“Creo que la única diferencia entre mi adolescencia y la de cualquier otro chico es que la mía fue filmada”. En julio de 1986, Traci Lords estrenó sus 18 años con una orden de allanamiento del FBI. La rubia voluptuosa que había dominado la sección triple X en todos los videoclubs del mundo, ahora encabezaba los títulos de policiales en cada periódico norteamericano. Los cargos eran serios: su participación en más de 70 películas pornográficas siendo menor de edad no pasó inadvertida por las autoridades federales que investigaron aquel episodio como un caso de pornografía infantil. El juez a cargo de la causa en el distrito de Los Ángeles, dejó en claro que no iba a presentar cargos contra la joven pero sí contra los productores que la habían empleado:
—Es posible que ahora sea una profesional dura, pero tenía 15 años cuando la industria del cine pornográfico se apoderó de ella— declaró el magistrado Ira Reiner ante la prensa.
En algo tenía razón: la chica de voz tímida tuvo que curtir su piel desde muy temprano. La vida de Traci Lords fue un camino espinoso que comenzó a 4 mil kilómetros de la costa oeste, en un pueblo perdido de Ohio. En Steubenville, un 7 de mayo de 1968, nació Nora Louise Kuzma, la menor de las cuatro hermanas que compartían una familia disfuncional. Hija de un obrero metalúrgico y de una ama de casa, Nora evocaría los años de su infancia como un mal recuerdo en blanco y negro. “Mi padre era alcohólico, y mis padres se separaron cuando era muy chica. Fue un shock tremendo para mí. Recuerdo que pensaba: ‘Es mi culpa que se separaran y papá es alcohólico por mi culpa’”. Su casa no era el único lugar hostil; cuando todavía estaba en la escuela primaria, las curvas de su cuerpo comenzaron a aparecer y, con ello, las miradas de los varones. Una atención para la que no estaba preparada y terminó en el episodio más traumático de su vida. “Todos los chicos pensaban que era una puta porque estaba bien dotada. No entendía qué había hecho mal. Yo tenía 10 años, iba caminando con mi colita de caballo mientras los chicos de 17 me relojeaban”. Las miradas libidinosas cruzaron una línea roja cuando Traci fue víctima de una violación a los 10 años. Se animó a contarlo en 2013, cuando estalló otro caso de abuso sexual contra una adolescente que vivía en el mismo sitio donde ella creció: “Yo nací en Steubenville y fui violada allí. También mi madre. Creo que hay una enfermedad en esa ciudad”.
Traci adoptó la pose de chica de mala para sobrellevar el dolor. Se paseaba por los pasillos de la preparatoria mascando su chicle y desafiando a los chicos que la miraban un poco intimidados. Cuando se trasladó a California con su madre cambió la goma de mascar por la cocaína y el Jack Daniels. Tenía 14 años. Mientras Patricia Kuzma se las arreglaba para mantener el hogar y estudiar literatura inglesa en la universidad, su hija descontrolaba Redondo Beach con su grupo de amigas. “Marihuana, coca, podías conseguir de todo. Era genial y quería ser parte de eso”. Un documento falso bajo el nombre de Kristie Nussman y un aviso en busca de modelos, fue el próximo paso en su meteórica carrera de autodestrucción.
El modelaje era un pasaporte para conseguir dinero. Y dinero era lo que necesitaba para conseguir drogas. A los 15 años llegó a esa máxima y fue entonces que decidió posar desnuda, por primera vez, en la revista Penthouse. “”Cuando me presenté a la agencia dije mi primera pequeña mentira blanca y luego esa mentira fue creciendo”. De ahí al cine porno había un estrecho sendero, solo necesitaba un nuevo nombre. Traci estaba encandilada con la estrella de Hawaii Five-O, la serie televisiva donde Jack Lord interpretaba a un detective: “era la cosa más sexy, me encantaba su pelo”. Tomó prestado el seudónimo que la haría famosa, presentó un documento falso con una fecha de nacimiento adulterada y debutó en el set del cine apto para mayores de 18. La industria pornográfica la recibió con brazos abiertos: en tres años realizó 75 películas, ganó premios y se convirtió en una estrella cotizada. Nadie se preocupó demasiado por preguntar: ¿la sexy lolita solo aparentaba o era menor de edad?
En mayo de 1986, justo cuando cumplió los 18, un denunciante anónimo destapó uno de los casos más altisonantes de la década. Los productores que la contrataron fueron investigados por el delito de pronografía infantil y el alegato de los acusados sobrevolaba en los medios: ¿habían sido engañados por una adolescente? Mientras las distribuidoras se apuraban para quitar de circulación todos los videos y posters de Lords, la Asociación norteamericana de Films para Adultos estimaba pérdidas por millones de dólares. En engaño había quedado al desnudo y Traci se refugiaba en las declaraciones de su abogado para no tener que hacer apariciones públicas. Hasta ese momento, ni su mamá lo sabía: “Me sentía sola, no le podía contar a nadie, creí que sería mi secreto”.
Alejada de los titulares, decidió quedarse con la actuación pero mudar de género. Tomó clases de arte dramático en el Instituto Lee Strasberg y comenzó a desandar el camino del escándalo. Traci intentó rectificar su rumbo de adicciones asistiendo a Alcohólicos y Narcóticos anónimos, pero el método no le funcionó: “fumaban demasiados cigarrillos, tomaban demasiado café y todos los tipos coqueteaban conmigo”, así que lo hizo por su cuenta. Ya recuperada y lista para empezar de cero, comenzó a modelar, hizo apariciones en series de televisión y protagonizó varias películas, entre ellas, el film de culto Cry Baby junto a Johnny Deep. Fue allí que conoció al primero de sus tres maridos y fue bautizaba por el director del film, John Waters quien le dio el apodo de “terrorista sexual”. Ella se rió. Su pasado de chica mala le sirvió para concientizar al público sobre la prostitución infantil, el tráfico sexual y asistir a víctimas de abuso, a través de la organización Children of the Night.
La última vez que Traci Lords se quitó la ropa frente a una cámara fue en el film de ciencia ficción Not of this earth pero su cuerpo no era el protagonista. En 1988 fue invitada a un talk show para promocionar la película. Ingresó al plató al ritmo de You can leave your hat on y le dijo al presentador: “(Lo que pasó] fue un alivio, es bueno ser una persona real”.
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