Un zoológico, un parque de diversiones completo, trenes, pileta, una mansión lujosa, varias confortables casas de huéspedes, juguetes por todos lados, imágenes de Peter pan, reliquias pop, lago, cascada, instalaciones deportivas, decenas de empleados. Neverland, la propiedad en la que Michael Jackson vivió entre 1988 y 2005, se convirtió en uno de los sitios más famosos (y excéntricos) del planeta. La Casa Real del Pop que albergaba casamientos de celebridades y a muchos niños. Pero con el tiempo esa tierra (pretendidamente) de ensueño se transformó en la escena del crimen.
Desde aquel día de 2005 en que decenas de agentes federales y empleados de la fiscalía de Los Ángeles allanaron la propiedad todo cambió. Su historia, su valor económico y su significación variaron de manera definitiva. El lugar que todos querían conocer se transformó en aquel que nadie quería comprar y su cotización cayó de manera estrepitosa.
Todo empezó en octubre de 1983. Paul y Linda McCartney esperaban a Michael Jackson en un gran rancho californiano. Hacía un tiempo habían grabado Say Say Say, una colaboración entre ambos para Tug of War, disco solista del ex Beatle (en esos años cruzaron participaciones: Paul cantó en The Girl is Mine). Iban a filmar el video bajo la dirección de Bob Giraldi. Michael quedó deslumbrado con el lugar. Pidió que le mostraron cada rincón. Dijo que algún día lo compraría.
Y así fue. Cinco años después, el 19 de marzo de 1988, Michael Jackson adquirió la propiedad. Hasta ese momento se llamaba Sycamore Valley Ranch. Lo primero que hizo el Rey del Pop fue cambiarle su nombre. Pasó a ser Neverland, la tierra de Peter Pan, el hombre que siempre fue un niño. Toda una declaración de principios.
No se sabe con certeza cuánto pagó Michael por Neverland. Algunos dicen que 19 millones de dólares de la época; otros afirman que fueron 30. Lo cierto es que gastó más de 20 millones de dólares extra en acondicionarlo según su gusto.
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Las 1100 hectáreas, sus construcciones y su historia, lograron que alrededor de 2015, Neverland fuera cotizada en 100 millones de dólares. Pese a los variados intentos no pudo ser vendida. La cotización empezó a bajar en busca de comprador. 67 millones, 40, 35. En los últimos años su sentido había cambiado. De catedral del pop, de meca de la canción y hogar de la estrella más grande de las últimas décadas del Siglo XX, a escena del crimen. Neverland ahora estaba maldita y su significación había mutado dramáticamente. Era señalada como el lugar en el que se cometieron abusos contra menores. Por eso el documental en que dos de las víctimas narran los hechos que ocurrieron en la casa de Jackson aprovecha los sentidos del nombre y se llama Leaving Neverland.
En diciembre de 2020 encontró, por fin, comprador. Ron Burkle pagó 22 millones de dólares, menos de una cuarta parte de la cotización de cinco años antes. Burkle es un empresario y financista de la Costa Oeste que tiene desde cadenas de supermercados a clubes privados pasando por un equipo de la NHL. Antes de la muerte de Jackson, cuando las deudas acosaban al cantante, Burkle fue uno de sus consejeros para realizar ventas e inversiones que mejoraran su situación económica. Él le habría aconsejado desprenderse de Neverland en 2008. Burkle, con paciencia, esperó que la cotización de la propiedad bajara. Un año antes pedían diez millones más por ella.
Ron Burkle, entre sus muchos negocios, suele comprar casas en las que vivieron celebridades o construidas por célebres arquitectos como Frank Lloyd Wright a un valor muy bajo y revenderlas luego de restaurarlas y así obtener una notable ganancia. Así lo hizo con la antigua mansión de Bob Hope por la que pagó 15 millones de dólares y terminó recibiendo casi 30.
Neverland está 60 kilómetros al norte de Santa Bárbara. Las construcciones que contiene son en total 22. La casa principal es una gran mansión de seis dormitorios amplios y lujosos. Más de 1.100 metros cuadrados. Hay, también, tres casas de huéspedes, viviendas para los empleados permanentes, graneros y depósitos. En otros tiempos, en aquellos en que Michael Jackson era el propietario, hubo un zoológico con animales exóticos en el que la jirafa traída de África era la principal atracción, un cine con 50 butacas, un tren, pileta, juegos de feria, un completo parque de diversiones, canchas de tenis y hasta una enorme calesita.
La casa principal la construyó a principios de los años ochenta William Bone, el dueño original. De él fue la idea de un gran lago, de lagunas artificiales, la cascada y los puentes de piedra.
Jackson hizo construir tres líneas distintas de rieles para trenes, cada una con sus vagones y/o locomotoras según el caso. Uno de ellos recorría toda la propiedad. Después del nacimiento de sus hijos se sumó una cuarta, aunque el recorrido que hacía era muy breve, el vagón era el más lujoso de todos.
No se conformó con una calesita ni con alguna atracción más. Montó un verdadero parque de diversiones. Había vuelta al mundo, barco pirata, autitos chocadores, un pulpo y varias atracciones más. También había una sala con una variedad extraordinaria de juegos electrónicos (arcades) y flippers, un surtido que envidiarían las mejores cadenas.
Mientras el cantante vivió allí, Neverland no sólo atrajo la atención de los curiosos y de la prensa. Allí tuvo uno de sus muchos casamientos Elizabeth Taylor, gran amiga de Michael. Fue el lugar en el que Michael brindó sus entrevistas más conocidas (la de Oprah Winfrey la vieron 90 millones de espectadores). También Kim Kardashian celebró en la casa su cumpleaños 14. Y, algo que está bastante olvidado, en 1995, durante tres días, recibió niños de todo el mundo ya que fue la sede del Congreso Mundial de la Niñez, organizado en virtud de los festejos del aniversario cincuenta de las Naciones Unidas. Michael Jackson fue el anfitrión del evento y de todos esos chicos.
Neverland fue la culminación de la transformación de Jackson tras el éxito descomunal de Thriller. La compró poco después de que saliera a la calle Bad, su sucesor. Bad vendió más de 35 millones de copias pero para Michael se trató, de alguna manera, de una decepción. Él quería superarse a sí mismo. En ese periodo su aislamiento del mundo y sus conductas extravagantes se acentuaron. Ya nada volvería a ser como antes. Su vida había perdido escala humana.
Neverland es la propiedad más famosa de la música moderna. Los edificios y construcciones que pueden competir con ella son los estudios de Abbey Road, Graceland y Paisley Park, la casa y estudio de grabación de Prince. Neverland es, al mismo tiempo, la propiedad más infame de la música moderna. Las acusaciones de abusos y las descripciones detalladas y minuciosas de las habitaciones, recovecos y pasadizos y de la rutina de los empleados del sitio por parte de varios de los chicos que dijeron haber sufrido abusos de Jackson en sus instalaciones son inseparables de su historia.
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Durante años circularon las fotos de Michael paseando en el tren de Neverland con menores de edad, caminando de la mano de ellos por los jardines cuidados con esculturales hechas con la vegetación o en alguno de los juegos mecánicos. Luego esas mismas imágenes adquirieron otro sentido.
En 2005, Neverland fue allanada y requisada con minuciosidad como una de las diligencias principales del juicio que se inició contra el Rey del Pop por abuso a un menor. 70 agentes revisaron cada rincón del lugar recolectando prueba y verificando que las descripciones hechas por el denunciante y por los testigos coincidieran con la realidad. En ese juicio Michael Jackson fue absuelto.
Pero Neverland se había convertido en un recordatorio permanente de la obsesión de Jackson por los niños y por lo infantil. Él dijo que se tuvo que ir en 2005, luego de la absolución, porque le traía malos recuerdos. Otros afirman que le aconsejaron que se mudara para evitar la asociación inmediata con las denuncias.
A partir de ese momento, Jackson no vivió más en la propiedad. Se alejó de ella. Por un tiempo se radicó en Bahrein, gracias a una invitación del jeque y de su hijo. Después regresó a Los Ángeles pero ya no a Neverland.
En noviembre de 2008, meses antes de su muerte, Jackson tuvo que venderla. En un comunicado dijo que se desprendía del lugar para encarar sus nuevos proyectos, dando a entender que deseaba dejar (parte) del pasado atrás. Sin embargo, no le quedó más remedio que desprenderse de Neverland. Las deudas lo ahogaban. Debía casi 23 millones de dólares que si no se pagaban en las siguientes semanas, ocasionarían el remate del lugar.
Como suele ocurrir en esta historia no está claro cuánto fue lo pagado finalmente. Ni cuál fue el porcentaje con el que se quedó Michael Jackson. Lo que sí se sabe, es que la firma financiera que pagó según diversas fuentes entre 22 y 32 millones de dólares, se quedó con la porción mayoritaria de la sociedad y con el poder de decisión sobre el destino final del lugar.
Tras la muerte de Michael Jackson se especuló -y algunos lo afirmaron con cierto nivel de certeza- que su cuerpo sería enterrado en Neverland y que se convertiría en un lugar de peregrinaje para los fans, en una especie de santuario jacksoniano. Algo similar a lo que ocurre con Elvis y Graceland. Hasta se habló de restaurar y poner en valor el parque de diversiones para que aquellos que fueran a conocer la tumba pudieran dar una vuelta en montaña rusa. Los hechos desmintieron estas versiones. Después se supo que existía hasta una imposibilidad jurídica: para poder depositar los restos allí y abrirlo al público, debían pedir habilitaciones especiales a las autoridades comunales.
Los juegos que integraron ese descomunal parque de diversiones privado fueron vendidos a distintos compradores. Fue lo primero que se desmanteló apenas Michael Jackson realizó la operación inmobiliaria en la que se desprendió de Neverland. Esos juegos hoy están distribuidos en distintas ferias y parques de Estados Unidos. Algunos parecen una atracción más, como cualquier otra. En otros una placa consigna su origen: “Este juego fue construido originalmente para Neverland, la propiedad de Michael Jackson”.
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