Si Tolstoi en el inicio de Ana Karenina escribió que: “Todas las familias felices se parecen; pero cada familia infeliz lo es a su manera”, parafraseándolo se podría afirmar que: “Todas los peleas entre hermanos se parecen; pero cada hermano roquero se pelea a su manera”.
Una categoría bastante robusta en el pop y el rock: la de banda de hermanos con suceso. Los exponentes son de peso: The Beach Boys, The Carpenters, The Kinks y hasta Oasis. Pero ninguno tuvo los hits, las ventas y la permanencia de los Bee Gees.
Los distinguían sus armonías vocales, la composición de los temas y el estilo híbrido. Un soul de ojos claros, con alma negra, con toques de psicodelia y base pop. Una mestizaje que los acompañará por años y que los llevará a concebir obras maestras y, también, a bordear el abismo del ridículo. Los Bee Gees cuando son buenos son extraordinarios, pero pocos logran pifias tan cabales como ellos cuando se equivocan. Durante la grabación de su gran disco Odessa (hablando de megalomanía: originalmente lo habían bautizado Obra Maestra), las tensiones se convirtieron en insoportables; la lucha por el poder y el protagonismo era encarnizada. Los hermanos Gibb producían éxito tras éxito hasta que ocurrió lo que ocurre siempre en las bandas de hermanos. Las peleas y los egos se interpusieron. Los Bee Gees fueron de los primeros en separarse. El trío de los hermanos Gibb en el que Maurice, el mellizo de Robin, era quien aportaba el equilibrio. Pero la droga y la ambición de Robin y Barry, el hermano mayor, ponían en riesgo continuamente la continuidad y el éxito del grupo. Las mayores discusiones eran producto de lograr que los temas de cada uno en los singles fueran la cara A y de quién se hacía cargo de la voz principal en los distintos temas. Uno de los mellizos, Robin, se fue del grupo y, confiado en su genialidad, les dejó el nombre a los hermanos. No iba a necesitar de ellos. Sus planes eran demencialmente ambiciosos: dirigir cine, montar un musical, escribir un libro, grabar una trilogía de discos. Luego de dos años en los que los éxitos le fueron esquivos a todos los Gibb, los hermanos se volvieron a reunir.
La separación que tuvieron los hermanos Gibb en uno de sus picos de éxito (con una extraordinaria capacidad de reinvención lograron tener varios) muestra los efectos que tiene el inicio de una carrera solista alejada de los hermanos. A pesar de que parece que tienen todo servido para que el suceso se multiplique, casi ninguno lo logra por separado. Esa energía que consiguen juntos se diluye cuando se separan. Casi ninguno consigue el éxito por su cuenta. Una especie de maldición que los persigue implacablemente y de la que pocos logran escapar. Los Bee Gees, de cierto modo, constituyen una excepción dado que dos años después se reunieron y consiguieron todavía más éxito que antes cuando el fenómeno de la segunda mitad de los setenta llegó a salvarlos: la música disco.
La historia del rock es también la historia de los excesos, las peleas, los shows fallidos. En las bandas, la vida en común, las giras, los avatares del éxito, las conquistas amorosas y las sustancias hacen que la convivencia se resienta a gran velocidad. Egos gigantes en un mundo de ensueño, a altos decibeles, con la transformación de los sentidos, el alcohol, las drogas, las groupies y la adulación constante. Muchos factores hacen que rápidamente las contiendas se instalen en la intimidad de un grupo. Pero, sin dudas, las más encarnizadas peleas, las divisiones más difíciles de zanjar son las que se producen en las que están conformadas por hermanos. Más odio que corazón. En el mundo del rock, el vínculo, lo fraternal, en vez de espantar las posibilidades de desunión, sólo las acrecienta.
En otras bandas, las separaciones se producen menos traumáticamente. Una vez que sus integrantes deciden seguir caminos separados, ya no tienen necesidad de seguir viéndose. Los contactos pasan a ser asunto de abogados y representantes. Sin embargo, los hermanos (peleados) del rock se cruzan y se cruzarán toda su vida en cumpleaños, casamientos y entierros.
Los pioneros fueron los Everly Brothers. Gran influencia dentro de la primera camada del rock, se convirtieron en estrellas a fines de los cincuenta con canciones como Bye Bye love, lo único armonioso en esa relación eran sus voces casi celestiales. Don y Phil Everly, con sus jopos presuntuosos, se odiaban con todo el corazón. El éxito les llegó muy pronto. Tenían 17 y 19 años. Phil alguna vez declaró: “En nuestra vida sólo tuvimos una pelea entre nosotros. Lo que pasa es que duró medio siglo”.
