Esa mañana del viernes 9 de octubre de 2020, Reagan Simmons de Hancock (21), se estaba preparando para su último día de trabajo en Flying Burger. Con 35 semanas de embarazo, el lunes 12 empezaría su licencia. Su marido Homer se había ido a trabajar muy temprano. Reagan estaba apurada, debía llevar a Kynlee Grace, su hija de tres años, a la guardería antes de ir al local. Le estaba intentando quitar el pijama cuando tocaron la puerta. Era su amiga Taylor Parker (27), también embarazada de casi nueve meses, quien había insistido en pasar a visitarla.
La casa familiar beige y de techo rojizo a dos aguas, rodeada de verde, en New Boston, Texas, Estados Unidos, estaba inundada de una luz cálida y con el aroma del café a medio hacer. Nadie podría haber anticipado el espanto que acontecería en ese tradicional hogar lleno de sueños por la llegada de un nuevo hijo.
Taylor Parker entró... ¿Las amigas llegaron a hablar algo? ¿Cómo comenzó el ataque? Solo Taylor Parker lo sabe.
Lo que sí se pudo reconstruir es lo que sigue.
La batalla recorrió la casa. Taylor le propinó a su amiga cinco violentos martillazos, en la frente y en la nuca. Cada golpe le provocó una fractura de cráneo. Luego, pretendió estrangularla. Buscó un cuchillo en la cocina para abrir el abdomen de Reagan, pero no pudo hacerlo. No era nada fácil la tarea que quería acometer. Corrió a su auto, sacó de su bolso un botiquín y de allí extrajo un pequeño bisturí. Volvió y con esa navaja cortó la panza de su amiga. Reagan estaba en el piso, viva, desesperada y gritando. Taylor, enloquecida, siguió adelante. Sacó su útero, lo abrió y arrancó a la bebé. La puso un segundo sobre el pecho de Reagan y le dijo: “Decile adiós a mamá”.
Las heridas defensivas en las manos de Reagan demostrarían que supo lo que ocurría. Tenía un dedo prácticamente cercenado, otro dislocado y tajos en las palmas de sus manos.
Taylor ya tenía la hija que buscaba, pero Reagan todavía no había muerto. No podía dejarla viva, así que terminó su trabajo. Trató de decapitarla. Molesta porque su amiga demoraba en morir le dio más de cien cuchilladas, 39 fueron en la cabeza. Dejó el pequeño bisturí tan hundido en su cuello que recién fue hallado durante la autopsia.
Kynlee Grace, ya despierta por el alboroto, quedó dando vueltas por la casa, sola y desorientada.
La gran mentira
Reagan Simmons estaba casada con Homer Hancock desde 2019. Tenía una hija de tres años llamada Kynlee Grace -cuyo padre biológico no era Homer- y estaba cursando el final de un deseado embarazo. Ya sabían que esperaban una beba y que la llamarían Braxlynn Sage. La noticia la había comunicado en las redes sociales. Fue, entonces, que Reagan se convirtió en el objetivo perfecto para su amiga Taylor Parker (27) quien quería un bebé a toda costa.
Taylor, originaria de Simms, Texas, tenía ya dos hijos de dos parejas distintas, y estaba de novia con Wade Griffin. La relación no andaba del todo bien y Taylor estaba obsesionada con conservar a Wade de cualquier manera. Se le ocurrió que si tenía un hijo con él lo retendría. Ideó un plan: fingiría un embarazo. Ya vería cómo conseguir un recién nacido.
Reagan y Taylor se habían hecho amigas tiempo atrás por Facebook. Pero también se veían con frecuencia en la vida real. En la web ella figuraba como Taylor Morton y le comentaba a Reagan sus posteos. Todo eran emojis, palabras cariñosas y agradecimientos.
Taylor había asistido al casamiento de Reagan con Homer Hancock, en septiembre de 2019, en el lago Elliot. Incluso había posteado una foto de la celebración con la frase: “Diversión en el casamiento Hancock”.
Al mismo tiempo que Reagan, Taylor comenzó a postear su falso embarazo. Le dijo a su pareja que esperaban un hijo y empezó con las simulaciones y las náuseas. Más adelante, compró online una panza de silicona y mandó a hacer una ecografía customizada donde pidió que estamparan el nombre de una clínica y un especialista. En junio posteó que buscaba una silla alta de madera, usada, para el bebé en camino. El 5 de agosto puso en venta la silla que había conseguido porque había encontrado otra mejor. El 25 de agosto subió a Facebook una bucólica foto suya: con una mano sostenía la rienda de un caballo gris y con la otra su enorme panza. En septiembre organizó un festejo con sus amigas para anunciarles que esperaba una niña. Y posteó un ternero con una guirnalda rosa en el cogote.
