La historia de amor del bombero argentino que murió en las Torres Gemelas y la medium que le hizo aceptar el adiós a su novia

Tanya Tepper, la novia de Sergio Villanueva, la contó a Infobae cómo fue su relación, los planes de una boda que sería poco después del atentado del 11 de septiembre y la búsqueda desesperada. También la particular forma en que se resignó a su partida y las señales que recibe a partir del apodo que ambos se habían puesto en la intimidad

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Dos días después del atentado,
Dos días después del atentado, Sergio y Tanya iban a alquilar el salón de bodas. El casamiento sería el 1 de agosto del 2002

Tanya esperó a Sergio durante 26 días desde la tragedia del 11 de septiembre. Con la casa llena de gente que llegaba para consolarla. Con el grupo más íntimo de amigos y familiares. Y cuando estaba sola, mirando el anillo de compromiso que le había regalado unos meses atrás. Aguardaba un llamado, o que tocara a su puerta, más allá de toda razón.

El día que los dos aviones impactaron contra las Torres Gemelas, el bombero argentino Sergio Villanueva, de 33 años, había salido a bordo de una autobomba Seagrave de su cuartel (el Ladder 132) tres minutos después del segundo impacto. Eran las 9.05 y recorrieron los siete kilómetros que los separaban del edificio en llamas a toda velocidad. Fueron la cuarta dotación responder a las alarmar para acudir a la zona del desastre. Trabajaron primero en la Torre Norte y luego en la Sur. Cuando ésta se desplomó, a las 9.59, Sergio estaba en tareas de rescate en el edificio lindante del Marriot Hotel, que fue sepultado en la caída de la mole. A partir de ese instante, se transformó en un héroe. Para Tanya era algo más: era su gran amor.

El 13 de septiembre, apenas dos días después del atentado, iban a firmar el alquiler del salón de bodas. Planeaban casarse el 1 de agosto de 2002. Así que esperó el milagro hasta que, por algún motivo, a los 26 días -”era domingo”, recuerda, levantó el teléfono y marcó un número de Miami desde la casa de Jackson Heights, Queens, que Sergio había restaurado para que ambos vivieran.

Este es el relato que Tanya le brindó a Infobae. Habrá quienes crean y es probable que muchos más no. Pero es el suyo. Y nadie tiene derecho a juzgar lo que un corazón destrozado puede sentir: “No me iba a rendir. Hay gente que sobrevive a colapsos y terremotos. No me iba a rendir con Sergio. Y llamé a una médium de Miami, Elaine. No te podría explicar claramente cómo fue esa experiencia, no tengo las palabras, pero sé en mi corazón y en mi alma que Sergio estuvo ahí. Yo fui muy neutral, no le dije que había perdido a nadie ni por qué llamaba. Sólo que me hiciera una lectura. Empezó por la numerología, me dijo mi cumpleaños y después me tiró las cartas. Podía oír como las mezclaba. Y de repente me dijo ‘querida, vos perdiste a alguien… a tu pareja’. Y empecé a llorar. Fue muy duro. Ella dijo ‘ok, lo voy a contactar para vos…’. Yo no tenía miedo. Después de enterarme que mi madre se había suicidado, otra médium me ayudó a salir adelante. Elaine empezó a hacer sonar unas campanas tibetanas y a pedirle a Dios que la hiciera un vehículo para un mensaje de amor y esperanza. E inmediatamente, un ruido a estática comenzó a llegar por el teléfono…. ‘Él está ahí, está orgulloso, no hay dolor’, me dijo. Te aseguro que no le hablé del 11/9 ni nada”.

Entonces, recién entonces, Tanya aceptó que Sergio ya no iba a volver.

Sergio en la época que
Sergio en la época que era Detective del Precinto 46 del Bronx. En el 2000 pasó a ser Bombero

La historia de un amor

Sergio Villanueva y Tanya Tepper (que hoy tiene 53 años) vivían en cada extremo del barrio de Flushing, en Queens. Él -nacido un 4 de julio- había llegado en 1970 desde Bahía Blanca, Argentina, con su familia, siguiendo los pasos de su padre, que había arribado un año antes a Nueva York. Una de las primeras fotos de Sergio en esa ciudad fue junto a Delia, su madre, con las Torres Gemelas en plena construcción como fondo.

Mientras él estudiaba en el Holy Cross -un colegio católico privado-, ella lo hacía en la escuela pública. No tenían el mismo círculo de amigos, pero sí muchos en común. “Al final nos conocimos cuando teníamos 19 o 20 años por intermedio de Lorenzo, amigo de los dos. Íbamos a bailar al mismo club. Nos gustaba el estilo que llamamos latin freestyle, que no es salsa y eso, es música más bolichera, y hip hop”.

