En El Guardaespaldas se recrea una ceremonia de entrega de los Oscars. La número 67. Parece una elección arbitraria. Si hubiera intentado ser una profecía –o al menos una expresión de deseos-, una manera de tentar al destino para que la película estuviera en la siguiente velada, hubiera correspondido que fuera la 65, en esa se entregarían los premios a las mejores de 1992, año de su estreno. Pero el 67 era un mensaje interno, una venganza velada del guionista y de los productores contra la industria, contra Hollywood. En los años anteriores el guión de El Guardaespaldas había sido rechazado 67 veces.
La película que se estrenó el 25 de noviembre de 1992, hace treinta años, se convirtió en un boom. Fue la segunda más taquillera de ese año, detrás de Aladdin. Recaudó 420 millones de dólares en todo el mundo. Y su banda de sonido batió todos los récords posibles.
Lawrence Kasdan trabajaba como redactor publicitario pero su deseo era incursionar en Hollywood. En su casa, de noche, escribía historias con el sueño de que se filmaran. Sus guiones eran rechazados. Pero cuando en 1975 terminó El Guardaespaldas sintió que había logrado algo distinto. Consiguió por primera vez un agente que hizo circular el guión entre los productores y los estudios. Pero sólo recibían negativas hasta que un gran estudio se interesó y empezó a pensar en quienes podían ser los actores.
El Guardaespaldas pudo haber sido una película protagonizada por Steve McQueen y Diana Ross. Para el rol de la cantante femenina también se mencionó a Barbra Streisand. Nadie dudaba que tenía que tratarse de una diva de la canción. Pero la agenda y las pretensiones de estas estrellas no pudieron congeniar. Poco después pareció que finalmente se filmaría. Actuarían Ryan O’Neal y, de nuevo, Diana Ross. Era más fácil ponerse de acuerdo: en ese momento estaban viviendo un affaire. Pero el tiempo pasó, los productores se demoraron en conseguir financiación, la pareja se peleó y El Guardaespaldas quedó enterrado en un cajón. Hasta Lawrence Kasdan pareció olvidarse de él. Su carrera en Hollywood había despegado. Era un director nominado al Oscar y guionista de varios éxitos. Había escrito Indiana Jones y la segunda y la tercera entrega de la saga de George Lucas, El Imperio Contraataca y El Regreso del Jedi.
En 1985, Kevin Costner todavía no era una estrella. Buscaba su lugar en Hollywood con algunos papeles menores en películas valiosas y unos pocos protagónicos en otras malas y desapercibidas. Mientras filmaba ese buen western que es Silverado bajo la dirección de Lawrence Kasdan (había actuado para él en The Big Chill pero la escena había quedado en el piso de la sala de montaje), en las pausas del rodaje, leyó un guión que el director había escrito hacía más de una década. Trataba sobre una diva de la canción y un guardaespaldas que es contratado para protegerla.
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Un lustro después, Costner era uno de los actores más poderosos y populares de la industria. A partir de Los Intocables sólo había ascendido. Hasta había ganado el Oscar por Danza con Lobos. Después de JFK y de Robin Hood recordó la historia de Kasdan y se decidió a llevarla adelante.
Para el rol de la cantante fueron consideradas casi todas las figuras femeninas del pop y del rock del momento. De Pat Benatar a Kim Carnes, de Debbie Harry –hubiera sido una elección gloriosa- a Janet Jackson. Costner se opuso a la que tal vez era la elección obvia: Madonna. En A la Cama con Madonna, el documental que registraba su gira, Madonna se burlaba del actor, que no la perdonó.
Fue Costner el que eligió a Whitney. Ella quería incursionar en el cine pero creyó que debido a su inexperiencia, primero haría papeles menores. Su status de súper estrella le hizo saltar varios pasos.
1992 fue un año de quiebre para Whitney. Era una gran figura que había batido récords con sus dos primeros discos. El tercero, de 1991, también había sido un suceso pero más moderado y por primera vez en su carrera fue blanco de las críticas. En 1992 se casó con Bobby Brown y quedó embarazada de su hija Bobbi Kristina. El fenómeno de El Guardaespaldas en la taquilla pero en especial de la canción y del disco que la contenía fue descomunal aún para los parámetros de una carrera como la de Whitney que hasta ese momento sólo conocía la gloria.
Ya se vio que Kevin Costner fue fundamental para que el proyecto se concretara. Su influencia no quedó en eso. Estuvo detrás de cada gran decisión de la producción haciendo valer su condición de súper estrella. La canción principal sería un cover cantado por Whitney de What Become Of The Broken Hearted, la hermosa balada soulera interpretado por Jimmy Ruffin. Pero unos meses antes, el tema fue utilizado en la película Tomates Verdes Fritos. Costner, entonces, como alternativa, propuso I Will Always Love You, un tema country escrito por Dolly Parton. Le costó convencer a Houston y a los productores. Pero ese no fue su único aporte a la banda de sonido. También se le atribuye al actor la mejor decisión de producción musical de los primeros noventa: la ausencia de producción, de máquinas y de acompañamiento. El productor de la banda sonora, David Foster, pensó que era una pésima idea y un suicidio comercial. “¿Qué radio pasaría una canción en la que los primeros 45 segundos son a capella?”, argumentó con cierta lógica. Sin embargo, Costner y Houston insistieron. Whitney apenas tuvo que cantar una sola vez para que Foster -y todos los que estaban en el estudio- asumieran que la única versión posible del tema era esa. La voz perfecta, desnuda, al frente, con toda la pericia técnica realzándola.
Dolly Parton escribió la canción en 1973 en lo que puede haber sido la sesión de composición más productiva de la historia: en el mismo día creó I Will Always Love You y Jolene, su tema insignia.
Apenas apareció la canción original en 1974, Dolly Parton recibió un llamado que la halagó. Era el Coronel Parker, el manager de Elvis, diciéndole que a Elvis le gustaba mucho el tema y que quería hacer una versión. Dolly se emocionó pero en el momento en que estaba por dar una respuesta afirmativa, Parker, duro –casi abusivo- negociador- le dijo que la condición era que Elvis se quedara con el 50 % de los derechos correspondientes al compositor. Dolly Parton desechó la propuesta: no iba a regalar su canción. Cuando 17 años después, el cover de Whitney explotó, la estrella del country recordó la situación: “No me arrepentí en su momento. Y ahora, claro, mucho menos. Con los derechos de la versión de Whitney puedo comprar varias veces Graceland”.
En 1982, I Will Always Love You había formado parte de otra película, The Best Little Warehouse in Texas, una rara comedia –que tuvo algún éxito cuando se editó en VHS- de principios de los ochenta en la que Parton hacía dupla con Burt Reynolds.
La versión que Costner había escuchado, sin embargo, no era la de Parton sino una que grabó en 1975 Linda Ronstadt. Al autorizar su uso, Parton avisó a los productores que al cover de Ronstadt le faltaba el último verso, que fue repuesto para El Guardaespaldas.
La banda de sonido de la película se convirtió en la más vendida de la historia: 45 millones de copias. Batió récords de permanencia en el tope de los charts y dejó en el segundo lugar de soundtracks a Saturday Night Fever. En el álbum había otros cinco temas cantados por Whitney. En algún momento tres de sus temas estaban en el top 10: I Will Always Love You, I Have Nothing y I’m Every Woman (otro cover, en este caso de Chaka Khan).
Si bien Whitney Houston hizo su debut en pantalla, no sucedió lo mismo con la mansión de su personaje. Esa casa majestuosa es la misma de la escena de la cabeza del caballo de El Padrino. Esa no es la única referencia cinéfila escondida en la película. La inspiración de Costner para el papel fue Steve McQueen, el actor que casi dos décadas antes había sido el primer elegido. En un momento los personajes principales ven Yojimbo, el clásico de Akira Kurosawa, que Kasdan había reconocido como su principal influencia en el momento de la escritura. Yojimbo en Estados Unidos se estrenó con el título de El Guardaespaldas.
La película no tiene un gran guión ni una puesta en escena novedosa o impactante. Es una historia bastante convencional. Esa relación de amor interracial en el mainstream, el beso final con descenso del avión a último momento tienen su impacto. El gran gancho es el poder magnético de las dos estrellas que la encabezan. Costner y su presencia: nadie puede dudar de su estirpe, la del actor clásico de Hollywood que llena la pantalla en cada aparición. Y del otro lado el carisma de Houston en un papel poco exigente para su gran estreno actoral –hace de una gran diva de la canción: básicamente ella misma-. La pareja tiene química y el talento, el oficio y el ángel de Costner llevan de las riendas la película hasta el cartelito de The End.
Un mito derribado, una pequeña desilusión: la mujer a la que Costner lleva en brazos en el afiche no es Whitney Houston. El día de esa foto, ella se retiró antes del set y Costner decidió hacerla igual. La modelo fue la mujer que hacía de doble de Whitney en el film.
No fue necesario que se le viera la cara a la actriz principal, a la diva pop, en el afiche promocional. De esa se encargó la canción, el gran punto de quiebre de El Guardaespaldas.
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El Guardaespaldas fue un éxito global descomunal. Fue, también, el último gran éxito de Whitney. De allí sólo caería, de manera constante y dolorosa, por los siguientes 20 años. Su voz se iría esfumando, su figura pública desdibujándose, su talento debilitándose, su salud quebrantándose, su vida privada desgajándose y su dependencia a las drogas aumentando sideralmente. Aquello que parecía sólo el inicio de algo muy importante, todavía más importante de lo que la había traído hasta allí, fue el último gran acto, el estertor de una carrera corta pero deslumbrante.
Los más de 400 millones recaudados en todo el mundo motorizaron la ambición de los productores. Como con todo gran éxito alguien pensó en una secuela. Alguien pensó en los mismos personajes. Pero finalmente se inclinaron por cambiar a la protagonista femenina. No querían que fuera una cantante. Pero el gran problema era encontrar a alguien que generara más interés que Whitney. Parecía imposible. Hasta que una reunión se mencionó el nombre mágico: Lady Di. La llamaron y ella, en principio, se mostró interesada, le intrigaba la posibilidad de este nuevo salto. Las versiones dicen que recibió la copia del primer borrador de El Guardaespaldas 2 el 30 de agosto de 1997, un día antes de su muerte en el túnel parisino.
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