“La heladera vacía, más allá de algunos frascos de dulces, una mopa todavía húmeda en la cocina, un juego de ajedrez sobre la mesa del living, las guitarras sobre un sofá. Uno podría creer que los Ligonnès se evaporaron: sus camas sin sábanas, todos los cuadros sin sus fotos y algunos roperos sin sus vestimentas en el interior”. Así describe la revista francesa Society, que por estos días lleva agotadas varias ediciones y superó los 300 mil ejemplares vendidos por su impactante investigación del caso, la escena que se encontró la policía francesa al entrar por quinta vez a la casa de una familia en la ciudad de Nantes que, según los vecinos y algunos allegados, misteriosamente “se esfumó” a comienzos de abril de 2011.
A todos en el barrio les llamaba la atención que de un día para el otro los postigos de los ventanales del chalet, ubicado en el número 55 del boulevard Robert-Schuman, estuvieran cerrados: la familia Ligonnès –el patriarca Xavier, descendiente de una familia de la nobleza con el título de conde, su esposa Agnès y sus cuatro hijos: Arthur (20), Thomas (18), Anne (16) y Benoît (13)– solía dejarlos abiertos, incluso cuando se iban de vacaciones. Por otra parte, era raro que ninguno de los chicos apareciera por los lugares que solía frecuentar, que no se supiera de Agnès en su trabajo, que no atendieran sus teléfonos, que no se escucharan los ladridos de sus dos labradores que solían jugar en el jardín, León y Jules.
Por eso, alertados por amigos y parte del vecindario, la policía entró varias veces a ese lugar, que hasta entonces a todos les parecía el hogar de una familia alegre y unida. En medio de la incertidumbre, el 9 de abril una misteriosa carta anunciaba a familiares y amigos que Xavier había sido contratado por la Administración para el Control de Drogas (DEA) en los Estados Unidos y que, de un momento para otro, todos debieron viajar de incógnito y abruptamente, por lo que no iban a responder llamados ni mensajes de ningún tipo.
La intriga siguió en aumento: a algunos vecinos les parecía que había algo raro detrás de esa historia, temían por la vida de los Ligonnès y pidieron que las autoridades intervinieran nuevamente. Fue el 21 de abril, durante la quinta recorrida por la casa que, luego de analizar todos los ambientes, al traspasar la puerta trasera y llegar hasta el jardín un oficial vio algo que le llamó la atención: había tierra removida debajo de una pequeña construcción, una terraza baja.
No tardó mucho en encontrar una especie de tapa de cemento, entre la tierra, y finalmente el hallazgo más atroz: los cadáveres de la mujer y los cuatro hijos de la pareja aparecieron envueltos en bolsas, cubiertos con símbolos religiosos, cruces, hasta una pequeña estatua de la virgen. Cerca de allí también aparecieron enterrados los perros.
A partir de ese momento Xavier Dupont de Ligonnès pasó a ser el hombre más buscado de Francia, acusado de la masacre. Todas las miradas estuvieron puestas sobre el conde que misteriosamente parecía haber desaparecido de la faz de la Tierra.
Desde hace casi una década el caso impacta a la opinión pública francesa, que está detrás de cada nueva pista, de cada indicio, de cada testigo que asegura haber visto a Ligonnès en algún lugar del mundo.
En los últimos días, la publicación de la revista Society y el lanzamiento de un capítulo de Crímenes sin resolver dedicado a los Ligonnès en Netflix reavivó el interés por el asesinato. Y volvieron las preguntas: ¿cómo pudo un hombre solo matar a sangre fría a toda su familia en un barrio rodeado de gente? ¿Hubo premeditación? ¿Tuvo ayuda para llevar adelante su plan? ¿Qué pasó con el arma? ¿Por qué lo hizo?
LA FAMILIA
El exhaustivo informe de Society traza un perfil muy detallado de Xavier Dupont de Ligonnès, señalado en los medios por sus iniciales, XDDL. Único hijo varón de una familia de la nobleza de Versalles que con el tiempo fue perdiendo su fortuna, heredó de su padre Hubert el título nobiliario de conde. Sin embargo a Xavier, más interesado por los negocios y los autos de alta gama y gran admirador de los Estados Unidos, la vida de las tradiciones francesas nunca pareció interesarle, según reconstruye Society.
