25 años de Trainspotting, la película que le voló la cabeza a una generación: drogas, censura y una banda sonora única

Basada en una novela que parecía imposible de ser llevada al cine logró un éxito sorprendente. El esfuerzo físico y mental de Ewan McGregor para obtener el papel. La extraordinaria escena inicial. Los problemas y los cortes en las escenas de sexo y drogas en los Estados Unidos

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Basada en una novela que parecía imposible de ser llevada al cine logró un éxito sorprendente. El esfuerzo físico y mental de Ewan McGregor para obtener el papel. La extraordinaria escena inicial. Los problemas y los cortes en las escenas de sexo y drogas en los Estados Unidos

La novela de Irvine Welsh publicada en 1993 había provocado algún escándalo. Fue retirada de la lista corta del Premio Man Booker tras la amenaza de dos de los jurados de renunciar antes del fallo. Eso logró lo de siempre: mayor repercusión para el libro.

Danny Boyle y Andrew MacDonald se acercaron a Welsh. Querían llevar su libro al cine aunque a priori la gran mayoría pensara que era imposible de adaptar. Boyle le envió una carta al escritor. Le dio un argumento casi irrebatible para quedarse con la opción. Escribió, a manera de presentación, que MacDonald y el guionista John Hodge eran los mejores escoceses vivos después de Kenny Dalglish (ex jugador de fútbol) y Alex Ferguson (en ese entonces manager del Manchester United). La fundamentación escocesa-futbolera terminó de convencer a Welsh.

Los tres se encontraron y tuvieron varias conversaciones. Se entusiasmaban. Imaginaban escenas, tanteaban posibles castings, elegían canciones. Pero cuando fueron a firmar el contrato de cesión de derechos se encontraron con que el novelista ya había vendido su libro para adaptarse al cine. Welsh no entendía qué había sucedido. Le costó darse cuenta que el productor que le había hablado del libro y le había dicho que quería que la filmara Boyle, no tenía nada que ver con los hombres con los que él estaba tratando. Pero el que poseía los derechos, con elegancia, los vendió por el mismo precio al que los adquirió. Así Trainspotting pudo filmarse.

Irvine Welsh, luego del éxito de la película, dijo: “Que adapten una novela tuya al cine es todo ganancia. Te pagan muy buena plata, hacen visible tu libro y existe la posibilidad de que la película sea excelente y que todo lo que está bien me lo atribuyan como autor. Y si la película es mala, uno queda indemne. La culpa siempre se la van a echar al director y al guionista”. La presunción de prestigio del libro: siempre se cree que es mejor que la película.

¡Éramos tan jóvenes! Una escena del fime, de 1996
¡Éramos tan jóvenes! Una escena del fime, de 1996

La primera opción de Boyle para encarnar a Renton fue Ewan McGregor. No tenía otro actor en la cabeza. Lo había dirigido en Tumbas al ras de la Tierra, su primera película. Pero el productor no creía que él fuera el indicado. Un chico demasiado carilindo para encarnar a alguien con problemas con la heroína. Boyle sin embargo le pasó el guión al actor. Le aclaró que sólo para que lo viera y diera su opinión, que todavía no había sido elegido para el papel. McGregor quedó deslumbrado al terminar de leerlo. Necesitaba ser Renton. Entendió que era uno de esos papeles que se cruzan pocas veces en el camino de un actor. Casi dos meses después, Boyle y Macdonald lo citaron a una reunión. Ewan llegó rapado y con casi diez kilos menos. Ya estaba preparado para el papel.

La preparación para encarnar a Renton no sólo incluyó el cambio de su aspecto físico. Habló con especialistas en drogadicción, con adictos en recuperación y pasó varias jornadas en un centro de rehabilitación. En algún momento, con el director pensaron en consumir heroína como parte del trabajo para encontrar al personaje; pero tras los días que pasaron en la clínica con personas en tratamiento, se dieron cuenta que no les traería ningún beneficio, que sólo banalizaba lo que estaban tratando. Sintieron vergüenza de su idea inicial. Lo que sí hizo fue aprender el procedimiento de cómo calentar la sustancia en una cuchara. En vez de heroína utilizaba terrones de azúcar.

Para la joven actriz Kelly Macdonald fue su primera actuación en cine. El equipo de producción repartió flyers por las calles convocando al casting. Fueron cientos de chicas. Cuando Danny Boyle pasó por la fila, entre todas las demás que lucían esplendorosas, con sus mejores ropas y maquilladas, a él le llamó la atención Kelly. Vio en ella, en su belleza algo descuidada, en su soltura, lo que el personaje necesitaba. Además necesitaba que la actriz fuera mayor de edad (Kelly tenía 19) pero que pareciera adolescente.

