En un accidente trágico y desgarrador, Conor, el hijo de 4 años y medio de Eric Clapton, se cayó por una ventana abierta en un rascacielos. Vivía en el condominio de Nueva York con su madre, la actriz y estrella de la televisión italiana Lory Del Santo.
Era un 20 de marzo de 1991. Conor Clapton tenía cuatro años y medio. Esa mañana corría feliz por el departamento que su madre ocupaba en el piso 53 de un rascacielos de la calle 57 de Manhattan. El nene jugaba a las escondidas con su niñera. Un empleado del edificio hacía la limpieza del departamento. La mamá de Conor, Lory del Santo, revisaba el presupuesto para la remodelación de su casa en Milán que le había llegado por fax. Estaban haciendo tiempo. En un rato, Eric Clapton, el papá de Conor, los pasaría a buscar para hacer una visita al zoológico del Central Park. Pero de pronto, el repiqueteo corto de las zapatillas del chico sobre la alfombra y las carcajadas cambiaron por gritos desesperados, por aullidos desgarradores. El hombre de limpieza había dejado uno de los ventanales de vidrio abierto y Conor, jugando, tratando de escapar de su perseguidora, cayó al vacío.
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Eric Clapton cuenta en su autobiografía que Lory lo llamó por teléfono. No entendía lo que decía la madre de su hijo. El llanto le impedía articular. El guitarrista sólo comprendió: “Se murió, se murió, Se cayó por la ventana”. Él sólo atinó a responder “¿Estás segura?”. Clapton caminó las siete cuadras que lo separaban. Llegó al edificio en menos de diez minutos. A metros de la entrada vio dos ambulancias, un cerco policial y cientos de curiosos. No se detuvo, siguió hasta el ascensor. Pero antes de ingresar a él, tres policías le hicieron unas preguntas. Él las contestó sin pensar, en modo automático, sin sentir nada, sin saber lo que decía, sin querer reconocer lo que había sucedido.
Mientras el ascensor atravesaba los 53 pisos, él mantenía esperanzas. Todavía, todo, podía ser un error, un malentendido, una pesadilla. Pero cuando las puertas se abrieron, la realidad lo aplastó. Lory lloraba a los gritos tirada en el piso, la niñera temblaba acurrucada contra un rincón y varios policías merodeaban por el departamento.
Un año después Eric Clapton trató de calmar su dolor a través de las canciones. Compuso algunos bocetos en pocos días. Uno de ellos se transformó en Tears in Heaven, el mayor éxito de su carrera.
Clapton, que no vivía con Del Santo y Conor, estaba en Nueva York en ese momento. De hecho, la noche antes de que ocurriera la tragedia, había llevado a Conor al circo para una salida que más tarde recordaría en la canción " Circus “. Como más tarde le dijo a Ed Bradley durante una entrevista de 1999 con 60 Minutos , querer ser un buen padre para su hijo fue lo que finalmente llevó a Clapton a estar sobrio. “Cuando nació, yo estaba bebiendo, y él fue realmente la razón principal por la que volví al tratamiento, porque realmente amaba a este niño”, recordó. “Pensé: ‘Sé que es un bebé, pero puede ver lo que estoy haciendo y estoy cansada de esto’”.
Eric Clapton conoció a Lory del Santo en Milán, dónde ella era una modelo y conductora televisiva exitosa. Era 1985. Clapton había salido del infierno de la heroína, pero todavía estaba dominado por el alcohol, la adicción que adquirió al dejar la otra. Su matrimonio con Pattie Boyd se desintegraba. Después de pasar algunas veladas juntos, el músico siguió con su gira. Lory creyó que se había tratado de una aventura pasajera, pero él volvió a buscarla. Ella dudó; era demasiado joven y él no pasaba por su mejor momento. A las pocas semanas hablaban de casarse y de tener un hijo. Lory quedó embarazada enseguida. La conducta de Clapton todavía era errática. Podía permanecer varios días sumido en un mutismo absoluto. Le molestaba cualquier cosa que quebrara el silencio. Tal vez en tres días, sólo le decía una frase a su pareja -nada demasiado importante, podía ser: “¿Vamos a cenar afuera?”- y se volvía a sumergir en el silencio. Si bien la noticia del embarazo la recibió con mucha alegría, con las semanas eso cambió. Durante los nueve meses de gestación, la pareja se juntó y se separó en varias ocasiones. Tres semanas antes del parto, él se volvió a mudar junto a ella. Pero luego de asistir en el parto y pasar unos días con Lory y Conor, Eric se fue de vacaciones. A su regreso volvieron a intentar convivir pero, se sabe, los bebé son ruidosos y Clapton no lo resistió. Lo que terminó de alejar a la pareja fue la voluntad de Lory por volver a ser madre. Clapton se negó de plano a volver intentar con la paternidad.
