Arrancó con una casualidad, como arrancan muchas historias de amor. Fue hace 5 años y Franco recién había salido de la psicóloga. Había un sol hermoso en la ciudad, sol de septiembre, pero Franco caminaba embalado por la Avenida Córdoba con los auriculares puestos, en su mundo. Ese mismo día, a esa misma hora, por el mismo lugar pero a otra velocidad pasó caminando Matías.
Cuando vio a Franco, lo reconoció y suspiró. Después, esperó a que frenara en la parada del 92 y se acercó, nervioso pero sonriendo. Era la primera vez que se veían frente a frente aunque ya se habían cruzado en las redes sociales.
No en Grindr ni en ninguna otra red de citas sino por Facebook, porque Franco -que ya estaba por terminar la carrera de Medicina y estaba investigando sobre la farmacología del VIH- había compartido algo que Matías -que era activista por los derechos de las personas con VIH- había escrito.
Así que en esa parada de colectivo no hubo dudas ni nada que avisar: Franco sabía que Matías, el joven con el que acaba de flashear, tenía VIH.
Tuvieron su primera cita un domingo. “Esa misma tarde tuvimos nuestra primera relación sexual, yo ya me había enamorado. Y a pesar de que yo tenía un montón de información fui inflexible con el uso del preservativo, porque Mati tenía VIH y yo lo sabía”, cuenta a Infobae Franco Bova, que ya es médico, está haciendo la residencia en el Hospital Garrahan y pronto será pediatra.
“Después ya me relajé y empezamos a tener sexo sin preservativo, con penetración y eyaculación”, sigue. “Digo ‘me relajé’ porque yo ya sabía que cuando una persona con VIH tiene la carga viral indetectable no transmite el virus por vía sexual”.
Para estar “indetectable”, en palabras simples, la clave es tomar los medicamentos todos los días. Eso permite que el virus deje de replicarse y disminuya su cantidad hasta niveles que no pueden ser detectados por análisis convencionales. Está probado: si el virus no se detecta, no se transmite.
Antes
Matías Muñoz es abogado, creador de contenidos y tiene 35 años. Se enteró de que tenía VIH hace una década y lo que escuchó apenas recibió el diagnóstico lo atravesó.
“Lo primero que hice fue contarle a una persona con la que me estaba viendo. Y en ese llamado él me dijo ‘yo también lo tengo, hace cinco años’. O sea, hacía cinco años que no sólo vivía con VIH: vivía con el peso de no habérselo dicho a nadie”, arranca Matías, que también es activista y fundó y preside la asociación Ciclo Positivo.
Tenía 25 años cuando recibió el diagnóstico y sabía tan poco del tema que creyó que el virus iba a matarlo en poco tiempo. Aquel llamado telefónico, sin embargo, lo había hecho pensar en algo más que en el terror.
“Me pareció una injusticia que alguien frente a una situación así de salud no pudiera contar lo que le pasaba”. La decisión estaba tomada: “Yo no iba a ocultarlo”.
Durante los años que siguieron su exposición como activista fue cada vez mayor y pasó de todo cada vez que conoció a alguien que le gustó: algunos con los que estuvo todo bien, otros a quienes no les importó que tuviera VIH y otros que, básicamente, desaparecieron.
“Cuesta la sinceridad en ese momento, es mucho más fácil el ghosteo, el que te digan ‘sí está todo bien’, pero fue el último mensaje que te respondieron”, cuenta él a Infobae.
Matías tenía 29 años el día de septiembre de 2017 en que quedó extasiado frente a Franco en la parada del colectivo: un joven de 23, estudiante avanzado en la UBA, que lo miró un poco con amor y otro poco con deseo, de la misma manera en que lo mira ahora.
Sabían de la existencia del otro porque, unos días antes, Franco había compartido en Facebook lo que Matías había dicho en un simposio. Habían chateado un poco en torno a eso “pero yo como que mucha bola no le di”, se ríe Franco. “Pero en la parada hablamos por primera vez cara a cara, y él es una persona muy encantadora”.
El VIH y todos los prejuicios con los que todavía cargamos no habían metido la cola en la gesta del amor. Usaron preservativo la primera vez que tuvieron relaciones sexuales pero enseguida dejaron de usarlo. Los dos tenían la información que mucha gente todavía no tiene, ni en Argentina ni en el mundo.
“Esa información nos permitió tener derecho al placer, porque a mí, te soy honesto, me gusta tener sexo sin preservativo, como le debe gustar a mucha gente. Me gustó poder disfrutarlo con Mati sin tener miedo a que me pasara nada”, dice Franco.
Eso de no usar preservativo, que para muchas personas desinformadas suena a locura, es una opción que tienen las parejas sero-discordantes (cuando uno tiene el virus y el otro no). Lo explica a Infobae el reconocido infectólogo Pedro Cahn, director de la Fundación Huésped.
