Un día de septiembre pero hace 17 años, Sting dijo frente a las cámaras de la BBC: “Hago el amor durante ocho horas cada noche”. El cantante tenía 52 años y décadas de matrimonio y mucha gente alrededor del mundo entró en cortocircuito: si el sexo era el resultado de esa receta que habíamos aprendido del porno -introducción, nudo y desenlace: chupar, penetrar y acabar- demandaba minutos, raramente horas.
Muchos escucharon hablar de sexo tántrico por primera vez y, más allá de si la historia de Sting era real o un invento para promocionar el disco Sacred Loved (Amor sagrado), sin información el tema se llenó de mitos: que era imposible, que era un campeón, que era para ricos, o que mirarse a los ojos, respirar durante horas y no tener como objetivo final ni la penetración ni el orgasmo ni la eyaculación, vamos, eso no se podía llamar sexo.
Desde Avellaneda, donde viven junto a su hijo de casi 2 años, Fernanda Arteaga (41) y Maximiliano García (45) conocen bien esos mitos. Son pareja, se definen como facilitadores de herramientas de tantra y dirigen juntos una escuela llamada “Masajes para el Alma”, un lugar de referencia para cualquier persona interesada en el tema. No todo es sobre sexualidad en el tantra pero como pocos saben bien de qué se trata, imaginan detalles sobre sus profesiones que a ellos les dan risa:
—Algo que creen mucho es que cogemos todo el tiempo. Y con personas distintas— arranca él.
—Sí. Que somos una fiesta caminando— se ríe ella, mientras ceba otro mate y vigila que su hijo esté entretenido.
—Y que nuestras actividades son grandes orgías. O que en el tantra el hombre no eyacula— suma él.
—O que aprendemos a hacer masajes de pene para ser sus geishas. Y lo de las 8 horas de Sting. Como que se cree que el fin de todo esto es durar cien mil horas en la cama. Y no, nada que ver, no es por ahí—, introduce ella.
El porno, la escuela
El tantra -o el neotantra, que es la corriente en la que ambos se inscriben- es, básicamente, “un conjunto de herramientas que sirven para ampliar la conciencia del ser; la respiración y la meditación son las principales. Es decir, para tomar conciencia de todo lo que me compone: mi cuerpo físico, mi cuerpo energético, mi cuerpo emocional, mi cuerpo mental, más allá de lo que es usado habitualmente, que es la parte racional”, explica Fernanda. “Claro que no podemos hablar de la vida separándola de la sexualidad, que es lo más natural que tenemos. Entonces sí, el tantra también tiene herramientas para poder conectar mejor sexualmente”.
Para empezar a explicar cuál es la diferencia entre el sexo convencional y el tántrico Maxi hace una descripción: “Hay un concepto que define cómo es la sexualidad que tenemos en la sociedad actual: la sofisticación sexual. Significa que hay una aparente libertad sexual, donde por ejemplo está mucho más aceptada la bisexualidad o la posibilidad de estar con más de dos personas a la vez, pero no por eso somos mejores sexualmente o estamos un paso más avanzados. Lo único que hicimos fue abrir más opciones, subir la apuesta, pero sin una conciencia”.
Más apertura pero menos calidad, un mar con la profundidad de un charquito. Fernanda encuentra una explicación clara: “El sexo es cada vez más rápido, con más gente, con menos sentimientos involucrados, con menos totalidad del sentir, con menos trascendencia del encuentro. Y es que somos una sociedad que fue educada con el porno, con suerte, y éste es el resultado”, sostiene.
Y completa: “El porno está muy lejos de la realidad y generó una gran cantidad de insatisfacciones personales y también vinculares. No sabemos cómo funcionamos fisiológicamente, las diferencias en los tiempos entre los géneros y no nos reconocemos ampliamente el cuerpo, entonces creemos que sexualidad es igual a genitalidad. Entonces es difícil porque lo que hay que desandar es toda esa no educación sexual”.
Lo que creen es que ahora no sólo el porno está disponible sino “información que introduce el concepto de responsabilidad, aunque el hombre es más reacio a tomar esa información porque en su estructura no le conviene. Es muy difícil decir ‘ah, yo creía que sabía todo de la sexualidad y en realidad no sé nada’”, sigue Maxi.
La propuesta del tantra arranca antes de llegar al encuentro sexual. “Primero se trata de tomar conciencia de la energía sexual que tiene cada persona para ver cómo funciona dentro del cuerpo. Después, de entender que no somos genitales caminando. No somos un pene ni una vulva y desde ahí nos juntamos. Eso es como la base, precisamente porque el tantra habla de tomar una conciencia erógena de todo el cuerpo y, para eso, hace falta desgenitalizar la energía sexual. Si está todo focalizado en el pene o en la vulva no voy a tener espacio para que esa energía se mueva y poder sentir en el resto del cuerpo”, dice él.
Sacar el foco de los genitales, del “palo y a la bolsa” cambia, invariablemente, la duración del sexo. “Son otros tiempos y es un ’no prospecto’. La sexualidad tipo porno es una entrada en calor, un desarrollo y un desenlace, es decir, calentarse, tener penetración y llegar al orgasmo. Bueno, el sexo tántrico no tiene partes. Es darnos placer a la mayor parte del cuerpo posible y si en el medio hay una penetración o un orgasmo es parte de todo eso, porque incluye todo lo que me dé más posibilidad de sentir. Pero también puede no haber penetración ni búsqueda del orgasmo. Y esto requiere otros tiempos, no alcanzan 15 minutos”, explica ella.
No es que en el tantra el sexo no pueda ser a veces una descarga, “un rapidito”. También es válido -explican- mientras no se crea que es la verdad única sobre cómo vivir la sexualidad.
