El hombre de 70 años estaba sentado en la galería de su casa. En musculosa, con los codos apoyados en sus muslos, miraba el piso. No levantó la cabeza ni una vez en esos minutos en que la gente gritaba, los llantos desgarrados llegaban de las habitaciones, la ambulancia arribaba con su sirena ululando o cuando los médicos ingresaron corriendo. A sus pies, una Smith & Wesson, con el caño todavía caliente. Dentro de la casa, en uno de los cuartos del primer piso, estaba muerto su hijo, Marvin Gaye, posiblemente el mayor cantante soul de la historia. Él, el padre, lo había matado con tres balazos.
Marvin Gaye fue un cantante excepcional. Integra el olimpo de las voces masculinas del soul junto a Sam Cooke, Otis Redding y Al Green. Fue una figura clave en el mundo de la música durante 25 años. What´s Going On, su obra maestra indiscutible, marcó un nuevo rumbo para el soul.
Su padre Marvin Gay, era pastor pentecostal y su madre, empleada doméstica. Marvin Jr. fue el segundo de los cuatro hijos de la pareja. Vivían en un suburbio de Washington. Marvin siempre tuvo problemas en la escuela. En su casa imperaba la violencia.
El padre era alcohólico y solía agredir a sus hijos. Las palizas que recibían, sin motivo alguno, eran brutales. El miedo dominaba el hogar. Marvin se escapó apenas pudo. Su anhelo era triunfar en la música. Empezó a cantar en algunos grupos vocales de Doo Wop (casi como las boy bands actuales).
En algún momento de los primeros años de los sesenta llegó a Detroit. Allí lo escuchó cantar Berry Gordy, un hombre que estaba construyendo su propia discográfica, orientada al público negro: Motown. Quedó deslumbrado con la voz y el porte del joven. Lo contrató. Pero Marvin no quería cantar R&B, ni las canciones más juveniles que Gordy trataba de imponer. Él prefería los standards. El disco que grabó con esos clásicos pasó desapercibido. Mientras tanto por una paga semanal hacía de sesionista en las grabaciones de Motown, que empezaba a triunfar. Algún coro, pero en especial tocaba la batería.
Luego llegó el amor. Conoció a Anna Gordy, la hermana de Berry, su jefe. Se casaron. Ella era 17 años más grande que él. Algunos creen que con ese movimiento, al casarse con la hermana del jefe, Gaye se estaba asegurando la subsistencia. De inmediato, sus temas eliminarían cualquier duda. El apodo de Príncipe del Soul excedía una situación familiar.
Marvin ya se había cambiado el apellido. Había agregado una e final. Él decía que se había inspirado en Sam Cooke, que había hecho lo mismo. Su biógrafo David Ritz en Divided Soul sostiene que lo hizo para alejar los rumores sobre su homosexualidad. La e impedía la asociación inmediata, el chiste fácil. En ese libro cuenta que Marvin padre era afecto al crossdressing. Y que Marvin hijo también. Ambos lo vivían con culpa y ambos fueron sindicados como homosexuales en algún momento de su vida, lo que se vivía como una grave acusación en ese tiempo.
Una digresión: a pesar de ser una figura de un tamaño artístico impresionante y con una vida convulsionada, digna de ser contada, no se han escrito demasiados libros sobre él. Su hermano Frankie publicó Marvin Gaye, My Brother -vivía en una casa que quedaba detrás de donde Marvin fue asesinado, así que fue el primero en llegar- y también lo hizo su segunda esposa Janis. David Ritz es considerado el biógrafo oficial. Iba a ser el ghost writer de Marvin; trabajaron juntos en Bélgica en el futuro libro. Luego la autoría de Sexual Healing los dividió. Ritz reclamó derechos que recién obtuvo tras el asesinato del cantante. Su prueba: una grabación de las charlas destinadas al libro en la que Gaye habla de “la canción que escribimos juntos”.
A partir de 1963 llegaron los éxitos solistas. Stubborn Kind of Fellow, Ain´t That Peculiar o el mayor de todos, esa canción casi perfecta que es I Heard It Through the Grapevine (el periodista Dave Marsh la eligió como la mejor de la historia).
Su otra especialidad durante los sesenta eran los duetos mixtos. Cantó con Tammi Terrell y Kim Weston. Otra lista notable: Ain’t nothing like the real thing, It Takes Two, Ain’t No Mountain High Enough. Tammi Terrell luchó tres años con un cáncer que la venció en 1970. Marvin estuvo varios meses con una profunda depresión y pensando en abandonar el mundo de la música.
A principios de los setenta, con la delicada situación económica del país, Vietnam y la lucha por los derechos civiles, sintió que su música debía tocar otros temas. Escribió junto a uno de los Four Tops, What’ s Going On. Berry Gordy no quería publicarla. El éxito de Motown se había basado en grandes canciones, grandes voces y en temas que no molestaran a nadie, que solo ampliaran su público. What´s Going On con sus preguntas (retóricas), con su denuncia, se alejaba de eso. Pero la canción se difundió casi casualmente, casi a pesar del dueño de la discográfica, y se convirtió en un boom.
Un nuevo sonido, la voz de siempre y conciencia social, una letra que interpelaba a su público, que hablaba de lo que estaba pasando. Las ventas millonarias del simple hicieron cambiar de parecer a Berry Gordy, que pasó de intentar sepultar la canción en el fondo de un cajón a exigir que en un mes Marvin tuviera un álbum listo. En mayo de 1971, medio siglo atrás, apareció el disco que provocó una pequeña revolución. Mercy Mercy Me (The Ecology), Inner City Blues y What´s Happening Brother eran otras de las canciones. Se convirtió en el disco más vendido de la historia de la discográfica de Detroit.
Era un nuevo Marvin Gaye. Comprometido, molesto, situado en su tiempo, con los ojos abiertos y la garganta caliente de siempre. En la tapa del disco se lo ve de perfil, con su barba corta, la mirada en el horizonte. En la contratapa está con un abrigo de cuero negro, de solapas enormes en una postal inconfundible de época.
El año pasado la revista Rolling Stone renovó su lista de los 500 mejores discos de la historia. What´s Going One fue votado como el número uno.
Si esta era la declaración política, la inquietud social, la asunción de los tiempos en los que vivía, el siguiente fue la celebración del sexo. Let’s Get It On probablemente sea la canción más hot de la historia. La sensualidad desborda en cada nota, en cada palabra del tema.
Marvin Gaye, en esos años, se convirtió en una súper estrella. Su imagen aparecía en todos lados. Las mujeres morían por él. Sus recitales eran fiestas que se terminaban pareciendo a bacanales (su presencia escénica era magnética). Hasta intentó jugar profesionalmente al fútbol americano en los Detroit Lions debido a su celebridad.
Pero esa cima también fue el inicio de la caída. Los gastos descontrolados, las infidelidades cruzadas, las drogas, el menor tiempo en el estudio. Sus discos dejaron de interesar. Sus problemas tapaban a sus canciones y a su voz. El divorcio de Anne Gordy se transformó en un escándalo de acusaciones cruzadas. En el medio, Marvin tuvo un hijo con su amante de 17 años, Janis Hunter, quien luego se convertiría en su esposa.
Tras el juicio de divorcio, Marvin estaba obligado a pagarle 600.000 dólares a Anna Gordy. Marvin no tenía el dinero pero tampoco le preocupaba. Le parecía una injusticia. Ni siquiera se le pasaba por la cabeza cumplir con su obligación. Pasaron varios meses hasta que sus abogados lo convencieron de que debía saldar la cuenta. Ellos mismos lideraron una negociación que Anna aceptó a regañadientes. Ella cobraría alrededor de 300.000 dólares que provenían de la totalidad del anticipo que Marvin había acordado por su siguiente disco. Y los primeros 300.000 que luego ingresaran como regalías. Como no iba a cobrar nada, Gaye no quería entrar a grabar el disco. Luego pensó en grabar cualquier cosa, un disco malo para perjudicar a su ex esposa. Sin embargo, tiempo después decidió que la mejor venganza sería contar la historia de su divorcio.
Ella cobraría su dinero pero todo el mundo conocería la versión de Marvin. El título era explícito: Here, My Dear (algo así como “Acá tenés, querida”). Un disco doble, casi 75 minutos, en que el cantante narra el desmoronamiento de su pareja. Un tema se repite en tres momentos diferentes del disco: When did you stop loving me, When did I stop loving you (Cuándo dejaste de amarme, cuándo dejé de amarte). Anna quiso entablar otra acción judicial contra su ex marido porque consideraba que había violado su intimidad al contar determinadas situaciones en estas canciones.
El sobre interno del LP era explícito. Una foto con un tablero de una especie de Monopoly. Del lado de la mano femenina había pilas de billetes, propiedades, empresas; del otro, un billete de un dólar, discos e instrumentos musicales.
Here, my Dear fue un fracaso de crítica y de ventas en su momento. Pero con el tiempo ha obtenido el reconocimiento que se merece e integra el canon de ese género particular que es el de los discos de ruptura (encabezado por Blood on the Tracks de Dylan).
Sus siguientes discos tampoco tuvieron éxito, su adicción crecía y la deuda impositiva también. Se separó de su segunda esposa y tiempo después se recluyó en Bélgica, en la ciudad de Ostende. Lo llamó “Exilio Impositivo”. Debía millones de dólares en impuestos y el estado norteamericano lo perseguía. Gran parte de sus ingresos estaban embargados y lo que lograba esconderle a la agencia de recaudación, lo gastaba en drogas.
