Bombas por correo, muertes y mutilaciones: la historia del matemático brillante que se convirtió en Unabomber

Pudo ser un genio, un matemático brillante, un gran maestro. Renegó de la sociedad que lo educó en nombre de un anarquismo primitivista delirante e imposible. Se convirtió en terrorista asesinó a tres personas y mutiló a veintitrés. Cambió su condena a muerte por ocho cadenas perpetuas. Esta es la triste historia de Theodore Kaczynski

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Theodore Kaczynski, también conocido como
Theodore Kaczynski, también conocido como Unabomber, era matemático y filósofo (Foto: Reuters)

Cuando lo pescaron, cuando por fin el FBI lo apresó, después de casi veinte años de cacería, Theodore Kaczynski era un espectro de lo que pudo haber sido: un científico brillante, un matemático extraordinario, convertido en “Unabomber”, el tipo que enviaba paquetes bombas a las universidades y a las líneas aéreas, que mató a tres personas y mutiló o dejó heridas graves en otras veinticinco.

El apodo lo identificó siempre como la persona que atacaba universidades y líneas aéreas (University and Airlines Bomber), sólo que era tan escurridizo, tan esquivo y vivía en tal aislamiento que rastrearlo fue casi imposible. De hecho, fue la sospecha primero, y la denuncia luego de su propio hermano las que llevaron a su detención el 3 de abril de 1996.

Fue condenado a ocho prisiones perpetuas, sin posibilidad de libertad condicional, a cumplir en la cárcel de máxima seguridad, Supermax, de Florence, en el estado de Colorado, donde Kaczynski es conocido por su número de interno: 04475-046.

Si su nombre y su historia volvieron a la luz es porque se cumplen veinticuatro años de su condena ocho veces eterna, que permutó por la muerte a cambio de confesar todos sus delitos, y porque hace pocas semanas Unabomber, que tiene ya 79 años, salió por primera vez de la cárcel federal para ser internado en el Federal Medical Center Butner, en Carolina del Norte, otro penal de máxima seguridad. No se sabe qué le pasa.

Cómo es que un chico brillante, de un coeficiente intelectual superior al medio alto, graduado de Harvard como doctor en matemáticas y profesor de la Universidad de Berkeley, en California termina por mandar cartas y paquetes explosivos, o intenta hacer estallar a un avión en vuelo, es un enigma a resolver. Es el misterio inaccesible de saber cuándo y cómo una vida se tuerce para siempre.

Kaczynski nació en Chicago el 22 de mayo de 1942, en una familia de segunda generación de polacos estadounidenses. Fue un alumno destacado hasta que, en el Colegio Evergreen Park Central, en su quinto grado, una prueba de coeficiente intelectual le permitió pasar por alto dos años e inscribirse en séptimo grado. Según el propio Kaczynski, eso cambió su vida para siempre: rodeado de chicos mayores, fue objeto de bromas pesadas, violencia verbal y provocaciones. Desarrolló cierto temor reverencial hacia el prójimo y una gran capacidad para “jugar en paralelo”, rodeado por otros chicos, pero en su propio mundo.

Muchos alumnos de muchos colegios en todo el mundo sufren lo mismo, o peor, y no atinan cuando adultos a enviar paquetes bombas por correo. El Kaczynski que no era Unabomber, de todos modos, terminó su bachillerato dos años antes que lo habitual y en el otoño de 1958, a sus dieciséis años, fue admitido en Harvard para cursar estudios superiores. Un prodigio.

Kaczynski fue un alumno brillante
Kaczynski fue un alumno brillante y se recibió en Harvard

En Harvard recibió clases de Willard Quine, un filósofo americano reconocido por sus trabajos en lógica matemática y por considerar al pragmatismo como una de las teorías del conocimiento. Kaczynski fue el primero en aquella clase, con un promedio de 98.9. También fue alumno del doctos Henry Murray, especializado en el estudio de la personalidad. Murray invitaba a sus estudiantes a participar de un proyecto de la Central de Inteligencia de Estados Unidos, CIA, conocido como MK Ultra.

¿Qué era eso del Proyecto MK Ultra? Se lo conoció, entre los años 50 hasta 1973, como el programa de control mental de la CIA, que experimentaba con seres humanos. Los ensayos estaban destinados a identificar y desarrollar nuevas sustancias químicas y procedimientos de interrogatorios y hasta torturas, destinados todos a debilitar a una persona y forzar confesiones a partir de las técnicas de control mental.

Era un proyecto diabólico, su historia también lo es, organizado por la División Científica de la CIA, en coordinación con el Cuerpo Químico de la Dirección de Operaciones Especiales del Ejército estadounidense. Funcionó entre 1950, fue sancionado en 1953, y 1973, cuando fue discontinuado, al menos en lo formal.