La escena estaba perfectamente montada en su mente oscura. De hecho, ese trágico 9 de octubre por la tarde, habían quedado con Wade Griffin en encontrarse en el hospital de Idabel: le había dicho que le iban a inducir el parto.
Mi amiga, mi víctima
El día anterior a morir asesinada, el jueves 8 de octubre del 2020, Reagan recibió de su amiga Taylor un regalo y un café de Starbucks. Se lo agradeció por Facebook.
La mañana del viernes 9, Taylor miró con atención un video significativo: cómo era el examen físico de un recién nacido de 35 semanas.
La trágica rueda del destino se había puesto en marcha.
Como el embarazo de Reagan estaba muy avanzado, tanto Homer como su madre, Jessica Brooks, estaban en permanente contacto con ella. Pero esa mañana ninguno pudo contactarla. Jessica la llamó varias veces, pero su hija no atendía. Marcó entonces el teléfono de la guardería y se enteró de que su nieta Kynlee Grace nunca había llegado. Jessica se alarmó. ¿Qué pasaba? Decidió ir hasta la casa de su hija. El auto nuevo de Reagan estaba en la puerta: una camioneta Nissan Rogue. Cuando quiso entrar observó sangre en el picaporte. Algo grave había pasado. Ingresó y encontró a su hija tirada boca abajo en el piso del living, en medio de un gigantesco baño de sangre.
“Por la cantidad de sangre enseguida me di cuenta de que estaba muerta. Creo que grité porque no sabía qué hacer. Caí de rodillas y llamé al 911″, declaró Jessica tiempo después. Eran las 10.18 cuando llamó al 911.
La policía llegó y encontró un cadáver abierto al medio y una bebé que no estaba.
Chad Force, un experimentado investigador de la oficina del sheriff, llegó a la casa de Reagan, en la calle Austin, a las 10.30. Quedó shockeado: “Fue la escena más sangrienta que vi en toda mi vida laboral”.
Una negativa, muchas sospechas
Taylor salió de la escena y se subió a su auto. Manejó con la prematura ensangrentada sobre la falda. Llamó al 911 y dijo que estaba por dar a luz en el vehículo y que estaba circulando por la autopista 82 rumbo a Idabel. Un patrullero la interceptó poco después por exceso de velocidad. La hizo parar en la banquina en una calle De Kalb, en Texas. Eran las 9.37. Taylor había puesto el cordón umbilical dentro de su bombacha. Los policías se acercaron mientras veían a la joven haciendo señales desde la ventana del coche.
“Le preguntamos qué pasaba y pudimos ver en su falda a un recién nacido con cordón umbilical. Dijo que acababa de parir a la bebé y que estaba tratando de llegar al hospital en Idabel”, relataron.
El lugar donde estaban era a solo 19 kilómetros de dónde Taylor había asesinado a su amiga.
La pequeña parecía no respirar. Los agentes llamaron a una ambulancia. Ambas, “madre e hija” hasta ese momento para ellos, fueron llevadas al Hospital McCurtain Memorial en Idabel, Oklahoma, donde Braxlynn fue declarada muerta. Había vivido muy poco.
A los médicos la negativa de Taylor a ser revisada les disparó las alarmas. Sentían que la joven estaba mintiendo y que nunca había estado embarazada.
Poco después, ese extraño hecho se unió a otro policial y horroroso ocurrido cerca de allí. A solo 74 kilómetros del Hospital de Idabel, una joven embarazada había sido encontrada asesinada y con la panza vacía.
La bebé no estaba por ningún lado. A la policía no le costó nada unir las historias. Además, las jóvenes se conocían.
Taylor fue arrestada. Confesó no haber estado embarazada y haber atacado a Reagan. Al policía Joshua Mason, cuando la interrogó por primera vez, le dijo que había sido la misma Reagan quien le había pedido que se llevara a su hija porque temía morir luego de la pelea que habían tenido: “Ella estaba en una piscina de sangre. Rodó para un lado y específicamente me dijo: Llévatela porque siento que me voy a morir. Me rogó que me la llevara”.
Taylor quedó en custodia en Idabel, Oklahoma, donde esperó la extradición a Texas para ser acusada formalmente por los dos asesinatos y el secuestro de la bebé. Le negaron la posibilidad de la libertad condicional.
Una panza de silicona
En septiembre de 2022 arrancó el juicio contra la acusada de 29 años. Los fiscales no ahorraron palabras para describir lo que pasó dentro de la casa de Reagan Simmons Hancock ante el juez John Tidwell y el jurado.
