¿Qué más podía hacer Madonna para escandalizar? Parecía que ya lo había hecho todo. Había cantado sobre embarazos adolescentes, había quemado cruces y horrorizado a la Iglesia, se había puesto esos corpiños cónicos, se había masturbado sobre el escenario, se había besado con sus bailarines, hablaba de sexo todo el tiempo, cada video provocaba controversia, había cantado sobre una cama haciendo las poses más sexys posibles, y había filmado un documental mostrando la intimidad de una gira y la suya propia. Muchísimo para una estrella pop. De nuevo: ¿qué más podías hacer? La respuesta llegó en octubre de hace 30 años. Y fue un coffee table book, envuelto en papel metálico y con tapas de aluminio. Sex provocó el mayor escándalo de la carrera de Madonna. Y como siempre, fue un éxito colosal.
No había en ese momento nadie más famoso en el mundo del Pop que ella y Michael Jackson. Mientras Jackson iba detrás de sí mismo, siempre intentando superar Thriller con las mismas fórmulas, Madonna daba pasos hacia adelante, subía la apuesta en cada nuevo movimiento, parecía no conformarse nunca aunque cada vez se acercaba más al abismo. Casi al unísono con el libro sacó Erotica, un álbum en el que la búsqueda continuaba, con nuevo sonido y temática fuerte: erotismo, pasión, sexo en todas sus formas, dolor, la homosexualidad, el sida.
El libro empezó a tomar forma mientras Madonna filmaba A League of Their Own, la entrañable película sobre béisbol femenino en tiempos de guerra (“No se llora en el béisbol”). Cuando propuso la idea, tanto el estudio como la editorial pensaron que era un buen proyecto. Lo que no se imaginaron era que Madonna iría tan lejos. Cuando quisieron frenarla ya era tarde. Una edición lujosa y un contenido fuerte, vertiginoso y de alto contenido sexual. La única frontera que Madonna no iba a traspasar era la del sexo explícito.
El primer título que se manejó era largo y obvio: Madonna´s Book of Erotica and Sexual Fantasies. Después a Madonna se le ocurrió otro más contundente, inspirado en una serie de fotos de Robert Mapplethorpe: X. Pero un poco antes del lanzamiento del libro se iba a estrenar la biopic de Malcolm X dirigida por Spike Lee y la X tomaría otra connotación. Por eso Madonna debió pensar otra manera de llamar el libro. Sex parece un gran título.
Las sesiones de fotos se hicieron en Nueva York y en Miami. La base en esta segunda ciudad fue la mansión de la cantante. Un día ella estaba desnuda por la casa caminando entre el equipo y probando nuevas tomas cuando alguien en broma le dijo: “Lo único que falta es que salgas desnuda y camines por la calle”. Madonna necesitaba ideas de este tipo. O tal vez sólo pensó que se trataba de un desafío y debía demostrar que ella era capaz de todo. Se puso unos tacos y salió. De ese día son las imágenes de ella haciendo dedo fumando y sin tropa en la autopista. (Una gran nota sería encontrar a alguno de esos vecinos que vieron a la diva desnuda por la calle seguida por un gran equipo).
Las imágenes del libro incluían tríos, relaciones lésbicas, entre hombres, vello púbico, miembros masculinos, voyeurismo, desnudos en una autopista, sadomasoquismo, sexo oral, besos negros, mucho cuero, correas, látigos y hasta algún cuchillo.
Los textos hablaban de sexo y reivindicaban cualquier práctica consensuada. Hablaban de placer y de dolor. A veces tenían la forma de reflexiones breves, en otras eran poemas, había aforismos y hasta unas cartas enviadas a un amante ficticio llamado Johnny.
El libro fue una apuesta enorme y controversial. Madonna exigió las mejores condiciones de producción. Los colaboradores más exclusivos y una edición de lujo, como nunca antes se había visto. La idea original fue que el libro fuera circular y simulara un condón, pero era imposible pagar el costo de edición. Entonces se optó por un envoltorio en un papel especial, tapas de aluminio con la palabra Sex grabada en ellos, un anillado especial y tres tipos de papeles diferentes en su interior para que el lector sintiera diferentes texturas. Además lo acompañaba un cedé con el single de Erotica y un comic que protagonizaba Dita (Dita in the Chelsea Girl), su alter ego; el envoltorio de este bonus sí era similar al de un profiláctico.
Quien protagonizaba las imágenes, esas historias de sórdidas de bondage, lesbianismo y exhibicionismo, era Dita, inspirada en la actriz alemana de los años treinta Dita Parlo. Ese personaje es el que escribía los textos que al principio aclaraba: “Todo lo que vas a ver y leer es una fantasía, un sueño, una quimera; pero si mis sueños se hiciesen realidad, usaría condones sin dudarlo. El sexo seguro salva vidas. Por cierto, cualquier parecido entre los personajes descriptos en este libro y cualquier persona o suceso real no es sólo pura coincidencia, es también ridículo. Nada de este libro es cierto, inventé todo yo”.
