Desde el comedor del departamento en el que conviven, en el centro de Rosario, tres hombres saludan a cámara con una sonrisa. Dos de ellos fueron, hasta hace casi tres años, un matrimonio. No es que se hayan divorciado, al contrario: se les ven las alianzas en los anulares en cada sorbo de café.
“Fueron” porque sentado entre ellos hay un tercer hombre por el que dejaron de ser un matrimonio monogámico para formar una tríada: es decir, una relación poliamorosa entre tres personas que comparten hogar, amor, responsabilidades, gastos, cama, sexo y el cuidado del único que ahora no sale en cámara, un cachorro llamado Panda.
Krzysztof y Mateusz son polacos. El primero tiene 32 años, es físico nuclear y trabaja a distancia para la Jagiellonian University de Cracovia. El otro tiene 30 y se dedicó siempre al turismo y a la organización de eventos.
No hay una sola razón por la que eligieron dejar Polonia y emigrar a Latinoamérica, pero al menos una sobresale entre las otras. Polonia es hoy uno de los puntos rojos en el mapa de la homofobia mundial, el país en el que más de 100 municipios -alentados por un Gobierno ultraconservador- se autoproclamaron “zonas libres de ideología LGTB”. Krzysztof y Mateusz están juntos desde hace casi una década aunque tuvieron que irse a otro país para poder casarse.
¿Y qué hace un venezolano sentado entre los dos polacos? ¿Qué hace viviendo en Rosario, a 7.000 kilómetros de su ciudad? Will Barreto, 32 años, es un joven gay nacido en una familia cristiana evangélica que jamás había pensando en el poliamor hasta que se sumó a un matrimonio estable. Un joven que emigró de Venezuela buscando refugio y terminó encontrando no un amor, sino dos.
Un poco en inglés, otro poco en español y otro tanto con las manos, es Mateusz quien empieza a destejer la historia. Es él quien cuenta cómo la idea de salir de la monogamia -mucho antes de que Will apareciera en sus vidas- “se fue dando naturalmente”.
“En algún punto de nuestras vidas empezamos a pensar que queríamos abrir la relación, pero no queríamos que fuera algo netamente sexual. Decidimos entonces que íbamos a buscar un ‘amigo con beneficios’”, recuerda, y hace comillas con los dedos. “Nunca nos habíamos planteado la posibilidad del poliamor pero esa persona terminó siendo mucho más que un ‘amigo con beneficios’, básicamente una relación”.
No fue, en aquel caso, una tríada, trieja o trouple, como se llaman a las parejas de a tres. El “ex amigo con beneficios” sólo mantuvo una relación con Mateusz por lo que Mateusz tuvo, durante un tiempo, marido y novio en simultáneo.
Sentado a su derecha y arrasado por la timidez, el marido en cuestión dice que los celos y los temores existieron “pero sólo al comienzo”. Y que la clave fue una buena comunicación, en donde los dos pudieran contarse qué les pasaba: si uno se sentía inseguro o desplazado, si los celos los dominaban, si estaban a gusto con la idea de que ambos pudieran mantener otras relaciones en libertad.
Ese “otro” hombre no era un fantasma, un ente sin rostro al que el físico nuclear prefirió no conocer. “No, fue importante que mi marido y mi novio tuvieran una buena relación, incluso una amistad”, opina Mateusz. “Si no hay una buena relación entre tus parejas es más difícil crear algo porque cada parte de una relación poliamorosa es parte de una familia”.
“¿Por qué una pareja desea terminar con la exclusividad y abrir la relación?”, es la pregunta que sigue. “¿Y por qué no?”, contesta Mateusz. “Las relaciones amorosas están moldeadas por la educación, la cultura y la religión. Yo no creo que el poliamor sea mejor que la monogamia, son dos opciones diferentes. Lo importante, pienso, es elegir la que sientas mejor para vos. Mi consejo no es que todos abran sus relaciones sino que piensen qué desean en lugar de aceptar sin cuestionamientos todo lo que impone la cultura”.
Vivir en “tríada”
Fue en abril de 2018, mientras se alojaban en un hostel en Valparaíso, Chile, que el matrimonio de polacos conoció a Will, un venezolano que acababa de dejar su país tras un viaje de casi diez días por tierra.
