Eran alrededor de las 16:30 del viernes 5 julio de 1996. El investigador Douglas McGavin, la técnica en cultivo celular Angela Scott, el especialista agrícola John Bracken y el embriólogo Bill Ritchie, todos científicos del Instituto Roslin, estaban reunidos en una granja ubicada en las afueras de la ciudad escocesa de Edimburgo. Allí observaban con atención y algo de ansiedad el accionar de un veterinario que había sido convocado de urgencia para asistir al inminente nacimiento de una oveja. Temían que durante el proceso de parto surgiera alguna complicación que pusiera en riesgo al animal y atentara contra el trabajo que venían realizando hace muchos años.
Unos minutos después, los cuatro, junto a otros curiosos que se acercaron al lugar, fueron testigos de un hito de la ciencia: ese día, el equipo de científicos liderado por Ian Wilmut y Keith Campbell había logrado clonar, a partir de una célula adulta, al primer mamífero de la historia.
Se trató de algo impensado hasta el momento, ya que antes se había hecho lo mismo con renacuajos, pero nadie había podido clonar un adulto. El animal fue bautizado “Dolly” y, tiempo después, se convirtió en la oveja más famosa que haya existido. El suceso cautivó la atención alrededor del globo, a tal punto que solo una semana después del anuncio, el Instituto Roslin ya había recibido 3.000 llamadas telefónicas de todas partes del planeta.
La clonación se mantuvo en riguroso secreto y el mundo recién se enteró de la existencia de Dolly siete meses más tarde. El 22 de febrero de 1997, los científicos anunciaron el sorprendente logro en un artículo publicado en la revista Nature. Allí se detalló que, al igual que sucedió con la rana predecesora, utilizaron la técnica de transferencia nuclear, implementada por primera vez en 1962 por el especialista en biología del desarrollo John Gurdon.
En una entrevista con Infobae, el genetista Jorge Dotto explicó que este método “consiste en la extracción del núcleo, lugar donde está el ADN, de una célula adulta de una oveja. Luego, este núcleo se transfiere -mediante un pulso de electricidad- a un óvulo al cual se le ha sacado su propio núcleo, que sería un óvulo ‘vacío’. Este ‘nuevo’ óvulo con su nuevo núcleo se comporta como un óvulo recientemente fertilizado, y se desarrolla en un embrión, que a su vez se implanta en el útero de otra oveja para lograr que se desarrolle el embarazo y se produzca el nacimiento. Este caso, el de Dolly, sería como un ejemplo de maternidad subrogada”.
Dolly fue concebida cinco meses antes de su nacimiento como parte de un proyecto entre el Instituto Roslin y la empresa PPL Therapeutics. El 8 de febrero de 1996, los embriólogos Karen Walker y Bill Ritchie se encargaron de la enucleación y la fusión, en un pequeño cuarto ubicado al final del laboratorio del Roslin y que era usado para almacenar cosas. Antes de eso había surgido un contratiempo: las células que iban a utilizar se habían contaminado. Entonces, ambos tuvieron que buscar de apuro otro donante nuclear.
“Recuerdo estar corriendo para todos lados, pensando ‘¿qué vamos a poner?’, porque las células que íbamos a usar no estaban allí. La última cosa que quieres hacer es perder los ovocitos que tienes. Por lo menos queríamos probar algo”, contó Walker a la revista especializada Scientific American.
Consiguieron así unas células epiteliales mamarias ovinas, con las que se buscaba aumentar la expresión de las proteínas en la leche. Eran muestras de un ejemplar adulto de 6 años de edad y de la misma especie que Dolly, la Finn Dorset. Hicieron la prueba a pesar de que las expectativas eran pocas. Pasaron 277 intentos de transferencias nucleares para obtener 29 embriones que fueron implantados en las hembras sustitutas. Las esperanzas siguieron siendo bajas y la mirada escéptica se mantuvo en los meses siguientes, dado que la mayoría de los embriones clonados son abortados.
“En la clonación de animales surgen complicaciones propias: por ejemplo, solo el 4% de los clones se desarrolla en fetos vivos, y existe un alto porcentaje de muertes fetales, perinatales y neonatales. Muchos clones mueren a las 24 horas de su nacimiento por alteraciones pulmonares, cardiovasculares o aumento del peso. También pueden desarrollar anomalías en el sistema inmune, en el cerebro, en el aparato gastrointestinal o infecciones en el cordón umbilical. Y, si logran sobrevivir a estas complicaciones, permanece el riesgo de un envejecimiento prematuro”, explicó Dotto.
Al final, solo uno de esos 29 embriones prosperó.
La llegada de Dolly al mundo
Originalmente, el nombre de Dolly era 6LL3, pero se lo cambiaron el mismo día del nacimiento. Fue John Bracken quien propuso llamarla así en referencia a la cantante y actriz estadounidense Dolly Parton. El investigador explicó que relacionó el concepto de célula mamaria con el característico físico de la artista. Cuenta la leyenda que, tiempo más tarde, alguien se contactó con el representante de Parton para comentarle sobre esto, creyendo que podrían tomarlo a mal. Pero el agente habría contestado que “no existe la mala publicidad”. La versión llegó a oídos de los investigadores, aunque ninguno pudo corroborarla.