Los médicos establecieron que la muerte de Reagan no fue nada rápida y dijeron que el dolor que soportó la víctima debería haber sido un tormento.
Durante las tres semanas que duró el proceso se supo mucho más sobre el caso gracias a los testimonios de los más de 60 testigos citados.
En el estrado se mostró una panza de silicona igual a la que había comprado Taylor, pero que nunca se halló. Los investigadores tampoco encontraron la ropa que tenía puesta Taylor el día del crimen: su campera negra, una remera del mismo color, ni sus sandalias. El celular de Reagan y uno de los cuchillos utilizados en el homicidio también desaparecieron, al igual que muchos mensajes que habían intercambiado acusada y víctima.
El agente especial Dustin Estes del Departamento de Salud Pública, aseveró: “Miró todos esos videos, cliqueó esos links en YouTube, todos eran sobre las 35 semanas de embarazo. Taylor Parker simuló su embarazo (…) ella planeó y llevó a cabo el asesinato de Reagan”.
Motivos inconfesables
Taylor tenía hijos, ¿cuál podría ser el motivo para que quisiera robar de esa manera brutal un bebé?, se preguntaban. Los rumores enseguida apuntaron a que ella estaba desesperada por mantener su deteriorada relación con Wade Griffin.
Durante el juicio, el testimonio de su ex marido desde 2011 hasta 2018, Alex “Tommy” Wacasey, y padre de su hijo menor, fue vital para probar que la razón que condujo a Taylor Parker a sus crímenes había sido retener a su nueva pareja.
Wacasey contó que conoció a Taylor cuando ella tenía 19 años y que, a los pocos meses, se fueron a vivir juntos. Taylor ya tenía una hija de 8 meses llamada Emerson. En 2013, la pareja tuvo un hijo varón, que hoy tiene 9 años y que siempre estuvo a cargo de él: “Ella era hermosa y, al comienzo, yo creí que era una persona adorable, la mujer con la que todos querrían casarse”. Fue al tiempo que comenzaron las manipulaciones y las mentiras: “Cuando miro hacia atrás, si hubiese sabido lo que hoy sé nunca hubiese estado con ella. Todo nuestro matrimonio fue una farsa. Si la confrontabas con sus embustes, ella daba vuelta todo con otra mentira. Era totalmente convincente y manipuladora”. En su relato sostuvo que a principios del año 2020 se enteró de que Taylor y Wade Griffin se habían peleado. Taylor lo llamó para preguntarle si él se haría cargo de Emerson y se la llevaría a vivir con él si ella rompía con Wade. Wacasey, a pesar de no ser el padre de Emerson, le dijo que por supuesto que sí.
Ciudades chicas, infiernos grandes… Los rumores corrían con fuerza. Al poco tiempo, Wacasey supo que ellos seguían juntos y que Taylor le estaba diciendo a todo el mundo que estaba embarazada de Wade. Incluso lo posteaba en las redes. Quedó muy sorprendido.
Una decisión moral y una “embarazada” sin útero
El 16 de septiembre de 2020, luego de escuchar de boca de su propio hijo con Taylor que ella decía estar esperando un bebé de Griffin, decidió contar lo que sabía. No podía callar más. Era inmoral hacerlo.
Desde un teléfono descartable para evitar ser rastreado y no generar peleas con Taylor, le envió a Griffin un mensaje anónimo: “Te estoy contactando porque siento que es algo ético y que debo hacer. En 2015, Taylor tuvo una histerectomía”. Griffin respondió que ella estaba embarazada y que esperaba una beba. Wacasey volvió a escribirle: “Ella no puede estar embarazada. No puede concebir. Ella es una consumada artista y está mintiendo para retenerte”.
Cuando Griffin recibió aquel mensaje le hizo una captura de pantalla y se lo envió a Taylor. Ella enloqueció. Temía que su embuste fuera develado.
Wade Griffin, por su lado, creía que el mensaje había sido enviado por la madre de Taylor que saboteaba la relación.
Wacasey informó en el juicio que, en enero de 2014, Taylor se había sometido a una ligadura de trompas. Y, luego, en agosto del mismo año, había viajado con su tía a Tijuana, México, para que le quitaran unos quistes de sus ovarios. Durante la intervención los cirujanos encontraron endometriosis y un embarazo ectópico. Llamaron a Wacasey para que autorizara la histerectomía. Él autorizó. Sin útero, Taylor no podría tener más hijos. Fin de la historia. El embarazo había sido un cuento que muchos creyeron.
