La trágica y breve vida de John Belushi: un genio atrapado por las drogas y la mujer que confesó haberlo matado

El 5 de marzo de 1982, cuarenta años atrás, Belushi fue encontrado muerto en la habitación de su hotel. Sobredosis de Speedball, una mezcla de cocaína y heroína. Sus comienzos en Saturday Night Live. El gran éxito. El paso por el cine. Los excesos. Las visitas de De Niro y Robin Williams en su última noche

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John Belushi, el genial actor
John Belushi, el genial actor cómico, murió de una sobredosis cuarenta años atrás en Hollywood. Tenía sólo 33 años (Photo by Richard E. Aaron/Redferns)

La mañana del 5 de marzo de 1982, Bill Wallace golpeó varias veces las puertas del bungalow número 3 del Hotel Chateau Marmont, un legendario alojamiento de estrellas en Los Ángeles. No se sorprendió por la falta de respuesta. Estaba acostumbrado. Había calculado tener que despertar al actor, ayudarlo a despabilarse y convencerlo para iniciar el entrenamiento. Llevaba también una máquina de escribir y un grabador con algunos cassettes que le había pedido. Estaban comenzando un entrenamiento para que recuperara algo de su forma física. Tampoco lo asustó el estado del living: parecía un campo de batalla, de una batalla encarnizada. Ropa tirada por todos lados, comida podrida, pilas de platos sucios sobre la alfombra, decenas de latas de cerveza abolladas, botellas de vodka vacías, ceniceros rebalsados, algún vómito seco en un rincón; el hedor parecía tener consistencia, era una cortina espesa que había que atravesar. Cuando Wallace, personal trainer y ocasional guardaespaldas, se asomó a la habitación no dio un paso más. Desnudo, en posición fetal, con la piel de un color grisáceo, John Belushi, el mejor actor cómico de su generación, yacía muerto en la cama deshecha.

Tenía 33 años aunque parecieran muchos más.

John Belushi integró el primer elenco de Saturday Night Live, el programa legendario de televisión creado por Lorne Michaels. Fue elegido por la Rolling Stone como el mejor actor de la historia del show cómico. Un ranking en el que también estaban Bill Murray, Eddie Murphy, Billy Crystal, Adam Sandler, Dana Carvey, Chris Farley, Chevy Chase y casi todos los grandes cómicos norteamericanos del último medio siglo. Fue quién mejor representó el espíritu del programa. El “vivo”, el actuar sin red, el riesgo, el vértigo, el cruce de los límites conocidos. El que justificaba que se emitiera con seis segundos de retraso para poder censurar cualquier exceso. Las abejas, los Blues Brothers, Beethoven (que se drogaba en cámara y él en vez de usar harina esnifaba cocaína real), la imitación de Kissinger o el samurai –al que nunca le escribieron un texto, ese personaje era pura improvisación. También triunfó en cine y tuvo un disco número uno en los charts. Y fue la imagen del desmadre, del exceso, del descontrol de una época.

John Belushi fue el último en ingresar al elenco de los siete protagonistas iniciales de SNL. Ya era conocido en el mundo de la comedia. Sus actuaciones en Second City de Chicago y en el programa radial de National Lampoon le habían hecho un lugar. Pero a Lorne Michaels no lo convencían algunos aspectos de su persona y de su estilo de humor. Por un lado, Belushi se vanagloriaba de no ver televisión. “En casa mi TV está toda escupida”, le dijo a quien le propuso participar del casting del futuro programa. Por otra parte, su estilo de comedia era muy físico, casi brutal. Y esa cosa salvaje e impactante tal vez era demasiado para la NBC. Finalmente hizo una audición y de inmediato quedó incorporado al elenco que se llamó Not Ready for The Prime Time (Los que no están listos para el horario central: era una burla al ensamble del competidor, el programa de Howard Cossell).

Los Blues Brothers pasaron de
Los Blues Brothers pasaron de ser un mero entretenimiento a ser un segmento del programa. De ahí a tener su propio disco y un film que también fue un éxito(The Grosby Group)

Alguien los llamó los Beatles de la Comedia. Dan Aykroyd, Chevy Chase, Gilda Radner, Larraine Newman, entre otros. Y eso que Bill Murray, durante ese año, siguió trabajando para la competencia y Billy Crystal fue dejado a un costado horas antes de la primera emisión (recién regresó ocho años después)

Después de un comienzo dubitativo, el programa adquirió el formato por el que se lo conoce hasta hoy: un presentador famoso cada sábado, un número musical, sketches en vivo el elenco y un noticiero paródico. 90 minutos de humor al límite en vivo. A las pocas semanas SNL había llegado a la tapa de la revista dominical del New York Times y a la de la revista New York. Se convirtió en un boom. Un nuevo lenguaje y nuevos límites que se cruzaban.