“Mi proceso fue muy lento. Yo no quería emigrar, creía que la situación iba a mejorar. No quería dejar mi trabajo, a mi familia, a mis amigos, ni siquiera a mis mascotas. En Venezuela me sentía bien incluso con la crisis, financieramente me sentía estable”, cuenta a Infobae Will, que era supervisor de ventas de una empresa importadora de electrodomésticos.
“Hasta que me asaltaron una vez, después secuestraron un autobús en el que yo estaba viajando para robarnos y otra vez me dieron un culatazo en la cabeza para robarme, todo en menos de un año. Y ahí fue que tomé la decisión”. En 2017 llegó solo a Chile y empezó a trabajar en un hostel. Diez meses después, llegaron a ese mismo lugar, en plan turistas, los polacos.
“Y ahí surgió la chispa”, se ríe con pudor. “Comenzamos a conversar los tres y así nos fuimos conociendo. Al principio empecé a salir solo con Mateusz pero luego surgió la química con Krzys. Yo nunca me había planteado la posibilidad de iniciar una relación con dos personas. Nunca estuvo en mi horizonte ni en mis objetivos de vida. Estaba soltero y pensé que sólo era un amor de verano. Pero lo cierto es que no nos volvimos a separar, ya están por cumplirse tres años”.
Se fueron a vivir los tres juntos a Valparaíso, luego se mudaron a Viña del Mar. El plan original de los polacos era viajar por Latinoamérica pero se quedaron para no separarse de Will, que empezó a trabajar como empleado en un Sodimac de Chile.
“Al principio sí, fue un poco intimidante. Ellos eran un matrimonio y venían de conocerse tan bien que a veces ni siquiera necesitaban hablar para entenderse. Cuando tú eres la persona nueva, eso te intimida y te hace sentir inseguridad, yo era el único que no tenía un anillo en el dedo. Pero a medida que nos fuimos conociendo, esos sentimientos se fueron desvaneciendo. Ahora los dos son mis novios o mis compañeros, y estoy enamorado de los dos”.
Para quienes contemplen la opción del poliamor, Mateusz dice y repite que “los celos y el miedo son naturales, por eso es tan importante mantener una buena comunicación y expresar cómo te sentís. Además, cuando alguien se suma a tu matrimonio es tu responsabilidad escucharlo y hacerlo sentir cómodo y seguro”.
En noviembre de 2019, se instalaron en Rosario, donde alquilaron el departamento desde donde ahora cuentan a Infobae la historia de su “tríada”. Usualmente duermen juntos en la misma cama, aunque si alguno necesita dormir más cómodo, hay otra habitación.
No hay una regla rígida para la sexualidad: “A veces estamos los tres, a veces de a dos. Si queremos hacer algo de a dos lo comunicamos”, explica Will. “Mucha gente se imagina una película pornográfica permanente. La verdad es que la sexualidad es una parte más de la relación, como en las relaciones monogámicas”.
Mateusz lo pone en contexto: “Lo bueno de las relaciones poliamorosas es que no hay moldes, entonces podemos hacerlas a nuestra manera. Podemos crear nuestros propios roles y cambiar las reglas si alguno no se siente cómodo o seguro, y por eso cada relación es diferente”.
Hay, por ejemplo, quienes eligen convivir y compartir gastos y responsabilidades, como ellos tres. Pero Mateusz también forma parte de otra tríada junto a un matrimonio con el que no convive.
Si bien los polacos tuvieron algunos cuestionamientos familiares cuando contaron que habían incursionado en el amor libre, ya quedaron atrás. “Lo importante es que nos sintamos bien nosotros dentro de la relación, no nos importa mucho lo que pueda decir la gente”, dice Mateusz.
Tampoco Will tuvo comentarios negativos después de mandarle una foto a su hermana y decirle “mira, estos son tus dos cuñados”. “Mi mamá, que es cristina evangélica, quedó impactada al principio. Creyó que era una fase o una aventura pero después aprendió a aceptarlo. Ahora hasta les manda saludos y bendiciones”.
Su deseo familiar es comprar tierras y vivir en la permacultura, una forma de agricultura sustentable. También ser padres por adopción una vez que cumplan los 5 años de residencia en Argentina, como lo exige la ley (les gustaría adoptar hermanos o hermanas).
Saben que, si quieren hacerlo juntos, deberán pelear judicialmente para lograr la “filiación múltiple”, es decir, que la Justicia les permita que la patria potestad recaiga en los tres. Todavía no saben bien cómo, sí que van a intentarlo.
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