La atroz Operación Reinhard y los 30 mil judíos asesinados por los nazis en apenas seis días

En Lublin, una ciudad polaca, vivían 42 mil judíos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Por orden de Heinrich Himmler, fueron enviados al campo de exterminio de Belzec. Desde el 17 hasta el 23 de marzo de 1942, 30 mil fueron exterminados en las cámaras de gas. El horror no terminó allí. Al año siguiente, alrededor de diez mil más fueron fusilados. Cuando los nazis fueron derrotados, sólo quedaban unos 200 sobrevivientes

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Los hornos crematorios del campo
Los hornos crematorios del campo de exterminio de Majdanek, donde se disponían los cuerpos de los muertos por los nazis en las cámaras de gas. Ciudadanos polacos observan los restos poco después de la rendición de las tropas alemanas

A Lublin le decían “la Oxford judía”. También, “La Jerusalén del Reino de Polonia”. La ciudad, capital del voivodato (o región) que lleva su mismo nombre, está ubicada junto al río Bystrytsia y era centro de grandes investigaciones sobre el judaísmo. Con el albor de la década del 30 se creó la Yeshiva Chachmel, una escuela rabínica de fama mundial. En 1939 tenía 122 mil habitantes, 42.830 de ellos judíos. Había 12 sinagogas, dos periódicos publicados en yiddish, cien casas de oración privadas, un hospital, un orfanato, un asilo y varias escuelas de esa comunidad. Más de la mitad de los pequeños emprendimientos eran de judíos. Un tercio de las fábricas también, en especial en los rubros de la peletería, las joyas y el textil.

Cuando los alemanes invadieron Polonia desde el oeste, unos seis mil judíos se desplazaron hacia Lublin, cercana a la frontera con Rusia, para buscar refugio. Pero como era previsible, el 18 de septiembre de 1939 las tropas del ejército nazi ocuparon la ciudad luego de una débil resistencia de los polacos. En realidad, se terminó diez días antes, cuando los alemanes comenzaron un persistente bombardeo sobre la población civil. Para mantener el orden con mano de hierro, Adolf Hitler designó a Odilo Globocnik como jefe de las SS y de la Policía.

Globocnik era austríaco, un auténtico fanático nazi. Un hombre violento pero de gustos excéntricos. A principios de la década del 30 se unió a las SS y colaboró en la caída del gobierno de su país y la anexión de Austria a la Alemania nazi. Recompensado por Hitler con un cargo en Viena y protegido por el jefe de las SS, Heinrich Himmler, comenzó a cometer actos de corrupción, a quedarse con el dinero de las familias judías y se granjeó la enemistad de Hermann Goring. El estilo de vida escandaloso no pudo ser disimulado por Himmler, que lo echó. Se recicló en Polonia, donde combatió en el SS Waffen, un cuerpo de élite, y el propio Führer le dio la segunda oportunidad en Lublin.

El gueto de Lublin durante
El gueto de Lublin durante la ocupación nazi de la ciudad polaca

A finales de octubre, un relevamiento señaló que quedaban en Lublin 37.054 judíos. Los cinco mil que faltaban, sobre todo los más jóvenes, habían huido a Rusia. Hitler, con el asesoramiento del ideólogo nazi Alfred Rosenberg y Himmler, puso en marcha el Plan Nisko. Entre otros tantos delirios, el Tercer Reich se había propuesto primero enviar a todos los judíos a la isla africana de Madagascar. Luego decidieron reemplazar esa idea por asentarlos en Lublin y la ciudad cercana de Nisko. En principio, iba funcionar como una Judenreservant, una reserva judía al estilo de los indígenas norteamericanos. Pero no fue así. Decenas de miles fueron enviados con ese propósito. Al año siguiente, la idea fue desechada también. Y el cambio fue brutal, mucho peor que una simple acumulación de presos.

El gobernador del voivodato, Lublin Zorner, declaró la institución del gueto de Lublin para la población judía en marzo de 1941. Lo ubicó en la zona más pobre. Poco después, los oficiales y soldados del ejército del Führer tomaron a los judíos como sus esclavos. Los conminaron a limpiar las calles de los escombros que el desigual ataque había provocado. Eran golpeados e insultados sin motivo alguno. Los saqueos a sus tiendas y casas se convirtieron en el pan de cada día. Los obligaron a pagar 300 mil zlotys al ejército alemán y a usar un distintivo que los identificara como judíos. A los que tenían casas en las mejores zonas de la ciudad, se los expulsó de ellas. Y el orgullo de Lublin, la biblioteca de la academia talmúdica, fue quemada hasta sus cenizas.

Con todo, la situación del gueto de Lublin no era tan desesperante como la de Varsovia. Puede parecer un sarcasmo, pero no: en Varsovia la situación era mucho más inhumana, si cabe. Era notable como, de a poco, se había iniciado un incipiente intercambio comercial entre los que vivían dentro y los de afuera. Había comida, aunque se propagaban enfermedades como el tifus y el hacinamiento era importante.

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Refugiados de Lublin en una
Refugiados de Lublin en una ruta de Polonia durante la ocupación nazi

A mediados de 1941, Himmler, el arquitecto del Holocausto, le ordenó a Globocnik la construcción de campos de concentración para albergar a los judíos, mientras en la ciudad los alemanes se adueñan de propiedades y bienes. La Operación Reinhardt, como se denominó a la furibunda eliminación física de judíos como dudoso homenaje a Reinhard Heydrich, quien ideó la “solución final” nazis (luego muerto en un atentado), se ponía en marcha. Uno fue el de Belzec, en el distrito de Lublin. El otro se estableció en un suburbio de la ciudad llamado Majdan, y el nombre será recordado por el horror que allí se vivió: Majdanek, que significa “pequeño Majdan” y quedó bajo la dirección de Karl Otto Koch.

