Ashton Kutcher no tenía alternativa. Cuando él y su mujer, la actriz Mila Kunis, fueron convocados para la secuela de la sitcom para adolescentes en la que se conocieron hace veinticinco años, ella fue tajante: “Le debemos nuestras carreras enteras a este show. No importa el guión, tenemos que hacerlo”.
That 90′s show se estrenó hace un par de semanas con la participación de la pareja en el primer episodio. En la ficción, Michael Kelso y Jackie Burkhart están por volver a casarse y se visten como yuppies: su relación fue y vino con el tiempo, pero siguen enamorados y tienen un hijo. El público sabe que la realidad también dio varias vueltas, de ser amigos incondicionales por más de una década, a reencontrarse y formar uno de los matrimonios jóvenes más sólidos de Hollywood.
Kunis no exageró al decirle a su marido que ambos le deben sus carreras (y sus vidas actuales) a That 70′s show (1998-2006). La serie original marcó el salto de Kutcher a la fama. Su rol ni siquiera era protagónico: Kelso era uno de los amigos de Eric Forman que se juntaban en el sótano de su casa de un pueblo imaginario de Wisconsin, en plena era de la psicodelia. El personaje del deportista hueco y popular, pero simpático y querible, atravesaba la pantalla no sólo porque era gracioso, sino por su belleza. Los estudios acababan de descubrir a uno de los hombres más sexies de su generación: sólo era cuestión de explotar al máximo el estereotipo del chico lindo y tonto.
Kutcher tenía 20 años y hacía sólo uno que había llegado de Iowa a Nueva York con sólo US$100 en el bolsillo. Más del doble que Madonna –que suele recordar que sólo llevaba US$35 cuando llegó a la Gran Manzana–, pero sin mucha idea de en qué se estaba metiendo. Su paso por la Universidad había sido brevísimo. Entró para estudiar Ingeniería Química, pero vivía de fiesta. Lo echaron de su cuarto en el campus por “ruidoso y salvaje” y él mismo confesó que “jugaba tan duro que me sorprende no haber terminado muerto. La mayoría de los días me despertaba sin saber qué había pasado la noche anterior”.
Tuvo suerte: una de esas noches un scouter de modelos lo fichó en un bar y lo inscribió en un concurso local de nuevos talentos. El premio por quedar primero fue un contrato con la agencia Next y un pasaje a Nueva York en clase turista. Vivía en un departamento con un montón de modelos hacinados y ganaba una miseria. Su padre no aprobaba su decisión de dejar la facultad y quería que por lo menos regresara a Cedar Rapids a trabajar en la misma fábrica de molinos que él, así que tampoco colaboraba con su economía. “Estaba quebrado, pero no quería que nadie me dijera que tenía que volver”, contó el actor en la entrevista de tapa que le hizo Esquire la semana pasada a propósito de la comedia romántica You Place or Mine, con Reese Witherspoon, que Netflix estrenará este viernes.
Entonces terminó por tomar un colectivo de larga distancia, pero no para volver a su ciudad, sino para audicionar en Los Ángeles. Fueron 48 horas de viaje, pero valieron la pena. Kutcher se probó en dos pilotos para televisión y quedó en los dos elencos, así que tuvo que elegir. La serie que definiría mucho más que su futuro artístico debutó en Fox el 23 de agosto de 1998.
Pero ese chico aparentemente superficial y sin mucho en la cabeza había pasado por pruebas mucho más duras. Nacido el 7 de febrero de 1978 como Christopher Ashton Kutcher en una familia católica y “relativamente conservadora”, su hermano mellizo, Michael, llegó al mundo con parálisis cerebral. Con una hermana mayor, Tausha, y un hermano que requería atención constante, Ashton se pasó la infancia y la adolescencia tratando de que también lo vieran.
Cuando tenía 13 años, Michael entró en lista de espera por un trasplante de corazón. En 2005, Kutcher le dijo al sitio Hollywood.com que en ese momento pensó en suicidarse para poder ser donante de su gemelo. Había planeado saltar del balcón del hospital justo antes de saber que había aparecido un corazón. Poco después entró a robar a su propio colegio, por lo que fue detenido y acusado de hurto. No fue a la cárcel, pero se convirtió en el chico problemático del pueblo. Se la pasaba en la calle para no lidiar con el dolor de ver a su hermano enfermo.
El estigma del inadaptado lo sobrevoló de nuevo en 2003, cuando alcanzó su pico de popularidad. That 70′s show era un éxito y le había abierto las puertas para interpretar galanes de película más o menos igual de tontos que Kelso. Actuó en el film de culto Dude, Where’s My Car? (2000) y en la taquillera Just Married (2003) con la actriz del momento, Brittany Murphy. Ese año comenzó a producir y conducir por MTV el reality Punk’d, con cámaras ocultas a famosos y lo invitaron a ser anfitrión de Saturday Night Live. Salía en las tapas de las revistas más importantes de la industria. Además, conoció a Demi Moore.
La actriz tenía 40 años y acababa de dejar al mundo boquiabierto con su papel en Los ángeles de Charlie, donde quedaba claro que su cuerpo perfecto no tenía nada que envidiarle a un elenco de estrellas una década más jóvenes. Se había divorciado en el 2000 y tenía tres hijas. Su noviazgo con un galán de 25 era la frutilla del postre para que los tabloides los persiguieran a sol y a sombra.
Parecía un romance pasajero, pero ellos se enamoraron en serio. Se casaron en 2005 y Kutcher se hizo cargo de esas tres niñas de ocho, diez y doce años con las que aún tiene un fuerte vínculo. “Era una responsabilidad enorme para alguien de mi edad”, le dijo a Esquire hace unos días, y contó que se quedaba con las Scot, Tallulah y Rumer cada vez que Moore viajaba por rodajes o presentaciones.