Theodore Kaczynski a través de
Theodore Kaczynski a través de los años: pudo ser un genio, un matemático brillante, pero renegó de la sociedad que lo educó en nombre de un anarquismo primitivista delirante e imposible, y se convirtió en terrorista

Sus actividades estuvieron rodeadas siempre de un total secreto que perdura hasta hoy. Muchos jóvenes americanos fueron usados como cobayos, se supone que contra su voluntad, lo que cuestionó siempre la legalidad de MK Ultra. El proyecto buscó alterar las funciones cerebrales a través de drogas como el LSD y de otros productos químicos, mediante la privación sensorial seleccionada, el aislamiento, diversas formas de tortura, abusos verbales y sexuales, y del uso de la hipnosis. Es al proyecto MK Ultra al que se le adjudica la “fabricación de asesinos latentes”, capaces de actuar de la manera que fueron programados, al escuchar una palabra, aun cuando haya sido dictada por teléfono.

Kaczynski fue uno de esos alumnos, invitado a participar de una clase de filosofía junto a un grupo de compañeros. La “clase” era, en realidad, una prueba de estrés de la que formaba parte un ataque psicológico intenso por parte de uno de los “profesores” de la CIA.

Durante la prueba, los estudiantes eran atados a una silla, conectados todos a electrodos que monitoreaban sus respuestas psicológicas. Todo era filmado y grabado en audio, observado por evaluadores ocultos en otra habitación y detrás de un doble espejo. Más tarde, se les hacía revivir a los estudiantes sus sentimientos de ira, de impotencia. Los abogados defensores de Unabomber sugirieron que Kaczynski era emocionalmente estable cuando empezaron esos estudios. Y le adjudicaron a ese experimento, y a otros, su inestabilidad mental.

La tapa del Time con
La tapa del Time con el Unabomber: La odisea de un genio loco

Unabomber se graduó en Harvard en 1962, a sus veinte años y cuando todavía era sólo Kaczynski. Hizo un master y un doctorado en matemáticas en la Universidad de Michigan, especializado en una rama del análisis complejo llamada teoría de funciones geométricas. Su tesis fue brillante, reconocido como el mejor trabajo académico del año en esa universidad. Mientras fue estudiante graduado en Michigan, ocupó un cargo en el claustro de la National Science Foundation y dio clases a estudiantes no licenciados durante tres años. Después se mudó a California para ser profesor asistente en la Universidad de Berkeley, entre el otoño de 1967 y el de 1969.

Después, tiró todo por la borda. Renunció a la universidad sin motivo aparente en 1969, pese al asombro incrédulo del jefe del Departamento de Matemáticas, John Addison, “es algo repentino e inesperado” y a los lamentos del vicejefe, Calvin Moore, que años más tarde dijo: “Dada su impresionante tesis, Kaczynski podría haber sido hoy un miembro senior de la facultad”. Pero Kaczynski tenía 26 años y ya había empezado a ser Unabomber.

Se mudó a la casa y granja de sus padres en Lombard, Illinois, donde hizo trabajos menores y mal pagos. En 1971, se mudó a una cabaña de madera, construida por él mismo en los bosques de Lincoln, Montana, el Estado de las altas montañas rocosas a las que cantó John Denver.

Allí vivió una vida sencilla, casi sin dinero, sin electricidad, sin agua corriente y alimentado por lo que cazaba y recolectaba. Trabajó en muy poco, para cobrar casi nada, y recibió el apoyo económico de su familia para comprar el terreno donde se alzaba su cabaña. En 1978, trabajó un lapso muy breve junto a su padre y su hermano en una fábrica de gomaespuma. Para entonces, ya había enviado su primera carta bomba.

La primitiva cabaña en la
La primitiva cabaña en la que vivía y donde fue arrestado en Missouri, Montana

A finales de mayo de 1978 hallaron un paquete “extraviado” en uno de los estacionamientos de la Northwestern University, de Illinois. Lo había enviado el profesor de Ingeniería de Materiales de la facultad, Buckley Crist y le había sido devuelto sin entregarlo al destinatario. Lo primero que notó el profesor es que todo estaba bien en apariencia, sólo que la letra del remitente, que se suponía debía ser la suya, no lo era. Llamó entonces al encargado de la seguridad del campus, Terru Marker, quien abrió el paquete, que estalló de inmediato y le provocó a Marker lesiones no demasiado graves en las manos, pero que igual requirieron su internación en el Evanston Hospital.

Era una bomba casera, un tubo metálico de veinticinco milímetros de diámetro y veintitrés centímetros de largo. Los demás detalles del artefacto no vienen al caso, sólo que el primitivo accionador de la bomba era un clavo, tensado por gomas que debían encender seis cabezas de fósforos que provocarían la ignición de la pólvora. Encendieron sólo tres fósforos y por eso no fue una tragedia. Un artefacto casero, pero ingenioso. Unabomber mejoraría su técnica.

