Fue famoso en el mundo y amasó una fortuna, pero su vida no fue la que cualquiera hubiera soñado. Benny Hill, uno de los comediantes más famosos de la historia, murió solo, rodeado de platos sucios y diarios desparramados, en un sillón desvencijado frente al mismo televisor que años antes lo había consagrado con las risas de 21 millones de televidentes.
Así lo encontró su amigo y productor Dennis Kirkland, quién llegó preocupado porque él no respondía el teléfono. Después de trepar por una escalera exterior del edificio hasta el tercer piso y espiar por la ventana del living, lo que vio fue su cuerpo en descomposición. Tuvo que pedirle a los vecinos que llamaran a la policía.
De esto ya pasaron 31 años.
Con el ADN de un payaso
Pasó décadas haciendo reír, con su programa El Show de Benny Hill, a personas de 140 países alrededor del planeta. Pero ¿quién era en realidad este hombre inglés? Acá vamos.
Alfred Hawthorne Hill nació en Southampton, Inglaterra, el 21 de enero de 1924. Benny (así se bautizó él, más adelante en su vida, en honor a su comediante favorito Jack Benny) y su hermano menor Leonard, eran hijos de Helen Cave y Alfred Hill (algunos refieren que manejaba un negocio donde vendía, entre otras cosas, preservativos). Lo verdaderamente curioso de la cosa es que los Hill, tanto su padre como su abuelo, habían sido payasos en un circo. La risa era algo que venía recargado en su ADN.
Cuando dejó el colegio empezó a trabajar como repartidor de leche, pero estaba decidido a ser comediante. Llegó a Londres con ese objetivo en el verano de 1940. Al año siguiente, ya participaba de giras teatrales y actuaba como animador en clubes, cenas privadas y teatros. El éxito estaba lejos todavía. Al final, terminó siendo alistado durante la Segunda Guerra Mundial como conductor de vehículos y mecánico. Nada más lejos de lo que deseaba.
En 1952 comenzó a escribir guiones cómicos y consiguió que las autoridades de la BBC le empezaran a prestar atención. En 1955, de la mano de esta misma compañía, saltó finalmente del teatro y la radio a la televisión y estrenó El Show de Benny Hill.
Ahora sí se volvería famoso.
Rumores sexuales
La fama trajo con ella entrevistas. Algo que él odiaba hacer. Benny era más bien huraño, austero y muy pegado a su mamá Helen. Pasaron los años y como no tenía pareja visible, los periodistas le preguntaban siempre sobre el tema. En un reportaje, fastidiado, respondió: “Es como trabajar en una fábrica de chocolates. ¡Ves tantos que no te preocupas por mirarlos de cerca! Yo no quiero una chica glamorosa; quisiera una que trabaje en una fábrica, una oficina o un negocio. Ahí es dónde se esconden las lindas con sentido común y eso es lo que estoy buscando”.
Llegó a contar que le había propuesto casamiento a tres mujeres en su vida, pero aseguró que siempre había sido rechazado. De dos de ellas trascendió el nombre. Una fue la corista Doris Deal, quien lo habría dejado porque supuestamente él le había dicho que no se sentía preparado para el matrimonio. Otra, la actriz australiana Annette Andre, quien habría tomado en broma su propuesta. La relación con las mujeres no era algo que se le diera fácil.
Aunque a Benny parecía que nada de esto le importaba demasiado, se ocupó de negar los rumores que sostenían que, en realidad, escondía su homosexualidad. También restó importancia a las versiones denigrantes que lo señalaban como sexualmente impotente. El cómico estaba harto de que se metieran con su vida.
En una biografía del escritor Mark Lewisohn, otro comediante mencionó algo negativo sobre la sexualidad de Benny. Dijo que en realidad este pretendía que “sus mujeres fueran más ingenuas que él. Que lo masturbaran o le hicieran sexo oral”. La frase era, cuanto menos, perturbadora.