En los cines norteamericanos se estrenó una versión diferente de la película. Pequeños cortes evitaron que la calificación fuera R (Restricted) con el daño en la taquilla que hubiera significado
En los cines norteamericanos se estrenó una versión diferente de la película. Pequeños cortes evitaron que la calificación fuera R (Restricted) con el daño en la taquilla que hubiera significado

El primer día de rodaje la jornada fue larga y a ella recién le tocó actuar por la madrugada. Su inexperiencia le jugó una mala pasada. Como no conocía a nadie trató de seguir a los demás. Los varones del equipo tomaban mucha cerveza y ella los copió. Además le parecía un buen método para aplacar los nervios. Pero ellos ya habían terminado su participación por ese día. Así que cuando ella se tuvo que parar frente a la cámara apenas podía hacerlo. Al menos le sirvió para atenuar la tensión del debut. Otro traspié que se debió a su falta de experiencia: invitó a su madre y a su hermano al set justo el día que debía filmar la escena de sexo con Ewan McGregor.

La escena inicial agarra del cuello al espectador y lo mete de lleno en la historia: “Elegí un trabajo. Elegí una carrera. Elegí una familia. Elegí una maldita televisión inmensa. Elegí lavarropas, autos, un reproductor de música. Elegí buena salud, colesterol bajo, un buen dentista (...) Elegí tu futuro. Elegí la vida... ¿Pero por qué yo querría hacer algo así? Elijo no elegir la vida. Elijo algo diferente. ¿Las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tiene heroína?”.

Todo esto con Lust for Life de Iggy Pop de fondo con esa batería adictiva que da inicio al tema, una fuga alocada del personaje principal y la introducción de los otros en un bizarro partido de fútbol. Danny Boyle reconoció que el video de Spike Jonze para Sabotage de los Beastie Boys fue una influencia clave en esa secuencia.

Tras el estreno de Trainspotting se reinstaló la discusión que se había iniciado con la aparición de libro. Aunque en este caso, dado el éxito del film, la polémica fue masiva. El argumento que esgrimían los que estaban en contra decían que Trainspotting incitaba al consumo de droga, que lo que hacía era empujar a los jóvenes hacia las sustancias. Uno de los voceros más impetuosos fue Bob Dole candidato presidencial republicano en Estados Unidos. Desde el Just say no de Nancy Reagan el tema era una bandera de los republicanos. Pero todo el énfasis de Dole se diluyó y se vio ridículo cuando ante las preguntas de los periodistas debió reconocer que nunca había visto la película.

Basada en una novela que parecía imposible de ser llevada al cine logró un éxito sorprendente. El esfuerzo físico y mental de Ewan McGregor para obtener el papel. La extraordinaria escena inicial. Los problemas y los cortes en las escenas de sexo y drogas en los Estados Unidos

Otra vez Welsh: “Que los imbéciles hablen mal de tu libro, siempre es un honor. Y siempre es conveniente”.

El estreno en Estados Unidos, luego de las repercusiones británicas, terminó de redondear el fenómeno. El costo de la campaña promocional fue superior al presupuesto de la película. Weinstein y Miramax instalaron Trainspotting como el nuevo Pulp Fiction. Pero no sólo gastaron en publicidad.

En los cines norteamericanos se estrenó una versión diferente de la película. Pequeños cortes evitaron que la calificación fuera R (Restricted) con el daño en la taquilla que hubiera significado. Se cortó algún fotograma que impidió ver un fugaz desnudo frontal de Ewan McGregor, la escena de sexo fue más breve -para que no se notara que la chica disfrutaba tanto según los censores- y se eliminó el primer plano de la aguja entrando en el brazo. La otra diferencia entre las versiones a ambos lados del Atlántico fue que los actores doblaron varias partes de diálogo para que el tono cerrado escocés no fuera tan evidente y resultara más sencillo de entender para el público de Estados Unidos; de ese modo también evitaban recurrir al subtitulado que tanto molesta a esas audiencias.

Esa escena, casi quirúrgica, casi entomológica, de la aguja ingresando con lentitud en el brazo, quebrando la piel y haciendo salir sangre fue realizada con un brazo de utilería, creado con materiales especiales para que pareciera uno real.

Danny Boyle utiliza muchas referencias cinéfilas, las va sembrando a lo largo de la película. El referente más presente, posiblemente, sea La Naranja Mecánica, pero también hay citas a Érase una Vez en América, Taxi Driver y otros films.

La película es escocesa por donde se la mire. En esos años había triunfado otro film escocés: Corazón Valiente. Pero Trainspotting está bien lejos de ese épica algo forzada y subrayada. Y si Kenny Dalglish había sido utilizado como referente, como motivo de convicción en la carta de presentación, al comienzo del proyecto, vuelva a aparecer, a su modo, en el film. Dalglish es el jugador que hace la pared antes de que Archie Gemmill haga ese gol extraordinario en el Mundial 78 y que aparece en la película.