“Uno de los mayores avances en el tratamiento del VIH que ha surgido en el curso de los últimos años ha sido la comprobación de la característica de ‘indetectable igual a intransmisible’. ¿Qué quiere decir esto? Que una persona que tiene su carga viral indetectable durante por lo menos seis meses, mantiene su tratamiento y su carga viral no se modifica, no transmite sexualmente la infección a su pareja, sea esta una pareja del mismo sexo o de sexo diferente”.
La evidencia científica es concluyente. Esto está incluido en todas las recomendaciones de entidades científicas internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el prestigioso Centro de Control de Enfermedades y Prevención de Estados Unidos (CDC), la Sociedad internacional de Sida (IAS), la Asociación Internacional de Proveedores de Atención al Sida (IAPAC), el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA), entre otras.
De hecho, “Indetectable es igual a intransmisible” fue el eje de la campaña que el 1º de diciembre lanzó el Ministerio de Salud de la Nación para el Día Mundial del VIH.
“Lo que sí tenemos que señalar -aclara Cahn- es que esto no aplica a otras infecciones de transmisión sexual, como la sífilis, la blenorragia (gonorrea), el herpes, las hepatitis ni tampoco evita los embarazos no deseados en las parejas heterosexuales. De modo que el uso del preservativo es un factor a tener en cuenta si uno quiere evitar las otras condiciones”.
A pesar de que Matías y Franco ya sabían que en su caso usar preservativo era una opción y no una obligación (porque hacía 5 años que Matías estaba con su carga viral indetectable), después de unos meses de noviazgo, Franco notó que en su entorno “había cierta resistencia”.
Lo cuenta él: “Notaba cierto miedo a que Mati me transmitiera el VIH. Y eso que yo era estudiante de Medicina, de clase media y en un entorno post universitario. Se suponía que era un ambiente informado”.
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Cansado de explicarlo y después de varios meses de noviazgo, decidió hacerse un test de VIH y escribir una publicación en su cuenta de Facebook. Lo que puso ahí se compartió hasta el infinito.
“Matías toma una medicación todos los días. La toma para mantener su virus dormido. Si él toma las pastillas todos los días cuando le hacen un estudio en la sangre el virus no se puede detectar activo. A eso lo llaman carga viral indetectable. Quiere decir que el virus no hace copias, no alcanza la sangre ni el semen ni otro fluido en una cantidad ni calidad que pueda infectar a nadie”, dice el texto.
Y sigue: “Matías cuida su salud y cuida la mía. Con la adherencia a su tratamiento a expensas de la toxicidad de las drogas, cuida su salud y la mía. Él se cuida del sida y a su vez me cuida a mí de infectarme (...) Matías me ama. Un montón. Y yo lo amo a él. Tiene carga viral indetectable hace cinco años. La evidencia dice que no transmite el virus. Ayer me hice el test. Lo confirmamos. No hay motivos para no amar a una persona con VIH. No hay motivos para no amar a nadie”.
Hubo muchísima gente que agradeció la información y, por supuesto, llovieron las críticas: “Pero querete un poco”, “bueno, pero por las dudas usalo”, “¿cómo vas a invitar a no cuidarse”?
Franco sabía que no estaba haciendo una campaña en contra del uso del preservativo y contestó con un simple: “Yo elijo, es mi autonomía” y “el riesgo no existe, lo dice la Ciencia”.
“Indetectable = intransmisible” no es un campaña pensada para que las personas que no tienen el virus vean con quiénes pueden tener sexo y con quienes no y se habilite una nueva forma de discriminación. Al contrario: lo que busca es reducir el estigma asociado al VIH.
“Conozco muchas personas, varones y mujeres, que desde que recibieron su diagnóstico dejaron de tener sexo. Eso es porque el miedo a transmitir el virus es muy grande. Todos los que nos subimos a la ‘indetectableneta’ lo que hacemos es dirigir un mensaje a las personas con VIH para que no tengan miedo, para que no se pierdan del amor pero tampoco del sexo”, explica Matías.
“Lo vi con él y ahora lo veo como médico. La calidad de vida que le das a una persona cuando le decís que puede no transmitir el virus es tremenda. No sólo en cuanto al sexo: cuando las mujeres se enteran de que pueden quedar embarazadas y no transmitirles el virus a sus hijos les cambia la vida”, se despide Franco. “Así que ese es mi mensaje: el VIH no es un obstáculo para amar, para tener sexo, para tener hijos, para lo que sea. La única barrera es la discriminación”.
Lo tiene claro Matías, que sabe que si él y su novio no hubieran tenido la información, su vida no habría sido la misma. ¿Por qué? Lo contesta él, ya no nervioso pero sí sonriendo: “Me habría perdido de ser feliz”.
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