que sentir que puede confiar en ti, y realmente tienes que pasar por un montón de cosas para que eso suceda”. Irónicamente, este escenario imaginado se hizo realidad: cuando Pfeiffer adoptó a su hija Claudia Rose, tardó varios meses en hacerlo público.

Michelle Pfeiffer adoptó a la niña creyendo que era huérfana, sin saber en el problema que se iba a meter. Y es que en un principio, todo fue color de rosas, la pequeña era una adorable y encantadora bebé que había cumplido el sueño de la actriz de ser mamá. Pero los problemas no tardaron en llegar: cuando Claudia Rose cumplió cuatro años el padre biológico apareció para reclamarla. Según reveló el hombre, la madre de la niña la dio en adopción sin decirle nada, por lo que ahora la quería de vuelta en su familia. Sin embargo, los jueces no le dieron la razón ya que descubrieron que la bebé había nacido en una familia de escasos recursos, con tres niños más a los que debían cuidar y que los ingresos no eran suficientes, por lo que Claudia estaba segura junto a Michelle y David, sus padres adoptivos. Ellos le daban todo lo que necesitaba así que el caso judicial no tardó en cerrarse.

Pero la actriz iba a enfrentar otro conflicto: recibió un sinnúmero de críticas por haber adoptado a una niña de “raza mixta”. Pfeiffer declaró a InStyle, “Me quedé en shock por el prejuicio expresado en algunos círculos sobre mi decisión de adoptar un bebé mestizo; es muy sorprendente que haya personas que todavía pongan énfasis en esa estupidez de las razas. Ninguno de nosotros somos de ‘raza pura’. Todos somos mezclas. Claudia es una niña hermosa sin importar de dónde venga, y algunas de las personas más hermosas que he visto en el mundo han sido de raza mixta. Como madre de una niña adoptada y de mi propio hijo biológico, no hay absolutamente ninguna diferencia en la enorme cantidad de amor que siento por mis dos hijos. Siempre supe que quería adoptar un hijo y también tener uno propio. No hay diferencia en absoluto”.

Si bien Michelle tuvo que enfrentar varios problemas luego de haber decidido adoptar, aprendió a sobrellevarlo. Y ahora Claudia Rose es una bella mujer de 30 años, que tiene una relación maravillosa con su madre, quien ama a su hija con locura. “No hay nada típico en mi niña, es un ser humano increíble. Quería que fuera una joven realmente independiente y franca, ¡y lo conseguí!”, relató orgullosa Pfeiffer a BCK Online.

Mucho más que una actriz

Fue precisamente el excesivo trabajo lo que la llevó a tomarse un largo descanso fuera de la pantalla. Pronto sus admiradores pensaron que se había retirado pero no era así, simplemente necesitaba parar. La crianza de sus dos hijos influyó, “Antes de que nacieran los niños, mi trabajo era mi vida. Cuando nacieron y eran pequeños podía llevarlos conmigo, simplemente los metía en una valija e íbamos a todas partes, pero luego se volvió más complicado. Cuando estaban en la escuela, no sentía que eso fuera justo para ellos, y se convirtió en un desafío para los directores contratarme, y era más fácil conseguir que otra persona hiciera el papel”, explicó a BCK Online, en referencia a cuando sus hijos tenían 16 y 14 años, y sus deseos de pasar más tiempo en familia.

Michelle Pfeiffer en su rol consagratorio como Gatúbela (Foto: Warner Bros Pictures)
Michelle Pfeiffer en su rol consagratorio como Gatúbela (Foto: Warner Bros Pictures)

No le agradan los paparazzi y tiene fama de ser brava con la prensa, por eso con su marido compraron una pequeña finca fuera de San Francisco, donde criaron a sus hijos, lejos de los fotógrafos. “Actúo gratis, pero exijo un gran salario como compensación por todas las molestias de ser una personalidad pública. En ese sentido, gano cada centavo que gano”, dice con humor, de algún modo, para explicar su sentimiento ante la prensa. Ahora que los chicos crecieron, viven los cuatro en su casa de Los Ángeles. “¿Por qué odio tanto que me entrevisten? Porque vivo con el constante miedo a ser un fraude y que todos descubran que vivo en una mentira”, se sinceró Pfeiffer en una nota. “Sigo pensando que me van a despedir en la primera semana de cada nuevo trabajo que tome. Siempre. De hecho, incluso antes de comenzar una película, intentaré que me despidan o pensaré en una razón por la que debería dejarla. Supongo que es miedo al fracaso”.

La fobia social de Pfeiffer ha sido el centro de atención de muchas alfombras rojas. Su incomodidad y problemas para lidiar con las muchedumbres, hacen que se sienta mucho mejor estando sola. Al punto de que su terrible inseguridad la hacen dudar de su indiscutido talento. “No vengo de ninguna escuela de arte, todo lo aprendí en el camino. Así que vivo con el miedo de ser descubierta como estafadora y que realmente se vea que no tengo idea de lo que hago”, expresó en una entrevista, al tiempo que reveló que no es capaz de volver a ver sus películas más de dos veces, “Sigo pensando que la gente descubrirá que en realidad no tengo mucho talento. Realmente no soy muy buena. Todo ha sido una gran farsa”.

Además de películas, en estos últimos tiempos también se ha dedicado a los negocios: sacó una línea de fragancias llamada Henry Rose -nombre que puso en honor a sus dos hijos-, que lanzó en Instagram en 2019.

También puede que su nuevo emprendimiento la haya acercado más a la gente. Pfeiffer siempre fue bastante celosa de su intimidad, “Para mí, sentirme cómoda con ser famosa fue difícil: todo ese lado, la pérdida del anonimato, la pérdida de la privacidad. Renunciar a esa parte de tu vida y no tener el control de ella”. Sin embargo, en los últimos años se la vio mostrando gran parte de su intimidad en las redes. “No sé si hubiera comenzado Instagram si no hubiera lanzado esta marca. Tiendo a ser muy cauteloso en las entrevistas. Odio hacer sesiones de fotos”, explicó a The New York Times, cuando le preguntaron si se sintió presionada para ingresar al mundo de Instagram, y agregó, “En las redes sociales, realmente controlas tu propia narrativa. Te permite ser tan tonto como quieras ser”.

Su intacta belleza continúa a la vista y, aunque es evidente que no necesita de las cirugías estéticas, tiene su opinión formada al respecto, “Si esa nariz o esas papadas te molestan, ¡hazlo! Pero esta epidemia de personas que pierden de vista lo que se ve bien, la distorsión que ha estado ocurriendo, es espeluznante”. De todos modos, no tiene problema en asumir que podría pasar por un quirófano, “No tengo nada en contra y creo que hay mucha presión sobre las mujeres. Es difícil envejecer en estos días. Si un día me miro en el espejo y no puedo soportarlo más, entonces puedo estar ahí”. Aunque cuando le preguntan si le preocupa “el qué dirán”, deja bien en claro su postura, “Está relacionado con la edad. Cuanto mayor me hice, más dejé ir esas preocupaciones. Es increíblemente liberador”, sentenció en una reciente entrevista con The New York Times. “Es mi profundo miedo a la vergüenza lo que me mantiene en marcha. Esa es la clave de mi éxito”.

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