El actor que primero se destacó, que fue reconocido por el público, fue Chevy Chase. Eso generó celos en John que estaba acostumbrado a liderar en cada lugar en el que trabajaba y, además, lo acompañaba la convicción de que él era mucho más talentoso y arriesgado que Chase. Las rispideces entre los dos crecieron programa a programa. También los problemas de Belushi con las drogas. Cuanto más famoso era más abusaba de las sustancias. Michaels lo suspendió varias veces y en alguna ocasión no estuvo en condiciones de salir al aire. Bob Woodward, uno de los dos periodistas del Watergate, en Wired, su biografía del cómico, cuenta que una vez, horas antes de que comience el show su estado era tan lamentable que debieron llamar a un médico. El doctor le dijo que no podía actuar. Lorne Michaels preguntó qué podía suceder si lo hacía:

- Se puede morir- dijo el doctor

- ¿Qué probabilidades existen de que suceda?- preguntó el creador de SNL.

- Un 50 por ciento

- Tenemos bastante posibilidades a nuestro favor entonces- dijo Michaels y Belushi esa noche se presentó ante cámaras.

Un par de años después su estado era peor. Su conducta se había vuelto impredecible. Le costaba recordar la letra, se lo veía desmejorado. Había engordado mucho y la cara se había llenado de grietas y ojeras.

El camino que había iniciado Chevy Chase de abandonar el programa para dedicarse al cine fue seguido por él. Los productores de Hollywood se peleaban por tener a los miembros de SNL en sus películas. Al principio, John Belushi tuvo un suceso fenomenal con Colegio de Animales. Esa película no sólo reventó la taquilla (en su momento fue el film que mayores beneficios dio en la historia teniendo en cuenta su inversión inicial) sino que dio inicio a ese subgénero de comedias de trazo grueso con estudiantes –secundarios o universitarios- con final edificante que tuvo tantos exponentes en los años siguientes hasta mediados de los ochenta.

El elenco de la tercera
El elenco de la tercera temporada de Saturday Night Live, Con Bill Murray en lugar de Chevy Chase (The Grosby Group)

Su otro gran éxito en el cine fue The Blues Brothers. El número de esos cantantes de soul vestidos de negro había nacido como un mero entretenimiento. Belushi había cantado en sus primeros años profesionales en Chicago. Con Aykroyd formaron ese dueto para entretener al público en el estudio de SNL antes de que iniciara el show. Michaels los escuchó (y en especial lo vio moverse en el escenario) y los incluyó entre los sketchs del programa. Cada vez que aparecían tenían gran repercusión. Sacaron un disco que llegó al primer lugar del ranking (luego saldrían otros dos). La banda era muy buena, integrada por músicos dúctiles y experimentados; un ejemplo: la base rítmica eran sesionistas del sello Stax. Eso naturalmente los llevó a la adaptación cinematográfica. La paradoja es que el rodaje de The Blues Brothers marcó el fin de la participación de Belushi en SNL.

La conducta del cómico en el rodaje fue errática. El presupuesto se excedió por la cantidad de figuras invitadas (Aretha Franklin, Ray Charles, entre otros), por las tumultuosas persecuciones (y destrucciones) de autos y por el consumo desaforado de cocaína. Los gastos de droga estaban incluidos en el presupuesto de filmación.

John Landis, el director de las dos películas, contó que durante Colegio de Animales su estado y conducta eran muy buenos. Durante Blues Brothers un día lo encontró desnudo y orinado, tirado semi inconsciente sobre una montaña de cocaína.

En esos años también filmó la comedia Continental Divide, 1941, el intento cómico de Spielberg (tal vez su único fracaso) y Vecinos, otra con Aykroyd en la que cambiaron sus roles naturales: Belushi hacía de apocado y su compañero de desaforado. Ese error de casting y el mal estado de Belushi condenaron las posibilidades comerciales de la obra. Con tres fracasos consecutivos, Belushi buscaba denodadamente un éxito. Quería llevar adelante un proyecto propio basado en un caso policial real, De Niro y Sergio Leone lo querían para Érase una vez en América (el papel lo hizo James Wood), Aykroyd deseaba que fuera uno de los Cazafantasmas.

