“Miss inhundible”, la argentina que sobrevivió al hundimiento del Titanic y a otros dos naufragios más

El 10 de abril de 1912, el transatlántico más grande y lujoso del planeta zarpó del puerto de Southampton con destino a Nueva York. Se lo consideraba, también más seguro. Cinco días más tarde se hundió después de chocar con un iceberg. Violeta Jessop, una camarera nacida en Bahía Blanca, sobrevivió y le salvó la vida a un bebé. Cuáles fueron sus otros dos milagrosos rescates

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Violeta Constance Jessop, argentina y
Violeta Constance Jessop, argentina y sobreviviente del hundimiento del Titanic

Una noche de mediados de la década de los ‘60, Violeta Constance Jessop recibió una llamada en su casa de Suffolk, donde se dedicaba a la cría de gallinas luego de pasar casi toda su vida ligada al mar. Del otro lado de la línea, una voz de hombre le preguntó en inglés:

-¿Es usted la señorita Jessop?

-Sí, soy yo. ¿Quién es usted?

El hombre le contestó con otra pregunta:

-¿Usted cuidó a un bebé durante toda la madrugada en el naufragio del Titanic?

-Sí, es algo que nunca podré olvidar… - empezó a responder Violeta, pero el hombre la interrumpió.

-Bueno, yo soy ese bebé. Muchas gracias – le dijo y colgó sin dar su nombre.

En sus memorias, Violeta Jessop cuenta que esa noche volvió a ver, como si las estuviera viviendo, las imágenes fragmentadas del naufragio del transatlántico más imponente del mundo, en el que se había embarcado como camarera el 10 de abril de 1912, cuando zarpó desde Southampton con destino a Nueva York para hundirse 5 días más tarde, después de chocar con un iceberg.

La colisión ocurrió la noche del 14 de abril. Después de muchas vacilaciones, el capitán Edward John Smith ordenó la evacuación, pero ya la mayoría de los pasajeros y la tripulación estaban condenados a muerte por una imprevisión.

El Titanic, en su partida
El Titanic, en su partida desde el puerto de Southampton el 10 de abril de 1912 (Foto: Twitter@anapinan)

El “RMS Titanic” tenía prevista una dotación de 64 botes para 65 personas cada uno, pero como los fabricantes lo consideraban inhundible, solo llevaba veinte y solo se pudieron abordar dieciséis.

De las 2225 personas que, entre tripulantes y pasajeros, estaban a bordo, solo 706 sobrevivieron.

“Me ordenaron que subiera a cubierta. Al principio los pasajeros paseaban tranquilos, pero después empezó la desesperación. Las otras camareras y yo vimos cómo las mujeres se aferraban a sus maridos antes de que las metieran en los botes salvavidas con sus hijos. Entonces, un oficial nos ordenó a nosotras abordar el bote número 16 para demostrarles a las mujeres que era seguro”, escribió Violeta en sus memorias, publicadas por sus sobrinos después de su muerte con el título “Sobreviviente del Titanic”.

Más allá del miedo, recuerda haber mantenido la calma por una cuestión de experiencia, ya que menos un año antes había sobrevivido a un choque de barcos. Sabía que descontrolarse era lo peor. Quizás porque la vio tranquila, un oficial la eligió a ella para salvar al bebé.

Cuando estaban bajando el bote salvavidas, el marino se asomó por la barandilla del barco y le gritó:

-Señorita Jessop, tenga. Cuide este bebé – y le arrojó un bulto que atajó como pudo.

Durante las ocho horas siguientes, hasta que los tripulantes del bote fueron rescatados por el carguero “RMS Carpathia”, mantuvo al bebé apretado contra su pecho para protegerlo el frío lacerante que amenazaba con congelarlos.

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Violeta Constance Jessop nació en
Violeta Constance Jessop nació en Bahía Blanca el 2 de octubre de 1887

Subió a bordo del carguero todavía con el bebé en brazos y una vez que pisó cubierta, una mujer prácticamente se le tiró encima, le arrebató a la criatura y se alejó sin siquiera dirigirle la palabra. Violeta no volvió a verlos, ni a ella ni al bebé.

Todo había terminado. Violeta Jessop fue la única argentina que sobrevivió al hundimiento del Titanic y probablemente sea la única mujer del planeta que salió con vida de tres naufragios.