Las obras comenzaron en octubre, así que para principios de 1942, el gueto de Lublin fue dividido. Por un lado (denonimado el “A”) quedaron los desempleados. Del otro, el “B”, aquellos que trabajaban para los alemanes, que eran unos 25 mil. Comenzó la deportación masiva hacia el campo de concentración de Majdanek y, con ella, los asesinatos masivos.

Por orden de Globocnik, las SS colocaban un sello a los habitantes del gueto para identificar a quienes eran trabajadores. Estos eran trasladados al “Gueto B”. El 16 de marzo de 1942 se informó que los judíos que no tuvieran esa marca serían trasladados al campo de concentración de Belzec.

Odilo Globocnik, el terrible jefe
Odilo Globocnik, el terrible jefe de las SS en Lublin (Wikipedia / German Federal Archive)

Los tiempos se aceleraron. La Gestapo le informó al Judenrat (la autoridad judía dentro del gueto) que debían presentarse 1.500 hombres y mujeres por día para ser enviados a trabajar al Este. Les mentían, claro. Con un enorme cinismo, les permitían llevar un equipaje de 15 kg. y también sus joyas y efectos de valor. Bajo la custodia del Batallón de Policía 101 los llevaban primero a la Gran Sinagoga y luego a una plaza cerca del matadero. Los primeros en ser exterminados fueron los ancianos y los enfermos. A ellos directamente los fusilaron allí mismo.

A la mañana del día siguiente comenzó el envío al campo de exterminio de Belzec. Algunos hacían una escala en Majdanek, donde existía un galpón especial en el que los despojaban de su ropa y de sus bienes. Hasta entonces, los deportados ignoraban cuál era su verdadero destino. Pero el horror era tan increíble, los nazis habían caído tan bajo en la escala humana, que cuando uno escapó y contó lo que sucedía, nadie lo tomó en serio.

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Restos del campo de concentración
Restos del campo de concentración de Majdanek en Lublin (Photo by Erich Andres/United Archives via Getty Images)

El 23 de marzo terminó la llamada Masacre de Judíos de Lublin. En seis días, los nazis habían matado a más de 30 mil prisioneros. Por supuesto, no se detuvieron allí. En Belzec, los métodos del asesinato eran terribles. En seis cámaras que contenían a 750 personas cada una, las víctimas eran gaseadas con monóxido de carbono. Ese campo de exterminio apenas duró 14 meses en funcionamiento, suficientes para asesinar a más de 600 mil judíos. El fin de Belzec no se debió a un súbito cargo de conciencia, sino a la misma masividad de los crímenes: el campo se llenó de cadáveres y el hedor de la carne putrefacta era indisimulable. Globocnik ordenó exhumarlos y prenderlos fuego, pero era demasiado tarde. Para ocultar pruebas, se decidió arar la tierra y pretender que se trataba de una granja.

Majdanek, en principio, estaba destinado a los prisioneros que realizaban trabajos para las distintas fábricas de armamento y suministros de los nazis. Allí fueron enviados, por ejemplo, entre 18.000 y 22.000 judíos luego de la destrucción del gueto de Varsovia. Se produjo una sobrepoblación, y los jerarcas nazis no dudaron: la solución final también se aplicó allí. Con una diferencia: en las dos cámaras de gas de Majdanek se comenzó a usar Zyklon B. Con él mataban a los que estaban muy débiles para trabajar.

Una torre de guardia en
Una torre de guardia en el campo de concentración de Majdanek, en Lublin (Photo by Chuck Fishman/Getty Images)

Los nazis, hacia 1943, habían comenzado a dar señales de nerviosismo. La guerra ya no era una sucesión de triunfos ni países conquistados. Al alzamiento del gueto de Varsovia se le sumaron signos de resistencia ante las deportaciones a los campos de exterminio en los guetos de las ciudades de Bialystoy (en agosto de 1943) y Vilna (en septiembre del mismo año). También, en agosto y octubre, hubo levantamientos en los centros de detención de Treblinka y Sobibor. Entonces, Himmler tomó la decisión de exterminar a todos los prisioneros de Majdanek y a los judíos que aún quedaban en Lublin.

El 3 de noviembre de 1943 tuvo lugar la Operación Erntefest, durante el Festival de la Cosecha. A Lublin fueron enviadas tropas especiales de las SS y fusilaron a 18 mil judíos. Ocho mil de ellos provenían de Majdanek. El resto eran deportados de Lublin o de otros campos de concentración. Para evitar que se oyeran los gritos y los disparos, pusieron música a todo volumen en altavoces.

Tumba en Majdanek en recuerdo
Tumba en Majdanek en recuerdo de la masacre de la Operación Erntefest (Festival de la Cosecha) (Wikipedia)

En 1998, un exmiembro de las SS llamado Alfons Götzfried, de 79 años, confesó que aquel noviembre dio muerte, por su propia mano, a 500 judíos, entre ellos mujeres y niños. Sin embargo, como los fiscales de Stuttgart no pudieron probarlo, sólo fue condenado a 10 años de prisión por “asistir” en las muertes. Y como había pasado 11 años en una prisión soviética después de la guerra, salió caminando del tribunal. Sólo 15 de los 1300 carceleros alemanes de Majdanek fueron enjuiciados.

Cuando terminó la guerra, de los 42 mil judíos de Lublin sólo habían sobrevivido unos 200.

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