No debía estar en Los Ángeles. Tenía pasaje para volar esa mañana a París. Pero prefirió quedarse. Había terminado de grabar su segundo disco, había participado en una canción en el debut de su mentor, recibía premios, provocaba escándalo en cada lugar al que iba y lo invitaban a muchas fiestas. En definitiva, lo estaba pasando bien. Apenas iniciado el 9 de marzo de 1997, 25 años atrás, cuando sólo habían pasado unos minutos de la medianoche, las luces del gran salón se encendieron y la música se apagó. Los bomberos de Los Ángeles clausuraron el lugar porque estaba excedida, en mucho, su capacidad. La gente debió volver temprano a sus casas; también las celebridades. La fiesta había terminado.
The Notorious B.I.G. salió del lugar con su entourage. Se repartieron en dos camionetas. Sean Daddy, guardaespaldas, amigos y resto del séquito ya habían encontrado otro lugar en el que seguir la noche: las invitaciones le llovían. B.I.G se sentó adelante en el primer vehículo, en el asiento del acompañante. La caravana arrancó y a los cincuenta metros fue detenida en el semáforo. Las ventanillas bajas, la música fuerte en el estéreo, los curiosos que lo reconocían y sonreían desde la vereda. Una pequeña multitud salía derrotada del salón clausurado y encontraba una distracción en la celebridad del rap. Un Impala azul se puso a la altura de la camioneta. De pronto una mano estirada salió por la ventanilla. No era para saludar. Empuñaba una 9 milímetros. Bang. Bang. Bang. Bang. Cuatro disparos, cuatro estampidos. Todos dirigidos al famoso rapero. Gritos, confusión, el chirrido de las gomas que aceleran y se alejan del lugar. Luego de unos segundos de conmoción, la caravana cambia el destino. Se dirigen al hospital. Poco después, lo declaran oficialmente muerto. La fiesta había terminado.
Faltaban quince días para la aparición de Life After Death, su siguiente trabajo. The Notorious B.I.G. era el gran exponente del rap de la Costa Este, el que enfrentaba a la otra costa, al Gangsta Rap y al G.Funk de Dr. Dre y el resto. Seis meses antes, luego de un largo tiempo de enfrentamiento público con B.I.G, Tupac Shakur había sido acribillado en Las Vegas, a la salida de una pelea de Mike Tyson. Ahora era el turno de su rival, de Notorious B.I.G.
La guerra había llegado demasiado lejos.
Christopher George Latore Wallace había nacido en 1972, 24 años antes, en Brooklyn. Su madre era una jamaiquina de 19 años que fue abandonada por el padre del bebé. Según sus propios dichos, el que después sería The Notorious B.I.G. empezó a vender drogas en la calle a los 12 años: la madre trabajaba todo el día para poder mantenerlos y él aprovechaba la ausencia para recorrer las calles. La posibilidad de la plata fácil lo hizo relacionarse con lo peor de su barrio. Antes de que lo echaran, compartió colegio secundario con Jay Z y Busta Rhymes, otras dos futuras estrellas del rap.
Tuvo varios problemas con la justicia. Fue arrestado por posesión de armas de fuego y por traficar crack. Estuvo nueve meses detenido después de violar la libertad condicional. Cuando parecía condenado a tener que ganarse la vida como un hampón, probó con la música. Se presentaba en algunas fiestas y su nombre se iba haciendo conocido. Al principio se hacía llamar MC CWest pero pronto adoptó otro: Biggie Small, tomado de un personaje de la película Let´s Do It Again, dirigida y protagonizada por Sidney Poitier con Bill Cosby y Calvin Lockhart. Pero Lockhart presentó una demanda que exigía que el rapero dejara de usar el nombre de su personaje.
Wallace usó, entonces The Notorious B.I.G. No solo se destacaba por su flow, velocidad o capacidad para la rima. Su tamaño era imponente. 1 metro 93 centímetros y, a veces, hasta 170 kilos. A eso había que sumarle su actitud entre desafiante y petulante, siempre al borde de la reacción, del gesto bravucón y descortés. En una revista musical, en una columna en la que hablaban de las promesas del rap aún sin conexión con ninguna discográfica, lo mencionaron. Sean Puff Daddy Combs leyó su nombre en The Source, lo fue a ver a una de sus presentaciones y le ofreció un contrato discográfico. B.I.G. aceptó de inmediato. Pero el camino todavía era arduo y lento. Eran muchos los que se querían abrir paso. A eso se le sumó que Combs fue despedido. Pero fundó su propio sello y se llevó con él al gigante. Pero como el éxito tardaba en llegar, B.I.G. volvió a las calles y a traficar crack. Un tema en el soundtrack de una película, dos remixes exitosos de temas de Mary J. Blige y una pista propia fueron preparando el terreno. En septiembre de 1994 apareció su primer álbum Ready To Die. Fue un gran éxito. Llegó a cuádruple platino (4 millones copias). Big Poppa fue el hit. Una nueva voz que sabía contar historias: duras, reales, violentas, hasta crueles.