La infancia argentina

Violeta Jessop nació el 2 de octubre de 1887 en una pequeña colonia de británicos radicados en las cercanías de Bahía Blanca. Su padre, William Jessop, era un irlandés de Dublin que había emigrado para construirse un buen futuro en América, y su madre, Katherine Kelly, no había demorado en seguirlo para casarse y formar familia en la Argentina.

Vivían en una casa que apenas superaba la condición de rancho. “Era una larga habitación construida por mi padre, con piso de tierra y paredes de adobe. También tenía una alambrada para protegerla de la paja voladora, que podía ser muy molesta con el viento. Adentro, apenas había una silla de madera y no mucho más. Sin embargo, ellos eran románticos”, cuenta Violeta en sus memorias.

Creció a caballo de los dos idiomas y terminó hablando y escribiendo muy bien tanto en inglés como en castellano.

William trabajaba para el Ferrocarril del Sud, que primero lo destinó en Ingeniero White y después lo mandó a hacerse cargo de una estación en la ruta Tres Arroyos-Bahía Blanca.

Una de las pocas imágenes
Una de las pocas imágenes donde se observa al Olympic junto al Titanic, ambos buques de la compañía White Star Line

Poco antes del inicio del nuevo siglo, el padre fue trasladado a la estación Constitución y la familia, que ya contaba con cuatro hijos, se radicó en Buenos Aires, y un año más tarde viajó a Mendoza, un nuevo destino ferroviario.

El futuro argentino con que habían soñado William y Katherine se vino abajo en 1903, cuando al padre de familia le diagnosticaron un cáncer. Superó la intervención a la que lo sometieron en el Hospital Británico para extirpar el tumor, pero no pudo sobrevivir a las complicaciones postoperatorias y murió el 7 de marzo de ese año.

El Olympic llegando a Nueva
El Olympic llegando a Nueva York

Sola con sus cuatro hijos, Katherine decidió volver a Irlanda del Norte y radicarse en Belfast, donde tenía familiares que podían ayudarla.

Violeta terminó el colegio secundario y en 1908, para ayudar a la economía familiar, buscó trabajo como camarera en una compañía naviera, la White Star Line. Su manejo fluido del inglés y del español fue determinante para que la contrataran. Tenía 21 años.

Así empezó su carrera en el mar, la que la llevaría a convertirse en la mujer que sobrevivió a tres naufragios.

Un capitán predestinado

El trabajo en la White Star Line, la llevó a que su vida se cruzara sucesivamente con tres barcos desgraciados: el “Olympic”, el “Titanic” y el “Britannic”.

Botado en mayo de 1911 con una ceremonia espectacular, el “Olympic” fue presentado como el barco de pasajeros más grande de su tiempo. Medía treinta metros más que su rival más cercano.

Violeta cuenta que se sintió feliz cuando la seleccionaron para integrar la tripulación. Era un paso importante en su carrera.

La alegría le duró apenas cuatro meses. El 20 de septiembre de ese año, en su sexta travesía transatlántica hacia Nueva York, el “Olympic” atrapó en su estela a un buque de guerra inglés, el “HMS Hawke”.

El capitán del transatlántico se acercó imprudentemente al navío de la Armada y acabó arrastrándolo con su succión. El choque entre los dos barcos fue tremendo.

Los daños que sufrió el
Los daños que sufrió el Olympic, que pudo llegar al puerto de Southampton y continuó navegando. Su imprudente capitán fue Edward John Smith, el mismo que chocó al Titanic contra un iceberg

El buque de guerra golpeó por estribor contra el “Olympic” y quedó con la proa destrozada. Debió ser arrastrado por otro barco hasta el puerto para evitar que se hundiera.

El choque abrió una enorme vía de agua en la zona de los camarotes de tercera clase del “Olympic” y desató el pánico entre los pasajeros. También le dañó la hélice. Así y todo, el transatlántico pudo regresar a Southampton, donde se comprobó que podía ser reparado para seguir en servicio.

El imprudente capitán del “Olympic” se llamaba Edward John Smith y ese fue el primer accidente. El segundo y último sería mucho peor.

De manera difícil de explicar, en lugar de mandar a Smith a cuarteles de invierno después del choque, los directivos de la White Star Line, le ofrecieron un destino que era todo un premio: capitanear el “Titanic”, un transatlántico en construcción que sería el más grande y lujoso del planeta.