Fama y avaricia
En 1969 el programa pasó de la BBC a la Thames Television donde se mantuvo veinte años más. Su programa traspasó fronteras y llegó a 140 países. Su cara se hizo famosa desde Angola hasta la China.
Al principio de los años setenta Benny podía disfrutar bastante del anonimato, pero poco a poco su personaje se popularizó tanto que tuvo que medir sus viajes en colectivo o el hecho de tomar café en los bares.
En 1971 su audiencia alcanzó un pico increíble: 21 millones de personas.
Rodeado por una troupe de bellas mujeres que trabajaban con él y a las que llamaban Los Ángeles de Hill, Benny era admirado también por otros grandes personajes del espectáculo como Clint Eastwood y Frank Sinatra.
Sin embargo, el éxito no cambió del todo su modo de vida. De una pensión londinense pasó a vivir en un departamento alquilado en Queens Gate durante muchos años. Tomaba el subte porque no soportaba los gastos superfluos. En 1986 se mudó a otra vivienda, también rentada y no mucho más grande, en el número 7 de Fairwater House, en Teddington, con su madre Helen. Estaba muy cerca de la oficina así que, para su alegría, podía ir caminando sin gastar un céntimo.
La avaricia le impedía pensar en comprar. Jamás se le ocurrió adquirir una casa y menos dilapidar dinero en un auto. Con su ropa pasaba lo mismo. La usaba hasta que daba lástima y se desgarraba por el uso. Él mismo se ocupaba de poner pegamento a las suelas de sus zapatos cuando éstas se despegaban. Gastar en taxis le causaba horror y en el supermercado escogía solamente las ofertas del día. Se alimentaba muy mal y por esto terminó subiendo de peso y perjudicando su salud. Su pánico a caer en la pobreza era un absurdo: en su cuenta bancaria el dinero se amontonaba sin pausa a un ritmo casi imposible de gastar por una persona.
Benny era un dotado para los idiomas, hablaba bastante bien varios: francés, alemán, italiano, español y neerlandés. Y en lo único que se permitía gastar era en viajar a España… Adoraba Marbella. Iba con frecuencia, pero no se quedaba en grandes hoteles, escogía hosterías de mala muerte.
El primer gran golpe de su vida lo tuvo en pleno éxito cuando, en 1976, perdió a su madre Helen.
Cambio de fórmula: humor cancelado
Fue en esa década del ́ 80 que la fórmula de la risa empezó a cambiar y su éxito comenzó a cosechar quejas. El humor de Benny que antes parecía pícaro o inocente se empezó a ver como ofensivo y machista. Su personaje, la mano larga, las mujeres con poca ropa, los chistes pasados de tono ya no cabían en una sociedad que había evolucionado hacia otras formas. Eso pasaba en su país, pero aún así su programa seguía produciendo mucho dinero que provenía del resto del mundo.
En octubre de 1985 una joven modelo, Stephanie Martin, lo acusó de haberle prometido un papel hablado en su show a cambio de que ella exhibiera su cuerpo mientras él se masturbaba.
El costado oscuro de Benny había aparecido.
Otra de las chicas de su equipo años, Angel Nikki Critcher, también contó algo extraño años después: ella tenía que pegarle en la cara mientras él le retorcía sus lolas durante los ensayos.
El concepto de su humor atrasaba y, en 1989, Benny Hill terminó por convertirse en el primer humorista “cancelado” de la historia, después de estar 34 años en el aire. Claro que en esa época el término cancelación no existía.
Benny quedó desolado. No podía comprender cómo las risas se habían transformado en críticas y cómo la sociedad que antes lo adoraba, le daba la espalda. John Howard Davies, directivo de la compañía, le ofreció hacer otras cosas frente a las críticas que llovían desde el feminismo sobre su humor procaz, pero él no supo qué. Y se deprimió.
