El asesino serial y violador de estudiantes que tenía su página web, inspiró Scream y murió cantando en su ejecución

Danny Rolling mató a cinco jóvenes en Florida, a una familia en Louisiana y fue atrapado cuando robaba una tienda. Sus atroces confesiones a la periodista que se convirtió en su segunda esposa y la marca macabra y sexual que le imprimía a sus crímenes

Guardar
Danny Harold Rolling, "El destripador de Gainesville", fue un asesino serial que inspiró al tenebroso personaje principal de la película Scream
Danny Harold Rolling, "El destripador de Gainesville", fue un asesino serial que inspiró al tenebroso personaje principal de la película Scream

Antes de su ejecución, el asesino serial de esta historia miró fijo a la madre de una de sus víctimas y cantó la estrofa de un himno religioso: “Nadie más grande que tu, Señor, nadie más grande que tú”. Pero al principio no se sabía nada de él. Sólo que en sus aberrantes asesinatos tenía un ritual: entraba en una casa, sometía a la víctima, ponía la música a todo volumen, sacaba su cuchillo y su obra sólo exhibía horror. Los forenses del caso, a partir de las autopsias y los informes, concluyeron que al momento del ataque le surgía una fuerza descomunal, como si se transformara en algo invencible.

Todo comenzó cuando el oficial Ray Barber acudió al edificio de apartamentos de Williamsburg Village, en Florida, Estados Unidos, porque los vecinos avisaron que en uno de los departamentos había música muy alta. Al llegar, Barber se encontró con el encargado del edificio y le dijo, preocupado, que la estudiante Christina Powell, de la Universidad de Florida, había desaparecido aunque su auto estaba estacionado en la otra cuadra. Tampoco podían ubicar a su compañera Sonja Larson.

Los padres de Powell le pidieron a la Policía que tirase la puerta abajo porque tenían un mal presentimiento. Y lo hicieron: cuando los policías entraron encontró a las dos jóvenes de 17 años asesinadas. “Fueron violadas, apuñaladas, mutiladas y colocadas en posiciones sexuales grotescas”, dijo uno de los pesquisas que analizó la escena del crimen. Era el 25 de agosto de 1990.

Los detectives seguían en el departamento con la recolección de pruebas en el momento en que el femicida volvió a actuar. No había pasado ni un día: Christa Hoyt, otra estudiante de 18 años, que residía en la zona, fue esperada por el asesino, que la atacó cuando ella entró en su casa. La estranguló por detrás con una técnica de yudo, le precintó la boca, le ató las muñecas y la llevó hasta el dormitorio. La violó con salvajismo, la apuñaló, la decapitó y antes de irse colocó su cabeza y los pezones en una estantería frente al cadáver, al que dejó en una extraña pose sexual.

Parte de las víctimas de Danny Rolling, "El destripador de Gainesville"
Parte de las víctimas de Danny Rolling, "El destripador de Gainesville"

Las autoridades encontraron el mismo sello que los otros dos asesinatos: el asesino irrumpía en los departamentos a primera hora de la mañana, ponía la música muy alta durante los crímenes (los vecinos se quejaron del ruido), robaba la ropa interior de sus víctimas, además de algunas partes de sus cuerpos, se duchaba antes de huir, y usaba un cuchillo de entre diez y quince centímetros.

En el campus universitario no se hablaba de otra cosa. Las estudiantes se organizaron, dormían en grupo, cambiaron sus rutinas y algunas se fueron a otras facultades.

“Volverá a atacar”, analizó un detective a cargo del caso. Y no se equivocó: el 27 de agosto aparecieron los cadáveres de Tracy Paules y Manuel “Manny” Taboada. Al joven lo apuñaló tras una pelea en el departamento. Tracy escuchó los gritos y trató de encerrarse en su habitación. Pero el asesino derribó la puerta, le precintó la boca y las muñecas, la desnudó, la violó y la apuñaló tres veces por la espalda. Una vez más, eligió una llamativa postura sexual para colocar el cuerpo de la víctima.

Iban cinco asesinatos y la Policía temía que fueran más. La prensa bautizó al asesino como “El destripador de Gainesville”. Las mujeres temían salir a la calle. Hasta que se logró la detención del estudiante Edward Lewis Humphrey, por actitud sospechosa: tenía un largo historial de enfermedades mentales, cicatrices en la cara y un comportamiento violento en los pisos de estudiantes donde residía. Pero, como se dice en la Argentina, fue el “perejil” de la causa, porque no tenía nada que ver.