Gemmill era un pelado bajito algo panzón que corría con pasos cortos, como si siempre estuviera trotando, como si le estuviera prohibida por mandato natural la posibilidad de tomar velocidad. Si alguien lo cruzaba por la calle hubiera creído que se trataba de un gris oficinista y no de un extraordinario volante europeo. En Mendoza, Argentina, en junio de 1978, frente a Holanda hizo un gol maravilloso, el mejor de ese Mundial. Tomó la pelota a unos metros del área, abierto por la derecha; un enganche brusco y pasa un defensor holandés de largo, dos corren a cerrarlo, él la puntea por un lado -los hace chocar- y a toda velocidad (podía correr: resultó el rey del engaño) sale por el otro para reencontrarse con la pelota dentro del área cuando el arquero sale a toda velocidad. Gemmill que parecía que corría sentado en el aire, inclinó el cuerpo para un lado y con borde interno, haciendo que la pelota haga una suave comba la pasó por arriba del arquero para que sea un golazo. El personaje de Renton luego de tener relaciones sexuales con el de Kelly Macdonald dice exhausto y transpirado sobre la cama: “No había sentido algo igual desde aquel gol de Gemmil”.

“Elegí un trabajo. Elegí una carrera. Elegí una familia. Elegí una maldita televisión inmensa. Elegí lavarropas, autos, un reproductor de música. Elegí buena salud, colesterol bajo, un buen dentista (...) Elegí tu futuro. Elegí la vida... ¿Pero por qué yo querría hacer algo así? Elijo no elegir la vida. Elijo algo diferente. ¿Las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tiene heroína?”
“Elegí un trabajo. Elegí una carrera. Elegí una familia. Elegí una maldita televisión inmensa. Elegí lavarropas, autos, un reproductor de música. Elegí buena salud, colesterol bajo, un buen dentista (...) Elegí tu futuro. Elegí la vida... ¿Pero por qué yo querría hacer algo así? Elijo no elegir la vida. Elijo algo diferente. ¿Las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tiene heroína?”

Pero esta variada presencia escocesa en los creadores y en la película misma choca con el parlamento de Renton cuando uno de sus amigos le pregunta si no se enorgullece de un hermoso paisaje rural escocés: “Odio ser escocés. Somos la peor mierda del mundo. Ni siquiera nos colonizó un país decente, sino esos putos de los ingleses”. La falta de corrección política, el nulo nacionalismo, la sorpresivo pero certera ilustración del pensamiento de esos jóvenes de ese tiempo es la gran virtud de la película. Irvine Welsh había dicho que su único temor era que la adaptación se pareciera a una película de Ken Loach; es decir, quería evitar el realismo triste, la crítica social con moralina.

Pero quienes decían que la película ensalzaba las drogas o que incitaba a su consumo, se olvidaban que Boyle muestra que la droga produce situaciones horrendas, que empuja al abismo, que degrada de una manera única. Pero lo hace sin perder la gracia, sin sumergirse en la moralina, sin olvidar que cuenta la vida de jóvenes.

La adaptación, sacrificando personajes y situaciones y encontrando una trama donde parece no haberla, logra trasladar de manera notable el ambiente del libro (aunque para el lector latinoamericano la novela sea complicada de leer por culpa de la traducción: sus páginas están repletas de follones, chungos, molas y capullos) .

Trainspotting tuvo una segunda parte. El equipo creativo y el elenco volvió a reunirse en 2017. La película fue una adaptación -muy libre- de Porno, la novela de Irvine Welsh que continúa la historia. No tuvo ni el mismo suceso que la primera ni, por supuesto, similar impacto cultural.

La original, de la que hoy se cumplen 25 años de su estreno en Inglaterra, se convirtió en la película de mejor rendimiento económico de 1996. Su presupuesto fue menor a los dos millones de dólares y termino recaudando, sólo en salas, casi cien. El rodaje ocupó siete semanas, Boyle sabía que el presupuesto no se podía estirar. El impacto cultural del film fue inmediato.

Ewan McGregor como Renton. Entendió que era uno de esos papeles que se cruzan pocas veces en el camino de un actor. Casi dos meses después, Boyle y Macdonald lo citaron a una reunión. Ewan llegó rapado y con casi diez kilos menos. Ya estaba preparado para el papel
Ewan McGregor como Renton. Entendió que era uno de esos papeles que se cruzan pocas veces en el camino de un actor. Casi dos meses después, Boyle y Macdonald lo citaron a una reunión. Ewan llegó rapado y con casi diez kilos menos. Ya estaba preparado para el papel

Para eso también colaboró la banda sonora que mezclaba a los grupos ingleses del momento como Blur y Pulp, excelentes exponentes de la electrónica como Underworld y Born Slippy (que terminó sus días como impensada canción mundialista) y clásicos como Iggy Pop y Lou Reed cuyo Perfect Day pareció especialmente escrita para la escena del colapso por una sobredosis. El CD de la banda de sonido fue uno de los soundtracks más vendidos de la historia. Tal fue su éxito que se editó un segundo volumen con el lábil criterio de agrupar canciones que inspiraron la película o que podrían haber estado en ella.

Trainspotting logró atravesar un cuarto de siglo gracias a su falta de solemnidad, a que sus creadores evitaron el maniqueísmo, a su apuesta a dejar atrás lugares comunes. Una película que muestra un mundo complicado sin la pretensión de dictar cátedra, asumiendo sus contradicciones y sin desdeñar algo de encanto y esperanza, aún entre la podredumbre y el dolor.

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