Sobre el día del nacimiento del mamífero, que pesó 6,6 kilogramos, los expertos también recordaron que “era un cordero muy viable, se puso de pie muy rápido, probablemente en la primera media hora”, lo cual fue un muy buen indicio de que todo el proceso había transcurrido con normalidad. Al menos hasta allí. Es que con el tiempo, el animal desarrolló distintas enfermedades que provocaron su fallecimiento antes de los siete años, cuando en promedio las ovejas viven entre 11 y 12 años.
Dolly tuvo una vida normal hasta principios de 2001, cuando se le detectó artritis, inflamación y rigidez de las articulaciones. Dos años después, se le descubrió una enfermedad pulmonar progresiva, un tipo de afección que aparece en aquellas ovejas de una edad avanzada. Este cuadro estimuló algunas teorías y estudios que concluyeron que los clones tienen un envejecimiento prematuro y parte de la comunidad científica sembró múltiples interrogantes sobre la salud de los clones.
Sin embargo, quienes siguieron la evolución de Dolly aseguraron que no existió relación entre las patologías que padeció la oveja con su origen. Argumentaron, entre otras cosas, que las cuatro descendientes de Dolly -Debbie, Denise, Dianna y Daisy, nacieron en 2007- envejecieron de forma normal y gozando de buena salud, sin signos de enfermedades metabólicas y sufriendo apenas una leve degeneración de las articulaciones.
Lo cierto es que, debido a la gravedad de su estado de salud, Dolly fue sacrificarla. Murió el 14 de febrero de 2003.
La clonación en la actualidad
La creación de Dolly marcó un antes y un después para la ciencia. Desde entonces, “se han clonado varios animales de diferentes especies, como cerdos, ciervos, ranas, ratones, corderos, monos, y conejos. La Argentina se convirtió en el noveno país en clonar vacunos cuando en el 2002 una empresa clonó una ternera de la especie Jersey a partir de una célula embrionaria. Además, en el país el primer caballo clonado nació en 2010. Es de raza criolla. En diciembre de 2013 también en la Argentina nació la primera yegua de polo clonada en Latinoamérica”, detalló Dotto.
Uno de los casos recientes en el país fue obra de expertos de la UBA-CONICET, la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) y el apoyo de la Fundación Temaikén, que lograron el año pasado clonar embriones de cebra, con el objetivo de preservar material genético de este animal.
El trabajo de Wilmut, Campbell y compañía demostró que el proceso el núcleo de una célula adulta mantiene el potencial para generar un nuevo individuo. Adelantó años la investigación médica y despertó la esperanza de haber hallado la clave para la creación de células y órganos compatibles con el sistema inmunitario de cada paciente necesitado de “piezas” de repuesto.
En abril de 2013, un grupo de investigadores logró clonar las primeras células madre embrionarias a partir de una célula de la piel de un adulto hombre. Estas son las que dan origen a los diferentes tejidos del cuerpo humano, tal es el caso del corazón, el hígado, el riñón y los nervios, lo que hace que potencialmente sean útiles para tratar cualquier tipo de enfermedad.
“En el futuro algunos investigadores intentarán buscar células adultas en miles de personas para identificar el tipo de composición que sea compatible con la mayoría de los donantes. Algo similar a lo que se hace en la búsqueda de compatibilidad entre personas antes de un trasplante de órgano”, avizoró el genetista.
También, por otra parte, el caso Dolly abrió un debate sobre los aspectos éticos de la clonación. “El tema controversial es la clonación de seres humanos. Técnicamente es posible realizar la clonación de humanos tal como se ha realizado en otros mamíferos con el método de la transferencia nuclear. Pero la posibilidad de desarrollar malformaciones en el embrión o en el feto, y los serios planteos éticos que genera, son argumentos de peso en contra de intentar semejante manipulación genética”, remarcó Dotto.
Y agregó: “Los seres humanos y los animales somos mucho más que una gran secuencia de ADN que se expresa. Lo espiritual y lo emocional juegan un rol clave en la esencia y por eso somos únicos, independientemente de nuestro genoma”.
Por lo pronto, hoy los esfuerzos están mayormente concentrados en intentar salvar especies al borde la extinción mediante la reproducción genética, como sucede con el caballo Przewalski: el año pasado, un equipo de científicos norteamericanos consiguió replicar un potro de esta raza originaria de Mongolia a partir del ADN de un ejemplar fallecido hace 22 años.
Así como dio lugar a investigaciones que derivaron en la fabricación de células madre embrionarias de humanos, el legado de Dolly puede rescatar a muchas especies de las casi medio millón que se encuentran en riesgo en todo el planeta.
Tras el deceso de la oveja, el Instituto donó su cuerpo al Museo Nacional de Escocia en Edimburgo, donde se convirtió en una de los atractivos más populares. Su porte permanece allí junto a una exposición interactiva sobre la ética de la creación de animales transgénicos que ofrece la investigación actual de los expertos del Roslin.
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