Siguieron una serie de cartas bombas dirigidas a funcionarios de universidades y a jefes y empleados de líneas aéreas. El 15 de noviembre de 1979, Unabomber logró colocar uno de sus artefactos en el equipaje de carga del vuelo 444 de American Airlines que debía unir Chicago con Washington. La bomba estalló a medias, provocó una “explosión de succión y una pérdida de presión” y llenó de humo la cabina del avión. Los pilotos aterrizaron de emergencia en el Aeropuerto Internacional de Dulles y doce pasajeros debieron ser tratados por inhalación de humo.

Las pericias posteriores dijeron que la bomba pudo haber destruido el avión si hubiese funcionado tal como estaba diseñada. En la admisión de sus crímenes, Kaczynski admitiría luego que al artefacto iba adosado un barómetro para accionar los explosivos a una altura determinada.

Fue ese atentado, un delito federal, el que hizo intervenir al FBI en la búsqueda del terrorista y fue el FBI el que le dio nombre al desconocido: Unabomber.

Las bombas que armaba y
Las bombas que armaba y enviaba a sus víctimas

En 1980, el legendario John Douglas, creador del perfil psicológico del asesino serial, inmortalizado en el cine como el jefe de Jodie Foster en El silencio de los inocentes, esbozó un perfil de Unabomber: lo describió como un hombre con inteligencia superior a la media y con estudios universitarios. Más tarde, agregó otras especificaciones: el terrorista era también un neoludita con estudios superiores en ciencia. Pero en febrero de 1993, el perfil hecho por Douglas fue descartado por analistas del FBI que, centrados en las pruebas físicas dejadas por los restos del explosivo, afirmaron que el sospechoso era un mecánico de aviones.

Tenía razón Douglas. ¿Qué es un neoludita? El neoludismo es una corriente filosófica que se opone al desarrollo tecnológico y científico de la sociedad porque los considera perjudiciales para el ser humano. Siguen una línea de pensamiento británica que se desarrolló de modo fugaz entre 1811 y 1817. Es un movimiento sin líderes, o de grupos no asociados entre sí, que impulsan un retorno a la vida primitiva. Sus seguidores impulsan la resistencia pasiva al consumismo y a la informática, el abandono también pasivo del uso de la tecnología, el provocar daño a quienes producen esa tecnología (aquí la pasividad se va al trasto), llevar una vida basada en la simpleza y sabotear todo lo que sea tecnológico.

De alguna forma, el neoludismo está relacionado, o imbricado, al llamado “anarquismo primitivista” que también aboga por el regreso a formas de vida “no civilizadas” a través de la desindustrialización, el abandono de las tecnologías adoptadas por la Humanidad desde la Revolución industrial hasta nuestros días. En Estados Unidos, ese tipo de anarquismo, una moda que regresa, empezó a crecer a partir de los escritos de Henry David Thoreau, que proponía una vida sencilla y auto suficiente en entornos naturales que permitieran resistir el avance de la civilización industrial. Dado que Thoreau murió en 1862, se podría considerar su propuesta de retorno a la caza y la pesca como un tanto anacrónica.

El mismo día de la
El mismo día de la muerte de su última víctima, Unabomber envió una carta al New York Times y otra al Washington Post en las que hacía una oferta: cesar sus actividades terroristas a cambio de que uno de los dos diarios, o ambos, publicaran un manifiesto de su autoría

En aquellos pantanos chapoteaba Kaczynski cuando nadie sabía que era Unabomber. Para cuando estaban en debate los perfiles de Douglas y, en oposición, los de los otros analistas del FBI, Unabomber ya había matado por primera vez. El 11 de diciembre de 1985 Hugh Scrutton, el dueño de una empresa de servicios de computación, Rustech Computer Store, de Sacramento, California, encontró en el estacionamiento de la parte trasera de su local, un paquete que abrió con curiosidad: voló diez metros y cayó destrozado.

Si el perfil del ahora asesino no estaba trazado, y sí que lo estaba por Douglas, su manera de actuar tenía un sello personal inconfundible. Sólo que era imposible de rastrear. Si el FBI no podía saber quién era, al menos podía seguir algún rastro: en cuál zona vivía, donde gastaba su dinero, qué compraba, dónde, cuáles eran sus tarjetas de crédito, cómo viajaba, donde compraba los alimentos… El retorno a la vida naturista era un enigma para los investigadores signados por la tecnología: buscaban a un fantasma.