El corazón dice basta
El 11 de febrero de 1992 Benny Hill tuvo un ataque al corazón. Pesaba más de 100 kilos y los médicos le ordenaron hacerse un bypass coronario y bajar de peso en forma inmediata. Tenía lo que ellos llamaban obesidad mórbida. Siete días después le diagnosticaron, además, insuficiencia renal.
Él se negó a todo. No quería que le hicieran nada.
El famoso cantante Michael Jackson lo admiraba y fue a visitarlo al Royal Brompton Hospital. La foto que se sacaron juntos fue una de las últimas apariciones públicas de Benny Hill. Curiosamente, Michael Jackson también daría que hablar tiempo después por las acusaciones de abuso infantil en su contra.
Dos meses después del episodio de su infarto, su representante, productor y amigo, Dennis Kirkland preocupado por no poder contactarlo fue hasta su departamento alquilado en el número 7 de la calle Fairwater. Se trepó a la escalera y lo vio muerto, mezclado entre platos sucios, diarios despatarrados, sentado en el sillón de frente al televisor. Benny Hill llevaba así varios días, entre dos y cinco según qué medio se lea. Lo cierto es que se dictaminó que su muerte había ocurrido el lunes 20 de abril de 1992.
Los médicos dijeron en el certificado de defunción que había tenido una “trombosis coronaria”, lo que vulgarmente llamamos infarto. Tenía 68 años.
Paradójicamente, al momento de su muerte, sus programas seguían emitiéndose en cien países, pero no en Gran Bretaña. Todo su dinero, que hoy sería el equivalente a 20 millones de dólares, lo heredaron sus siete sobrinos a quienes no veía nunca.
Noticias post mortem
En su última salida a la calle Benny había mandado un telegrama a otro comediante amigo, Frankie Howerd, quien había tenido un infarto. Le deseaba una buena recuperación y le decía: “Dejá de robarme los chistes, acá el que hace las bromas sobre ataques al corazón soy yo”. Ese texto llegó a destino cuando los dos ya habían muerto, ese mismo fin de semana de 1992, con 24 horas de diferencia y por la misma causa.
Benny Hill se hubiera reído a carcajadas de esta mala jugada del destino.
Por otro lado, la noche del 4 de octubre de 1992, luego de rumores que decían que Benny había sido enterrado con oro y alhajas en su ataúd, unos audaces ladrones excavaron su tumba en el Cementerio Hollybrook. Abrieron el cajón, pero no encontraron más que huesos. Las autoridades, por precaución, decidieron sellar su tumba con treinta centímetros de hormigón para evitar otras incursiones disparatadas.
Pese a todo el comediante siguió dando que hablar en los años siguientes. En 2017, la cantante y actriz inglesa Hazel O’Connor, confesó haber sido atacada por Hill en su departamento en 1976. Dijo que él le prometió trabajo si le hacía unos favores sexuales… Ella se negó, lo empujó y se marchó. La risa hizo silencio y se disfrazó de llanto. Nada había sido cómo se creía en la vida del ícono del humor.
En julio de 2022 otra vez se habló de él. Al dimitir Boris Johnson como primer ministro británico y mientras dos de los medios más grandes, Sky News y la BBC, estaban transmitiendo en vivo frente al parlamento, de los parlantes ubicados en el lugar salió la famosa canción de su show. Fue un escándalo provocado por manifestantes que enseguida se convirtió en trending topic en Twitter.
En enero de 2023, Benny salió nuevamente de su tumba para ser noticia: el diario El País publicó una nota donde se habló del humor genuinamente popular de Benny Hill y donde contó también que este rico “mendigo vocacional” era furor en YouTube ya que algunos de sus videos tenían más de ocho millones de vistas.
El diario español no se equivocó: en la era de la cancelación, el fenómeno paradojal siguió creciendo y a esta altura del año dos de esos viejos programas suyos superan los 9 millones de vistas en esa plataforma. El que más tiene es el episodio 17 de la temporada uno con 9.547.705 millones.
Bromas del destino.
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