El dúo se quebró en 1973 durante una presentación en California. Phil había llegado en muy mal estado. La borrachera era evidente. Por si quedaba algún distraído en la sala, comenzó a olvidar la letra de los temas. Promediando el show Don Everly se hastió y estrelló su guitarra contra el piso mientras decía en el micrófono: “Se acabaron los Everly Brothers para mí”. Luego se retiró del escenario. Phil, como pudo, siguió la actuación. Los abucheos cada vez eran mayores. No intentó apaciguarlos. Con sinceridad y resignación les dijo: “Al fin y al cabo lo de ‘Hermanos Everly’ se terminó al menos hace diez años”. En 1983 volvieron a grabar y a salir de gira. Pero sólo se juntaban en el escenario. Nunca más compartieron estudio ni siquiera se sentaban juntos para dar notas.
Ray y Dave Davies fundadores de los Kinks también tuvieron sus cruentos enfrentamientos. La relación, como todas estas, tuvo sus idas y vueltas. Ray Davies, el frontman del grupo, alguna vez declaró: “No me gusta la gente. Pero en especial me disgusta mi hermano”. Salidos de una familia numerosa, Ray y Dave fueron los hermanos 6 y 8 de un total de diez. Se dedicaron a la música desde muy chicos. Los problemas de convivencia siempre estuvieron presentes. En el casamiento de Ray, Dave designado padrino no pudo cumplir con su rol. Estaba tan alcoholizado que ni siquiera pudieron ponerlo de pie. Pero parece que los festejos familiares siempre fueron un problema para los Davies. Dave le retiró definitivamente la palabra a Ray luego de que este se tirara de cabeza sobre la torta de su cumpleaños número 50. Dave nunca le perdonó a su hermano que le arruinara una fecha tan importante.
Hace poco le preguntaron si alguna vez se reunirían nuevamente los Kinks: “Nadie puede estar interesado en ver a dos viejos en sus sillas de ruedas cantando You really got me”. Pero volvamos al casamiento de Ray y encontremos, por fin, un tierno y hermoso gesto fraternal. Poco después, la esposa abandonó a Ray. No se lo tomó bien. Una noche, antes de subir a escena y sin avisarle a nadie, el líder del grupo ingirió una gran cantidad de tranquilizantes. Supuso que la sobredosis le ocasionaría la muerte sobre el escenario. Pensó que no era una mala muerte. Cuando sintió que las pastillas estaban haciendo efecto, en medio del segundo tema, creyendo que ese iba a ser su último acto se acercó a su hermano y lo besó en la mejilla. Luego se desvaneció.
Los Fogerty conocieron el éxito con Creedence Clearwater Revival. Como pasa en estas duplas, un hermano excedía en talento al otro. En este caso John, el cantante y compositor, era el dotado y además el menor. Tom tenía un grupo anteriormente pero el ingreso de John alteró los equilibrios y las funciones. Tom nunca pudo sobreponerse al protagonismo del hermano y a interpretar un rol secundario. La pelea fue larga y feroz y llevó a la disolución de Creedence. John belicoso y complicado no ayudó nunca a que se alcanzara la concordia.
Hasta que un día intervino la madre de los Fogerty y los intimó a reconciliarse. El camino era arduo. John propuso que cada uno escribiera en un papel lo que le molestaba del otro. Las dos listas eran largas. Empezó John y lo primero que reprochó fue que su hermano le hubiera hecho juicio. El otro lo negó. Lo que había sucedido era que Tom (y los otros miembros de Creedence) le inició acciones legales a John y que la causa avanzó. Cuatro años y cientos de miles de dólares gastados en abogados después, la misma mañana en que se iniciaría las audiencias, Tom desistió de la acción. Este desacuerdo consiguió que ni siquiera llegaran al segundo punto del listado. El intento de reconciliación fracasó casi in límine y la madre no pudo ver a sus hijos juntos antes de fallecer. Tom enfermó de Sida y murió a comienzo de los noventa. John lo visitó en su lecho de enfermo. Dicen que la visita fue corta y poco reconfortante para el moribundo.