Un gran equipo de fotógrafos y diseñadores fue contratado. En las fotos participaron Isabella Rossellini, Big Dady Kane, Naomi Campbell, la estrella del porno gay Joey Stefano, el actor Udo Kier, una de las animadores del jet set de ese momento como Tatiana von Fürstenberg y Vanilla Ice. El rapero blanco era el novio de ese momento de la cantante y todavía no sabía que su carrera ya se había hecho pedazos (y que la relación no tenía ningún futuro). Años después Vanilla, en busca de la celebridad perdida, criticó el libro y dijo que fue muy feo que todos vieran a su novia en esas poses sexuales y desnuda.
Ni Warner ni la editorial creyeron que el libro llegaría tan lejos. Nunca un libro de imágenes y edición costosa se convirtió en un boom por el precio. Además si era un coffe table book, un libro para las mesas ratonas, Sex no podía estar alcance de cualquiera en las casas de familia por su contenido fuerte. Cuando vieron las primeras pruebas agregaron una cláusula al contrato que prohibía que hubiera fotos de zoofilia, que hubiera menores o imágenes que pudieran considerarse sacrílegas (la experiencia de Like a Prayer había servido de lección). Después estaban los costos. Como productora y editora se sumó Maverick, el sello recién creado por Madonna. Era extremadamente caro producir el libro. Madonna había exigido los mejores materiales. El precio del libro, la temática, las dificultades para su exhibición y el formato de coffee table book eliminaban de los pronósticos ventas demasiado amplias. Parecía imposible que eso sucedería.
En Estados Unidos su valor era de 50 dólares. En los demás países iba variando: Argentina fue el país en el que más caro se vendió, a 89 dólares en épocas del Uno a Uno (actualizado ese precio se duplica).
El primer día se vendieron más de 150.000 ejemplares en Estados Unidos. En Argentina, los 2.000 que arribaron en el primer día duraron sólo cinco horas. Necesitaban vender 350.000 unidades para cubrir los costos. En 48 horas lo habían logrado. Al final de su recorrido la cifra fue de 1.500.000 libros. Un éxito enorme. Llegó al tope de las listas de todo el mundo. Y su récord de venta se mantiene hasta el día de hoy en ese formato.
Estaba prohibido abrirlo en las librerías por orden expresa de Madonna. Sólo podía ver qué había adentro alguien que ya lo había adquirido. A lo largo del mundo, al día siguiente del lanzamiento en varios programas de televisión procedieron a develar el contenido en vivo. El Vaticano emitió un comunicado llamando a sus fieles a no adquirirlo y condenó que material de ese tipo pervertía a la juventud. El gobierno de India también lo prohibió. En varios estados norteamericanos le quisieron aplicar viejas leyes que condenaban la obscenidad. A esto se le sumaba que MTV sólo pasó tres veces el video completo de Erotica y que muchos canales se negaron a emitirlo.
La crítica del libro del New York Times empezaba con una gran frase: Madonna quiere ser la Scherezade del sexo. Decía también que a través de las fotos, textos y cartas pretendía meter a los lectores en un mundo prohibido de un deseo incansable. Pero después demolía el libro. Afirmaba que se parecía más a una CEO del sexo que a una diosa y que era un catálogo llenos de clichés de lo que la clase media consideraba prohibido o tabú. La acusaba también de haber perdido al mismo tiempo el sentido del humor, la imaginación y el sex appeal. El rechazo crítico fue masivo.
Sin embargo el paso del tiempo morigeró esas opiniones contundentes. En la actualidad se valora que en un momento en que no era frecuente que las grandes estrellas lo hicieran, Madonna visibilizaba otras maneras de ejercer la sexualidad, hablaba de elecciones sexuales y se animaba a llegar donde otros no. En esas fotos había hombres besándose entre sí, mujeres haciendo lo mismo, Madonna relacionándose íntimamente con personas de cualquier género. Treinta años atrás eso era infrecuente para alguien del mainstream.
El tiempo también valorizó las copias existentes ya que el libro no se reeditó: hay algunas a la venta en valores cercanos a los 500 dólares.
Para el gran público pareció demasiado este movimiento de Madonna que se completaba con el disco y con el estreno de El Cuerpo del Delito con William Dafoe, un thriller también con escenas fuertes pero muy endeble narrativamente. Su carrera sufrió un freno. Hasta ese momento, en la década previa desde su irrupción, cada escándalo la había beneficiado. Lo dijo ella misma en un posteo de Instagram hace unos días: “En los años siguientes me entrevistó gente de mente muy estrecha que intentó avergonzarme porque me empoderé como mujer. Me dijeron puta, hereje, bruja, que era el diablo”. Y después daba ejemplos actuales, de cómo su ejemplo abrió caminos citando a Cardi B, a Kim Kardashian y a Miley Cyrus.
Después de Sex fue diferente. Madonna se había quejado, en ese momento, amargamente de que Prince podía aparecer mostrando la cola con un pantalón abierto atrás o que Michael Jackson podía frotarse la entrepierna porque eran hombres, pero ella era castigada por ser mujer. En pocos años Madonna recuperó la atención y su público.
Sex cumplió treinta años y al hojearlo sigue sorprendiendo como el primer día. Nunca antes ni después una personalidad de la magnitud de Madonna se expuso de tal manera y corrió tanto los límites. Hoy todavía lo sigue intentando.