La niebla estaba prácticamente impenetrable la mañana del 7 de febrero de 1953, cuando el pequeño DC-4 de la Union Aéromaritime de Transport, procedente de Costa de Marfil con 21 personas a bordo, se aproximaba al aeropuerto de Burdeos-Mérignac, en Francia. A las 9.28, un error de cálculo del piloto hizo que, en lugar de tocar la pista, el avión se estrellara en un bosque lindero.
Doce personas perdieron la vida en el momento, mientras que ocho fueron rescatadas. Entre las últimas se contaba una mujer negra, de 46 años, nacida en el Congo pero de nacionalidad francesa, gravemente herida en las dos piernas. Murió dos días después en el hospital militar Robert-Picqué en Villenave-d’Ornon.
Para entonces, Jean Vialle era una de las figuras más notables de la política francesa. Como luchadora y desde su banca del Senado – fue una de las dos primeras mujeres negras en llegar allí – era una de las voces que más fuertemente condenaban el colonialismo francés en África, la discriminación racial y la postergación de las mujeres.
Aunque los políticos tradicionales la consideraban un caso extraño, se había ganado el respeto de la mayoría. No sólo por haber sido elegida por el voto popular sino – y sobre todo – por una trayectoria que la había llevado Ouesso, en África, donde había nacido como “hija natural” de un colonialista francés y una mujer congoleña, hasta París, donde se destacó como periodista y como miembro de la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial.
En muchas de las necrológicas publicadas por los diarios franceses al día siguiente de su muerte, se recordaban las frases de su último artículo en el periódico de la Association des Femmes de l’Union Française d’Outre-mer et de Métropole:
“Es una lástima constatar que Francia, que ha sido siempre el refugio de todos los oprimidos, que ha estado siempre a la vanguardia de las ideas liberadoras e igualitarias, mantiene en algunos de sus territorios hechos que repugnan el sentido igualitario de cualquier hombre libre. Miles de hombres han muerto a lo largo de la historia de la humanidad para que hoy todos tengamos derecho a vivir libres e iguales, sin sufrir prejuicios por religión o color. Quisiéramos que Francia, que ha sido abanderada de estos nobles principios, no se avergonzara hoy de algunos de sus servidores”, había escrito.
Hija del colonialismo
Jean Vialle nació el 27 de agosto de 1906 en Ouesso, en el territorio del Congo francés. Su padre, Michel Vialle, era directivo de la Compagnie française du Haut Congo, dedicada a la comercialización de caucho. Su madre, Thérèse Tchiloumbou, pertenecía a la etnia Vili.
Michel nunca se casó con Thérèse y, al principio, tampoco reconoció a Jean como su hija, aunque las dos vivían con él. Más tarde, la familia se trasladó a Bangassou, en la que sería la República Centroafricana, por un nuevo trabajo del padre, ahora directivo de otra empresa expoliadora de recursos naturales, la Société des Sultanates du Haut-Oubangui, que tenía la concesión de 140.000 kilómetros en el territorio colonial, donde monopolizaba el comercio de marfil y de caucho.
Allí creció Jean hasta que, en 1912, cuando tenía seis años, la familia se trasladó a Paris, donde finalmente. Michel la reconoció como su hija legítima y la inscribió como ciudadana francesa.
Hizo sus estudios secundarios en el Lycée Jules-Ferry de París y luego en clases privadas, donde obtuvo su bachillerato, alrededor de 1925. De esas experiencias estudiantiles, le quedó grabado ser prácticamente la única estudiante negra, muchas veces discriminada por sus compañeros.
Le gustaba escribir y lo hacía bien, por lo que no le costó conseguir un puesto de redactora en la agencia de noticias Opera Mundi y después pasó al periódico Confidences, de Marsella. En 1927, Vialle se casó con Marcel Beauvois, de quien se divorció en 1940 para no volver a casarse nunca más.
Luchadora de la Resistencia
Seguía trabajando en Confidences cuando los nazis invadieron Francia en mayo de 1940. No dudó en incorporarse a la lucha como agente clandestina de Combat, uno de los tres principales movimientos de resistencia en el sur de Francia.