El 10 de diciembre de 1994, Unabomber mató otra vez. Su víctima fue ahora Thomas Mosser, de cincuenta años, que había sido ascendido como vicepresidente ejecutivo de Young & Rubicam, la empresa mundial de publicidad y comunicaciones con sede en Nueva York. Mosser recibió en su casa de North Caldwell, New Jersey, un pequeño paquete que abrió en la cocina, peso a no reconocer al remitente. Segundos después del estallido, estaba muerto y su casa parcialmente destrozada ante el horror de su mujer y de su hija de quince meses.

Unabomber está condenado a ocho
Unabomber está condenado a ocho cadenas perpetuas en una cárcel de máxima seguridad

La bomba que llegó a la tercera víctima, el 24 de abril de 1995, tenía el tamaño de una caja de zapatos. Gilbert Murray, de cuarenta y siete años, un graduado en agricultura de Berkeley, la universidad de Kaczynski, y presidente de la Asociación Forestal de California, abrió la caja y lo mató una explosión que voló puertas y ventana: hacía cinco que el terrorista Timothy McVeigh había volado el edificio federal de Alfred P. Murrah, de Oklahoma, donde murieron ciento sesenta y ocho personas.

Murray fue la última víctima mortal de Unabomber, al que le quedaba poco tiempo de libertad. Detrás, dejaba una estela de veintitrés heridos, los más graves, el genetista californiano Charles Epstein y el experto en informática de la Universidad de Yale, David Gelernter, mutilados ambos por dos bombas enviadas por Kaczynski en junio de 1993 con dos días de diferencia.

El mismo día de la muerte de Murray, Unabomber envió una carta al New York Times y otra al Washington Post en las que hacía una oferta: cesar sus actividades terroristas a cambio de que uno de los dos diarios, o ambos, publicaran un manifiesto de su autoría que, de inmediato fue bautizado como “El manifiesto de Unabomber”. Los diarios dudaron en publicar ese texto, que firmaría en última instancia el hombre más buscado de Estados Unidos y el objetivo de una de las investigaciones más costosas en la historia del FBI.

Cuando se publicó el Manifiesto,
Cuando se publicó el Manifiesto, David Kaczynski sugirió que su hermano Ted podía ser el asesino: había pescado en el texto una frase de su hermano: “No podés comerte la torta y seguir teniéndola”

“El manifiesto de Unabomber” tenía otro título: “La sociedad industrial y su futuro”. Era un largo escrito que llamaba a la revolución mundial contra las “consecuencias de la sociedad moderna”. Daba por hecho que la Revolución Industrial habían supuesto una catástrofe para la humanidad porque “obliga a la gente a comportarse de un modo cada vez más alejados de los patrones naturales de la conducta humana”. De allí, afirmaba, se derivaban varios trastornos psicológicos, entre ellos el izquierdismo, y los que padecían miles de seres humanos “sobresocializados”; sugería un retorno a la sociedad primitiva y veía a la tecno industria y al desarrollo como una amenaza para la libertad.

Los diarios dudaron mucho en publicar el manifiesto de Unabomber: no creían en su promesa de cesar sus envíos explosivos. Luego dedujeron, acaso con buen tino que, cualquiera fuese la decisión que tomaran, los atentados seguirían. Publicar el documento tenía una sola ventaja: alguien podía identificarlo a través de sus palabras.

Así fue. A los diarios llegaron miles de llamadas de gente que creía conocer a Unabomber. Hasta que David Kaczynski sugirió que su hermano Ted podía ser el asesino. Más que sugerencia, fue una certeza más que leve.

David había pescado en el texto una frase de su hermano: “No podés comerte la torta y seguir teniéndola”, aunque no podía creer que Ted fuese el asesino. La policía pidió a David que identificara en un mapa el sitio donde se alzaba la cabaña de madera, sin agua, sin corriente eléctrica, donde había dicho que vivía su hermano. Allí hallaron a Unabomber el 3 de abril de 1996, también encontraron su diario, en el que registraba sus acciones criminales, y un cuaderno de notas que detallaba la fabricación de sus bombas.

Unabomber mantuvo, desde la cárcel
Unabomber mantuvo, desde la cárcel Supermax de Colorado, un intenso intercambio de correspondencia con más de 400 personas, todas vinculadas a su manifiesto, a sus ideas anti industriales y anti tecnológicas

Con sus ocho condenas perpetuas en la espalda, Kaczynski siguió con su militancia neoludiana y su anarquismo primitivista. Mantuvo, desde la cárcel Supermax de Colorado, un intenso intercambio de correspondencia con más de cuatrocientas personas, todas vinculadas a su manifiesto, a sus ideas anti industriales y anti tecnológicas. Esa correspondencia está archivada en la Universidad de Michigan.

El 14 de diciembre pasado, Kaczynski fue derivado al centro médico federal de Butner. Allí cuidan de su vida con todos los elementos científicos y técnicos de una sociedad moderna y desarrollada.

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