En la ciudad de Moscow, Idaho, Estados Unidos, se respira en estos últimos días una relativa calma. El miedo ha desacelerado el paso y ya no les muerde los talones a sus habitantes quienes se atreven a caminar por sus calles nuevamente. Algunos estudiantes universitarios planean su retorno a clases, aunque todavía la clásica algarabía del lugar brilla por su ausencia.
El pasado 30 de diciembre un equipo Swat, conformado por fuerzas de elite norteamericanas, detuvo al primer y único sospechoso de la masacre ocurrida en la madrugada del domingo 13 de noviembre pasado, en una casa de tres pisos que alquilaban cinco estudiantes de la Universidad de Idaho, sobre la calle King, a metros del campus. Kaylee Goncalves (21), Madison Mogen (21), Xana Kernodle (20) y su novio Ethan Chapin (20) fueron brutalmente asesinados en medio de la noche por alguien que blandía un cuchillo nada convencional, con una hoja especialmente larga.
Siete semanas de terror siguieron al crimen. La población shockeada pedía respuestas inmediatas. El destacamento de la policía local recibió ayuda del estado de Idaho y del FBI. Con el desembarco de los expertos se armó un equipo de 130 personas que se abocaron, día y noche, a resolver el caso. Pero lo único que tenían parecía escaso: muestras de la escena del crimen que se mandaron a analizar e imágenes de cámaras callejeras de un auto blanco que circulaba cerca de la zona de los homicidios y a la hora crucial. No más que eso.
Resumen mortal
La enorme casona de madera gris, de más de 200 metros cuadrados, solía ser el centro de ruidosas fiestas de las que algunos vecinos se quejaban. Nada grave pero, en los últimos meses, la policía local había acudido varias veces para pedirles que bajaran la música. La vivienda era compartida por las tres víctimas mujeres (Kernodle, Mogen y Goncalves) y las dos afortunadas sobrevivientes: Bethany Funke y Dylan Mortensen.
La madrugada del domingo 13, a las dos de la mañana, ya estaban todos en casa, incluido el novio de Xana Kernodle, Ethan Chapin, quien cada tanto se quedaba a dormir. Ser muchos no les sirvió de nada. El asesino (o los asesinos, aún no se sabe) lo tenía muy bien pensado. Ingresó sigilosamente y deambuló, piso por piso, y los fue asesinando con su extraño cuchillo, uno a uno.
La matanza -se sabe por las pericias- enfrentó alguna resistencia, pero el intruso logró su objetivo y pudo escapar.
Se dijo, al principio, que las dos chicas sobrevivientes dormían profundamente durante la orgía de crímenes, pero muchos creen que eso no podría ser así. Más bien están convencidos de que se salvaron porque en las habitaciones en las que estaban durmiendo tenían puesto el cerrojo. O, podríamos pensar también, que cerraron con llave luego de escuchar ruidos extraños. Si bien sus declaraciones no se dieron a conocer, lo que se comenta en las redes locales es que en esa casa de madera todo cruje a cada paso y que la salvaje carnicería no podría haber sido demasiado silenciosa teniendo en cuenta que algunas de las víctimas tenían heridas defensivas.
Además, hay un dato perturbador: diez llamadas que, desde sus celulares, hicieron Kaylee y Madison entre las 2.26 y las 2.52 al ex novio de Kaylee: Jack DuCoeur. Él dormía y no respondió. ¿Qué estaba pasando en la casa para que ellas lo llamaran insistentemente? ¿Estaban desesperadas? Las dos amigas aparecieron asesinadas en la misma habitación, a pesar de que cada una tenía la suya. ¿Habían intentado llamar a DeCoeur aterradas porque escuchaban el avance del asesino?
Los peritos sostienen que, a partir de las 3 de la mañana, ya todas las víctimas habían muerto bajo el filo de las cuchilladas.
Fue recién por la mañana que Bethany y Dylan “despertaron” y llamaron a sus compañeros de la universidad para que fueran a asistirlas porque algo pasaba. Ellos fueron quienes se comunicaron con el 911.
Cuando llegaron los paramédicos y la policía, había estudiantes en la puerta llorando y la escena dentro de la casa resultó sumamente sangrienta. La sangre chorreaba por las paredes internas. ¿Qué había pasado intramuros? ¿Quién o quiénes eran el objetivo principal del asesino?