Allí se transformó en una de las colaboradoras más cercanas de Jean Gemähling, jefe de la red de información de Combat, del que se convirtió poco después en secretaria. También hacía trabajo en el campo, recopilando información sobre los movimientos de las tropas nazis en Europa, para enviársela a los aliados.
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En enero de 1943 fue arrestada y acusada de traición. No brindó información sobre la red a la que pertenecía y sus captores tampoco pudieron obtener datos de los papeles que encontraron en su poder.
Durante el juicio, el fiscal francés de Vichy dijo que Vialle había codificado sus datos tan bien que la policía no pudo descifrar su código. Ella tampoco les dio la clave. La trasladaron a un campo de concentración en territorio francés y más tarde a la prisión para mujeres de Marsella. Algunas fuentes dicen que estaba allí cuando Francia fue liberada, otras sostienen que se escapó de la cárcel poco antes de la liberación.
Por su labor en la resistencia fue condecorada Médaille de la Résistance. Sólo dos mujeres negras recibieron esa distinción. La otra fue Éboué-Tell. Juntas serían también las dos primeras mujeres negras en llegar al senado francés.
Desde ese momento, las dos mujeres establecieron una alianza política de lucha por los derechos humanos que sólo terminaría con la muerte de Vialle.
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La lucha por los derechos
Éboué-Tell y Vialle fueron elegidas senadoras en las elecciones de 1947, luego de una campaña política centrada en el papel jugado por los candidatos durante la Resistencia. El plus de sus acciones contra los nazis fue determinante para que lograran sus bancas pese a dos factores que, en ese momento, les jugaban en contra: eran mujeres y nativas de África.
Jean Vialle también era conocida por sus artículos como corresponsal la agencia de noticias AFP en los territorios del África francesa. También fundó y colaboró con el periódico de la Association des Femmes de l’Union Française d’Outre-mer et de Métropole, donde resaltaba el papel de las mujeres en los movimientos de resistencia y la importancia de la educación femenina.
En algunas de sus crónicas, relataba cómo el despliegue de las tropas francesas en las colonias africanas durante la Segunda Guerra había provocado el aumento de niños nacidos – como años antes ella – de madres africanas y blancos franceses, en este caso de soldados.
En su discurso de presentación del proyecto dijo: “Yo misma soy hija de un padre blanco, en mi caso responsable. Pero cuando los padres no quieren asumir esa responsabilidad, los abandonan”.
Denunciaba también que la política colonial francesa consistía en secuestrar a estos niños y colocarlos en orfanatos públicos, donde recibirían una educación limitada y podrían ser forzados al trabajo infantil.
Desde el Senado, Vialle y Éboué-Tell lucharon para que esos niños fueran liberados y presentaron un proyecto de ley para que se les dieran los mismos derechos que tenían los niños nacidos en la Francia metropolitana. También propusieron que se buscara a sus padres franceses que los habían abandonado y se los obligara a pagar su manutención.
Les costó cuatro años de lucha, con mucha oposición, hasta que en 1951 el proyecto de ley sobre el rastreo de paternidad en los Territorios de Ultramar fue aprobado por el Senado francés.
En las Naciones Unidas
En 1949, Vialle fue nombrada miembro del Comité de las Naciones Unidas sobre la Esclavitud por su conocimiento del África colonial francesa y la condición de las mujeres africanas.
Allí realizó una labor incansable, dio conferencias en diferentes países y produjo un memorando sobre la esclavitud en los territorios africanos. Sin embargo, la falta de continuidad y compromiso en estos programas, le generó mucha frustración y llegó a sentirse utilizada como una imagen para buena publicidad. Lo denunció.
También se había transformado en un personaje incómodo para el establishment político francés. En 1952 perdió las elecciones y no pudo renovar su banca en el Senado.
Cuando murió en el accidente aéreo del 7 de febrero de 1953 en el aeropuerto de Burdeos-Mérignac, regresaba de una gira por África para reorganizar el partido político Asociación para la Evolución del África Negra, que había fundado.
El 23 de mayo del mismo año se le concedió póstumamente la Orden de la Nación, una condecoración que se otorga a civiles y militares por sus “servicios o actos de devoción excepcional, realizados para Francia en el riesgo de la vida…”
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