Los Allman Brothers también llevaron su parentesco al nombre de la banda. Sus salvajes giras a principios de los 70 son uno de los modelos que tomó Cameron Crowe para su película Casi Famosos. Duane era un guitarrista virtuoso (la Rolling Stone lo posicionó segundo, sólo detrás de Jimi Hendrix, entre los mejores de la historia) y díscolo. Gregg, su hermano menor, también guitarrista y cantante tuvo primero una guitarra. Esa fue, entre ellos, la pelea inicial vinculada a la música. Duane le robaba la guitarra a Gregg. La madre entendió que una buena manera de callar el griterío cotidiano era comprar otra y que cada uno de sus hijos tuviera una. Así comenzó el grupo siendo ambos adolescentes.
Las giras y las fiestas post show de los Allman pertenecen a la leyenda. Pero ya desde muy jóvenes, antes de la llegada de la fama a sus vidas, los hermanos Allman fueron usina de grandes y violentas anécdotas. Duane se salvó de ser reclutado para Vietnam pero poco tiempo después le llegó a Gregg la citación para alistarse. Justo esa noche tenían planificada una gran fiesta en su casa. Lo que iba a ser una fiesta de despedida se convirtió en la Fiesta del tiro en el pie. Así la llamó Duane. Exceptuado por ser el hijo mayor de una familia sin padre, tal vez Duane se haya sentido responsable por la suerte de ese hermano con el que se peleaba todo el tiempo y ante las decenas de invitados y luego de estudiar en una enciclopedia la anatomía de un pie, dibujo un centro con un marcador rojo en el empeine del hermano, hizo fondo blanco de un gran vaso de vodka, llamó una ambulancia y perforó de un balazo (certero: justo en el blanco) el pie de Gregg. La precaución de llamar a los médicos antes de efectuar el disparo hizo que Gregg llegara al hospital rápido y las consecuencias no fueran tan graves. El hermano menor rengueó un par de meses pero esquivó Vietnam. Los Allman siguieron viviendo a toda velocidad. Duane murió al estrellarse con su Harley a los 25 años.
Muchos atribuyen la conducta de ellos a la ausencia del padre. Es posible pero no se debe olvidar que en otros casos de confrontamientos fraternales, la figura paterna ha tenido un papel central. Joe Jackson, el padre del los Jackson 5, era vulgar, ambicioso e impiadoso. Disciplinó a sus hijos casi hasta el esclavismo en búsqueda del éxito que finalmente llegó gracias al genio del menor de los cinco hermanos varones. Michael Jackson, siendo un niño, con sus interpretaciones de I want you back y ABC encandiló al mundo y condujo a su familia al estrellato. Con los años los hits se esparcieron, el gusto cambió y los Jackson quedaron convertidos, con una velocidad cruel, la del mundo del espectáculo, en objetos de nostalgia. Pero Michael con su talento inconmensurable resurgió y se convirtió en el Rey del Pop.
Joe Jackson, con su apariencia perpetua de proxeneta -a su modo lo era- y la mirada oblicua, encontró en el éxito de Thriller la posibilidad de resurgimiento de su negocio: la banda de sus hijos. Y lanzó una gira, The Victory Tour, que logró la hazaña de ser un fracaso rotundo. Para conseguirlo no dudó en enemistar a los otros hermanos con Michael. Quien siempre se mostró más dispuesto a enfrentarse con Michael fue Jermaine, quien se sintió desplazado por el surgimiento de su hermano menor. Siempre creyó que el estrellato debió haber sido para él. Una creencia compartido por casi todos los Jackson, como si Michael les hubiera robado el triunfo. Jermaine editó una canción que llamó Word to the bad! (en referencia al disco Bad de Michael) en la que se dirige a él y le reprocha haberse cambiado el color de piel, ser egocéntrico, las múltiples cirugías estéticas y hasta que no le respondía las llamadas telefónicas. Esa canción tal vez sea la cumbre del odio fraternal.
Si seguimos con los padres que con su estilo autoritario y su egoísmo perjudican las relaciones entre sus hijos, no se puede soslayar a Murry Wilson, el padre de tres de los Beach Boys y tío de otro, Mike Love. Murry ejerció un poder despótico sobre el grupo de sus hijos y sus dos peores decisiones fueron vender los derechos de las canciones prematuramente por un valor que en pocos años se multiplicó por cien y formar otro grupo surf para competir con el de sus hijos. Pero los hermanos Brian, Dennis y Carl no se quedaron atrás. A ellos se le debe sumar un actor muy presente, el primo Mike Love, enemistado con Brian de por vida. Tanto que en la gira aniversario por el cincuentenario despidió a Brian del grupo. Brian, el genio indiscutido, se perdió entre las sustancias y su deseo de grabar “el sonido de Dios” en medio de la creación de Smile. Los hermanos se separaron de él sin mayores problemas y lo dejaron en su nebulosa mientras cantaban las alegres melodías sobre playas y chicas al sol.