El Samurai fue uno de
El Samurai fue uno de sus grandes personajes en Saturday Night Live. Los guionistas, para este papel, nunca le escribieron una línea. Lo dejaban improvisar (The Grosby Group)

En marzo de 1982 se reunía periódicamente con productores para definir su futuro cinematográfico. Los que compartieron esos encuentros con él describen su pésima forma, la dificultad para prestar atención durante un tiempo mayor a los cinco minutos, su discurso poco coherente y una dudosa higiene personal.

Un apunte personal: La primera vez que supe de Belushi fue a través de la revista Caín, que había nacido como una especie de suplemento joven de Fierro y se había independizado en formato tabloide. Sería 1987/88, ya había terminado la Primavera Alfonsinista y habíamos entrado en el invierno de una generación. Escribían Marcelo Figueras, Marcelo Panozzo, Víctor Pintos. Debe haber sido la primera publicación que puso en tapa a los Redondos. En el número de Belushi, que aparecía en un recuadro de la portada con la cara azul, la tapa, si no me equivoco, era para Goyeneche, una decisión casi revolucionaria para una revista destinada al público joven. La nota era extensa y, supongo, muy completa. Pero no la recuerdo, debería buscarla en el archivo que quedó en la casa de mi mamá. Lo que no se me borró fue que al final, como nota al pie debajo de la firma había un agradecimiento doble. Era para Guillermo Vilas y para Mario Pergolini por el préstamo de material para la elaboración del perfil. Pergolini, años después, tomaría el look –traje negro y anteojos negros- para CQC.

Pocas semanas después de que lo encontraran sin vida, la causa estaba cerrada. Muerte accidental. Muerte por sobredosis. Pero la tapa de un tabloide, la del National Enquirer, a principios de junio provocó que el fiscal pidiera la reapertura y una detención inmediata. Título catástrofe (en todas las acepciones): YO MATÉ A JOHN BELUSHI. Kathy Smith era una mujer de profesión incierta. Había sido una activa groupie a mediados de los setenta, pero las bandas buscaban siempre chicas de la misma edad; y ella iba cumpliendo años. Tuvo que dedicarse a otra cosa. Siguió en el ambiente tratando de sobrevivir con su encanto y con bolos en series y películas, o como corista de bandas clase B. Hasta que desarrolló un nuevo oficio: le hacía mandados a los famosos. Era una especie de facilitadora. Claro está, que muy rápidamente esas diligencias se transformaron en algo más. Kathy había pasado los últimos días en el bungalow N° 3 del Chateau Marmont junto a Belushi. Como a él le daban aprensión las jeringas, era ella quien le inyectaba el Speedball, esa mezcla de heroína y cocaína que durante la autopsia encontraron en la sangre del actor. La velada fatal Belushi le pidió que no lo abandonara. Kathy le dijo que iba a hacer unas compras y volvía. Pero al regresar, varias horas después, desde lejos supo que algo andaba mal. En las afueras del hotel había ambulancias, patrulleros, periodistas y muchos curiosos.

La policía y los paramédicos
La policía y los paramédicos retiran el cuerpo de John Belushi del Chateau Marmont (Reuters)

Unos meses después, Kathy dio esa entrevista que hizo que pidieran su detención. Por ella cobró 15.000 dólares. La acusaron de homicidio y por tráfico de drogas. La condenaron a tres años de prisión por homicidio involuntario, de los cuales cumplió detenida quince meses. En el medio trató de exprimir las últimas gotas de fama publicando una memoir sobre sus años de groupie y sobre Belushi. En Toronto había entrado, en su adolescencia, en contacto con las primeras bandas. The Band y los Stones fueron las más notorias. A los 17 tuvo un hijo que dio en adopción. Ella alegó que era de Levon Helm, el baterista y cantante de The Band. Luego de unos años persiguiendo rockstars estuvo en pareja con Gordon Lightfoot. Años después reapareció en la escena de la muerte de Belushi. Cuando percibió que el intento por adquirir fama con la declaración estentórea sobre la muerte del cómico había sido un error grave, intentó mejorar su situación al afirmar exactamente lo contrario: “Yo no maté a Belushi”. Pero ya nadie la escuchaba.