Por entonces, la relación siempre era grupal. En 1991, Tanya ingresó en el Hunter College de la Universidad de Nueva York. Y se mudó a Los Angeles para completar sus estudios. Se quedó allí hasta que en 1994 huyó despavorida: “Hubo un gran terremoto en Los Angeles y me asusté mucho. Tanto como para irme de allí, a pesar de amar el clima y la playa. Me dió mucho miedo”.

Sergio y Tanya en el
Sergio y Tanya en el año 2001, antes de la tragedia

En esa época, Tanya vivía con un novio francés llamado Philippe. Y diseñaron un plan para irse de California. Ella movería todas sus cosas hacia Miami, y mientras tanto, él volaría a Francia a visitar a su familia. El día de abril que se fueron -recuerda- reabrían la autopista 10, que cruza el país de costa a costa, cerrada por el terremoto. En Florida se encontró con su mejor amiga y alquilaron un departamento para los tres. Philippe se uniría más tarde, en el verano. ”Eso no sucedió”, cuenta con una sonrisa Tanya.

Lo que pasó fue que Lorenzo y Sergio (que ya era policía), junto a otros amigos, llegaron en junio para pasar sus vacaciones en la playa. “Salimos todos juntos y bueno, nos emborrachamos. Una cosa llevó a la otra y con Sergio nos besamos y fue como ‘¡Dios mío!’. Fue un beso tan mágico que no quería que se detuviera. Así que pasamos juntos cuatro o cinco días. Él se vino a mi departamento, pasamos la noche charlando, riendo y bromeando, le conté mi historia y conocí la suya”.

Tanya también supo allí de la pasión de Sergio por el fútbol. A pesar de haber vivido muy poco en la Argentina, era fanático de la Selección y de Boca. Era 1994 y se disputaba el Mundial en los Estados Unidos. “Yo tenía un televisor en el departamento, así que Sergio miraba los partidos del mundial… ahora que lo pienso, quizás se quedaba por eso (bromea y ríe). En realidad, yo pensaba que sería un tiempo juntos y se iría a su casa. Pero cuando se iba a tomar el avión, me enfermé. Tuve mucha fiebre. Él me llamó y me dijo que se quedaba un par de días más, para cuidarme. Me ponía agua fría en la espalda, me tapaba porque yo tiritaba de fiebre. Me cuidó mucho. Y me enamoré”.

Sergio Villanueva, nacido en Bahía
Sergio Villanueva, nacido en Bahía Blanca, fue uno de los 343 bomberos que murieron en el atentado del 11 de septiembre a las Torres Gemelas

En una de esas charlas, Sergio le habló de un autor que solía leer, Brian Waiss, un gurú que habla sobre vidas pasadas y usaba hipnosis como método de sanación. “Así que me pareció que no sólo era un policía machito de Nueva York, sino un ser espiritual”.

Terminadas sus vacaciones, Sergio regresó a Nueva York. A partir de ese momento, el correo de los Estados Unidos empezó a llevar y traer cartas entre Miami y Queens. Y una vez por semana, Tanya lo llamaba para ver cómo estaba. “Todo era como para parecer su amiga, algo que yo no quería ser. Buscaba que no se olvidara de mí, pero tampoco quería quedar como Glenn Close en Atracción Fatal”, se ríe.

Por supuesto, terminaron las vacaciones de Philippe… y también el lugar que el muchacho francés tenía en la vida de Tanya. Sin embargo, seguían viviendo bajo el mismo techo. “Empecé a pensar en regresar a Nueva York. Vivir así era muy incómodo”, cuenta. Para colmo, los padres de Philippe llegaron a Florida. Tanya aprovechó y los convenció que hicieran un viaje en familia al Caribe. E invitó a Sergio a pasar unos días en Miami. “Fue todo una locura. Cuando Sergio vino, me di cuenta que tenía un problema de confianza hacia mi. Quiero decir ¿cómo podía creer en alguien que engañaba a su novio? Si quería estar con él, debía volver a Nueva York… Así fue que en abril de 1995 regresé manejando un camión de U-Haul de cinco metros de largo” (Nota: en EEUU se alquilan camiones para hacer mudanzas, que maneja uno mismo).

Instalada en Jackson Heights, la relación continuó. Cada vez pasaban más tiempo juntos y Tanya le dio la llave de su departamento. “Pero todavía ninguno de los dos le había dicho ‘te amo’ al otro”, recuerda.

Tanya y Sergio se comprometieron
Tanya y Sergio se comprometieron el 30 de junio de 2001, 7 años después de su primer beso

Tanya, además, estaba en la búsqueda de su familia biológica, específicamente de su madre. “Yo fui criada por la familia de mi tío, el hermano de mi padre. A los 12 años encontré mi certificado de nacimiento y pregunté. Me dijeron que mi padre se había ido y mi madre, que era alemana, había enfermado y muerto. Cuando tuve 16, mi verdadero padre apareció. Viajó desde Alemania. Me dio otra versión sobre mi madre: dijo que murió en un accidente. Eran todas dudas, que se hicieron más grandes cuando una prima me contó que mi madre, en realidad, se había suicidado. Sentí que nadie me decía la verdad… En 1995 apareció un tío materno: así como yo los buscaba, ellos hacían lo mismo conmigo. Viajé a Alemania, y Sergio se ofreció a acompañarme”.

En el encuentro con su tío, que Sergio grabó por pedido de ella, se enteró de la verdad: su madre se había ahorcado. Esa noche, cuando regresaron al hotel, Tanya descubrió que su búsqueda había terminado. “Estaba tranquila, y esa paz me la daba Sergio. Y vi que era el momento justo para decirle lo que sentía, que lo amaba. Entonces lo abracé y le dije ‘¿sabés lo mucho que te amo?’. Y se dió vuelta y me besó. Pero no me dijo que también me amaba. Ni esa noche, ni en los días que siguieron paseando por Alemania y conociendo a mi familia materna…”.

En aquella época, ambos fumaban. Fueron a un negocio a comprar encendedores. Y Sergio le regaló uno que decía “te amo”. Pero Tanya sentía que no era suficiente. Cuando regresaron a Nueva York, ella le escribió una carta. “Decía que no hacía falta que me lo diga, porque sabía que lo sentía. Leyó la carta, me miró y me dijo ‘claro que yo también te amo’. Y nos pusimos a llorar los dos”.

El video pedido de matrimonio de Sergio a Tanya en la playa de Long Beach

Por entonces, Sergio era policía y trabajaba en el Precinto 46 del Bronx. Según Tanya, uno de los más difíciles. “Había muchos problemas con drogas, así que después de ahí lo pasaron a la División Narcóticos, y empezó a trabajar como un agente encubierto. Tenía que hacerse pasar por adicto y apresar dealers, vos sabés… Era muy riesgoso. Pero lo hizo bien y lo ascendieron a Detective en el año 98”.

Al año siguiente, en el comienzo de la primavera, entre los dos abrieron un negocio de regalos en Jackson Heights, a tres cuadras de su casa. Lo llamaron Inner Peace (”Paz Interior”). Les iba bien, y Sergio lo atendía con ella en sus horas libres. Hasta Delia los ayudaba para que tuvieran tiempo para la pareja. “Desde el primer momento que conocí a la madre de Sergio tuvimos una conexión especial. Tenemos un sentido del humor parecido, ella es muy divertida, como era Sergio. Nos gustaba mucho visitarla. ¿Sabés qué hacíamos? Nos sentábamos en su cama a ver televisión. Sergio en el medio y nosotras, sus ‘chicas’, a cada lado. Eso lo hacía muy feliz”.

Villanueva, además del curso para ingresar a la policía, había hecho el de bombero. Pero como en ese momento no había vacantes, ingresó al Precinto 46. En el año 2000, se encontró con la posibilidad de un cambio. “Una vez que alguien entra en el Departamento de Bomberos, no se va. Los horarios eran mejores: trabajaba 24 horas seguidas y descansaba dos días”. Sergio comenzó su labor en el Engine 4 de South Street Seaport, una unidad cercana a las Torres Gemelas. Al cabo de un año, se cambió al Ladder 132 para aprender nuevas habilidades: los primeros combaten el fuego, los segundos se especializan en rescates. “Esa unidad tenía muchísimo trabajo”, cuenta Tanya.

La última foto de Sergio
La última foto de Sergio Villanueva, que Tanya le tomó el 9 de septiembre de 2001 por la noche

Ambos planeaban abrir otro negocio en Queens. Les iba bien y se pudieron comprar una casa, a seis cuadras de la que alquilaban, también en Jackson Heights: “Sergio era muy habilidoso con la madera, se puso a restaurar todo”.

