“Odio la guerra, pero no veo por qué las mujeres tenían que contentarse tejiendo para sus maridos, que estaban en el frente; he matado a muchos alemanes y solo me arrepiento de no haber matado a más”, dijo una vez, medio siglo después de terminada la Segunda Guerra Mundial, con una firmeza que contrastaba con la suavidad de su voz y la dulzura de su rostro de anciana.
El periodista que la entrevistaba le preguntó entonces por la muerte de un guardia de las SS al que, decían, había matado con sus propias manos. Al escuchar la pregunta, Nancy Wake levantó la vista y mirando al cronista a los ojos le respondió sin palabras. Simplemente se pasó un dedo por la garganta.
Para entonces Wake era una leyenda del espionaje y ostentaba el récord de ser la agente mujer más condecorada por su desempeño en la guerra. Fue distinguida por Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia y su Nueva Zelanda natal. Las aceptó todas menos la tardía medalla que quiso otorgarle Australia, recién en 2004.
“Les dije que podían meter sus medallas por donde el mono se metió las nueces. La cosa es que, si ahora me dieron una medalla, no es por amor así que no quiero nada de ellos”, explicó.
Durante la guerra, los nazis trataron de capturarla infructuosamente durante tres años en la Francia ocupada, donde Wake había montado una red de escape. Pero ni siquiera estuvieron cerca de conocer su identidad.
Creían que era un hombre y, por lo escurridizo, lo llamaban “el ratón blanco”. No se les ocurrió nunca que podía ser una mujer, hasta que la delataron. Y aun así se les escapó.
Una joven periodista
Nancy Grace Augusta Wake nació el 30 de agosto de 1912 en Vellington, Nueva Zelanda, donde tan sólo vivió dos años. Era la menor y única mujer de los seis hijos de una familia disfuncional que en 1914 se mudó a Sídney, Australia, donde el padre, Charles, desapareció de sus vidas de un día para el otro. Simplemente se fue y Ella, la madre, debió criarlos sola.
Nancy estudió en la North Sidney Girls School y apenas se recibió, a los 16 años, se fue de su casa. Aprovechó una herencia de 200 libras que le dejó una tía para irse primero a Londres, donde estudió periodismo, y más tarde a Nueva York.
En Estados Unidos fue contratada por la corporación Hearst, que la envío como corresponsal a Paris, después a Viena y finalmente a Berlín. Recaló en la capital alemana en 1933 y fue testigo del ascenso de Adolf Hitler –a quien entrevistó- y de las primeras persecuciones del nazismo.
El clima político y social del Tercer Reich se le hizo irrespirable y pidió al grupo Hearst que la trasladara nuevamente a Paris, donde se instaló en 1936.
Allí conoció Henri Edmond Fiocca, un rico empresario francés con quien se casó el 30 de noviembre de 1939. Después de casarse, Nancy renunció a su trabajo como corresponsal y se fue a vivir a Marsella, donde Henri tenía sus oficinas y sus empresas.
Estaban allí cuando Alemania invadió a Francia.
Líder de la Resistencia
Nancy y Henri se sumaron a la Resistencia francesa. La cobertura de Nancy era perfecta, joven y millonaria, se movía en los más altos círculos sociales. Nadie desconfiaba de esa extranjera culta y elegante que trataba a todo el mundo con aires de superioridad, incluidos los invasores.
Primero fue correo y más tarde montó una red de escape a través de los Pirineos de perseguidos y soldados aliados que huían de los alemanes. Con el tiempo llegó a armar una red de alrededor de mil maquis dedicados a sostener la ruta de escape, pasar información a los aliados y realizar acciones de sabotaje y atentados.
La Gestapo creyó haber descabezado a la red cuando capturó al capitán inglés Ian Garrow, con quien Nancy trabajaba estrechamente en la planificación de las huidas, pero ni bajo tortura el hombre reveló la identidad de su contacto local.
Creyeron que era un hombre y, como desconocían su identidad, le pusieron el nombre en código “Ratón Blanco”, por lo escurridizo. Ofrecieron una recompensa de 5 millones de francos por información que permitiera capturarlo.