La caída del chacal

La detención del verdadero culpable fue casi por casualidad, el 7 de septiembre. Un hombre llamado Danny Rolling, de 36 años, fue arrestado por robar una tienda. En la comisaría, mientras cotejaban sus datos, saltó un pedido de captura: Rolling había intentado matar a su madre en la misma zona donde ocurrieron los crímenes. Le hicieron la prueba de ADN y el resultado genético coincidió con los que hallaron en las escenas del crimen. El depredador había sido cazado.

Edward Lewis Humphrey fue capturado por la policía y acusado por los crímenes. Luego se descubrió que el verdadero autor fue Rolling (Captura de video)
Edward Lewis Humphrey fue capturado por la policía y acusado por los crímenes. Luego se descubrió que el verdadero autor fue Rolling (Captura de video)

La historia de vida de Danny Harold Rolling, que hbía nacido el 26 de mayo de 1954 en Shreveport (Louisiana, Estados Unidos) era similar a la de otros de su especie. Se había criado en una familia marcada por la violencia ejercida por parte de su padre, James Rolling, un veterano de guerra con estrés postraumático que se hizo policía. El hombre no solo se comportaba de forma violenta y agresiva con su mujer Claudia, sino que también abusaba física y psicológicamente de sus dos hijos, entre ellos Danny.

“Sufría constantes palizas y para escapar del dolor se creó diferentes personalidades. Poco a poco, su mente se fue distorsionando y desarrollando diversos trastornos mentales. Entre ellos, un desorden antisocial, un trastorno límite de la personalidad, además de parafilias sexuales y voyerismo”, dictaminaron las pericias psiquiátricas.

Sólo lo calmaba la música. Comenzó a consumir alcohol y drogas. Una vez, tras una fuerte pelea con su padre, intentó suicidarse. Terminó dejando los estudios y alistándose en el Ejército. Pero en 1972, a los 18 años, lo echaron por consumo de drogas. En ese período vivió con su abuelo y logró estabilidad. Los dos iban a la iglesia. Se casó con O’Mather Halko, tuvieron una hija, pero se separaron porque él las maltrataba. Comenzó a cometer pequeños hurtos. Y espiaba a mujeres en lugares públicos. Lo detuvieron por voyeurismo. Lo peor fue cuando violó a una mujer que se parecía a su ex esposa, delito por el que nunca fue acusado ni condenado.

Su vida pasó a ser una reiteración: trabajaba, lo echaban, robaba, caía en prisión. Lo liberaban, trabajaba, lo despedían, robaba, y era otra vez detenido. Pero el 15 de noviembre de 1989 cometió una masacre: asaltó una casa en Shreveport, su ciudad natal, y asesinó brutalmente a toda una familia mientras estaban cenando. Eran un padre de 55 años, su hija de 24, y el nieto de ocho.

Tuvo suerte. Nadie lo relacionó con estos crímenes que terminaría por confesar una vez detenido. A los pocos días de esa matanza fue a buscar a su padre para asesinarlo. Buscaba vengarse por su infancia infeliz y triste. Sacó una pistola y le disparó en el estómago y la cabeza. Pero su padre, James, sobrevivió: perdió un ojo, se quedó sordo de un oído y lo denunció por intento de asesinato.

Sondra London, periodista, la segunda esposa de Rolling y quien lo hizo confesar sus crímenes para un documental (Wikipedia)
Sondra London, periodista, la segunda esposa de Rolling y quien lo hizo confesar sus crímenes para un documental (Wikipedia)

Cuando los investigadores allanaron el lugar donde vivía el asesino, hallaron pertenencias con vello púbico de una de las víctimas, manchas de sangre de otra de las víctimas y varias grabaciones de audio donde el detenido mencionaba los asesinatos.

El 22 de noviembre de 1991 fue acusado formalmente de cinco cargos de asesinato en primer grado. Durante tres años, el acusado insistió en su inocencia pese a las pruebas de ADN, hasta que, el 12 de febrero de 1994 entró en su vida la periodista Sondra London, con la que se escribió cartas hasta iniciar una relación y casarse. Así nació el documental The Making of a Serial Killer, en el Rolling habló de sus asesinatos.

Poco antes de celebrarse el juicio, se declaró culpable. “No fue mi culpa. La única responsable es Géminis, una parte diabólica de mi personalidad que afloró después de que viera la tercera parte de El Exorcista”, declaró. Durante el juicio, celebrado en el Condado de Alachua casi cuatro años después, los miembros del jurado vieron las fotografías de las escenas de los crímenes, de las mutilaciones de los cuerpos y del estado en que el acusado dejó a sus víctimas. También escucharon decenas de declaraciones de testigos, de las autoridades competentes en la investigación y del propio asesino, que intentó defenderse justificando sus actos en el trauma que le había quedado por haber sido maltratado en su niñez.

