Blake Leibel vivía una vida de lujo en Los Ángeles, California. El joven que ya soñaba con dedicarse a la escritura de historias era hijo de Lorne Leibel, marinero del equipo olímpico de 1979 de ese país y destacado desarrollador inmobiliario. Luego del fallecimiento de sus padres, heredó la mayor parte de su patrimonio, incluida la lujosa casa en Forest Hill, que vendió por 5,5 millones de dólares.
Ya afincado en California, Leibel dirigió varios episodios de la adaptación de dibujos animados de la película Meatballs, y coescribió varias novelas gráficas y una “serie de cómics de ópera espacial”.
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También ayudó a dirigir una editorial que publicó un cómic en sociedad con Wilmer Valderrama. Estaba casado, tenía dos hijos pequeños y la familia vivía en Beverly Hills. Pero detrás de esa cáscara, el joven Leibel casi no tenía ingresos. Sus productos fracasaban uno detrás del otro. En 2015, solicitó el divorcio y poco después conoció a su nueva novia, la ucraniana Iana Kasian. La protagonista de esta historia de horror y sangre.
La novela que anticipó el horror
En 2010, Leibel había escrito la novela gráfica “Síndrome”. La trama sigue la búsqueda de un médico para aislar la raíz del mal en el cerebro y prueba su experimento con un asesino en serie. En el caso de que la vida imitara al arte, Leibel más tarde asesinaría brutalmente a Kasian en un crimen que, según se decía, “seguía el guión” de su propia creación.
En “Síndrome”, Leibel se mostró obsesionado con la brutalidad. En las páginas de la obra literaria aparecen mujeres decapitadas y otras ensangrentadas sobre alguna cama. “Al final, todos nos convertimos en monstruos”, escribió Blake en una de las páginas de su libro.
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Kasian había nacido en Ucrania y vivió en Kiev hasta los 20 años. En 2014, se mudó a Los Ángeles con una visa de estudiante. Allí conoció y comenzó a salir con Leibel, mientras terminaba sus estudios de Derecho.
Iana había tenido un hijo con Leibel y la pareja ya convivía en un departamento amplio de Hollywood. Una semana antes del crimen, el escritor había sido acusado de un delito grave de violación pero estaba libre con una fianza de 100.000 dólares. Es en ese momento, en que se produjo el clic. Apenas enterada de la situación, Kasian se fue del departamento que compartía con Blake. Se mudó con su mamá, quien estaba de visita desde Ucrania para ayudar con el bebé recién nacido de la pareja. Aún así nada pudo impedir que el escritor cumpliera al pie de la letra lo que había escrito en su novela “Síndrome”.
Leibel torturó a Kasian, cortó partes de su cuerpo y las esparció en su casa de Hollywood. Los restos de Kasian fueron hallados mutilado, sin sangre y cubierto con una manta roja de Mickey Mouse en la casa de Leibel en mayo de 2016.
La chica había llegado engañada hasta allí. El escritor la llamó porque supuestamente tenían que “arreglar el régimen de visitas” del hijo que tenían en común. La chica aceptó porque pensaba que su expareja había cambiado y quería que su bebé creciera con su padre. Lamentablemente entraba en una trampa de la que jamás saldría.
Los detalles de la autopsia
El informe de la autopsia de Kasian reveló que partes del lado derecho de la cara de la mujer de 30 años fueron arrancadas en el brutal asesinato antes de que muriera. Los investigadores encontraron trozos de carne dentro de la habitación, y parte del cuero cabelludo y la oreja de Kasian se encontraron en un contenedor de basura en el fondo del vertedero de basura fuera de la casa, informó NBC .
Los detalles de la necropsia de la chica dejaron petrificados a los policías y médicos con más experiencia de California. Es que el Departamento del Médico Forense de Los Ángeles dictaminó que la causa de la muerte de Kasian fue la exanguinación, el acto de drenar la sangre de una persona hasta dejarla vacía.
Pero antes de ser asesinada en forma cruel, Iana estuvo dos días secuestrada por Leibel. Allí vivió un infierno que se llevó a la tumba.
El detalle de esos momentos lo contó Olga, la mamá de la víctima. Angustiada porque no había sabido nada de su hija durante dos días, la mujer fue en busca de Iana el 24 de mayo de 2016 a la casa de Leibel. Antes, había hecho decenas de llamadas, mensajes de texto y correos electrónicos que no fueran respondidos. Cada uno de esos intentos de comunicación habían caído en un silencio que preocupaba a la ucraniana.
El día anterior, Iana había ido a comprar un cochecito para su bebé. Fue la última vez que Olga vería a su hija con vida. Tras varios intentos y luego de armar un escándalo en la comisaría, dos oficiales intentaron realizar un control para saber si Iana estaba en el departamento que había compartido con Leibel en Holloway Drive en West Hollywood. No tuvieron respuestas.