En una entrevista de 2005 con la revista Mojo , Clapton dijo que la muerte de Conor lo “hizo tambalear” y, inmediatamente después del accidente, se las arregló dedicándose a su trabajo, sobre todo contribuyendo con un trío de nuevas canciones. hasta la banda sonora de la película Rush de 1991 , que incluye “Tears in Heaven”, la exitosa balada ganadora de un Grammy inspirada en el inmenso dolor de su pérdida.
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El guitarrista no compartió demasiado tiempo con su hijo en esos años. La mayoría de su tiempo se lo llevaba la lucha contra el alcohol, el esfuerzo cotidiano por mantenerse sobrio. Lo consiguió. Luego intentó reconstruir su maltrecha carrera. Primero fue Crossroads, un box set que recopilaba lo mejor de su carrera. Luego, Journeyman, su primer disco sobrio, que encaminó la cuestión.
El día anterior al terrible accidente que acabó con la vida de Conor, Eric y el niño de cuatro años salieron por primera vez solos. Fueron a un circo en Long Island. Al atardecer, cuando lo dejó con su madre, Clapton estaba radiante. Le dijo a Lory, según ella contó en una entrevista con Lisa Sewards brindada hace más de una década, que por primera vez se sentía padre, que esa tarde habían logrado una conexión inédita y que estaba disfrutando de su condición (Clapton había tenido su propio drama de infancia: la que creía su madre en realidad era su abuela y a la que trataba como hermana era la madre biológica). Quedaron que a la mañana siguiente los pasaría a buscar para ir al zoológico del Central Park porque Conor había quedado deslumbrado con los elefantes del circo.
Los amigos de Clapton creyeron que la tragedia lo volvería a empujar al alcohol pero él no recayó. Creía que le debía eso a Conor; era el mejor homenaje que podía hacerle: “Mi recuperación del alcoholismo adquirió un nuevo significado. Permanecer sobrio era de verdad lo más importante de mi vida por fin y me había dado un rumbo cuando creía que no lo tenía. También había visto lo frágil que es la vida y extrañamente eso me había alegrado en cierta manera, como si mi impotencia se hubiera convertido en una fuente de alivio para mí”, escribió en sus memorias. Clapton se propuso salir adelante, lentamente, con las únicas dos herramientas que tenía a mano y sabía que podían funcionarle: la sobriedad y su música.
Más de nueve meses de la muerte de Conor, la directora Lili Fini Zanuck le propuso grabar la banda sonora y aportar alguna canción inédita para Rush, una película de acción que estaba por terminar de editar. Clapton creyó que era una buena oportunidad para salir del letargo, para intentar lidiar con el dolor. Durante los últimos meses había desarrollado, con obsesión, una melodía en su guitarra española. Sólo tenía dos versos de la letra. No podía pasar de ellos. El dolor lo paralizaba. Time can bring you down, Time can bend your knees. El tiempo te puede derribar, el tiempo te puede poner de rodillas. Llamó a Will Jennings para completarla. Conocía su trabajo con Steve Winwood durante los ochenta. El letrista, al principio, se negó a completar la canción. Le pareció que era un asunto muy íntimo, un dolor intransferible. Motivó a Clapton a completar la letra pero Eric le pidió que lo ayudara. Luego de varias charlas entre ellos sobre Conor y su ausencia, Jennings trajo esos versos que preguntan si en el cielo se acordará de su nombre, de si cuando se volvieran a ver él le daría la mano, que habla de ser fuerte y seguir adelante.
Al poco tiempo le propusieron participar de un programa de MTV Unplugged en el que un artista repasaba su carrera en un ambiente íntimo realizando versiones acústicas de sus temas. Todavía no era el suceso en que se convirtió después. Lo que lo convenció era que era una buena manera de mostrarse a nuevas generaciones y que tenía una banda armada confiable. Su amigo George Harrison lo había convencido para que hicieran juntos una gira por Japón, casi como una actividad terapéutica para salir de la depresión. Clapton y su manager habían armado una banda con buenos sesionistas que además de tocar bien sirvieran como apoyo para el ánimo de Eric. Esos mismos músicos lo acompañaron en la grabación para MTV.