Más acá en el tiempo otros hermanos incordiosos son los Reid, integrantes de The Jesus and Mary Chain. Esa masa sonora, esa bola de ruido que era su música, que sorprendió al mundo con Psychocandy parece reflejar a la perfección el estado de las relaciones entre ellos. Avancemos al show final. El lugar estaba lleno. Mientras el resto del grupo intentaba tocar el primer tema del show, Jim a los gritos empezó a recriminar a su hermano. Le recordó, entre insultos y amenazas, episodios que tenían décadas de antigüedad. Fueron quince minutos de alaridos y cuentas pendientes. De pronto, Jim se quedó callado; recién ahí tomó conciencia de dónde se encontraba; derribó un micrófono y salió del escenario. El resto de la banda lo siguió. El productor debió devolver el dinero de las entradas.
Los recientes campeones mundiales de peleas fraternales son los hermanos Gallagher de Oasis. Pesos pesados. Liam y Noel han dirimido sus cuestiones en público durante décadas. Pocos se han insultado y agredido en público como ellos. Una coherencia y consistencia ejemplares para el enfrentamiento. Liam, por lo general, es el más activo. Con la historia de sus peleas podría escribirse un largo libro. Se les debe reconocer originalidad: nunca se repiten en el daño y la virulencia. En un unplugged, Liam, impedido de cantar por sus excesos, fue reemplazado por Noel. Pero la falta de profesionalismo no le fue suficiente. En algún momento del recital se lo ve sentado en un costado burlándose de su hermano e intentando desconcentrarlo. Es como si nunca se hubieran llevado bien. Como si ese odio, esas ganas de competir y de dañarse, fueran irrefrenables, como obedeciendo a una fuerza superior a ellos. Liam le ha pegado con un tambor en la cabeza a Noel en medio de un concierto. Estuvieron cinco años sin siquiera dirigirse la palabra porque Liam insinuó que el hijo de Noel era fruto de una infidelidad de la esposa. El final, anunciado como pocos, llegó en 2009 luego de que tuvieran que suspender una actuación porque Liam, una vez más, no se encontraba en condiciones. Esa noche, Noel dijo que ya era suficiente para él.
Otras bandas de hermanos duraron poco por estas clases de enconos. Los hermanos Robinson de los Black Crowes se llevaban tan mal que en las giras viajaban en micros separados. Los grupos modernos también deben lidiar con estas cuestiones.
Los Followill son tres hermanos que integran Kings of Leon. Dos bandos. Por un lado Caleb, por el otro Nathan y Jared. Sus discusiones suelen pasar a la acción. Hoteles destrozados, shows suspendidos y declaraciones picantes. Su padre era predicador. No logró llevar paz y tranquilidad a sus hijos, pero teniendo en cuenta cómo se tratan, hay que suponer que decidieron poner en práctica el ejemplo de Caín y Abel. Jared alguna vez le dislocó el hombro a Caleb porque no se ponían de acuerdo con las reglas de un juego. Por su parte The National es candidato a pasar a la historia para integrar esta distinguida lista de hermanos músicos enfrentados. Su composición es ideal. Dos pares de hermanos: los Devendorf y los mellizos Desner. Pero hasta ahora su mayor pelea quedó registrada en un documental y la protagonizó su frontman, Matt Berninger. La película Mistaken for strangers está dirigida por su hermano, el cineasta Tom Berninger. Los enfrentamientos entre ellos y las tensiones siempre presentes son el gran tema de la pelicula. Tres parejas de hermanos que intentan sobrevivir entre la fama, el dinero, la confianza, el desgaste y la vida alocada. Como si supieran que integran una tradición persistente, tan antigua y tan actual como el rock.
Pero volvamos al principio, a los Bee Gees. Tras la muerte de Maurice, los otros dos hermanos decidieron no continuar. No podían seguir solos. Ellos, los Bee Gees, pese a las peleas, eran tres.
SEGUIR LEYENDO: