Dice Harry Styles en su última canción que sólo la gravedad lo sostiene en su lugar, que ya nada es lo que era. Que no es bueno solo, que es irremplazable, que no quiere saber quién va primero. El tema del cantautor británico es paradójicamente premonitorio: rompió todos los récords de Guinness en el mismo día de su lanzamiento.
Pensada como anticipo de su próximo álbum, Harry’s House, As it was se convirtió el martes en la canción más reproducida en Spotify en 24 horas por un artista masculino. En su primera jornada en la plataforma de streaming, acumuló 16.103.849 reproducciones y se vio como el tema principal en 34 países, de acuerdo con el ranking global de los Top 200 de Spotify.
Sólo en los Estados Unidos, tuvo 8,3 millones de streams, superando el último hit de Olivia Rodrigo con Drivers License, y convirtiéndose también en la más escuchada –y en otro récord de Spotify– en ese mercado. Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero Styles también fue el más escuchado ayer en Gran Bretaña, con 1.247.683 reproducciones. Y algo parecido ocurrió en el mayor mercado hispano, México, donde el hit que sintetiza reminiscencias ochentosas fue escuchado por 1.168.896 de personas.
El clip en el que baila vestido de rojo es todo lo que sus fans quieren ver: una especie de striptease urbano, que comienza enfundado en un tapado para descubrir un traje de chico disco, al cuerpo y con brillos, toda sensualidad y androginia. Terminará quitándoselo para revelar unos boxers también rojos y sus más de cincuenta tatuajes –en primer plano, las clásicas golondrinas–. También bate récords: sólo el martes fue visto por más de 54 millones de personas en YouTube y trending topic en las redes sociales.
Pero, ¿qué tiene Harold Edward Styles para despegar tanto del resto de los artistas de su generación que ni la fuerza de gravedad puede evitar que sus temas sean hits en horas, aunque a él no le importe saberlo, como canta en As it was? Desde que comenzó su carrera en el reality británico The X Factor, en 2010, se han escrito cientos de páginas para intentar descifrarlo.
Aunque tal vez la clave de su éxito es que aparte de ser un predestinado por su apellido –que no es artístico–, Styles no puede ser encasillado: fluye entre géneros y estilos como el máximo exponente actual de lo que los sajones llaman “softboy”, el primer varón que posó con vestido para una portada de Vogue, una nueva diversidad que también transmite desde la música o la actuación, donde nunca se deja etiquetar.
Si es una pose, es una que vende mucho, y se copia. Sólo hay que ver, por caso, al italiano Damiano David, de Maneskin, o al super cool Timothée Chalamet y su look en los Oscars. La generación Styles es hija de Bowie y de Prince y de Madonna, pero habita un mundo global en el que lo que antes era transgresión, hoy es mainstream y se transforma en hit a la velocidad de las redes.
Y Harry lo entendió así de rápido. Nacido el 1 de febrero de 1994 en una familia tipo de Redditch, Worcestershire, con quienes cantaba karaokes de Elvis en su casa, se anotó en el concurso televisivo por sugerencia de su madre, Anne, y cuando fue eliminado, fue convocado para integrar la banda One Direction como parte de The X Factor.
Lo que sigue conocido para muchos: aquel grupo de adolescentes –cuyo nombre fue propuesto por el propio Styles, aunque con 16 años era el menor de la banda– se convirtió en favorito, pero terminó por quedar tercero en la competencia. Nada de eso importó, porque ya nadie recuerda al ganador y los 1D –Niall Horan, Liam Payne, Louis Tomlinson y Zayn Malik, aparte de Styles– se transformaron en el fenómeno global del momento, también gracias a las redes sociales, y con hits inmediatos en todos los charts, como What makes you beautiful y Gotta be you.
Sus fans aún valoran que Harry eligió quedarse en 1D más allá de que estaba listo para que su carrera solista despegara mucho antes y, de hecho, tuvo una oportunidad cuando Malik dejó el grupo a principios de 2015. Para cuando finalmente se separaron, en 2016, habían logrado que sus tours recaudaran más que ningún otro en la historia de las bandas de cantantes pop.
La gira We were a tour, en 2014, reunió más de US$290.2 millones a valores de la época, y llevan vendidos hasta hoy más de 70 millones de discos, además de haber sido nombrados varias veces artistas del año por Billboard, los Teens Choice Award, MTV y los Brit Awards, entre otros cientos de premios que también los ubicaron entre las celebridades jóvenes más ricas de las listas de Forbes.
El álbum debut de Styles como solista nació tocado por esa varita mágica y nada podía salir mal. Sobre todo porque desde el principio fue su propio productor, y hasta creó su propia discográfica –Erskine Records– para firmar su primer contrato con Columbia. Su primer single, Sign of the Times, que se difundió exactamente cinco años atrás, llegó al número uno en Inglaterra en la semana de su lanzamiento.
Desde el principio lo compararon con Bowie. No era sólo el glam rock de la balada, sino la androginia, el estilo sin esfuerzo marcado desde mismo el apellido, el hecho de ser, como decía el single con el que presentaba esa etapa de su carrera, un nuevo “signo de los tiempos”. La Rolling Stone consideró al álbum que lleva su nombre “un debut magnífico”.
