Bailando sobre sus puntas como si el tiempo se hubiese detenido, la profesora de danza y coreógrafa inglesa Suzelle Poole consiguió ganar la atención en el mundo entero. La bailarina clásica inglesa, a los 82, deslumbra con sus pasos firmes y una imagen a la vez frágil y tierna. Suzelle descubrió el ballet a los 7 años y a pesar de todos los grandes logros de su carrera artística y exigencias propias de esta disciplina, decidió no abandonarla sino abrazarla para siempre. La mujer practica a diario sus rutinas, unas tres horas, sin descanso.
“La vida es muy corta para no hacer lo que se quiere. Hagan lo que les gusta ya”, expresó en una de las tantas entrevistas que le hicieron en los últimos años. A pesar de que decidió retirarse de los escenarios a fines del año pasado, la bailarina no deja de bailar. Suzelle asegura que el ballet es su vida y su motor para seguir adelante. No hay hay dudas de eso.
Suzelle Poole, también conocida como Madame Poole es una bailarina, coreógrafa y poeta nacida Chelsea, Londres en 1940 y fue una de las estrellas del Houston Ballet.
Su padre, George Englesmith, era arquitecto del Ministerio de Obras Públicas y su madre, Lydia, tenía dominio fluido del francés y era traductora. La familia vivió en Londres hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Suzelle recuerda que los escalones traseros de su casa recibieron impactos del bombardeo alemán The Blitz, así como también un lugar en el parque Kensington donde una niñera solía llevar a ella y a su hermano. En ese lugar, pudo ver un cráter en la tierra.
Ante el horror de la guerra, George y Lydia procuraron que sus pequeños hijos, tuvieran contacto con la belleza del mundo del arte, en especial la música y el ballet. Un refugio del que Suzelle no abandonaría jamás.
Al término de la guerra, en 1946, llegó una nueva vida en Canadá para la familia Poole. En una visita a la casa de la abuela paterna, terminaron instalados durante 10 años. El padre de Suzelle construyó escenarios para la ópera, además de dar clases en la universidad. Y Suzelle, a los 7 comenzó a tomar las primeras lecciones de danza clásica.
La mujer bailó profesionalmente en Canadá, y más tarde se unió al cuerpo de bailarines del Houston Ballet, en Texas, donde alcanzó el rango de bailarina solista. Mientras bailaba, la mujer también empezó a ejercer la docencia en la Houston Ballet Academy. Después de ocho años en Estados Unidos, volvió a su tierra de origen, y se unió al Royal Ballet School, con quienes hizo un tour a nivel nacional. A los 26 años, entendió que por más que su carrera como bailarina estuviese en su etapa final, continuaría bailando y dando clases.
En 1973 se casó con un cantante de ópera, llamado Jonathan Poole, con quien tuvo dos hijos. Después de recorrer distintos países, regresaron a Estados Unidos, precisamente en Dallas, donde vive actualmente. Suzelle enviudó en 2003.
En los últimos años Poole se convirtió en fuente de inspiración para sus pequeñas alumnas de varias academias, incluidas su propia compañía, The Poole Ballet. Y además, le gusta bailar frente a personas de su edad y no mucho más grandes que ella, que viven en residencias para mayores. Está convencida de que la música y la danza tienen propiedades sanadoras y los anima a mantenerse en movimiento.
Los movimientos de esta bailarina, enfundada en su tutú, sobre sus zapatillas rosadas y con el pelo plateado adornado con hebillas de strass, despertaron la curiosidad de importantes medios ingleses y norteamericanos, como la BBC, que en 2017, la incluyó nada menos que en la serie de Amazing Humans (Humanos Asombrosos) y tampoco se la perdió The Washington Post.
En 2019, justo antes de cumplir los 80, fue invitada a un Tedxtalk, titulado Dancing Beyond all Limit. (Bailando más allá de todo límite). No hubo charla, sino una presentación que tuvo a Madame Poole sobre el escenario, como todos querían verla, ataviada en su traje favorito y en puntas, mostrando que una vida dedicada al ejercicio rinde sus frutos.
Antes de su aparición, una presentación en un estudio de ballet, habló sobre los beneficios de la danza para el cuerpo. Expresó que la música es su vida, y por eso ama el ballet. Que lo practica todo el tiempo y asegura que la mantiene activa.
Su práctica, una rutina fuerte, asegura que le permite tener bajo control su técnica como docente. Para ella continúa siendo muy importante mostrar cada movimientos a sus alumnos.
Considera que el ballet es un ejercicio de lo más completo para los chicos, que contribuye a construir el cuerpo y enseña a ser disciplinado en un ambiente contenido.
“Comienza a hacer lo que te gusta ahora”, alienta. Además de su entrenamiento y docencia, también aprovecha el tiempo para tomar clases de francés. Aspira a hablar fluido, igual que su madre. Su inspiración.
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