Warren Beatty cumple 85: las proezas sexuales del mayor playboy de Hollywood y el cálculo de casi 13 mil amantes

Se estima que todas las estrellas femeninas de la meca del cine entre los ‘60 y los ‘90 salieron con él, desde Jane Fonda y Joan Collins hasta Madonna. Los treinta años de pareja con Annette Bening. Las frases que surgieron sobre su fama como amante. Y su innegable talento artístico

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Actor, guionista, director y productor, Warren Beatty es una leyenda de Hollywood. Es considerado el amante más prolífico del ambiente del espectáculo.
REUTERS/Danny Moloshok
Actor, guionista, director y productor, Warren Beatty es una leyenda de Hollywood. Es considerado el amante más prolífico del ambiente del espectáculo. REUTERS/Danny Moloshok

Una lista no taxativa, con los primeros nombres que vienen a la cabeza: Jane Fonda, Joan Collins, Julie Christie, Natalie Wood, Goldie Hawn, Babra Streissand, Cher, Vivian Leigh, Brigitte Bardot, Michelle Phillips, Liv Ullman, Diana Ross, Vanessa Redgrave, Leslie Caron, Candice Bergen, Diane Sawyer, Isabelle Adjani, Madonna.

Hagamos más fácil. De las actrices célebres de Hollywood que brillaron en algún momento de la décadas del sesenta hasta la del noventa incluyámoslas a todas menos a una: Shirley MacLaine. Y eso sólo porque es la hermana.

Pero sus conquistas no se limitaron a las actrices. Hubo miembros de la realeza como la Princesa Ana, grandes bailarinas como Maya Plisetskaya o modelos como Elle McPherson.

Warren Beatty, que hoy cumple 85 años, es el mayor playboy de la historia de Hollywood. Su historial de conquistas amorosas parece inagotable. Sin embargo, todo eso es parte de un pasado lejano. Hace treinta años que se retiró de esas lides. Desde el momento en que se casó con Annette Bening, Warren Beatty dice haber conocido la verdadera felicidad.

Una de las canciones cuya historia oculta más intrigas genera es You ‘re So Vain de Carly Simon. Se ha hablado que ese personaje tan vanidoso que “seguro cree que esa canción es sobre él” es Mick Jagger (que hace coros en el tema) o alguna otra estrella de la canción. Pero la gran mayoría asegura que el protagonista no es otro que Warren Beatty que tuvo un romance con Carly en los setenta.

Esa vanidad es innegable. Antiguas amantes contaron que despertaron en medio de la noche y lo encontraron mirándose al espejo, acomodando el pelo, practicando alguna mirada. La mujer siguió durmiendo. Y, dos horas después, cuando volvió a despertar, Warren seguía sentado frente a su reflejo. Su narcisismo no conoce límites. Durante un tiempo fue muy amigo de Muhammad Ali. Dejaron de verse no sólo por el parkinson que avanzaba en el boxeador. Dicen que Warren no soportaba ir a un bar con su amigo y que toda la atención se la llevara el otro.

Se le imputan las anécdotas más dispares. Dicen que a principios de los setenta llamó a la compositora y cantante Carole King para proponerle tener sexo. Carole se negó, le dijo que estaba en pareja y embarazada de varios meses. “Sí, por eso mismo” –le respondió Warren- “Quisiera probar eso: nunca estuve con una embarazada”.

Si bien se recuerdan sus aventuras sexuales con las celebridades –casi todas las que pasaron frente a él- Beatty no discriminaba. En el set todas las mujeres eran objeto de su seducción y de sus intentos por tener sexo con ellas. Dicen que su tráiler entre toma y toma era muy transitado. Sin embargo, él nunca se vanaglorió de sus conquistas. Todo lo que se sabe de su vida sexual fue contado por varias de sus parejas y nunca por él.

Annette Bening y Warren Beatty en una de las últimas entregas de los Oscars. La pareja está junta hace más de treinta años. Tienen cuatro hijos. REUTERS/Andrew Kelly
Annette Bening y Warren Beatty en una de las últimas entregas de los Oscars. La pareja está junta hace más de treinta años. Tienen cuatro hijos. REUTERS/Andrew Kelly

Su debut sexual no fue precoz. Su primera experiencia la tuvo a los veinte años. “Durante años creí que me casaría con la primera mujer con la que tuviera sexo. Y viviría por siempre con ella”, le contó a Norman Mailer en una conversación para Vanity Fair en 1991. Llegó a Hollywood para seguir el camino de su hermana. Pero se resistía a usar el nombre de ella para conseguir oportunidades. Quería abrirse camino solo. En uno de sus primeros castings le tocó hacer pareja con una hermosísima chica de 22 años, hija de una celebridad, Jane Fonda. Tuvieron que recrear una escena de amor. Muy rápido pasaron la letra y llegaron a la parte del beso. Los asistentes del director le tuvieron que pedir que interrumpieran la escena. Pero ellos no estaban actuando. La intensidad del beso era real. Ninguno obtuvo el papel pero se pusieron de novios. Sin embargo, a las pocas semanas mientras comían en un restaurante de Los Ángeles, Warren vio en la mesa de al lado a Joan Collins. A los pocos días estaba saliendo con ella. Desde ese momento saltó de estrella en estrella.