La desesperación de una madre
Pasaban los días y Iana no aparecía. Entonces, ante la inacción policial, Olga fue sola hasta la casa de Leibel y se paró en la vereda de enfrente. Desde allí gritaba el nombre de Leibel y le preguntaba por su hija. “¡Abrí la puerta!”, vociferaba la madre desesperada. En un momento, vio que Leibel se acercó a la ventana, la cerró y desaparaeció. En esos momentos, Iana estaba sufriendo los más atroces tormentos por parte del escritor de comics.
La policía lo intentó varias veces más pero nunca pudo lograr entrar al departamento. Leibel estaba bien asesorado y argumentaba con leyes y enmiendas de la Constitución de Estados Unidos que protegían su privacidad. Los detectives incluso intentaron una artimaña para atraer a escritor, fingiendo irse cuando en realidad se estaban escondiendo a corta distancia. Pero nadie abrió la puerta.
Olga insistió y en un llamado desesperado al 911 hizo que los oficiales tomarán la determinación de irrumpir en la casa de Leibel. Allí se encontraron ya con el escenario del horror.
Todas las pruebas contra Blake Leibel
Leibel se mantuvo en silencio durante todo el juicio. Gran parte del caso de la fiscalía se basó en lo que la policía y los expertos forenses finalmente reconstruyeron de la escena del crimen, la casa del asesino.
Todas esas pruebas forenses y físicas, todas las cuales señalaron a Leibel como el asesino. Un patólogo forense explicó cómo la sangre encontrada en todo la casa coincidía con la de la víctima y cómo el ADN hallado en la escena del crimen pertenecía tanto a Iana Kasian como a Leibel, las únicas dos personas que estaban dentro del departamento en el momento del asesinato.
Los especialistas, además, encontraron sangre en el tubo de desagüe de la cocina y pedazos de carne del cuerpo mutilado de Kasian en la cama y en el suelo. Una sábana tenía huellas de manos distintas que coincidían exactamente con la mano de Leibel, y el jurado las distinguió fácilmente porque al escritor le falta una parte del dedo meñique derecho.
En el sótano, la policía halló 11 bolsas de basura que contenían sábanas y ropa ensangrentadas, partes del cuerpo de Kasian y mechones de su cabello y cuero cabelludo.
Eso no fue todo, en sus testimonios los policías describieron cómo hallaron a la víctima y su asesino. “El cuerpo de la chica estaba en la cama y Leibel estaba a su lado con la mirada perdida. Cuando dimos la orden de alto, ni se inmutó y siguió como en shock sin inmutarse”, dijo uno de los oficiales que testificaron en el juicio.
Con los informes de los peritos, los fiscales llegaron a la conclusión de que Blake había estado acostado junto al cuerpo de la mamá de su hijo. Además, el asesino había intentado limpiar la escena del crimen antes de que llegara la policía. Pero no tuvo tiempo para limpiar toda la sangre y los pedazos de cuerpo de Kasian que estaban desperdigados por su casa.
Durante el juicio, la fiscalía mostró mensajes de texto de Leibel pidiendo comida, mientras su exnovia se desangraba frente a él. Al delivery le pidió que no llamara a la puerta, sino que dejara la comida afuera.
En las horas previas a que la policía derribara la puerta, Blake había llamado a su contador, Stephen Green, quien se apresuró a ayudarlo. Las imágenes de video lo mostraron corriendo por el vestíbulo y entrando en el ascensor. Green testificó que cuando llegó, ayudó a la policía a tratar de sacar a Leibel de la habitación. En un momento, Leibel le pidió a Green que le pasara algo de ropa de la sala de estar. Green lo hizo, pero no antes de que la policía tuviera la oportunidad de registrarlos, luego de lo cual encontraron un pasaporte y 4.000 dólares en efectivo, que Silverman supuso más tarde que podría haber sido el plan de escape del asesino.
En el momento del alegato final del fiscal y de cara al jurado, Olga Kasian mostró dos fotos de su hija. Una sonriente cuando llevaba una vida normal y estaba llena de sueños tras haber emigrado a Estados Unidos desde Ucrania. Y otra con la cara desfigurada y ya vaciada de sangre del momento que su cuerpo fue hallado por la policía en la cama de su asesino.
Tras un corto cuarto intermedio el jurado declaró a Blake Leibel culpable por el crimen de Iana Kasian. Luego, fue condenado a cadena perpetua por torturar asesinar mediante el drenaje de toda la sangre del cuerpo de la joven que dos meses antes había dado a luz al hijo de ambos.
Vestido con un saco azul y una camisa blanca impoluta, Leibel permaneció inmóvil, de pie y mirando al frente mientras un empleado se levantaba para leer el veredicto. Una vez condenado, el asesino esperó a que los guardias lo llevaran de nuevo a la cárcel, sin pronunciar una sola palabra de arrepentimiento.
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