Marisel, la hermana de Sergio, se casó en el 2000. Tanya sentía que era un buen momento para que ellos también lo hicieran. “¡Casi todos nuestros amigos se habían casado y tenían hijos! Así que lo empecé a presionar. Pero me di cuenta que no era lo más inteligente… Entonces me dije, bueno, va a suceder cuando esté listo. Para él era importante que estuviéramos sólidos, por ejemplo, con el tema de la casa, con su carrera. Me decía que ni bien nos casáramos quería tener hijos”.

El 30 de junio de 2001 cumplieron siete años desde el primer beso que se dieron en Miami. Para festejar fueron a cenar al restaurante Angelo Maxie’s, de Manhattan, que ya no existe. “Hablamos de nuestro tiempo juntos, de lo felices que éramos. Y me dijo ‘tengo un regalo para vos’. Buscó en el bolsillo chiquito de su pantalón y me dio un anillo. Pero no me propuso matrimonio formalmente, aunque al día siguiente fuimos a comprar revistas de bodas y luego fuimos a la playa. Cuando llegamos a Long Beach estaban nuestros amigos y lo empezaron a gastar: ‘¿pero cómo? ¿no te arrodillaste y le pediste casamiento?’ Así que me tomó la mano y lo hizo: se arrodilló sobre la arena y me lo pidió… ¡Nos íbamos a casar!”

Tanya junto a una camiseta
Tanya junto a una camiseta de la selección Argentina que perteneció a Sergio

Comenzaron a buscar un lugar para celebrar la boda. Y encontraron uno ideal en La Rochelle llamado The Fountainhead. “Tenía una pequeña capilla y una hermosa área de recepción. Hicimos una cita para firmar el contrato para el 13 de septiembre. Y elegimos la fecha del 1 de agosto de 2002 para casarnos”.

Y entonces, como un mazazo, llegó el 11 de septiembre de 2001.

La última vez que Tanya y Sergio estuvieron juntos fue el 9 de septiembre. Sergio amaba el fútbol y esa mañana fue a jugar el partido anual entre Bomberos y Policías. Hizo un gol. “Cuando volvió a casa estaba excitado. Hacer el gol era importante para él. Amaba el ‘soccer’. Por la tarde fuimos a la fiesta de cumpleaños de la hija de un amigo de Sergio, de quien había sido padrino de boda. Estaba lleno de amigos, de la gente que amaba. Cuando terminó, nos quedamos un rato más tomando unas cervezas y nos fuimos a casa. Yo tenía una cámara de rollo que él me había regalado por mis 30 años. Me di cuenta que había una foto más y le saqué. Su última foto”

Tanya y Delia, la madre
Tanya y Delia, la madre de Sergio. Ambas se mudaron a Florida y se siguen viendo

Al día siguiente, Sergio se levantó temprano y marchó a su cuartel. Se despidió con un beso. Tanya ya no lo vio más. “Debía volver en la mañana de aquel martes 11…”. Lo que sucedió ya se sabe: tres minutos que el segundo avión se estrellara contra la Torre Sur del World Trade Center, los rescatistas del Ladder 132, ubicado en el barrio Prospect Heights de Brooklyn -a siete kilómetros del desastre- recibieron la orden de acudir. Enseguida atravesaron a toda velocidad el portón que lleva la inscripción “In the eye of the storm” (“En el ojo de la tormenta”). Allí iba Sergio. En un momento los derivaron al Marriot Hotel, lindante con la Torre Sur, donde se presume que murió por el colapso de la mole de 107 pisos a las 9.59, junto a otros seis miembros del escuadrón, incluyendo a su jefe, Matthew Ryan. En total, 343 bomberos de la ciudad de Nueva York perdieron la vida en los atentados.

Tanya estaba frente al televisor. “Fue una mañana horrible, ¿qué más podía pasar? Las Torres se había ido. Llamé al cuartel, pero como muchas veces, daba ocupado. Llamé al celular de Sergio y atendió su correo de voz. Y yo pensaba para mí ‘él está bien, pero fue allí para ver cómo están sus compañeros’”.

Pasó la mañana y toda la familia estaba esperando un llamado tranquilizador. Tanya llamó a un número de teléfono. La enviaron a Fort Totten, un edificio del Ejército a 20 minutos de su casa. Fue con Delia, Marisel y Lewis, el marido de ésta. En un salón aguardaron a ser atendidos. Vio un hombre hablarle cerca del oído a una mujer, y a ésta caer de rodillas. A otra gritando sin parar. “Miré a Delia y le dije ‘este no es un lugar para nosotros, volvamos a casa que Sergio va a regresar’. Así lo hicimos, y mi casa estaba llena de gente que había venido a acompañarme”.