Entre otras cosas, la capacidad amatoria de Warren Beatty produjo unas cuantas grandes frases, one-liners inolvidables. Sonia Braga cuando le preguntaron por sus años en la Meca del Cine y por su affaire con el actor dijo que era algo inevitable que sucediera y explicó: “Ir a Hollywood y no acostarse con Warren es como ir al Vaticano y no ir a ver al Papa”. Beatty como destino obligatorio.

La otra frase es de Woody Allen. Cuando le preguntaron cómo quería reencarnar, no lo dudé ni un segundo: “Reencarnaría en las yemas de los dedos de Warren Beatty”.

Esa fama de playboy hizo que Peter Biskind, uno de sus muchos biógrafos (y autor de Easy Riders, Ranging Bulls, una historia del cine norteamericano de los setenta), en su libro Star en el que cuenta la vida de Beatty calculó que el actor se acostó con 12.775 mujeres distintas. El cálculo vendría a ser de una mujer por día durante treinta años consecutivos. Cuando en alguna de las escasas entrevistas que brinda le preguntaron por el tema, Warren respondió: “¿Nadie en su sano juicio cree que esa cifra sea cierta, no? Eso implicaría que nunca me he acostado con una mujer más de una vez y que conseguí una nueva cada día de mi vida adulta. Absolutamente absurdo “.

El número de sus conquistas siempre será incierto pero abultado. Alguien contó las celebridades con las que se lo relacionó y llegó a enumerar más de cien. Cher definió muy bien la situación: “Estuvo con todas las mujeres que conozco”.

Alguien dijo que fueron varios los años en que las cinco nominadas al Oscar como mejor actriz fueron parejas circunstanciales de Warren. Muchas de esas temporadas habría que sumarles a varios de las que eran candidatas como actrices de reparto.

Peter Biskind escribió una de las biografías de Warren Beatty. Allí hizo el cálculo de las 12.725 amantes diferentes del actor
Peter Biskind escribió una de las biografías de Warren Beatty. Allí hizo el cálculo de las 12.725 amantes diferentes del actor

Esa fama de playboy fue su mejor reaseguro. Fue lo que provocó que el deseo –más allá de su belleza, inteligencia, poder y dinero- ajeno se posara siempre sobre él. Lo que terminaba de convertirlo en irresistible. Una retroalimentación perfecta.

Beatty, cada vez que puede, recuerda que las relaciones sexuales son algo bueno, disfrutable y deseable. Pero que sus picos de excitación y confort sexual lo conoció en relaciones monogámicas. Según él, el día que su suerte cambió, el día que pasó a tener una gran suerte fue cuando conoció a Annette Bening. Con ella conoció el amor. Están juntos desde hace treinta años. Tienen cuatro hijos: Stephen Ira, activista y poeta transgénero, Ben, Isabel y Ella. Bening postergó su carrera por su familia. “Mis prioridades están claras. Primero ser madre, después esposa y por último actriz”. Había sido elegida como la nueva Gatúbela para Batman Returns en 1992 pero debió ceder el papel cuando quedó embarazada. Su lugar lo ocupó Michelle Pfeiffer.

Contra todo pronóstico, el matrimonio subsiste desde hace tres décadas.

Cuando nadie lo hacía cuidaba su aspecto físico con dedicación. Lavaba su pelo con seis latas de cervezas (le habían asegurado que tenía un efecto beneficioso), comía hamburguesas de soja, tomaba jugo de zanahoria y seguía una rigurosa y sana dieta; antes de cada escena, él mismo arreglaba sus pestañas y cejas y discutía con las vestuaristas durante horas respecto a su vestimenta. Para el sexo tomaba diariamente vitaminas.

La gran mayoría de las mujeres con las que estuvo tiene un buen recuerdo de él. No sólo hablan de sus proezas físicas, sino de su poder de seducción, de la atención que les brindaba y de su incansable apetito sexual. Y de su discreción. En algún momento, siendo mucho más joven, se vanaglorió que nunca se iba a dormir sin haber tenido sexo durante el transcurso del día. Sus parejas aseguran que no le alcanzaba con una vez. Joan Collins habló de seis o siete oportunidades por día. “No recuerdo mucho porque yo me limitaba a quedarme tirada. Era como un continuo. No me quejaba”, recordó la actriz. Pero fueron muchas las que lo dejaron por su voracidad, porque no querían limitar la relación a lo sexual y a la obligación a mantener ese ritmo frenético.