La versión de la canción en la banda sonora de Rush es bastante similar pero los arreglos diluyen la emoción. La del Unplugged, con su desnudez, con la voz de Clapton utilizada como nunca antes en su carrera, casi con un falsetto, traspasa los corazones. Un dolor insoportable, incomparable, privado que se universaliza y logra hablarle a cada persona que sufrió una pérdida y que añora a un ser querido.
Cuando la discográfica le propuso editar el audio del programa de MTV como disco, Clapton rechazó la idea. Venía de editar otro disco en vivo, 24 Nights, con sus presentaciones en el Royal Albert Hall de Londres. Creía que esa actuación no tenía nada particular, nada demasiado atractivo más que el de haberse dado el gusto de tocar unos cuantos blues clásicos. El programa ya tenía unos años en el aire pero todavía no era una franquicia tan reconocida como lo fue a partir del álbum de Clapton. Éste tampoco fue el primer disco salido de ahí: el año anterior Paul McCartney había editado el suyo. Pero finalmente, su manager lo convenció. El éxito fue inmediato. Vendió más de 24 millones de copias en todo el mundo. Tears in Heaven llegó al segundo puesto de los charts: “Fue el álbum más vendido de toda mi carrera, lo que demuestra la poca idea que tengo sobre marketing. También fue el más barato de producir y el que menos trabajo y preparación requirió. Pero el que quiera saber lo que me costó en realidad, tiene que ir al cementerio de Ripley y visitar la tumba de mi hijo. Tal vez por eso fue un disco tan popular: creo que la gente quería demostrarme su apoyo y los que no tenían otra forma de hacerlo compraron el disco”, escribió Eric Clapton en su autobiografía.
Conor había escrito su primera carta a su padre días antes del accidente. La exnovia de Clapton, Lory Del Santo, se la enviaron a Clapton en Londres, pero antes de que fuera entregada, Conor estaba muerto.
Los detalles de la carta secreta y el video nunca antes visto de Clapton con Conor se mostraron cuando Del Santo apareció en un programa de televisión estadounidense. La modelo italiana dijo en el set de TV: “El bebé había aprendido a escribir unas palabras y me dijo: ‘Ay mami, quiero escribirle una carta a papi, ¿qué le escribo?’. Le dije: ‘Bueno, escribe, yo te amo´. Él escribió eso y la mandamos como una carta tradicional”.
“Después de la muerte de Conor, Eric y yo llegamos a Londres para el funeral. Estaba allí cuando Eric recibió su correo justo después del funeral y lo abrió y era la carta de Conor. Ese es un momento que no puedo olvidar”.
Lory del Santo pocas semanas después de la muerte de Conor descubrió que estaba embarazada de dos meses de su entonces novio, un empresario italiano llamado Lucio Sardi. Dio a luz a Devin, dos días después del que hubiera sido el cumpleaños de 5 de Conor.
Tiempo después tuvo otro hijo, Loren. Pero la tragedia volvió a azotarla con impiedad. En el 2018, Loren se suicidó a los 19 años. El joven padecía una enfermedad mental desde el momento de su nacimiento. Cuando se conoció la noticia, Lory estaba por ingresar como participante a una edición de Gran Hermano Famosos en Italia.
En el año 2000, Clapton conoció a Melia McEnery. Se casaron dos años después y tuvieron tres hijas: Julie Rose, Ella May y Sophie Belle. El músico sostiene que sabe con certeza cuáles son sus prioridades. Cree que mientras cualquier persona diría que primero en la lista está la familia, él no puede cometer ese error: “Como soy alcohólico, primero en la lista siempre está mantenerme sobrio, sin la abstinencia podria perder todo lo demás”.
En la entrega de los Grammy de 1993, el Unplugged de Clapton arrasó. El guitarrista esa noche se llevó seis estatuillas. Tears in Heaven obtuvo las de mejor canción, grabación del año y mejor interpretación vocal masculina pop. Las otras fueron para el disco y para la versión de Layla. Al momento de subir al escenario, Eric Clapton dijo: “Es un gran honor pero perdí lo que yo más amaba, lo que realmente amaba. Tendría que agradecerle a muchas personas, pero a la única que quiero agradecer es a mi hijo por todo el amor y, también, por la canción que me dio”.
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