Los ex novios, las parejas, un vecino, las sobrevivientes… todos eran mirados de reojo y con desconfianza.
La policía cercó el lugar y se dedicó a reconstruir los últimos días y, en especial, la noche final de las víctimas. Las cámaras de seguridad de las calles fueron de gran ayuda para armar los itinerarios de sus pasos. El arma asesina no estaba en ningún lado.
Desde el principio, el hermetismo policial fue total. Algunas de las familias de las víctimas interpretaron la falta de información como un descuido para con ellos o inoperancia. Los investigadores, por su lado, comenzaron a pedir ayuda a la población. Alguien tenía que haber visto algo y debía contarlo, aunque pareciera insignificante podía ser vital para la pesquisa.
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El misterioso auto blanco
De las miles de horas de video analizadas hubo unos segundos llamativos. La cinta la aportó un joven que trabajaba en una estación de servicio Exxon Mobil, cercana a la escena del crimen: revisando la filmación, minuto a minuto, vio cruzar por allí, a las 3.45 de la madrugada del 13 de noviembre, un Hyundai Elantra blanco. Se le ocurrió que podía ser de interés y se los acercó a los expertos. La policía tomó nota. Determinaron que el modelo podría ser del año 2011 al 2013. En la zona había unos 22 mil autos de ese tipo. Tendrían que analizar uno por uno y ver cuál de ellos era el que estaba grabado. Solo era un dato y podría no significar nada.
Moscow, mientras tanto, se vaciaba de estudiantes que anticiparon sus vacaciones navideñas incentivados por sus padres a que escaparan de allí cuanto antes. El miedo se palpaba en el aire. Los bares empezaron a cerrar temprano para que sus empleados y clientes no tuvieran que andar solos de noche por las calles.
Un asesino andaba suelto y demasiado cerca.
La revolución de la genética
¿Quién había estado conduciendo ese auto blanco aquella madrugada de sangre? ¿Podría tener que ver con los crímenes?
Había que encontrar una aguja en un pajar.
Al mismo tiempo, todos los rastros biológicos hallados en la casa de los homicidios, fueron enviados al laboratorio forense para ser analizados. El asesino había encontrado resistencia, algunas células suyas podían haber quedado en la escena y en las manos de las víctimas. A eso apostaron.
Los resultados se cargaron en los bancos de datos genéticos. Buscaban alguna coincidencia y que el ADN sin dueño tuviera algún pariente que, de manera fortuita, hubiese dejado registrado su ADN en esos biobancos para poder cotejarlos.
La técnica de estudiar el ADN familiar ha revolucionado, en los últimos años, a la ciencia forense porque ha permitido que muchos casos sean resueltos luego de años de frustración.
La persistencia tuvo recompensa. Según algunos reportes que trascendieron a pesar de la reticencia policial dicen que cuando arrojaron el ADN desconocido de la escena del crimen al mega centro de datos ¡ping! saltó una coincidencia genealógica: había un pariente identificado del sujeto que había estado en la casa de la calle King. Eso informó el medio británico The Independent.
Resultó que ese familiar del “ADN sin nombre” tenía, además, un pariente que manejaba un auto Hyundai Elantra blanco. Dos veces ¡ping!
El dueño del coche resultó ser un joven de 28 años, un brillante estudiante que había hecho un doctorado en criminología en una universidad vecina, ubicada en la ciudad de Pullman, a solo 14 kilómetros de Moscow, por la ruta 270.
Había que rastrearlo. Poco después de Navidad empezaron a seguir al dueño del ADN. Ya tenían nombre y apellido: Bryan Christopher Kohberger. Pero no le revelaron a la prensa nada. Antes querían asegurarse de detenerlo. Finalmente lo hicieron a 4100 kilómetros de Moscow: lo arrestaron en la vivienda de sus padres en Pennsylvania,
En casa de papá y mamá
Bryan Kohberger estaba en la casa de sus padres en Albrightsville, Pennsylvania se cree que desde el 17 de diciembre. Había ido de visita para pasar las fiestas. Como el trayecto entre Pullman y Albrightsville era larguísimo e insumía no menos de 38 horas de manejo, su padre Michael había volado al estado de Washington para conducir con él ese largo viaje que comenzó el 13 de diciembre. No quería que su hijo lo hiciera solo. En la travesía fueron interceptados por la policía en dos oportunidades: una vez por exceso de velocidad y otra por ir demasiado cerca del auto que iba delante de ellos. Las dos veces se encontraba Bryan al volante. Pavadas al lado de lo que vendría.