La búsqueda mediática de un responsable fue intensa y bien amplia. Los dedos acusadores señalaron a Lorne Michaels, el creador de SNL, a su esposa Judy por no cuidarlo, a algunos de sus compañeros y hasta a Bernie Brillstein, su manager.

Brillstein había aceptado representar a Belushi en circunstancias poco usuales. El día del estreno de SNL en 1975, cinco minutos antes de salir al aire, vio a John sentado en un banco, ya vestido como una abeja para salir a escena, hablando con dos hombres de traje. Brillstein se acercó para ver qué sucedía, era el manager de Lorne Michaels y quería ayudar. “Si no firma el contrato, el canal no le puede permitir aparecer en el aire”, le decían los ejecutivos de la NBC a Belushi. El manager le dijo que lo firmara tranquilo. El actor le preguntó cómo sabía que debía hacerlo. “Porque lo escribí yo”, mintió. “Perfecto. Lo firmo con la condición de que seas mi manager”. Brillstein, casi sin saber con quién estaba tratando, aceptó.

Pero el 4 de marzo de 1982 todo había cambiado. Belushi era una gran estrella y nadie ignoraba sus problemas con las adicciones. Cuando apareció por la oficina de su manager para pedirle plata, éste se negó; sabía que la usaría para drogarse. Tras la negativa, Belushi armó un gran escándalo en la agencia. No era la primera vez que sucedía. A las pocas horas regresó. Ya sin furia, como si no hubiera sucedida el episodio anterior. Brillstein estaba reunido con ejecutivos importantes. Apenas lo vio por las paredes de cristal de su despacho temió otro escándalo. Belushi ingresó, saludó con amabilidad y le pidió 1.800 dólares para comprar una guitarra que había pertenecido a Bill Halley. Cuando el manager empezó a hacer un cheque, el actor le aclaró que sólo aceptaban efectivo. Se fue de la oficina con el dinero en su bolsillo.

Kathy Smith fue quien le
Kathy Smith fue quien le inyectó el Speedball que produjo la sobredosis fatal. Meses después declaró: "Yo maté a John Belushi" (Photo by Lyle Stafford/Getty Images)

La noche previa a su muerte lo visitaron varias celebridades. Robin Williams y Robert De Niro fueron las más notables. Ambos, cuando declararon ante la policía, dieron versiones que los situaban en el lugar casi de casualidad y por un momento breve. Williams contó que alguien le dijo que Belushi lo buscaba y que él pasó por la habitación, saludó y se retiró. De Niro, por su parte, afirmó que fue a tomar unos tragos pero que se cansó de la mujer que estaba con el cómico y decidió terminar la velada.

La noticia de su muerte causó un gran impacto. Pero no sorprendió a nadie. Los excesos de Belushi eran conocidos por todos. Era una gran figura que había tenido un final trágico, pero previsible. Los forenses determinaron que sus órganos tenían el deterioro de alguien con varias décadas más de (mala) vida. Nunca habían visto a alguien de 33 años en ese estado. La foto con el cuerpo en una bolsa mortuoria camino a la morgue se publicó en cada medio gráfico posible. Luego empezaron las especulaciones, la reconstrucción de sus últimas horas, la compilación de los escándalos más notorios y la edificación de la leyenda.

Al momento de su muerte,
Al momento de su muerte, pese a la mala fama que se había ganado entre los productores, tenía muchos ofrecimientos para protagonizar importantes películas (Grosby Group)

Los familiares y amigos criticaron con dureza la biografía escrita por Woodward. Lo acusaron de sensacionalista. Live From New York de Tom Shales y James Andrew Miller es una historia oral de SNL que describe los años de Belushi en el programa y el impacto que produjo su muerte. Fue como un gran llamado de atención para todo Hollywood, muchos la tomaron como la señal de que debía haber un límite. Más de tres décadas después de su desaparición, se estrenó Belushi, un documental en el que participó su viuda, centrado más en sus dotes artísticas que en la mitología del desmadre

John Belushi fue una fuerza de la naturaleza, un actor con una potencia pocas veces vista. Fue también el protagonista de muchas historias legendarias sobre excesos. En poco más de cinco años dejó su huella en la televisión norteamericana y protagonizó un puñado de películas exitosas.

Su muerte se dio cuando él era muy joven aún pero no parece haber sido prematura.

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