Mientras tanto, The Notorious B.I.G mantenía una relación de amistad con Tupac Shakur, representante del rap de la Costa Oeste. Se dice que Shakur fue quien le regaló su primer Rólex (el obsequio de joyas: una de las medidas de la amistad entre raperos, parece). Pero una noche mientras grababa en un estudio de Nueva York, Tupac Shakur fue asaltado y recibió varios disparos. Salvó su vida de milagro luego de estar un buen tiempo internado. Al salir de la convalecencia, acusó a su examigo por la autoría del atentado. Aunque B.I.G. lo negó, Shakur lo siguió repitiendo con pleno convencimiento. A partir de ese momento se desató una guerra de insultos, provocaciones y referencias cruzadas en sus canciones.
Tupac en uno de sus temas afirmó haberse acostado con Faith Evans, la esposa de B.I.G. Cada presentación pública de cualquiera de los dos, y de los satélites de ellos, los artistas de sus discográficas, era motivo para la confrontación. Solían cruzarse en las entregas de premios que se convertían en un festival de abucheos, insultos y amenazas.
La situación explotó con el asesinato de Tupac Shakur en Las Vegas. Lo balearon de auto a auto. No hubo pruebas ni prosperaron las investigaciones. Pero a nadie le quedó duda de que el asesinato tuvo su origen en ese enfrentamiento entre los raperos de la Costa Este y el Oeste.
Mientras tanto, The Notorious B.I.G. seguía su camino. Preparaba su segundo álbum y continuaban sus problemas con la policía. El éxito no había morigerado sus conductas pendencieras. A dos fans que le pidieron un autógrafo los persiguió, rompió el vidrio de la ventanilla del auto, les pegó y los amenazó de muerte. Poco después lo volvieron a detener por posesión de armas y de drogas. El éxito no había cambiado sus modos.
Conoció a Faith Evans y a los ocho días se casaron. Él ya tenía un hijo de una fugaz relación anterior. El matrimonio fue tempestuoso. Una hija, peleas épicas y reconciliaciones ardientes. Es famosa la anécdota, que luego Faith Evans utilizó para promocionar sus memorias, del día en que Evans ingresó a su hogar y encontró a su marido teniendo sexo con Lil Kim (con quien The Notorious B.I.G. mantuvo una relación intermitente durante años y fue ghost writer de varios de sus temas). Las constantes infidelidades del rapero hicieron que el matrimonio durase poco.
En 1995 B.I.G. fue invitado por Michael Jackson para que participara en This Time Around que apareció en History, el álbum triple del Rey del Pop (otro tema de esas sesiones aparecería en Invincible ya en el nuevo milenio).
En marzo de 1997, The Notorious B.I.G, fue a Los Ángeles, territorio enemigo. En una entrevista radial se refirió al tema de la seguridad y declaró que siempre iba acompañado por dos guardaespaldas. Cuando el periodista le preguntó si tenía algo que ver con el asesinato de Shakur y su temor a una represalia, B.I.G., canchero, minimizó la cuestión y dijo que sólo se debía a que era una celebridad y que todo personaje demasiado conocido debía tener seguridad para evitar el acoso de los fans.
Luego vino el fin de semana agitado. El cierre del disco, la entrega de premios, el viaje postergado a Londres. Y los cuatro disparos que marcaron su final.
Apenas se produjo su muerte nadie dudó que se trataba de la venganza de la muerte acaecida seis meses antes. Pero más allá de que el tirador había sido un afroamericano, la policía no tenía mayores pistas. El auto con el asesino se esfumó.
Hubo muchas teorías posteriores pero ninguna prueba fehaciente. Los informantes, que traían teorías mayormente disparatadas, eran personajes pocos fiables. Pandilleros, presos y traficantes que trataban de mejorar su situación. La teoría más verosímil especulaba con la autoría intelectual de Suge Knight, el gángster y productor musical clave en el surgimiento del rap desde Compton. Pero nunca hubo pruebas suficientes para que pasara de una posibilidad, de una hipótesis.
La autopsia, que se dio a conocer casi dos décadas después, determinó que el cuarto disparó fue el que produjo la muerte. Ingresó por la cadera y atravesó varios órganos (colon, hígado, corazón y un pulmón) hasta alojarse en el hombro.
El segundo disco con título también relacionado con la muerte Life After Death (La vida después de la Muerte) fue otro gran éxito de ventas y de crítica. Y dejó flotando la pregunta de qué hubiera pasado con la carrera de B.I.G. de no haber sido asesinado tan prematuramente. Un artista de una gran potencia que convierte esa pregunta en una de las ucronías más interesantes (y de imposible respuesta) de la escena del rap moderno.
La revista Rolling Stone eligió su primer disco como el 22 entre los 500 más importantes de la historia y fue el segundo rapero solista en ingresar al Rock and Roll Hall of Fame.
Sin precisiones, con acusaciones cruzadas entre discográficas, músicos y pandilleros, la guerra del rap produjo dos muertos jóvenes, evitó muchos grandes discos y fabricó una serie creciente de mitos y leyendas que sólo se alimentan con el correr de los años.
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