El memorial de Sergio ubicado
El memorial de Sergio ubicado frente a donde tenían su negocio Inner Peace (Paz Interior) en 79-24 35th Av. en Jackson Heights, NY

El 12 de septiembre, en su casa había unas 15 o 20 personas. Golpearon a la puerta. Era un hombre vestido de traje. Le dijo que conocía a Sergio, que tenía contactos en la alcaldía y que no había nadie con su nombre en la lista de desaparecidos. Era una pequeña luz de esperanza. “‘Podés llamar vos misma’, me dijo. Lo hice y era cierto. Empezamos a saltar todos y a llorar de alegría. Una amiga me dijo ‘maquillate y cuando venga nos vamos directo a la Iglesia y se casan’. Celebramos y después nos pusimos a esperar. Y a esperar mucho… Cada dos horas yo llamaba por novedades. Y en una me dicen ‘Villanueva está en la lista de desaparecidos’. No entendía. Me explicaron que antes no se había imprimido la última página del listado, y por su apellido, él estaba ahí… Fue devastador”.

Luego de hablar con la medium y aceptar que Sergio no regresaría, decidieron, junto a la familia Villanueva, no hacer ninguna ceremonia hasta que el gobierno declarara oficialmente que ya no había más restos que buscar en Ground Zero. Eso recién sucedió en abril del año siguiente. “No queríamos que nos dijeran ‘encontramos un pedacito del pie’, enterrarlo y que después apareciera algo más. Pero nunca hallaron nada de Sergio”.

Tanya deja una foto de
Tanya deja una foto de Sergio en el memorial

El 7 de junio de 2002 hicieron una ceremonia para despedir a Sergio. Unas dos mil personas se hicieron presentes: bomberos, policías, amigos, gente que simplemente le quiso dar las gracias.

A partir de su amor por el fútbol, Jonathan Kanovsky, un ex detective que fue compañero suyo en el Precinto 46, creó la Sergio Villanueva Soccer Foundation. Allí están una de sus camisetas de la selección argentina y de Boca Jrs. Brindan clínicas de fútbol y becas para alumnos de las escuelas primarias. Tanya, por su parte, es líder regional de Soaring Spirits, una organización que agrupa a viudas en un evento anual donde les dan herramientas para afrontar su situación, hace workshops. “Tengo mi grupo de viudas de Miami bajo mi ala”, cuenta.

Tanto ella como Delia, la madre de Sergio, y los hermanos, se mudaron a Florida, y se ven a menudo.

Pero hay algo más, que Tanya contará recién al final de la charla, y es que ella y Sergio se llamaban “bunny” en la intimidad. “Conejito” y “Conejita”. “A partir de ese día, empecé a recibir muchas señales en ese sentido y siento que es él quien se comunica”, dice.

Tanya, hoy, con su esposo
Tanya, hoy, con su esposo Ray y sus hijas Emilia y Samantha

La primera fue a los pocos días de los atentados: “Cuando sucedió el 11 de septiembre yo estaba buscando a Sergio y nuestro local debía recibir mercadería. Le dije a mi amiga Patty que por favor se hiciera cargo y tomara los envíos. En el frente del negocio empezaron a poner velas, flores y carteles rezando por Sergio, como un memorial… No se si fue un jueves, una semana después. Vino Tony, un amigo de chico de Sergio que tenía un negocio de biblias. Me trajo a casa una caja que Patty le dejó para mi. Me enojé, porque le había pedido que se hiciera cargo ella. Pero una voz me dijo ‘abrí la caja’. Era un libro infantil llamado Bunny wishes (”Deseo de conejitos”) y básicamente es la historia de un conejo que desaparece…”

Otra de las muchas señales la tuvo en unas vacaciones con su actual esposo, Ray, con quien tuvo dos hijas, Emilia y Samantha. “Fue el día que me enteré que estaba embarazada. Estaba en Disney con Ray. El por supuesto conoce toda la historia y honra a Sergio. Para él, la familia de Sergio es su familia. Y cuando volvimos al hotel, Ray escuchó algo detrás de una reposera junto a la piscina. Y era una coneja con dos conejitos. Otra señal”.

Y dice que nunca, ni un solo día, olvidó a Sergio: “Todo esto sucedió hace 20 años y yo sigo hablando de él. Y cada vez que lo hago, se abre todo ese sentimiento que llevo dentro mío. Porque si algún día amamos bien, nunca vamos a dejar de amar”.

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