El viernes 30 de diciembre, a las 3 de la madrugada, Bryan Kohberger fue arrestado en la casa familiar por un team de las fuerzas SWAT ante la sorpresa de sus padres. Le dijeron que era sospechoso del cuádruple asesinato de Moscow. Al ser arrestado lo único que él preguntó fue si habían detenido a alguien más por este caso. Nadie le respondió. Según los informes, el acusado tenía “una mirada tranquila y como en blanco”. Acto seguido fue confiscado su auto Hyundai Elantra blanco.
En una conferencia de prensa realizada esa misma tarde se anunció que tenían tras las rejas al sospechoso de los homicidios y que el detenido vivía en Pullman, en el estado de Washington, muy cerca de Moscow. El jefe de policía, James Fry, sostuvo: “Tenemos al individuo que cometió estos crímenes horribles bajo custodia, creo que nuestra comunidad está a salvo, pero aún debemos mantenernos atentos”.
No todo está dicho todavía.
Para asegurarse la sentencia y que el procedimiento no pueda ser cuestionado por la defensa del acusado, las autoridades no revelaron nada más que lo elemental. Cuando se supo que Bryan Kohberger se había licenciado en psicología, que había realizado un doctorado en criminología y era ayudante de cátedra, el estupor fue total.
Apenas arrestado sus compañeros de colegio y de carrera universitaria comenzaron a hablar. Las características que destacaron sobre su personalidad fueron: callado, raro, brillante y misógino. Todos coincidieron que era un tipo al que le gustaba demasiado dejar en claro lo inteligente que era.
Kohberger, un tipo raro y brillante
Se sabe que Bryan Kohberger nació en 1994 y creció en Poconos, con sus padres Michael (67) y Maryann (62) y sus hermanas mayores, Amanda y Melissa. Ambos padres trabajaban en el colegio al que concurrió el Pleasant Valley. Michael se ocupaba del mantenimiento del establecimiento (algo que hizo hasta el 2019) y Maryann era la encargada de los chicos con necesidades especiales.
Un ex compañero declaró: “No me gusta decir que era raro, pero no tenía habilidades sociales y no sabía hacerse amigos… la verdad es que sí, era extraño”.
Deja Man, una alumna de la misma clase de Bryan quién a su vez era asistida por Maryann, aseguró que la madre del detenido era cariñosa y atenta, pero su hijo no tenía amigos y se mostraba agresivo: “Cuando intentaba coquetear con alguna chica, todas tenían una sensación rara en el estómago hacia él. Mi instinto me decía que había mala vibra y siempre intenté mantenerlo a distancia”. Deja contó que tanto Michael como Maryann eran buena gente y que siente pena por lo que deben estar atravesando en este momento.
Durante el secundario Bryan no lo pasó bien. Era rechazado por las chicas y luchaba contra la obesidad y su adicción a la heroína. Muchos de sus compañeros le hacían bullying. Pero de golpe, de un año para otro, volvió de las vacaciones tan cambiado que todos creyeron que tenían un nuevo compañero… Bryan Kohberger había bajado de peso de una manera extrema. Y luego del cambio se volvió patotero. Ya no se dejaba intimidad.
Hacia el año 2017 algunos de sus conocidos se alegraron. Kohberger parecía estar enfocado en sus estudios en la universidad donde tenía excelentes notas, había dejado la heroína y se lo veía bien. Incluso empezó a trabajar medio tiempo como empleado de seguridad en un colegio secundario.
Se licenció en psicología en la Universidad DeSales en Pensilvania en 2020 y, en junio de 2022, terminó su doctorado en justicia penal y criminología en la Universidad de Pullman, en el estado de Washington.
