26 de julio de 1977. La banda llegó al hotel de madrugada. En la recepción le dijeron al cantante que había un mensaje para él. Debía devolver, urgente, una llamada. Apenas discó, del otro lado del océano, la voz de Maureen, su esposa, simuló tranquilidad; intentó pasar la información como si se tratara de un asunto burocrático pero no logró engañar a su marido: “Karac está internado. Le dolió mucho la panza, se descompuso y lo trajeron al hospital”, dijo la mujer.
Mientras el resto de la banda y del séquito se fue a dormir, Robert Plant se sentó en su cama con el teléfono apoyado en sus piernas.
Cuando uno de los asistentes volvió a entrar, vio al cantante de Led Zeppelin con la cabeza entre las manos y el pelo dorado cayendo sobre sus rodillas. El cuerpo se convulsionaba mientras profería un aullido desgarrador.
Karac Prenda Plant de 5 años había muerto a causa de un extraño virus intestinal. Su hermana de 8 había estado descompuesta unos días antes pero eso no había sido señal de alarma para nadie. Creyeron que algo que había comido le había caído mal. Karac empeoró a una velocidad inesperada. Los médicos no pudieron hacer nada.
El tour de Led Zeppelin se detuvo, naturalmente, allí en Nueva Orleans. Peter Grant, el manager de la banda, organizó el regreso de Plant a Inglaterra. El avión privado del grupo no podía usarse porque los pilotos debían cumplir con el plazo reglamentario de descanso. Tuvieron que disponer de una serie de raras combinaciones aéreas para llegar a Londres. Lo acompañaron John Bonham, el baterista de la banda y dos miembros del equipo.
Esa gira ya había empezado con complicaciones. Debió tener lugar el año anterior pero un accidente automovilístico lo impidió.
Durante el verano europeo de 1976, Robert Plant y Jimmy Page estaban de vacaciones con sus familias. Un largo paseo por Italia y Grecia. En Rodas, Page se separó del resto para ir hacia Sicilia y adquirir la Abadía de Thelema. La propiedad pequeña y en mal estado había sido el centro de operaciones de Aleister Crowley, el escritor ocultista cuyas enseñanzas y prácticas nigrománticas el guitarrista seguía con devoción. El resto, en dos autos alquilados, paseaba por las rutas de Rodas cuando Maureen, la esposa de Plant perdió el control de su auto y chocaron contra un árbol. La mujer sufrió fracturas en las piernas, la pelvis y el cráneo; Robert Plant tuvo múltiples fracturas en las piernas y en una muñeca; también su hija mayor sufrió golpes y debió ser hospitalizada. El estado de Maureen era grave. Enterado, Peter Grant dispuso un operativo para trasladar los heridos desde el pequeño hospital comunal de Rodas a Londres. Los médicos no querían autorizar el viaje, en especial en el caso de Maureen. Casi como en una película de acción, como si se trataran de comandos especializados, los tres pacientes fueron sacados del hospital por parte del equipo de Zeppelin y llevados al aeropuerto. Todos se recuperaron. Pero la gira de Zeppelin debió suspenderse. Robert Plant estuvo meses en una silla de ruedas.
La nueva fecha de comienzo se fijó para febrero de 1977. Un tour enorme con más de cincuenta fechas por Estados Unidos y Europa. Pero una laringitis del cantante provocó una nueva postergación. Eso más allá de los problemas logísticos evidentes trajo otras complicaciones que no estaban contempladas. Los equipos ya habían sido despachados hacia Estados Unidos y no pudieron ensayar durante ese tiempo. El consumo de drogas duras se había incrementado de manera exponencial entre los miembros de la banda.
Así cuando la gira por fin comenzó, Led Zeppelin no estaba en forma. Había desacoples que, aunque desapercibidos para el gran público, los mostraban de una manera inédita.
Entre ellos las cosas tampoco estaban bien. El nivel de descontrol debajo del escenario era épico. Las drogas y alcohol dominaban cada tiempo muerto. Jimmy Page se encerraba en su cuarto, se dedicaba a prácticas oscurantistas mientras escuchaba grabaciones de Charles Manson. Plant, el Dios Dorado como lo llamaban, tenía un harén a su disposición a cada lugar al que iba. “Una vez entró a un salón y había entre cincuenta y sesenta mujeres hermosas, realmente hermosas, desnudas esperando ser elegidas por él. Era como esa tapa del disco de Hendrix”, contó uno de los productores de la gira.
John Paul Jones fluctuaba entre la vida salvaje del backstage y su familia. Cuando podía se escapaba de ese mundo de locura. John Bonham, en cambio, se dedicaba a, literalmente, demoler hoteles. Una vez llegó a contratar a personal de seguridad para que cortaran la calle e interrumpieran el tráfico frente al hotel en el que se alojaba para tener tiempo para tirar por la ventana todo el mobiliario de la habitación; sólo la cama no terminó sobre el asfalto.
Este clima de locura eclosionó en julio de 1977 en un recital en Seatlle. Uno de los hombres de seguridad zamarreó a uno de los hijos de Peter Grant cuando estaba arrancando una placa de madera de una de las puertas de los camarines del estadio. Cuando la noticia llegó a oídos del manager, éste fue con Bonham y un plomo a enfrentar al hombre. Lo molieron a golpes. El guardaespaldas pasó esa noche en el hospital. A la mañana siguiente la policía llegó al hotel y detuvo a los tres implicados. Pocos días después, Led Zeppelin llegó a Nueva Orleans. Y en ese momento llegó el llamado con la noticia trágica. La banda suspendió la gira por tiempo indefinido.