Jessop trabajó como enfermera del
Jessop trabajó como enfermera del Britannic en la Primera Guerra Mundial

El barco fue diseñado para ser lo máximo en lujo y comodidad: tenía gimnasio, pileta cubierta, biblioteca, restaurantes de lujo y amplios camarotes para los viajeros de primera clase. También contaba con recursos excepcionales para la época, como con una potente estación de telegrafía a disposición de los pasajeros y los tripulantes.

A la camarera argentino-británica Violeta Jessop también le ofrecieron integrar la tripulación del “Titanic”. Cuenta en sus memorias que en un primer momento dudó, porque quería seguir en el “Olympic” cuando fuera reparado, pero no pudo rechazar la oferta, porque significaba un paso muy grande en su carrera.

Así, a los 24 años, pasó a ser una de sólo 23 mujeres que formaron parte de la tripulación en el trágico viaje inaugural del “Titanic”.

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El transatlántico Britannic, pintado como
El transatlántico Britannic, pintado como buque hospital en la Primera Guerra Mundial. Violeta Jessop trabajó allí como enfermera

Ella tampoco desconfiaba del capitán Smith, que después de cargarse un buque de guerra y casi destruir su propio barco, iba camino a estrellar contra un iceberg al transatlántico más caro del mundo.

“(El Titanic) bajó un poco la cabeza, luego un poco más abajo y aún más abajo. Toda la maquinaria de cubierta cayó al mar como si fueran juguetes de niño. Luego dio un salto temeroso, la popa se alzó a cientos de pies en el aire hasta el último rugido y desapareció en las profundidades, y su ruido yéndose a través de las aguas fue de una violencia inimaginable...”, escribió la camarera argentina en sus memorias.

Después del “Titanic”

Cuando un día después del naufragio, Violeta llegó al puerto de Nueva York a bordo del carguero “Carpathia” ya había tomado una decisión. Pese a todo, seguiría navegando.

La destinaron como camarera a otro barco de la compañía, el “Britannic”, que hizo su primer viaje en 1914, en coincidencia con el inicio de la Primera Guerra Mundial. Estaba destinado a ser un barco de pasajeros, pero el gobierno británico lo requisó para convertirlo en un buque hospital.

El Britannic, en el momento
El Britannic, en el momento de su hundimiento en el mar Egeo. Se fue a pique tres veces más rápido que el Titanic

Allí no hacían falta camareras, pero sí enfermeras. Violeta, dispuesta a seguir en el mar pese a los peligros de la guerra, hizo un curso en la Cruz Roja y quedó a bordo como auxiliar de los médicos.

El 21 de noviembre de 1916, cuando el barco navegaba por el mar Egeo a la altura del canal de Kea, frente a las islas griegas, sufrió una explosión. Aún hoy no queda claro si chocó con una mina o fue alcanzado por un torpedo alemán.

El “Britannic” se hundió en 55 minutos, tres veces más rápido que el “Titanic”. Violeta pudo abandonar el barco en un bote salvavidas, pero pronto terminó saltando al agua, porque la pequeña embarcación estaba siendo chupada por las hélices del barco.

Al arrojarse se golpeó la cabeza, pero alguien la tomó del cabello y logró izarla a otro bote.

Ese día murieron treinta personas. Violeta, una vez más, sobrevivió.

Violeta Constance Jessop navegó durante
Violeta Constance Jessop navegó durante 50 años y luego se retiró a criar gallinas en una granja de Suffolk

“Miss Inhundible”

Después de este tercer accidente naval, Violeta Jessop se convirtió en “Miss Inhundible”, como la llamaban sus compañeros de trabajo y los directivos de la White Star Line.

Tampoco ese naufragio la hizo alejarse del mar. Tal vez haya pensado que la tercera era la vencida. Siguió trabajando como camarera, otra vez en el ya reparado “Olympic”, con el que navegó durante años sin sufrir ningún contratiempo.

Se casó con un marinero, pero el matrimonio fue efímero y no tuvo hijos.

En 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial y con 58 años a cuestas, pidió ser transferida a las oficinas, pero esa decisión terrestre le duró poco. En 1948, a los 61, volvió a embarcarse y navegó dos años más.

Se jubiló en 1950 y se fue a vivir a Suffolk, lejos del mar, en una granja donde se dedicó a criar gallinas. Estaba allí cuando recibió la llamada del bebé que había salvado del naufragio del “Titanic”.

Violeta Jessop murió en 1971, a los 84 años, a causa de una bien terrenal insuficiencia cardíaca.

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