Ella lo contó en 2019 en sus memorias –para enojo de Kutcher–. En esa época tuvo una recaída en el alcohol y perdió un embarazo de seis meses. La beba iba a llamarse Chaplin Ray, y Kutcher habló por primera vez del tema con Esquire. “Perder un hijo que creés que vas a tener y tan cerca de que llegue es realmente muy muy doloroso –dijo–. Cada uno lo procesa como puede”.
Aunque siguieron intentando por años diferentes métodos de fertilización, la relación entró en una espiral destructiva. El final fue público y tormentoso, con Moore acusándolo de infidelidad y con sus vidas doblemente expuestas en pleno auge de las redes sociales: los Kutcher-Moore fueron una de las primeras parejas que interactuaron en público en Twitter, donde él aún es un usuario muy activo. La ruptura, en 2011, y con la opinión pública y hasta sus colegas señalándolo por sus desprolijidades, fue devastadora. “Nada te hace sentir más fracasado que el divorcio. Fallaste como marido, en el matrimonio”, dijo el actor en su última entrevista. Y aceptó que entonces tuvo que enfrentar la realidad: “Entender que mis errores eran míos, y seguir adelante”.
Un año más tarde, algo en la relación con su vieja amiga y compañera Mila Kunis cambió casi sin que se dieran cuenta. “Lo que hizo que las cosas se aceleraran con Mila es que yo siempre la había admirado. Su talento, sus habilidades, sus dones… Sabía que no me necesitaba y yo tampoco a ella. Y los dos conocíamos la mierda de cada uno”, confió. Tanto que Mila no dudaba en decirle: “Eras un idiota cuando nos conocimos”. Algo que él repite ahora: “Tiene razón, fui un idiota mucho tiempo”.
Junto a Kunis, dejó el alcohol y las drogas. Hace una década que ni siquiera fuma marihuana.
Su hija Wyatt (8) nació en 2014. Se casaron al año siguiente. Y un año después llegó Dimitri (6). Para entonces Kutcher se había convertido en el actor mejor pago de la televisión por una papel que no le trajo demasiadas satisfacciones, como el reemplazo de Charlie Sheen en Two and a half men. “Financieramente, era una idea genial. No tanto para mi carrera”, dijo.
Pero a la vez, fue la oportunidad para hacerse fuerte en otro trabajo, como inversor de compañías tecnológicas. Ganó una considerable fortuna apostando a Airbnb, Pinterest, Uber y Spotify. Y eso le permitió un lujo que no se había dado hasta entonces: elegir sus papeles. Your place or mine, que marcó su regreso a un protagónico en cine después de nueve años debió filmarse en Georgia, pero Kutcher prefirió asumir el costo de rodar en Los Ángeles para estar cerca de su familia. Su rutina es simple: desayuno con su mujer y sus hijos, llevarlos al colegio y volver a la oficina que tiene en su casa. Casi siempre está más ocupado con sus inversiones que con la actuación.
Kunis no es la única del elenco de That 70′s que sigue presente en su vida. Todos en el elenco son grandes amigos y Kutcher incluso produjo y coprotagonizó la serie The ranch con Danny Masterson, que no estuvo en el reboot de la sitcom porque está acusado de violación. Dice que su amigo era el líder de la banda original, el que le decía a aquel grupo de actores principiantes que un éxito así era algo excepcional y había que cuidarlo cuidándose a ellos mismos. También que espera que se demuestre su inocencia, no que se libre de los cargos. Quiere que ese amigo que fue siempre un ejemplo realmente lo sea. Nunca dejaron de hablarse.
En 2019 sufrió un cimbronazo personal cuando, después de tener fuertes migrañas, lo diagnosticaron con vasculitis, una enfermedad autoinmune por la que se inflaman los vasos sanguíneos. Pasó semanas internado, luchando contra el vértigo que no lo dejaba caminar ni hablar. Le tomó los dos años de pandemia recuperarse y aunque los médicos le indicaron que hiciera vida normal, él decidió probar que puede más: escala montañas, aprendió a esquiar y hace unos meses corrió la maratón de Nueva York.
Hoy mantiene su vida personal lo más alejada posible del ojo público; tanto, que con Kunis sólo comenzaron a ir juntos a eventos en 2017. Y hasta limó asperezas con Moore: hace poco su ex participó de una publicidad con su mujer actual en la que ambas bromeaban sobre lo mucho que tienen “en común”. Festejó como argentino el triunfo de la selección argentina en el Mundial de Qatar y no pierde oportunidad para elogiar a Lionel Messi.
Nunca quiso que su enfermedad trascendiera, pero el año pasado, en un especial del programa de National Geographic Running Wild with Bear Grylls: The Challenge, Kutcher le contó en off the record su condición al conductor. La producción, sin embargo, decidió mantener ese fragmento. En ese momento entendió el enojo de su hermano Michael cuando él –“en plena época de idiota”– reveló en una nota y sin consultarle que sufría parálisis cerebral. “Cada vez que sentís lástima por mí, me minimizás. Esta es la única vida que conozco y la única experiencia que voy a tener. No la minimices”, le dijo su gemelo. Es lo mismo que siente él: no quiere que le tengan lástima.
En estos años alejado de la pantalla –salvo por un papel secundario, pero muy elogiado, en Vengeance, el debut como director de su compañero en Punk’d, B.J. Novak–, llegó a pensar que no volvería a actuar. Dice que no tenía previsto anunciarlo, pero se repetía que estaba terminado. Sin embargo, mientras celebra sus 45, disfruta de un regreso triunfal. Otra vez está en la cresta de la ola, la diferencia es que ya no es un tonto.
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