Una sugerente encuesta entre homicidas
Bryan Kohberger se mostraba muy interesado en perfiles criminales al punto que, en mayo de 2022, lanzó una encuesta entre criminales para un supuesto estudio. Se presentó así: “Hola, mi nombre es Bryan y te invito a participar en un proyecto de investigación que busca comprender cómo las emociones y los rasgos psicológicos influyen en la toma de decisiones a la hora de cometer un delito (...) en particular este estudio busca comprender la historia detrás de tu delito penal más reciente, con énfasis en tus pensamientos y sentimientos a lo largo de la experiencia”, escribió en la red social Reddit (escrito que ya fue eliminado de la web). Según el diario Daily Mail, en esa encuesta que era anónima, sus preguntas eran: “¿Te preparaste para el delito antes de salir de tu casa?; “¿Por qué elegiste esa víctima o blanco en lugar de otros?; “¿Cuál fue el primer paso que diste para lograr tu objetivo?”; “¿Qué pensaste y sentiste después de cometer el delito?”.
¿Eran las preguntas de un estudioso en la materia o de un enfermo que quería imitar a sus estudiados?
Falta mucho para saberlo.
La profesora universitaria de DeSales, Michelle Bolger, dijo que su alumno Korhberger era brillante: “Fue uno de mis mejores alumnos que tuve jamás”, a tal punto que fue uno de los dos que recomendó en toda su vida profesional para el doctorado que el joven terminó realizando.
Insomne y agresivo con las mujeres
Mientras Kohberger aparentaba tener una sólida carrera, también desarrollaba su costado oscuro de persona antisocial. No dormía de noche, sus vecinos lo escuchaban caminar y moverse durante la madrugada. Uno de ellos dijo sin dar su nombre: “Era una persona nocturna que usaba el baño de noche y pasaba la aspiradora a la una de la madrugada. Y siempre estaba solo. Una sola vez escuché la voz de una mujer en el apartamento”. Sus compañeros de facultad corroboraron lo contado por el vecino: Kohberger no dormía y llegaba a las clases un poco tarde con una taza de café en la mano.
“Parecía siempre exhausto”, le reveló a The Washington Post un conocido del posgrado en Criminología y Justicia Penal llamado Benjamin Roberts.
Sara Healey reveló que una vez ella iba caminando por un pasillo de la universidad y Kohberger la paró para decirle: “¿Quieres convivir un rato?”. Sara contó que las mujeres lo rechazaban y que cree que esa frustración podría haber sido un desencadenante de lo ocurrido en Moscow.
Otro de sus conocidos, Nick Mcloughin, le reveló al The Daily Beast, que en el último año del secundario se había vuelto un matón, que había sido su forma de lidiar con su inseguridad: “Era una persona totalmente diferente al resto. Siempre quería pelear con alguien e intimidaba a la gente”. Thomas Arntz se sumó a la descripción diciendo: “A mí me molestaba todo el tiempo. Básicamente insinuaba que era torpe, olvidadizo y que me faltaba inteligencia para ser su amigo”.
Otro alumno del doctorado de apellido Norton contó que, cuando en clase salió la conversación sobre los asesinatos de Moscow, Kohberger se quedó “inmóvil, inexpresivo (...) La conversación fue larga y no recuerdo ningún comentario suyo”.
Por su parte, Jordan Serulnek, dueño de un bar llamado Seven Sirens Brewing Company al que el acusado concurría dijo que el detenido solía acosar a las mujeres que trabajaban allí y que les decía cosas raras. Ellas incluso se quejaron en un mail diciendo que el personaje hacía comentarios siniestros y que les pedía que le dijeran dónde y con quién vivían. Si ellas no respondían se molestaba y un día cuando una de ellas lo ignoró le gritó “puta”.
La familia de Kohberger no se quedó callada y publicó un escrito sosteniendo que rezaban por las víctimas, que estaban cooperando con las fuerzas de la ley, pero aclaró que apoyarían a su querido hijo y hermano defendiendo la ley que sostiene la presunción de inocencia hasta que se demuestre lo contrario.
Una ex tía política del joven contó que el joven tenía hábitos alimenticios muy extraños: “No era que fuera vegano, iba mucho más allá de eso. No comía en ningún recipiente que alguna vez hubiera contenido carne así que tenían que comprar bowls y cacerolas nuevas para la comida. Tenía un comportamiento obsesivo compulsivo”.
¿Lazos con otro asesino serial?