Cuando Hubert decidió dejar a su esposa y a sus hijos para irse con una amante, Xavier pasó a ser de alguna manera el jefe de su familia y quedó a cargo de su madre Geneviève –una mujer extremadamente religiosa que dirigía un grupo de oración “que pretendía recibir mensajes divinos relacionados con el apocalipsis”, según describe la revista– y sus hermanas.
Ligonnès conoció en su juventud a Agnès Hodanger, una chica también muy religiosa que creció en Neuilly-sur-Seine, en las afueras de París, y tuvieron un breve romance. Pero luego dejaron de frecuentarse y él tuvo otros vínculos. En 1990 ella dio a luz a su primer hijo, Arthur, producto de una relación casual. Poco después, Xavier y Agnès se reencontraron y decidieron casarse. Él adoptó a Arthur como hijo propio y luego tuvieron juntos a Thomas, Anne y Benoît.
Tal como describen varios entrevistados del documental Crímenes sin resolver de Netflix dedicado a la masacre, Xavier siempre se mostró con todos “como un padre muy afectuoso”. En el programa se ven numerosas fotos de él abrazando a todos, sonriendo, jugando con ellos en la playa.
LA CASA DEL ESPANTO
“La casa del espanto” fue el título de la mayoría de los medios locales. “Pesadilla en una casa de Nantes”, eligieron otros.
A partir del hallazgo de los cadáveres en el jardín de los Ligonnès se abrió una investigación que hasta la actualidad sigue en curso. Se empezó a armar una línea de tiempo que sitúa a la noche del domingo 3 de abril de 2011 como el comienzo del espanto.
Esa noche, salvo Thomas que se encontraba en Angers, donde estudiaba en una universidad católica, Xavier, su esposa y tres de sus hijos fueron a comer a un restaurante. Luego volvieron a su casa y, según revela Society, algunos se contactaron vía mensaje de texto con amigos y conocidos. El propio Xavier le escribió a su hermana y le contó que había ido a comer afuera con su familia. Esa misma noche habría comenzado el horror.
Las primeras pericias mostraron que las víctimas tenían entre dos y tres balas en cada uno de sus cuerpos, la mayoría en la zona de la cabeza. Además, en los chicos se encontraron rastros de una sustancia que sirvió para adormecerlos, por lo que la principal hipótesis señala que todos ellos fueron atacados mientras dormían. En el caso de Agnès, un dato impactó a los investigadores: en la habitación matrimonial encontraron un aparato que usaba para luchar contra sus apneas de sueño que había dejado de funcionar para siempre a las 3:27 del 4 de abril.
Society reconstruye el día después de Xavier. Ese lunes comenzó su día temprano y a partir de las 6 de la mañana contactó a personas relacionadas con su familia: “Llama al trabajo de Agnès para decir que va a faltar por una gastroenteritis y luego contacta a los colegios de los hijos. Arthur tuvo un accidente con su scooter y Anne y Benoît están enfermos”. Al mediodía también mandó una carta al restaurante donde trabajaba Arthur para decir que renunciaba porque su padre había sido “transferido a Australia”.
Todavía le quedaba Thomas, que estaba estudiando en la universidad. El martes 5 Xavier contactó a su hijo y lo invitó a cenar. Después de la comida el joven volvió cansado a su habitación en el albergue estudiantil donde vivía y el miércoles 6 recibió un mensaje urgente de su padre: Agnès supuestamente había tenido un accidente con su bicicleta y estaba internada “con un leve coma” en un hospital, por lo que el joven viajó de inmediato a Nantes.
“A la medianoche un amigo de Thomas recibe un mensaje: ‘¿Jugando a algo?’ Yo miro Midnight Express con mi papá‘. Posiblemente ya estaba muerto”, señaló Society.
Con el tiempo se fueron sumando más pistas: a comienzos de 2011 Xavier había comprado un silenciador para un rifle que había encontrado en la casa de su padre (Hubert murió poco antes de los crímenes, en enero de ese año). De allí también se llevó efectivo que encontró, un anillo y hasta llegó a usar la tarjeta de su progenitor para retirar dinero a pocas horas de su muerte.