Si bien la espontaneidad genera adrenalina y un pico de placer alto y rápido en la descarga, el tantra propone planificar el encuentro sexual para ampliar el placer. “Entonces ya empieza desde ahí, cuando planificás el encuentro. En nuestro caso tenemos que esperar a que nuestro hijo se duerma, lo que demuestra que no es algo para ricos, excéntricos o solteros sin chicos. Seguramente vamos a prender alguna vela, un sahumerio, armar un espacio, tal vez un futón en el living. Empezaremos mirándonos, acariciándonos o hablando, quizás de cómo estamos en ese momento, y una cosa va a ir llevando a la otra. La idea es tratar de conectarme con el deseo que tengo en ese momento, real, de qué tengo ganas, y tratar de explorarlo con el otro, dejar de lado la receta. Tal vez tenga que ver con caricias, con oler, con chupar, con recorrer, con mirar, con respirar juntos”, describe ella.
También usas las dos técnicas de masaje tántrico que enseñan en su escuela: “Es que la bisagra de qué es o no sexual el tantra la tiene más borrada. Una experiencia de masaje tántrico es sexual y quizás no hay contacto genital, ni con las manos ni con la boca ni con los genitales mismos. Un masaje tántrico ya es un encuentro sexual. Después puede derivar en mayor intensidad y pueden ingresar el sexo oral y la penetración o no, porque no son etapas a cumplir”, explica Maxi.
Más potencia orgásmica
Lo conocido en el sexo convencional -explican- es el ciclo que tiene como fin último desencadenar un orgasmo.
“El tantra no tiene ciclos sino más bien olas y lo que propone es que puedas empezar a navegar esas olas para investigar tus estados pre orgásmicos y conocer tu verdadera potencia erógena y orgásmica. Entonces cuando la sexualidad convencional tiene como objetivo ir hacia el orgasmo, el tantra te va a decir ‘no, es al revés, relajate y empezá a entregarte a esas sensaciones de placer menos intensas al principio para investigar cómo esa misma energía empieza a abrir dentro tuyo otra capacidad’”, explica él.
Es un mito que en el tantra el hombre tenga prohibido eyacular: es que, con la eyaculación, “la exploración en los estado pre orgásmicos se termina, se resuelve, por eso la propuesta es que la eyaculación no sea un objetivo”. Y amplía: “A medida que pre orgásmicamente vamos investigando, ese transformador se va llenando cada vez más. Entonces, cuando el orgasmo se produce, ese transformador tiene mucha más carga y la potencia del orgasmo es mucho mayor. Es como un celular que está cargado al 50 o al 100. Se sabe que en la sexualidad convencional no llegamos a un 30% de nuestra capacidad orgásmica”.
Un sendero complejo
No es un camino sencillo, porque para llegar a esos lugares de autoconocimiento primero hay que desarmar “los circuitos dolorosos que tuvo el cuerpo, porque muchas veces esas violencias que todas hemos sufrido disminuyen la capacidad de sentir placer”, advierte Fernanda. Se refiere a las micro violencias y también a las personas que sobrevivieron al abuso sexual. “Hay que hacerle un espacio a esa agresión que recibió el cuerpo, darle tiempo a eso para que vaya circulando de otra forma. Esa es una realidad muy compleja con la que nos encontramos seguido en los talleres”.
Lo más habitual es que a las mujeres les toque reparar las agresiones sobre sus cuerpos y a los hombres desarmar todo lo que el sistema los empuja a hacer por ser hombres. “Rearmar ese mapa emocional es lo que nos acompaña a tener una sexualidad más sentida, con más sentimiento, con más consentimiento, con más conciencia. Es más profundo, no son ‘tips’ para mejorar tu sexualidad, eso sería un engaño”, sigue Fernanda. Por eso el tantra propone un espacio sin celulares, sin regulación del tiempo, con respiración y buscando acercarse a la otra persona desde otros lugares no necesariamente genitales.
En su escuela de tantra, cuya sede central está en Villa Crespo, dictan varios talleres para parejas. Algunos necesitan contacto físico, experiencias vivenciales y desnudez por lo que la pandemia los mantiene en pausa. El inicial se llama “Meditaciones eróticas”, donde parejas de cualquier género comparten un espacio con otras 10 o 12 parejas. Fernanda y Maxi proponen determinado tipo de respiración entre las dos personas, de contacto visual, tocarse, olerse, abrazarse, moverse. Estas meditaciones no tienen como fin terminar en un encuentro sexual y no es obligatoria la desnudez.
Las meditaciones eróticas se mantienen online pero usualmente hay otras actividades de cuatro horas -en pausa por la pandemia- donde es importante la desnudez “porque ya hay un desarrollo de trabajo con la genitalidad explícita. Ya sea manual, oral o por cópula, maithuna, que es lo que sería la penetración para el tantra”, explica él (también ellos se desnudan para enseñar, por ejemplo, las técnicas de masaje tántrico). Hay otra actividad llamada “Del orgasmo al éxtasis”, un retiro de tres días para quienes están más avanzados como para hacer esa inmersión en su sexualidad. Este mes también participarán del festival Mahamudra: un día entero, todo online, para quienes tengan pareja y quienes no y quieran acercarse a la vivencia tántrica.
Sus “consultantes” son personas jóvenes y también parejas de 50, 60 años, con décadas de matrimonio y un historial de sexo de receta. Las devoluciones son variadas: hay colapsos emocionales en quienes se dan cuenta -cuando sacan la cabeza y ponen el cuerpo- de que nunca habían estado conectados con su sexualidad; hay mujeres que reparan en que nunca se habían mirado los genitales y hay, también, quienes dicen que a través del sexo tántrico lograron experimentar un placer muy superior a lo que alguna vez se habían creído capaces de sentir.
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