Horas después de que fuera detenido en Pensilvania, alrededor de las 7.30 de la mañana, la policía allanó su vivienda en Pullman, Washington. El fiscal del caso estuvo presente en el lugar.
Según publicó The Washington Post, su profesora de psicología forense fue la doctora Katherine Ramsland, famosa escritora de más de 60 libros sobre el tema. Esta experta había tenido una relación estrecha con un asesino serial llamado Dennis Rader, quién mató al menos a diez personas en Wichita, Kansas, entre 1974 y 1991. Ramsland dedicó cinco años de su vida a psicoanalizar a Rader para luego escribir Confesión de un Asesino Serial, la historia no contada de Dennis Rader. ¿Podía ser la profesora un puente entre su alumno y el convicto? Esta elucubración la hizo la propia hija de Rader, Kerry Rader de Rawson, quien especula que el sospechoso del cuádruple homicidio de Idaho podría estar en relación con su funesto padre a través de ella. Quién sabe.
Las preguntas se multiplican: ¿conocía Kohberger a alguien del grupo asesinado? ¿Son verdaderas las cuentas de Instagram donde en una de ellas seguía a Kaylee Goncalves y a Madison Mogen? En un perfil se describe como:
“Criminólogo estudiando lo absurdo de la experiencia humana. Actualmente tomándome un año para hacer una inmersión en mi campo de estudio”.
¿Puede ser esto un chiste negro? O, ¿podría ser que el perverso criminal esté indagando en su propia psiquis? Y, la más compleja e importante: ¿cuál fue el móvil de los homicidios?, ¿podría ser solo la experimentación?
Su abogado Jason LaBar, por lo pronto, dijo que el “señor Kohberger está ansioso de ser exonerado de los cargos y que las cosas se resuelvan lo antes posible”.
El 4 de enero de 2023 fue extraditado al estado de Idaho. Aterrizó a las 18.30 de la tarde. De resultar condenado, podría pedir para él la pena capital. En los últimos días se supo también que, cinco días después de los crímenes, Kohberger cambió la placa de su auto, que resultó ser modelo 2015, de Pennsylvania al estado de Washington. Había sido precavido: sabiendo que la policía podía buscar un auto como el suyo por las cámaras de seguridad, se aseguró de tener otro número de patente.
Pero las autoridades mantienen la boca bien cerrada porque no quieren entorpecer ningún proceso. Hasta aquí llegamos con los datos, por ahora.
Dos hermanas y un poema… ¿premonitorio?
Paradójicamente sus dos hermanas, Amanda y Melissa, son terapeutas especializadas en conducta. Cabe preguntarse si la elección de la carrera habrá sido casual o causal.
Lo cierto es que la madre de Bryan, Maryann (quien públicamente siempre se manifestó contra el aborto y contra la pena de muerte) se había mostrado conmocionada por un hecho acaecido en Uvalde, el 24 de mayo de 2022, donde un joven de 18 años mató a 21 personas. Esto la llevó a escribir una carta al medio Poconos Record, que fue publicada el 2 de junio de 2022.
Maryann decía:
“Me quedé shockeada esta mañana, tambaleándome por otro tiroteo escolar, me encontré debatiendo las acciones que se deben tomar para detener toda la locura. ¿Cuál es la respuesta? ¿Medidas de control de armas? ¿Intervención de Salud Mental? (...) Entonces recibí un mensaje de mi hija que trabaja como terapeuta de salud mental en Nueva Jersey (...) Compartió un poema que había escrito mientras estaba en lo más profundo de la desesperación (...) Me conmovió profundamente y sentí la necesidad de compartirlo:
24 de mayo de 2022, Uvalde, Texas, de Melissa Kohberger
´Privados de sus risas
Ya no hay sonido alguno
Mientras bajamos a nuestros hijos al suelo
Manos y pies pequeños
Enterrados a dos metros de profundidad
en la tierra del mundo que les falló´
Cinco meses después, otro asesino brutal, criado en su casa y salido de su propio vientre, conmocionaría al país. Sin dudas, en esta familia de expertos en mentes turbulentas, deben estar preguntándose en qué fallaron y qué fue lo que pasó con su hijo/hermano Bryan Kohberger. Hablar de otros siempre resulta más fácil que analizar el resbaladizo terreno de lo propio.
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