El siguiente, Fine Line (2019), fue otro suceso instantáneo, con canciones que explican hasta hoy la harrymanía, como Watermelon Sugar o Adore You. Pero además, como si fuera una versión aggiornada de Justin Timberlake, Harry se animó a papeles de riesgo en el cine, como uno de los soldados de Dunkerque, de Christopher Nolan. En esos giros impensados, donde se vuelve inclasificable, es donde termina de construirse inclasificable, y, de nuevo, recuerda a Bowie y su singular carrera cinematográfica.
Su primera relación pública fue en 2011, en pleno boom de 1D. El tenía sólo 17, y el noviazgo, si bien breve, generó controversia en Londres: la conductora de TV Caroline Flack, con quien salió entre noviembre de 2011 y febrero de 2012 le llevaba catorce. Su siguiente novia fue Taylor Swift, también 2012, y aunque tampoco duró mucho, la historia dio que hablar y dejó varias canciones para analizar después de la ruptura (Se dice que Swift le dedicó Style, Out of the Woods y Cardigan, y que él le escribió Perfect, Two Ghosts y Ever Since New York –donde los vieron caminando por primera vez).
Entre 2017 y 2018, Haz, como le dicen sus amigos y sus fans, estuvo de novio con la modelo francoamericana Camille Rowe, su musa para Fine Line. De esa relación quedó un gran disco.
En enero de 2021 anunció su noviazgo con la actriz y directora Olivia Wilde –conocida por su papel de Trece en la serie Dr House–. Se habían conocido unos meses antes, en septiembre de 2020, cuando Wilde lo fichó para coprotagonizar su segunda película, Don’t Worry Darling, un thriller psicológico que se estrenará en septiembre de este año, tras el éxito de Booksmart (2019).
Entrevistada por la edición de Vogue de la que Styles fue tapa, en noviembre de 2020, Wilde contó que cuando con la vestuarista de la película se enteraron que Harry iba a ser parte del casting, bailaron de la alegría. No era una declaración romántica, pero le sobraba estilo. Claro, es que entonces ella todavía estaba de novia con Jason Sudeikis, el actor de Ted Lasso, con quien tuvo a sus hijos Otis (6) y Daisy (4).
La presentación de la pareja en sociedad fue en el casamiento del agente de Styles en California, al que llegaron de la mano. People publicó las fotos de los dos en pleno romance con los comentarios de los allegados: “Olivia y Harry están juntos desde hace algunas semanas. En el set son inseparables y llegaron a conocerse muy bien, así que todo es muy natural; aunque nunca dejarían que una relación romántica interfiera con su trabajo, así que cada paso que dan es a conciencia”.
Cuando ella viajó a Londres después de la filmación, y cuando los encontraron juntos de vacaciones en Italia, los rumores que señalaban que sólo se trataba de una operación de prensa para promocionar la película perdieron sentido. Realmente hicieron todo a conciencia, también en el plano familiar. Haz recién conoció a los hijos de Olivia en diciembre del año pasado.
El último cumpleaños de él, lo festejaron juntos en Londres. El cumplió 28. Nacida en marzo, ella le lleva exactamente diez. Hasta ahora, es la relación más larga de Styles, y la que hizo que dejaran de preguntarle sistemáticamente por su supuesta bisexualidad, algo para lo que siempre dio respuestas distintas. A GQ le dijo en 2013 que estaba seguro de que no lo era; a The Independent le dijo en 2017 que no necesitaba rotular su sexualidad porque ellos así lo quisieran.
En 2019, entrevistado por el diario inglés The Guardian, que fue más allá y quiso saber si su estilo ambiguo y su manera de vestir eran auténticas, respondió: “¿Dicen que reparto mi ambigüedad sexual en la ropa o en el arte de mis discos para ser más interesante? ¡No! En términos de cómo me quiero vestir o cómo quiero que sean mis álbumes tiendo a decidir con qué colaboradores quiero trabajar y cómo quiero que se vean las cosas, y no porque me haga ver gay o hetero, o bi, sino básicamente porque creo que se ve bien y cool. Y más que eso, para mí la sexualidad es algo divertido. ¿Honestamente? Nunca lo pensé mucho más allá de eso”.
Pero aunque no lo piensa demasiado, se preocupa por generar cosas buenas entre sus fans. “Tratá a la gente con amabilidad” es el título de una de las canciones de Fine Line, pero también el slogan (TPWK, por sus siglas en inglés) con el que impulsa a hacer donaciones durante sus shows para causas como los derechos LGBT+, la equidad de género, el feminismo, la lucha contra el cambio climático, Black Lives Matter, o la concientización sobre la importancia de la salud mental o la salud reproductiva, para las que ha recaudado cerca de un millón de dólares por tour.
Pese a eso y a que más de una vez ha salido al escenario embanderado con los colores del orgullo gay o la camiseta del primer jugador de la NFL abiertamente homosexual, hace unos años le preguntaron en una entrevista por qué no usaba más su poder para darle un mensaje al público. Styles dijo entonces: “Para que no se diluya. Porque prefiero que, cuando diga algo, la gente sepa que lo digo en serio”.
Tal vez por eso es tan querible. Porque suena verdadero. Sin etiquetas. Sin géneros. Inclasificable. Y sin vender mensajes en los que no puede creer. En un mundo que parece condenado a codificarlo y catalogarlo todo, que el signo de nuestros tiempos sea Styles, no deja de ser alentador. Apenas un chico cool, tremendamente trabajador y talentoso, al que lo mueve el más puro y honesto deseo de divertirse. Eso es lo que se celebra cada vez que Harry Styles bate un récord –o decenas al mismo tiempo–, que otro mundo, más fluido, más amable y menos atado a la gravedad es posible.
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