Es 19 de enero de 2020, faltan 40 días para su casamiento. Amanda Knox, 32, la bella joven norteamericana que fue acusada del asesinato en 2007, de su compañera de departamento Meredith Kercher y que pasó cuatro años tras las rejas, se viste para la foto que posteará en Instagram (donde tiene 69.300 seguidores). No se prueba un traje blanco; se enfunda en la ropa que usaba cuando estaba presa en una cárcel italiana.
El texto que acompaña la foto en la red social es el siguiente: “40 días para el casamiento y 267 cosas para hacer en mi lista... Me encerré en mi taller y estoy usando mi viejo uniforme de prisión. Literalmente el mismo buzo y el mismo jogging con los que vivía en Casa Circondariale Capanne, Perugia”.
El posteo tuvo 4567 me gusta y 379 comentarios, casi todos apoyándola fervientemente.
Amanda y su novio -hoy ya marido- el poeta y escritor Christopher Robinson, de 37 años, habían estado envueltos en agosto de 2019 en otra polémica cuando lanzaron una campaña para recaudar fondos para financiar su boda. Necesitaban 10 mil dólares para el festejo temático: pretendían un “sí espacial”.
Dos semanas después de su pedido de dinero salió a la luz un dato no menor: la pareja ya se había casado el 1 de diciembre de 2018. Ellos se defendieron argumentando que aquel casamiento había sido “solo una formalidad relacionada con asuntos de impuestos y seguros” y que ahora vendría la verdadera fiesta. Escribieron, en la página web que habían creado: “Seamos sinceros, no necesitamos más cosas, lo que sí necesitamos es ayuda para organizar la mejor fiesta para nuestras familias y amigos (...) Estamos aceptando donaciones para costearla”.
Fueron más allá con sus explicaciones y relataron que el dinero que habían ahorrado antes para la boda lo habían tenido que gastar en el primer viaje de Amanda Knox a Italia desde que fue exonerada, en 2011, por el homicidio de Kercher. Amanda y Christopher viajaron juntos para participar del Festival de Justicia Penal organizado por el Italy Innocence Project. ¡Ese viaje había consumido todos sus ahorros!
Finalmente lo lograron y, el 29 de febrero de este año bisiesto, hubo en el Elks Lodge de Burien, Washington, una excéntrica fiesta con 100 invitados disfrazados. Los novios habían propuesto la temática intergaláctica inspirada en las películas de Star Wars, pero los disfraces remitieron a todas las épocas. Egipcios, vikingos, personajes futuristas y revolucionarios franceses se divertían entre globos dorados, plateados y blancos.
La novia tenía un peinado con dos rodetes como el de la princesa Leia, y no usó el clásico vestido blanco sino un conjunto amarillo de pantalones tipo palazzo y corset. El novio escogió unos brillantes zapatos dorados, con anteojos haciendo juego, y una corbata amarilla. Llevaba su barba afeitada en franjas cuando le preguntó a la novia: “Te quedarás conmigo hasta que arda la última estrella de la galaxia y aún después de eso? Amanda Marie Knox ¿te casarás conmigo?”. La novia dijo “sí”. Sin embargo, ella que lo sube todo a Instagram no posteó ni una sola foto de su particular casamiento en la red. En cambio, subió un texto donde explicaba que no lo hacía porque no quería darle el gusto a los tabloides y medios sensacionalistas y que lucraran con su nueva vida.
Lo cierto es que su existencia pasada ya había alimentado las usinas mediáticas durante 13 años. Porque la trágica historia del crimen de Meredith Kercher y el papel de Amanda Knox en el caso dividió no sólo a los italianos, sino a la opinión pública del mundo entero.
Destinos cruzados
Amanda Marie Knox nació en Seattle, Estados Unidos, el 9 de julio de 1987. Su madre Edna, profesora de matemáticas, y su padre Kurt Knox, vicepresidente de finanzas en la tienda local de Macy’s, se divorciaron cuando ella era chica. Tiene tres hermanas menores: Deanna, Ashley y Delaney. Luego de la separación, su madre volvió a formar pareja con Chris Mellas. La primera vez que viajó a Italia, Amanda tenía 15 años y fue en el marco de un viaje familiar. Recorrieron Roma, Pisa, la costa Amalfitana y Pompeya. Cuando se graduó en el año 2005, comenzó a estudiar Lingüística en la Universidad de Washington. Se las ingenió para conseguir trabajos de medio tiempo para poder financiar lo que deseaba: un año académico en una universidad italiana.
