En Quora, la red social de preguntas y respuestas, alguien ya planteó el dilema: “¿Qué le regalarías a Jeff Bezos si te invitara su cumpleaños?”. La mejor respuesta: una gift card de Amazon. Y es que el creador y CEO de la mayor compañía de e-commerce del mundo, que hoy cumple 58 años, parece tenerlo todo: ¿Qué más se le puede dar a quien, según el ranking de Forbes, es el hombre más rico del mundo, con una fortuna de US$187 mil millones?
En todo caso, como dice alguien en Quora, el ejercicio no debería ser distinto que cuando le regalamos algo a cualquier otro amigo. Los regalos nunca deben juzgarse por su valor real, y sería imposible equiparar el nivel de lujo al que el máximo magnate tecnológico tiene acceso irrestricto. La clave sería darle algo que sea valioso para él, aunque no necesariamente caro. Y la única forma de hacerlo si no se es un amigo cercano, es investigar sus gustos.
Está sugerido en Quora, pero hay que descartarlo: algunos dicen que, lo más conveniente sería regalarle un libro, la piedra fundamental sobre la que construyó su imperio en 1994. Por entonces, el negocio de la web era el único que crecía al 2300% anual y una librería online permitía tener un catálogo que físicamente era imposible, repetía Bezos. Sin embargo, según su ex esposa, Mackenzie Scott, con quien estuvo casado 25 años, para el hoy multimillonario los libros nunca tuvieron un valor emotivo más allá de haber encontrado en ellos un producto oportuno.
Era ella, una escritora graduada en Princeton como una de las más brillantes alumnas de la Nobel de Literatura Toni Morrison, la que fantaseaba con la idea de tener su propia editorial. Desde que abrieron la primera oficina de Amazon en una casa que alquilaron en los suburbios de Seattle, y a medida que el negocio fue creciendo, los intereses de Bezos y MacKenzie –que llevaba las cuentas, ayudó a pensar el nombre de la empresa, y “era una voz fundamental en el equipo”, según relata el periodista de tecnología Brad Stone, autor de The everything store, sobre la historia de Amazon– se fueron diferenciando: a ella le interesaba sumar autores; a él, clicks en el sitio.
Si dejamos afuera los libros de los que tiene un catálogo ilimitado y nos concentramos en lo que ha mostrado sobre él en los últimos años –especialmente desde que se separó de Mackenzie en lo que fue el divorcio más caro de la historia (dividieron US$131 mil millones y no había acuerdo prenupcial, por lo que ella se quedó con el 25% de las acciones de Amazon)–, quizá queramos regalarle algún accesorio de moda. Hace tiempo que el ingeniero busca dejar atrás su perfil de nerd para convertirse en un ícono de estilo.
Su ex mujer ha declarado incluso que, cuando estaban casados, era él quien le elegía la ropa y las carteras caras; lo de ella era la austeridad. Le gustan, por ejemplo, los anteojos de sol, y hace poco lo vieron con un par de Garrett Leight que también usó la modelo Bela Hadid, una marca que mezcla buen gusto y alta tecnología en sus materiales: una combinación ideal para Bezos. ¿El precio? Apenas US$365.
El de la moda y el diseño es un camino a explorar. Regalarle, por ejemplo, cualquier prenda de la colección Techmerino, de Ermenegildo Zegna, confeccionadas con géneros livianos que se adaptan a las temperaturas, es perfecto para un hombre que hoy se levanta en Houston, pero puede terminar el día en París –y pronto, tal vez en algún lugar del espacio–. El precio de un buen traje de hombre ronda los US$2500.
Y hablando de París, hay un regalo que el dinero no puede comprar, o sí. Parece raro que alguien que se pasó la vida enfrascado en el mundo de las ciencias y los negocios tenga inclinación por los deportes, pero Bezos es un entusiasta del tenis, el fútbol americano y el tradicional. Se lo vio en finales de Wimbledon, en los últimos Super Bowls, y hace rato se dice que tiene interés en comprar un equipo y tuvo charlas con otros dueños. Desde su plataforma de streaming, Prime, compró los derechos de la transmisión de la Ligue 1 de Francia, por lo que la llegada del argentino Lionel Messi al plantel del PSG ya lo está haciendo ganar millones. El hombre más rico y el mejor jugador del mundo aún no se conocen, ¿qué tal una camiseta firmada por Lío?
Pero el deporte que realmente le apasiona y al que juega con frecuencia es el golf. En la chacra de Beverly Hills que le compró a David Geffen –otro magnate de los medios; Bezos tiene el Washington Post, MGM, Twitch, Alexa e IMDB, entre otros– y que fue antes propiedad de Warner, tiene una cancha de 9 hoyos, además de varias de tenis. El golfista americano Webb Simpson, uno de los top ten del PGA Tour, dijo hace un par de años que el mantra de Jeff –”paso a paso”– ha sido una gran inspiración para él. Un juego de Callaways usados por alguna leyenda, como Jack Nicklaus, seguro será apreciado. Aunque difícilmente sea algo barato.
Por último, lo más obvio, no es necesario ser millonario para disfrutar de la música y la buena comida: Bezos fue miembro en Princeton, donde se recibió con méritos, del club gourmet y de sibaritas Quadrangle, cuya misión era reunirse a comer los mejores platos, disfrutar de noches de pub y tragos, y shows en vivo de Rihanna o Maroon 5.
Las fiestas y las galas benéficas –invierte gran parte de su fortuna en filantropía– son, de hecho, otro de sus placeres, sobre todo después de su divorcio. Alguna vez, su ex mujer dijo que él siempre fue más sociable y simpático que ella, y él lo prueba con las fotos de su Instagram, donde se lo vio recientemente festejando el Año Nuevo en modo disco junto a su novia, Lauren Sánchez, y amigos, en un velero por el Caribe. Esa vez no usó gafas de una marca de lujo, sino unas de cotillón, con corazones. Ya lo dice el viejo claim de la tarjeta de crédito: algunas cosas, aún para un multimillonario, simplemente no tienen precio.
Como escribió con sensatez alguien en Quora: “Si Bezos me invita a su cumpleaños, es porque le interesa mi presencia. Yo le regalaría eso, y después le mandaría una nota de agradecimiento”. Gran idea para tener en cuenta –y ahorrar– por si alguna vez nos llega la invitación.
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