Pero la situación se dio vuelta mientras dirigía Dick Tracy. Nadie dudaba que el director y la principal actriz mantendrían una relación. Madonna y Warren Beatty se convirtieron en la pareja del momento. La mujer más sexual del ambiente y el amante de más fama. Algunas imágenes de esa relación quedaron perpetuadas en A la Cama Con Madonna, el documental que registra una gira de la actriz. Cada vez que la cámara enfocaba a Beatty, él se excusaba y decía que estaba en otra etapa de su carrera. Tanto era así que parece que la fogosidad de la cantante fue demasiado para él, que no pudo con la energía y juventud de ella. Madonna solía hacer bromas sobre la edad de él y sobre su (novedosa) necesidad de descanso entre tanta intensidad. Ya habiendo pasado los cincuenta años, las vitaminas no fueron suficiente. La siguiente relación conocida de Warren Beatty fue la definitiva, la que construyó junto a Annette Bening.

Junto a Faye Dunaway anunciando el premio a la mejor película en los Oscars 2018, momentos antes del anuncio fallido de La La Land como falsa ganadora  (Photo by Chris Pizzello/Invision/AP)
Junto a Faye Dunaway anunciando el premio a la mejor película en los Oscars 2018, momentos antes del anuncio fallido de La La Land como falsa ganadora (Photo by Chris Pizzello/Invision/AP)

(Sobre el documental de Madonna y Beatty hay una gran anécdota: cuando llegó el momento de ver el primer corte, Madonna fue con Warren. Luego de la pasada, el actor no hizo demasiados comentarios. Pero al día siguiente llegó una carta documento a las oficinas de la productora para que todas las escenas en las que Beatty apareciera fueron sacadas de la versión final. Negociaron, como si fueran dos extraños, y quedaron algunas breves imágenes de Warren. La pareja se rompió a las pocas semanas).

Warren Beatty es mucho más que un amante prolífico. Su carrera se extiende por más de 65 años. Cualquier leyenda todavía activa (o retirada hace poco) en la que uno piense llegó al ambiente después que él. Jack Nicholson, De Niro, Pacino, Eastwood, Woody Allen. Es productor, director, guionista, actor. Recibió todos los premios posibles (el Oscar por Reds) y decenas de nominaciones. Conoció el éxito de taquilla con varios de sus films. Shampoo, El Cielo Puede Esperar, Reds, Dick Tracy, Bugsy. También participó de dos fracasos colosales como Ishtar (con Dustin Hoffman e Isabelle Adjani) y Rules Don’t Apply, su última película sobre Howard Hughes, otro megalómano, situada en Hollywood a fines de los cincuenta, su Hollywood, al que él llegó con veinte años. No hay que olvidarse que fue el hombre orquesta en Bulworth, su excelente mirada sobre el poder filmada en 1998.

Muy detallista, sus proyectos se demoran por años. Para justificar su obsesión en la sala de montaje, cita a Paul Valery: “Un poema nunca se termina, sólo se abandona”.

Warren Beatty en Bonnie & Clyde, una película que cambió el cine de Hollywood, que marcó el inicio de una nueva era.
Warren Beatty en Bonnie & Clyde, una película que cambió el cine de Hollywood, que marcó el inicio de una nueva era.

Su primer gran papel lo obtuvo en 1961. Esplendor en la hierba (de Elia Kazan) junto a Natalie Wood fue su gran puerta de entrada. Pero la gran explosión llegó a fines de los sesenta con Bonnie and Clyde. La película, al principio, recibió malas críticas de los medios más tradicionales. Sin embargo significó un cambio de época y la consagración definitiva de Warren Beatty.

Para Warren lo bueno de la fama es que el interlocutor siempre contesta la llamada cuando él está del otro lado, el acceso. Y el éxito le permitió actuar y dirigir de tanto en tanto y el resto del tiempo disfrutar de la vida. Eso lo llevó a rechazar muchos papeles que luego fueron un gran suceso: el de Brando en Último Tango en París, Butch Cassidy, a Nixon en Frost/Nixon, a Kennedy en sus memorias de guerra (resistió el pedido del propio presidente) y muchos más.

La cultura pop lo recordará con varios hitos. El Clyde Barrow que junto a la Bonnie de Faye Dunaway marcaron el comienzo del cambio en el cine, una nueva era; el amante legendario: cuando se habla de un gran seductor imposible no pensar primero en él; el protagonista de You ‘re So Vain; integrar la lista de grandes flops de la historia gracias a Ishtar. Y, por supuesto, ser quien anunció al ganador equivocado del Oscar, cuando con dificultad abrió el sobre y dijo La La Land. Aunque una vez más su sonrisa, imperecedera, consiguió que saliera indemne.

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