El tema del dinero, según diversas revelaciones de la publicación francesa, inquietaba a Xavier desde hacía varios años. Había intentado con un sistema extraño de importación de automóviles desde los Estados Unidos a Francia.
También intentó, a comienzos del año 2000, con un sitio de internet destinado a reseñar los mejores hoteles de Francia, más adelante comandó una organización llamada Federación Francesa de Comerciantes, que tenía como finalidad “mantener en un solo lugar toda la información necesaria para los profesionales de la educación comercial, independientemente de su condición”, y una suerte de sistema de fidelización de clientes para restaurantes llamada Carte Crystal, según publicó el diario Libération en un detallado informe publicado en 2011 sobre el perfil comercial del hombre acusado de matar a toda su familia.
Hacia 2009, las deudas se incrementaban y esta situación incluso llegó a afectar la relación de Xavier con su esposa. Por unos meses, de hecho, estuvieron separados. Un año después, según diversos testigos, habría vuelto a verse con Catherine, una novia de su juventud, que con los años se convirtió en una acaudalada gerenta de empresas.
En las nuevas revelaciones de Society, la publicación también apunta a un personaje importante en la vida de Xavier: su amigo íntimo, padrino de Thomas, Emmanuel Teneur, que fue varias veces interrogado por la policía y quien en más de una ocasión le prestó dinero a su amigo. Todo hace pensar a los investigadores que, antes de su desaparición, Ligonnès habría acumulado deudas millonarias que lo ahogaban.
LA FUGA
A partir del 21 de abril de 2011, la cara de Xavier invadió todo: “El hombre más buscado”, “El asesino de Nantes”, “El rostro del espanto”, aseguraban en los medios. Los investigadores salieron a su búsqueda y comenzaron a trazar un recorrido por sus últimos pasos.
Contrario a lo que se pensaba, Ligonnès no fue discreto en sus movimientos: entró y salió de su casa presuntamente luego de haber cometido los crímenes, dejó anotaciones (“no dejar más correspondencia”) en la puerta, usó cajeros automáticos, mantuvo activa su línea telefónica, hizo reservas de hotel y emprendió un viaje con su propio auto, un Citroen matrícula 235 CJG 44 azulado, por el sur de Francia.
Según Society, su intención, de alguna manera, fue la de reforzar la idea de una salida abrupta al extranjero.
Sin embargo, su teléfono celular sirvió para armar el recorrido que hizo dentro de su país. El último rastro concreto que se tiene de él es del 15 de abril. Pasó la noche anterior en un hotel de Roquebrune-sur-Argens y el último rastro que se tiene de él son las imágenes de las cámaras de seguridad que lo registraron cuando salió de su auto, que quedó abandonado en un estacionamiento. Allí se lo ve mientras se pierda en la inmensidad de una zona rocosa y deshabitada con un bolso (por su formato, los investigadores sospechan que allí llevaría el arma).
Desde entonces, no se supo más sobre su paradero.
Mientras que algunos afirman que Xavier podría haberse quitado la vida, otros creen que habría escapado por la costa hacia otro país europeo. En el pequeño documental lanzado por Netflix, un amigo del acusado asegura que, por sus conocimientos de diversos idiomas, Xavier podría estar en América Latina, “inclusive en la Argentina”.
Por su parte Christine, la hermana del acusado, en sus escasas apariciones dado que se encuentra en una especie de encierro religioso junto con su madre, sigue sosteniendo que su hermano está vivo y que efectivamente es parte de la DEA. Las autoridades francesas, sin embargo, pidieron información a la agencia estadounidense, que negó haber sumado al francés a sus filas.
Entre las hipótesis que se deslizan en Society, también se encuentra la religiosa: no se descarta que el hombre se haya ocultado en algún tipo de monasterio o convento de clausura, con una nueva identidad.
En octubre de 2019 una nueva sospecha revolucionó a todos en Francia. Se especuló con que por fin la policía había detenido a Ligonnès en Glasgow, Escocia. Sin embargo, se trató de una falsa alarma. El francés más buscado sigue sin aparecer y el espeluznante caso continúa sin resolución.
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