En las audiencias también se comprobó que Taylor para engañar a todos, sobre todo a Wade, usaba teléfonos descartables, cuentas de mail falsas e inventaba personajes para sostener sus retorcidas mentiras. Algunos mails, sin embargo, eran verdaderos. En abril de 2020 el intercambio de correos con su pareja Wade Griffin demostró que la cosa no andaba del todo bien. Taylor le decía estar frustrada por la poca demostración de afecto que recibía de Wade: “Me gustaría que me dieras un beso al despedirnos… Quisiera que tomaras en consideración que hace un mes que no me tocás. Me merezco que me pongas los brazos alrededor mío y me beses. Necesitás abrir tus ojos y darte cuenta de que yo llevo a tu hijo en mi vientre”. La respuesta de Griffin fue solo un emoji con los pulgares hacia arriba. Estaba confundido y complicado con todo lo que pasaba y los problemas económicos. Había empezado a dudar y, por eso, había llamado a la clínica para preguntar por las ecografías de su pareja. Pero en el centro asistencial no le dieron información alguna, le dijeron que eso era confidencial.
Testimonios comprometedores
Una de las personas llamadas a declarar fue Melissa Mason, la gerente de la Clínica de Salud de la Mujer de Mount Pleasant, en Texas. Dijo que Taylor había sido paciente de la clínica cuando tuvo a sus hijos y que, luego, trabajó allí como recepcionista. Mason sabía que Taylor había tenido una histerectomía y que no podía concebir. Por eso, cuando escuchó que ella estaba tratando de obtener una cita en cuidados prenatales se sorprendió mucho. También supo de los llamados de Wade Griffin preguntando por las ecografías y el embarazo de su mujer, pero admitió que no pudieron decirle nada por las leyes de privacidad. Los doctores de la clínica reportaron el tema a los hospitales del área. Melissa aseguró: “Ni en los peores y más salvajes sueños podíamos pensar que esto terminaría así. Fue algo que pasa en las películas, no en Mount Pleasant”.
Por todo esto, Taylor comenzó una búsqueda de lugares fuera del área para registrarse para el supuesto nacimiento.
Angela Pate testificó que conoció a Taylor en 2019, porque Wade Griffin trabajaba con su marido. Dejó claro que el mayor miedo de Taylor era que Griffin la dejara, “estaba obsesionada con él”.
El ingenuo Wade…
La madre de Wade Griffin, Connie, también habló frente al jurado: “Se veía que Taylor quería una relación cercana. No podría decir qué quería él. Pero había banderas rojas. Una era que ella no tenía la custodia de su hijo menor”.
El propio Wade declaró que la relación con Taylor había sido como una montaña rusa emocional. El joven de 27 años, supervisor de una empresa que construye techos, había conocido a Taylor en un rodeo, en julio de 2019. “Yo creía en todo lo que me decía”, reconoció. También admitió que Taylor hacía cualquier cosa para volverse indispensable para él: desde cocinarle lo que a él le gustaba hasta ocuparse de las finanzas y el manejo de la casa. Además, lo tenía convencido que ella heredaría mucho dinero y que su madre poseía una fortuna en tierras de unos seis millones de dólares. Wade no preguntaba demasiado, pero se endeudó pensando que el dinero entraría. Compró un tractor y animales. Pero pasaba el tiempo y cada vez debía más dólares. Taylor lo incitaba a gastar y le inventaba excusas y más excusas y le aseguraba que ya estaba por aparecer el dinero. Llegó a hacerle cheques falsos por enormes cifras. “Yo era el novio, no el marido, y no quería meterme en sus asuntos familiares”, declaró Wade.
Taylor se había inventado perfiles falsos en redes y mails ficticios para su madre Shona, su padre Mark Morton y sus tías. Desde ellos se comunicaba con Wade haciéndole creer que eran mensajes de sus familiares. Así llegó el día en que ella le aseguró estar embarazada de gemelos… Uno de los cuales “lo perdió” cuando ayudaba a su padre y un amigo en el campo y un cable le golpeó el estómago. Ahora, era uno solo el que gestaba. Wade, ingenuo, lo creía todo.
“Los rumores, el trabajo, las finanzas, todo caía sobre mis hombros y me superaba”, sostuvo para justificarse. A pesar de que su amigo Cody Ott y su mujer le dijeron que no creían en las historias que inventaba Taylor, Wade no se convenció. Taylor actuaba bien. Se levantaba con náuseas y él la escuchaba vomitar en el baño. Le decía que había sentido patear al bebé, aunque él no había podido notar ningún movimiento apoyando sus manos. Ella empezó a usar la panza falsa e incluso posaron juntos para unas fotos en agosto del 2020. Parece mentira, pero Wade era crédulo hasta la estupidez y estaba determinado a estar en el parto.
La primera fecha que ella le dio fue el 19 de septiembre, pero todo se postergó… Ese mismo día, la casa de Wade se prendió fuego y el hospital donde nacería su hija tuvo una amenaza de bomba y debió ser evacuado. Las mentiras iban tan, pero tan lejos, que se habían empezado a materializar en hechos peligrosos: “Nunca había tenido un hijo, no tenía idea ni sabía cómo funcionaba todo”, se excusó Wade Griffin.
Cuando llegó al hospital ese 9 de octubre para encontrarse con Taylor y conocer a su hija, se presentó en el mostrador. Preguntó en qué habitación estaba su novia y la enfermera no le dirigió la palabra, solo le señaló el hall. Vio entonces a tres oficiales de policía que caminaban hacia él: “Me dijeron que me diera vuelta y pusiera mis manos contra la pared. Les pregunté qué pasaba”. Los agentes le dijeron que no preguntara nada y lo esposaron.
Ese día por la tarde la verdad lo golpeó en la cara: su novia no estaba embarazada y había sido arrestada acusada de dos asesinatos y secuestro.
Ahora veía la foto entera sobre quién era Taylor Parker.
Su declaración en el juicio se extendió durante cinco horas. Un pequeño extracto del diálogo con la acusación deja en evidencia su interés monetario…
-Usted no es perfecto, pero no tiene nada que ver con todo esto ¿no?
-No.
-¿Cómo afectó esto su vida?
-Mucho. Arruinó mi reputación. Arruinó mi apellido y el de mi madre y mis hermanos. Perdí mi trabajo. Y todavía estoy tratando de salir de esto… Es lo peor que me tocó vivir en toda mi vida.
Wade Griffin admitió haber sido ciego ante las alertas rojas y, también, que no estaba enamorado de Taylor. La acusación señaló que quizá esa ceguera tuviera un poco que ver con que soñaba con ese dinero que ella decía que iba a heredar y que eso lo habría llevado a comportarse como un idiota.
Esperando la sentencia
La abogada del distrito, Lauren Richards, explicó: “Es una mentirosa manipuladora. Estaba desesperada por encontrar un recién nacido. Ella sabía que la consecuencia de no tenerlo era que iba a perder para siempre a su pareja. Su obsesión por Wade no le permitió abandonar la idea (…) Quería mantener su relación a cualquier costo”.
La defensa intentó sugerir, para disminuir la pena, que la bebé no estaba viva cuando Taylor la quitó del vientre materno. “Para ser acusada de secuestro tiene que haber un ser humano que nació y está vivo, no se puede secuestrar a alguien a menos que nazca y esté vivo”, dijo la letrada Harrelson, del equipo de defensa de Taylor. Y sostuvo que el Estado no había demostrado que la bebé hubiera estado viva.
Pero varios profesionales declararon en contra y afirmaron lo contrario: la bebé había estado viva cuando Taylor la hizo nacer por la fuerza.
La asistente del distrito Kelley Crisp remarcó mirando al jurado: “Ella secuestró a Braxlynn. Quería llevarla a su casa y simular que era de ella. (...) El bebé nació cuando Taylor cortó el vientre y la sacó de allí. Ese es el momento en que nació. Lo que decidió Taylor Parker no era algo que ella podía decidir, pero igual lo hizo. Decidió cuándo nacería la bebé y, también, decidió cuándo Reagan iba a morir (...) Está claro que para Taylor Parker ni la vida de Reagan ni la de Braxlynn tenían valor alguno. Estoy segura de que la vida de ellas sí tienen valor para ustedes. Ustedes le van a decir a Parker qué piensan de lo que hizo”.
Después de tres semanas de juicio, el jurado compuesto por seis hombres y seis mujeres, se tomó una hora para dar su veredicto. El lunes 3 de octubre de 2022, a casi dos años exactos del crimen, la declaró culpable.
Taylor Parker escuchó imperturbable.
El 12 de octubre comienza otra fase del juicio: la de dictar sentencia. Podría prolongarse por dos o tres semanas más. El juez tiene dos opciones: prisión perpetua sin posibilidad de libertad condicional o la pena capital. El estado de Texas es de los más duros y ya realizó tres ejecuciones este año y tiene dos más en el calendario.
¿Qué pasará por la cabeza de Taylor hoy? Quién sabe. Arruinó la vida de muchos. Incluso, la de sus propios hijos. En cualquier caso, por la crueldad de lo que fue capaz, lo mejor sería que crezcan bien lejos de ella.
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