El 16 de abril de 1994 fue sentenciado a la pena capital por inyección letal. Su ejecución se produjo el 25 de octubre de 2005 en la Prisión Estatal de Starke. Su último deseo fue comer cola de langosta, camarones, patatas al horno, tarta de queso con fresas y té dulce.

En el exterior del recinto se congregaron manifestantes a favor y en contra de la pena de muerte. Los que se oponían, cerca de un centenar, se colocaron en círculo, rezaron y entonaron himnos tales como Kumbaya y Blowin ‘in the Wind. Aquellos que estaban a favor, portaban consignas como, por ejemplo, “mata al asesino”.

Danny Rolling, "el destripador de Gainesville", durante su detención. Fue condenado a muerte (Captura de video)
Danny Rolling, "el destripador de Gainesville", durante su detención. Fue condenado a muerte (Captura de video)

A las seis de la tarde, le inyectaron una mezcla de hipnóticos, sedantes y analgésicos. “Con su ejecución se eliminará una sombra muy oscura, la de la cara del mal”, declaró el fiscal estatal de Gainesville, Bill Cervone.

Pero antes salió a la luz un dato insólito: el asesino tenía su propia página de Internet, en la que publicaba una serie de cuentos góticos a los que llamó “Leyendas del pantano negro” y vendía “The Making of a Serial Killer”, el libro donde contaba sus experiencias.

“Soy culpable sólo como Géminis, un ser sediento de sangre, pero la persona que soy siente un profundo remordimiento”, dice en su web. Su caso inspiró la exitosa película de terror Scream.

Antes de su ejecución, miró fijo a la madre de una de sus víctimas y cantó la estrofa de un himno religioso: “Nadie más grande que tu, Señor, nadie más grande que tú”. Tenía 52 años.

SEGUIR LEYENDO:

Guardar

Últimas Noticias

La sangrienta historia del último gran rey Zulú, que provocó la peor derrota que sufrieron los británicos en África

El rey Cetshwayo, sobrino de Shaka Zulu, gobernó su tierra con mano de hierro. Luego de eliminar a los jefes rivales, organizó un ejército de guerreros y enfrentó a la potencia colonial más importante de su época. Su reunión con la reina Victoria en Londres. Y las sospechas sobre su muerte a los 57 años
La sangrienta historia del último gran rey Zulú, que provocó la peor derrota que sufrieron los británicos en África

La vida de Quincy Jones: los discos con Michael Jackson, Frank Sinatra y el día que asistió a su propio funeral

El músico murió ayer a los 91 años. Fue uno de los pocos artistas ganadores de al menos un Óscar, un Emmy, un Tony y un Grammy. Cómo fueron sus comienzos y sus batallas contra el racismo en la industria del espectáculo
La vida de Quincy Jones: los discos con Michael Jackson, Frank Sinatra y el día que asistió a su propio funeral

Un hombre se reencontró con el bombero que le salvó la vida hace 23 años y le agradeció por su heroico acto

Jeff Ohs auxilió a Xavier Lewis cuando tenía apenas dos años. No solo lo marcó, sino que lo impulsó a seguir la misma vocación. Después de más de dos décadas, ambos se volvieron a reunir
Un hombre se reencontró con el bombero que le salvó la vida hace 23 años y le agradeció por su heroico acto

El espectacular hallazgo de Tutankamón: un tropiezo afortunado, joyas entre las vendas y la maldición del faraón

“Puedo ver cosas maravillosas”, le contaba el arqueólogo británico Howard Carter a su mecenas, Lord Carnarvon mientras iluminaba los grandes tesoros que resplandecían con la luz de su vela. En el Valle de los Reyes, Egipto, descubrieron un tesoro sin igual en la historia de la arqueología. La sucesión de muertes tras el descubrimiento y la ausencia de un reconocimiento oficial del arqueólogo que lo decepcionó
El espectacular hallazgo de Tutankamón: un tropiezo afortunado, joyas entre las vendas y la maldición del faraón

Saltó desde 1.200 metros, los paracaídas no se abrieron y sobrevivió: qué la salvó y el inesperado culpable del boicot

Victoria Cilliers tenía 39 años y era una experimentada instructora de paracaidismo y parte del ejército británico el domingo 5 de abril de 2015, cuando saltó desde el aeródromo de Netheravon a 1.200 metros de altura. Pero el mecanismo para desplegar el paracaídas principal y el de reserva falló. Se quebró la columna en cuatro partes, la pelvis y casi todas las costillas, pero no murió. Lo que la policía descubrió y a ella le costó aceptar
Saltó desde 1.200 metros, los paracaídas no se abrieron y sobrevivió: qué la salvó y el inesperado culpable del boicot