Tan desconcertados estaban los alemanes que cuando capturaron a Nancy en Toulouse la dejaron ir después de interrogarla. Los convenció que estaba en viaje de negocios y la liberaron a los cuatro días. Nunca imaginaron que esa mujer elegante con acento extranjero, casada con un rico industrial francés, era en realidad el enigmático “Ratón Blanco”.
En octubre de 1943, una delación puso a los alemanes sobre la pista de quien creyeron que era el espía tan buscado. Era solamente una dirección: la de la casa de Nancy y Henri en Marsella. Cuando irrumpieron, el 16 de octubre, lo encontraron solamente a él y, una vez más, se confundieron. Creyeron que finalmente habían capturado a “Ratón Blanco” y ni se preocuparon por la ausencia de Nancy, que recibió un aviso a tiempo.
Henri Fiocca fue torturado durante días sin que pudieran arrancarle una sola información. Finalmente lo ejecutaron. Para entonces, Nancy había cruzado los Pirineos e iba camino a Londres.
Hasta el final de la guerra no sabría que su marido había sido capturado y asesinado.
Operaciones Especiales
En Gran Bretaña, Nancy Wake se incorporó a la Dirección de Operaciones Especiales, donde la entrenaron en el manejo de radio transmisores y preparación de explosivos. Desde el primer momento la prepararon para una misión clave: volver a Francia para coordinar la resistencia antes del desembarco de Normandía.
La noche del 29 al 30 de abril de 1944 se lanzó en paracaídas en la Auvernia para enlazar el comando inglés con el grupo local de maquis que comandaba el capitán Henri Tardivat.
No solo sirvió de enlace sino que, más allá de las órdenes que había recibido, comandó acciones de la resistencia y ataques contra las fuerzas alemanas. Voló depósitos de armas y dirigió el exitoso ataque al cuartel general de la Gestapo en Montluçon.
Fue en uno de esos ataques cuando degolló con sus propias manos a un guardia de las SS que los descubrió e intentó dar aviso.
En otra ocasión, para reemplazar los códigos de su operador telefónico que había tenido que destruir tras un ataque alemán, Wake recorrió en bicicleta más de 800 kilómetros a través de varios puntos de control alemanes.
Entre abril de 1944 y la liberación de Francia, los 7.000 maquis que estaban a sus órdenes combatieron contra 22.000 soldados alemanes con un saldo increíble: sufrieron apenas 100 bajas contra 1.400 alemanes muertos.
Política en Australia
Por su desempeño en la guerra, Nancy Wake fue distinguida con la George Medal en 1945, la Medalla de la Libertad de Estados Unidos, la Médaille de la Résistance y tres veces la Croix de Guerre francesa.
También se enteró de que la Gestapo había torturado a su marido hasta la muerte en 1943, por negarse a revelar su paradero.
Se incorporó al Departamento de Inteligencia en el Ministerio del Aire británico y cumplió misiones en las embajadas de París y Praga.
Cuando dejó el servicio, en 1949, se radicó en Australia con la intención de dedicarse a la política en las filas del Partido Liberal. Intentó tres veces ser electa diputada y en todas fracasó. Ese fue uno de los motivos por los que años más tarde rechazaría ser condecorada por ese país.
Se casó por segunda vez en 1957, con John Melvin Forward, un expiloto de combate australiano de la Royal Air Force.
Su vida en libros y películas
En 1985, Nancy publicó su autobiografía, titulada “The White Mouse” (El Ratón blanco). El libro se convirtió en un best seller y se ha reimpreso muchas veces desde entonces.
Lo mismo sucedió con la biografía escrita por el australiano Peter Fitzsimons, titulada “A Biography of Our Greatest War Heroine” (Nancy Wake, una biografía de nuestra heroína de guerra más grande), publicada en 2001.
Su vida también inspiró la novela “Liberación”, firmada por Imogen Kealey, seudónimo de la dupla formada por la escritora Imogen Robertson y el guionista Darby Kealey, en base a la cual se filmó una película protagonizada por Anne Hathaway.
Nancy Wake murió en un hogar para excombatientes de Londres el 7 de agosto de 2011, 19 días antes de cumplir un siglo de vida.
De acuerdo con sus deseos, fue cremada y sus cenizas fueron esparcidas en Montluçon, la ciudad francesa en la que lideró el ataque de sus maquis contra el cuartel general de la Gestapo.
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