En Bélgica comenzó lo que parecía su recuperación con el éxito de Sexual Healing. Pero ni siquiera ese triunfo y el del álbum Midnight Love (que lo contenía) de 1982 habían logrado cambiar su suerte.
El regreso a Estados Unidos en 1983 no lo alejó de sus fantasmas y tormentas internas. Una gira exitosa, presencia en los medios, sus dos primeros Grammy, y apariciones televisivas estelares (el himno en el Juego de las Estrellas de la NBA, el especial de los 25 años de Motown) no bastaron. Fue a vivir a la casa que le había comprado a sus padres en Los Ángeles.
Pasaba días en su habitación, sin salir, ni cambiarse de ropa. Sus únicos contactos habituales eran sus padres y el dealer.
Marvin Gaye estaba abrumado por sus adicciones, por las deudas y por la paranoia. Estaba convencido de que alguien lo quería matar. En su última gira había dado varios recitales con un chaleco antibalas, compraba armas hasta casi poseer un arsenal, gastaba gran parte de sus ingresos en personal de seguridad y hasta le había regalado en la Navidad de 1983 a su padre el 38 que lo terminaría matando.
El 1 de abril de 1984 nadie estaba pensando en preparar los festejos para el cumpleaños 45 de Marvin hijo. Sería al día siguiente pero no había lugar para tortas ni alegría. El clima estaba tenso desde hacía mucho tiempo. Padre e hijo nunca se habían llevado bien. Pero en esos últimos meses de convivencia forzada todo había empeorado.
Sus biógrafos afirman que en esos meses tuvo al menos dos intentos de suicidio: una sobredosis deliberada de cocaína y unas semanas antes de su muerte se tiró de un auto en movimiento.
La relación con el padre no se había suavizado con los años. Las peleas eran constantes. La madre, en el medio, hacía lo que podía. En diciembre de 1983 el padre denunció al hijo por agresión. Antes de que llegara la policía, Marvin se fue a lo de una de sus hermanas. Pero a las semanas regresó.
La pelea final de una lucha que duró casi 45 años empezó un día antes. El padre no encontraba unos papeles que había guardado. Algunos dicen que se trataba de un seguro. Gritos, portazos y hasta un zamarreo a la madre. Marvin amenazó al padre.
A la mañana siguiente, la del 1 de abril, la escena se repitió. Marvin desde su habitación del primer piso le respondió al padre y este subió furioso. Lanzaron golpes simultáneamente. El padre cayó y Marvin lo pateó varias veces en el suelo. La madre intervino cuando pudo y se llevó a su hijo hacia uno de los cuartos. Allí trató de calmarlo.
Hubo unos minutos de silencio. De pronto, se escucharon los pasos del padre. Se paró frente al ídolo soul, frente a su hijo, estiró el brazo y gatilló la Smith & Wesson. El balazo dio de lleno en su corazón. Marvin Gaye cayó de espaldas. Un lago de sangre oscura se formó en la alfombra. La madre bajó corriendo las escaleras. Nadie sabe si escapaba o buscaba ayuda. El padre antes de salir de la habitación le pegó, a quemarropa, otros dos tiros a su hijo. Eran apenas las 12.30 del mediodía.
El padre adujo que fue en defensa propia. Que temió por su vida ante el ataque de Marvin. Cuando los policías le preguntaron si amaba a su hijo, él respondió: “Supongo que no me caía mal”.
Antes del juicio, al padre le encontraron un tumor benigno en la base del cerebro. Fue operado con éxito y el proceso se llevó adelante. La condena no fue severa. El juez tuvo en cuenta las agresiones previas de Marvin y su adicción. Le dio seis años en suspenso con una probation de cinco años. Marvin Gay, el padre, vivió catorce años más. Murió de un infarto en 1998.
Los 2 millones de dólares que Marvin debía a las autoridades impositivas parecen una nimiedad con la facturación anual de su obra en la actualidad. Año a año siguen apareciendo ediciones remasterizadas, inéditos o grabaciones en vivo. Hasta hace poco estaba entre los diez primeros entre los muertos del mundo de la música que más facturaban anualmente según la revista Forbes.
Sus hijos ganaron el juicio por plagio contra Robin Thicke y Pharrel Williams por la autoría de la canción Blurred Lines. La sucesión de Gaye obtuvo más de 8 millones de dólares. Mientras tanto grandes estrellas intentan llevar su vida a la pantalla. Cameron Crowe, Dr. Dre y Jamie Foxx planearon biopics sobre el cantante que hasta ahora no se han podido concretar.
En la actualidad, Marvin Gaye es recordado como la gran voz masculina del soul, el que introdujo la conciencia donde solo había bailes. Sus discos, aún los maltratados en vida, recuperaron apoyo crítico y siguen ganando oyentes. Sus canciones resisten el paso del tiempo, permanecen invictas.
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