Se conocieron en una gala benéfica, el Pride of Britain Awards, en mayo de 1999. Paul McCartney hacía más de un año que estaba viudo. Había envejecido. El dolor por la muerte de Linda lo aplastaba. Hablaba todo el tiempo de ella. Hasta decía que en su casa rural de Sussex recibía mensajes desde el más allá de su esposa. No miraba a ninguna mujer con interés, ni deseo. Creyó que el amor era una etapa pasada, que nunca lo iba a volver a lograr. Todo cambió esa noche. En medio de la entrega de premios a ONGs, mecenas y héroes solidarios, el Beatle vio a esa hermosa y llamativa mujer atravesar el escenario para recibir el galardón en nombre de su fundación. Era joven y decidida. Un ardor recorrió el cuerpo de Paul, algo que había estado apagado durante mucho tiempo se encendió. Preguntó quién era la rubia de vestido rojo ajustado. Le contaron.
Heather Mills era una modelo que con su fundación repartía prótesis de extremidades para amputados en todo el mundo. También proclamaba el cuidado del medio ambiente e instaba a una alimentación vegana, clamando por la preservación de los animales. Era una encendida activista contra las minas antipersonales. Le contaron también que había perdido una pierna en un accidente unos años antes.
El 8 de agosto de 1993, Heather Mills, de 25 años, caminaba por Londres junto a Rafaelle Mincione, su novio de entonces, un financista que trabajaba para un banco japonés. Mientras cruzaban Kensington Road, una pequeña caravana de motos policiales, rauda, atravesó la avenida en persecución de un delincuente. La última moto policial la arrolló. Heather fue levantada varios metros y cayó pesadamente sobre la vereda después de girar sobre sí misma. Hubo gritos y hasta algún desmayado por la cantidad de sangre que inundó parte de la acera. La joven respiraba con mucha dificultad. El cuadro parecía muy grave. La pierna izquierda estaba destrozada. La pantorrilla había sido el punto de contacto con la moto. La llevaron al hospital más cercano. Su estado fue reservado durante días. Varias costillas rotas, un pulmón perforado y la pierna deshecha. Los médicos decidieron amputar parte de la extremidad. El corte fue alrededor de 15 centímetros debajo de la rodilla. Días después otra operación para amputar un sector más de la pierna.
La recuperación sorprendió a los médicos. Fue lenta pero progresiva. En poco más de un año, Mills, después de varias intervenciones quirúrgicas y de varios reemplazos de la prótesis mientras el muñón se achicaba, organizó una fundación para entregar esas prótesis descartadas a víctimas croatas de la Guerra de los Balcanes. Su caso fue conocido por la prensa y vendió su historia a uno de los tabloides más populares en casi 300.000 dólares. Por parte de la policía londinense recibió una indemnización que duplicaba, al menos, esa cifra. También publicó su autobiografía. Heather se había convertido en una celebridad (módica, es cierto) y en un ejemplo de vida. Sus ganas de vivir, su resiliencia y la manera de encauzar la energía en labores benéficas, dejando de lado el resentimiento, provocó la atención y la admiración de los británicos.
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Después de esa entrega de premios, Paul se contactó con Heather. Al principio camufló su interés en la mujer preguntando por las actividades de su fundación y realizando una generosa donación de varios cientos de miles de libras. A las pocas semanas, Heather compuso un tema musical para recaudar fondos y le pidió colaboración a Paul. A partir de ese momento comenzaron a salir. Durante unos meses lograron esquivar a la prensa pese a los rumores persistentes. En enero del 2000 hicieron su presentación oficial como pareja durante el cumpleaños 32 de Heather. Durante varias semanas fue uno de los principales temas de los tabloides ingleses. El primer amor de Paul después de la muerte de Linda y de sus tres décadas de monogamia, la historia de superación de Heather, la diferencia de casi 27 años de edad entre ellos. En esas primeras notas se repetía la historia de vida que Heather había cincelado en sus memorias, publicadas unos años antes. Un abuso siendo muy chica por parte de un vecino, el abandono del colegio y de su hogar a los 14 años, los trabajos peligrosos en la adolescencia, sus primeras oportunidades como modelo, el afianzamiento profesional, su primer matrimonio a los 21 años y, naturalmente, el accidente, la amputación y el modo en que salió a delante y convirtió su desgracia en una oportunidad para ayudar a los otros. Pero con el transcurrir de las semanas comenzaron a aparecer aquellos que desmentían mucho (por no decir todo) de lo que Heather había construido acerca de su pasado. Una de sus ex parejas la describió como una mitómana y contó que había recibido tratamiento profesional para intentar morigerar su inclinación natural para la mentira y la fabulación. También aparecieron historias de doble vida, de affaires simultáneos con varios hombres y hasta de estafas y manejos sospechosos de fondos.
A Paul nada de esto pareció importarle. Se lo veía enamorado y rejuvenecido. La vida le había dado una nueva oportunidad. Los rumores de la prensa, la aparición de viejos amores y hasta de antiguas víctimas de su nueva novia, no lo afectó. Estaba acostumbrado: hacía casi cuatro décadas que lidiaba con la prensa sensacionalista.
Hubo también voces amigas de McCartney que trataron de alejarlo de ella. Veían actitudes que no le gustaban. Por ejemplo, Eric Stewart, guitarrista de la banda 10CC, le escribió una carta a Paul advirtiéndole sobre la inconveniencia de continuar la relación con Heather. Paul nunca la respondió. Tampoco volvió a atenderlo por teléfono. Otros le decían que era demasiado ambiciosa, una auténtica cazafortunas. Paul respondía casi sin hablar, mostrándoles cómo había cambiado su vida en esos meses.
De todas maneras la transformación de Paul era evidente. Estaba enérgico, nuevamente activo, con entusiasmo, con muchos proyectos y feliz. Hasta se sentía más inspirado musicalmente. La pareja se iba de vacaciones, aparecía en galas benéficas, en entrega de premios y asistían a fiestas de la sociedad británica.
Se casaron en 2002. Habían pasado cuatro años desde la muerte de Linda. En la ceremonia se tocó Heather, la canción que Paul había compuesto para su nueva esposa y que ya había sido editada en el álbum Driving Rain. También, por supuesto, All You Need Is Love. Desde la boda, Heather casi no volvió a conceder entrevistas sola. Lo hacían juntos o ella no aparecía. Se rumoreaba que era un pedido/exigencia de Paul. Tiempo después se supo que unos meses después del casamiento, Heather perdió un embarazo (en su primer matrimonio había perdido otros dos). El 28 de octubre de 2003, nació Beatrice, la hija de ambos y la menor de McCartney. En los medios se los veía como una familia feliz.
Los rumores sobre momentos ríspidos en el matrimonio no tardaron en circular. En 2006 se confirmó que estaban separados. En 2007 Heather apareció con frecuencia en los medios. La relación era irrecuperable y lo que ahora estaba en juego era la disolución de la sociedad conyugal. Y también la posibilidad de Heather de continuar en los medios y de forjar su imagen. Acusó del fin de su matrimonio a Stella McCartney, una de las hijas de Paul con Linda. Dijo que era malvada, celosa, que siempre la había odiado y que había hecho todo lo posible para separarlos. Las acusaciones las esparció al resto de los McCartneys y también a varios de sus amigos. Heather se mostraba belicosa. Mientras tanto cada vez quedaba más claro que no se llegaría a un acuerdo pacífico en la división de bienes y en la cuota alimentaria de Beatrice.
Paul se había convertido en carne de tabloide. Su nombre aparecía en las portadas de los diarios sensacionalistas con una frecuencia inusual en sus más de cuatro décadas de vida pública. La mayoría de las veces era presentado como víctima ingenua ante la perfidia de Heather, otras pocas como el villano, como un ser violento.
En lo único que se habían puesto de acuerdo era en firmar un pacto de confidencialidad para que ninguna de las presentaciones y alegaciones hechas en el juicio llegaran a la prensa.
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A pesar de eso se filtró una presentación confidencial de Heather ante la justicia en la que lo acusaba de haberlo empujado en la bañadera mientras estaba embarazada, de vivir fumando marihuana, de alcohólico, de que en una fiesta la había lanzado contra una mesa de madera y hasta que en una ocasión la había cortado con una botella de vino rota. Otra imputación: Paul era un hombre muy tacaño y no respondía a sus pedidos de que donara dinero para las causas que ella apoyaba. También en la pausa de un programa televisivo, Heather dio a entender que Paul había sido violento con Linda varias veces durante el matrimonio. Heather le contaba a quien quisiera escucharlo que tenía centenares de horas de grabaciones íntimas con Paul, la mayoría eran de sus peleas. Al mismo tiempo amenazaba con contar algunos detalles sexuales de su relación.
Los abogados de Paul respondieron con extractos de un libro de autoayuda publicado bajo el nombre de Heather en el que hablaba maravillas de Paul como marido y como padre, y en los que mostraba los cuidados permanentes que le prodigaba.
Al mismo tiempo, los periodistas volvieron a indagar en la historia de Heather. Fueron en busca de testigos y protagonistas que demolieran las historias que ella había contado sobre su pasado. De sus memorias publicadas en 1995 poco quedó en pie.
El pico del escándalo se dio cuando se conocieron las pretensiones económicas de Heather. Había pedido que intervinieron la empresa de Paul y que sus contadores presentaran todos los papeles. Exigió 125 millones de libras. Paul ofreció 12 millones. Las audiencias judiciales centraron la atención mediática en esos días de marzo de 2008. Heather se representó a ella misma. Con énfasis y algunos excesos emocionales. Obtuvo 24 millones de libras. Y el pago anual de casi 40.000 libras más para la educación de Beatrice.
En la sentencia dictada 15 años atrás, el juez fue duro con ella y su conducta en la sentencia y también con las desmedidas pretensiones económicas. Elogió la actitud recatada y medida de Paul.
Desde el principio del escándalo, los medios y la opinión pública se pusieron de parte de su héroe, del Beatle Paul. Las acusaciones de Heather fueron desoídas. Es cierto que no presentó ninguna prueba de sus alegaciones y que sus pretensiones económicas se demostraron absolutamente desmesuradas. Los medios no mostraron timidez alguna en tratar a Heather como a una loca y de culparla de todo lo malo que había sucedido en la pareja.
En esa demolición colectiva, por ejemplo, el diario The Sun, en una de sus portadas, puso una foto de ella en la portada y una lista con seis palabras en letras catástrofe y un cuadrado para tildar lo que correspondía. Los seis rubros, los seis calificativos que se le adjudicaban a Heather eran: “Puta, mentirosa, mitómana, ladrona, estrella porno, problemática”.
Paul era el cándido viudo que había sido engañado en su buena fe y que había caído en manos de una desequilibrada y de una cazafortunas. La idolatría de Paul no se podía poner en dudas (en realidad lo único que no admite dudas es el talento descomunal, el genio de Paul).
En la actualidad los medios hubieran tenido otra actitud. Aunque se desconoce si hubiera sido más cauta. Tal vez los señalamientos sobre Paul se hubieran dado por válidos sin requerir pruebas, sin necesidad de que se demuestren las acusaciones. Ante acusaciones similares y ante elementos probatorios idénticos se sospecha que la reacción de la opinión pública, empujada por la lógica de época hubiera sido diametralmente opuesta.
Lo que se necesita es un equilibrio en estas situaciones. Ni acusar de inmediato de desequilibrada a una de las partes, como se hizo con saña y persistencia respecto a Heather, ni exculpar a uno de los integrantes de la pareja como se hizo en su momento a Paul sin más argumento que la idolatría que nos genera, ni mucho menos convertirlo en culpable de manera fulminante sólo porque es acusado en medio de un conflicto de pareja con muchos millones en juego. Estos procesos siguen necesitando de elementos probatorios para tomar una decisión en la que reinen la justicia y la equidad. Los linchamientos mediáticos de ídolos populares o de sus ignotas parejas, según el caso, nunca son la solución ni, obviamente, una respuesta justa y humana a la situación.
Heather, años después, recordó que cuando se encontraron por primera vez Paul estaba en un pozo anímico, estaba deshecho luego de su viudez. Y que fue ella y el romance que forjaron lo que le hizo recuperar las ganas de vivir.
Un par de años atrás, Heather Mills se volvió a casar con un productor 17 años más joven que ella. Sigue apareciendo en fiestas y reuniones benéficas. A los 55 años se la ve espléndida.
Paul ya cumplió 80. Se casó, también por tercera vez, en 2011 con Nancy Shevell. Por fortuna sigue sacando discos y presentándose en vivo. La esperanza de que baje a Sudámerica en su próxima gira se mantiene intacta.
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