Apenas llegó a Inglaterra tras la muerte de Karac, Robert Plant tuvo que lidiar con su dolor, tratar de consolar a su esposa y a su hija y, además, pelear con el síndrome de abstinencia por haber detenido de forma abrupta el consumo de drogas. No encontraba consuelo en ninguna actividad.
Sólo John Bonham fue al entierro de Karac. Los otros dos integrantes del grupo permanecieron en Estados Unidos. Eso permitió que los medios especularan con las rencillas internas del grupo más grande de su tiempo.
Plant sentía culpa. Creía que había abandonado a su familia, que si él hubiese estado Karac estaría vivo, habrían llegado al hospital. Hasta ese momento él estaba satisfecho con su vida disociada. La vida salvaje con el grupo y la tranquilidad conyugal en sus regresos al hogar. La vida familiar por teléfono mientras vivía al ritmo infernal de Led Zeppelin. También culpaba al ambiente, a la vida que llevaban: “Yo trataba de ser un buen padre pero al mismo tiempo me sentía realmente atraído por lo que estaba haciendo con Zeppelin y por su mundo. Pero cuando te pasa algo así, algo insoportable, que nunca imaginaste, te preguntás si valía la pena, si las cosas hubieran sido diferentes si yo hubiese estado allí, con mi familia”.
Él se rompió por dentro y en esa fractura también perdió la conexión con Zeppelin.
Hubo rumores de que existieron reproches internos hacia Jimmy Page. Algunos creían que sus prácticas esotéricas, que su incursión en la magia negra y el ocultismo había sido un llamador de las desgracias del grupo y del desastre en la vida de varios de sus miembros.
Bonzo, John Bonham, fue de gran importancia para la recuperación de Robert Plant. Vivía cerca de él, en otra enorme casa de campo. Lo visitaba, lo acompañaba en silencio, moderaba su desborde cada vez que estaba con él, trataba de saciar sus necesidades materiales.
Robert Plant estaba sumergido en su dolor. La banda no estaba en sus planes. Sólo había espacio para el duelo y su familia. Hasta que casi un año después apareció una limousine enorme, de seis puertas en la puerta de su casa. De ella bajó Bonzo vestido como un chofer: traje negro, guantes blancos, galera. Lo invito a dar una vuelta. Plant reconoció que ese fue el principio de su rehabilitación. “Bonzo me salvó la vida. Se preocupó tanto por mí, que e olvidó de él”, dijo tiempo después.
En mayo de 1978 Jimmy Page propuso que se reunieran en un campo los cuatro integrantes para intentar seguir adelante. Robert Plant no tenía ganas de hacerlo, no le encontraba sentido. Su lazo con la banda, su vínculo interior se había roto como tantas otras cosas en su vida. Sin embargo, las cosas funcionaron para sorpresa de varios. Compusieron las canciones de su siguiente disco In Through the Out Door Al poco tiempo empezó el Mundial 78 y los músicos vieron varios partidos allí, mientras trabajaban. Se inspiraron en la temática sudamericana para Fool in the Rain. En alguna declaración dijeron que era porque el torneo se jugaba en Argentina aunque su inspiración estuvo en una Samba brasileña. La confusión geográfica no es un demérito para valorar la canción.
Con John Paul Jones, Robert Plant compuso la conmovedora All My Love en homenaje a Karac. Es uno de los dos temas de toda la historia de la banda en la que Robert Plant no tiene participación autoral. La canción es triste y bella. La voz está desgarrada. Más de quince años después, en su sexto disco solista le dedicaría otro tema: I Believe.
Luego fueron tres semanas a Estocolmo a grabar esos temas nuevos. Lo hicieron en el Polar Studio, lugar en el que grababa el grupo del momento, ABBA. Plant siempre creyó que ese disco no era extraordinario pero tenía el mérito de demostrar que podía salir adelante. Fue una reafirmación de la vida. Lo mismo sucedió cuando nació poco después su tercer hijo. Era apostar a la vida frente a la presencia de devastadora de la muerte.
Led Zeppelin siguió poco más. Otra tragedia los sacudió. John Bonzo Bonham murió en septiembre de 1980, fruto de sus excesos. ahogado por el alcohol. Tenía 32 años. Eso marcó el final del grupo pese a algún disco más.
Con el correr de los años se habló en innumerables ocasiones de la posibilidad del regreso de Zeppelin con la incorporación de Jason Bonham -hijo de Bonzo- en la batería. Se reunieron sólo en ocasiones muy especiales (el Live Aid, un homenaje a Ahmet Ertegun en 2007 y Page y Plant grabaron un disco en los noventas). Page y Jones siempre se mostraron abiertos a la posibilidad. Robert Plant se mantiene firme en su negativa. “¿Si no lo hicimos antes lo vamos a hacer con setenta años? A esta edad hay que tener mucho cuidado y dedicar un poco más de tiempo a jugar al bingo y disfrutar del tiempo que te queda. Para mí, mi tiempo tiene que estar lleno de alegría, esfuerzo, humor, poder y absoluta autosatisfacción. Y eso no lo lograré ahora con Led Zeppelin”, dijo hace poco tiempo.
Otra manera de mostrar que Zeppelin es pasado es su negativa a cantar Stairway to Heaven. Alguna vez llegó a pagarle 10.000 dólares a una radio que estaba haciendo una colecta, con la única condición que no volvieran a pasar nunca más esa canción.
Hoy Robert Plant cumple 73, ya no es el Dios Dorado, pero saca un nuevo disco, otra vez, junto a Alison Krauss.
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