Sus conocidos recordarían después de los hechos, que su padrastro tenía sus reservas respecto del viaje: la consideraba demasiado naïve para esa experiencia. Cuando volvió a EEUU, luego de los complicados años que siguieron al crimen, Knox terminó su carrera universitaria y comenzó a trabajar como periodista en Seattle, su ciudad de origen. A Christopher Robinson, su marido, lo conoció en 2015: un mes después de haber sido absuelta. Él es graduado de la Universidad de Boston, novelista y, además, es productor y escritor del podcast que conduce Amanda: Truth about true crime (La verdad acerca del crimen real).
La chica londinense Meredith Susanna Cara Kercher era una estudiante británica, de la Universidad de Leeds, que había llegado a Perugia para un intercambio universitario. Había nacido el 28 de diciembre de 1985, en Southwark, Londres, y sus padres eran John Kercher (un periodista que trabajó durante cuarenta años para distintos diarios ingleses, incluido The Guardian) y Arline (una mujer de origen Indio). En el año 2000, se separaron. Meredith tenía dos hermanos: Stephanie y Lyle. Concurrió al colegio Old Palace de Croydon y sus amigos la llamaban Mez. A los 15 años, curiosamente al igual que Amanda, conoció Italia. En su caso, fue por un intercambio escolar. Quedó embelesada con los paisajes y el idioma. La familia que la alojó en esa oportunidad la invitó de nuevo al verano siguiente. Cuando terminó el secundario, ingresó a la Universidad de Leeds para estudiar Política Europea e Italiano. Para ayudar a sus padres con los costos de sus estudios se empleó part time como moza y guía turística. Soñaba con trabajar para la Unión Europea o seguir los pasos de su padre como periodista. Cuando surgió la posibilidad de estudiar afuera eligió, como no podía ser de otra manera, Italia. Al partir para Perugia, vivía con su familia en Coulsdon, en el sur londinense. Un barrio al que nunca volvería.
Meredith tenía 21 años cuando llegó, a fines de agosto de 2007, a Italia. Se anotó en cursos de historia moderna, teoría política e historia del cine. Cálida, de largo pelo castaño y ojos oscuros, Meredith enseguida fue popular entre sus compañeros. El 10 de septiembre se mudó a vivir a la Via della Pergola 7, con dos jóvenes mujeres italianas (Filomena Romanelli y Laura Mezzetti). La casa se asomaba a un valle. Era un lugar idílico. La cuarta habitante llegaría a vivir diez días después que ella, el 20 de septiembre.
La nueva inquilina era una norteamericana, de la Universidad de Washington, llamada Amanda Knox. Amanda, para tener algo de dinero extra, había empezado enseguida a trabajar en un bar llamado Le Chic. Su propietario era Patrick Lumumba, un africano congoleño que quería sacar a flote su emprendimiento y la había contratado pensando que una bella y rubia norteamericana podría llevarle más clientes.
Enseguida quedó claro que Meredith Kercher tenía una personalidad muy diferente a la de Amanda. Muy apegada a su familia, llamaba todos los días a su casa para hablar con su madre. Amanda, por el contrario, era desinhibida, rebelde y audaz.
El nivel de abajo de la casa que ocupaban las chicas era alquilado por cuatro hombres jóvenes que congeniaron bien con ellas. A mediados de octubre, Meredith y Amanda conocieron a Rudy Guede, un inmigrante africano proveniente de Costa de Marfil. Guede se hizo amigote, a su vez, de los jóvenes que vivían en el piso inferior.
El 25 de octubre de 2007, Amanda fue a un festival de música clásica donde conoció al italiano Raffaele Sollecito, de 23 años, un estudiante de ciencias de la computación de su misma universidad. El romance comenzó esa misma noche. Hubo marihuana, sexo, enamoramiento total y muchas fotos juntos.
El destino de Meredith se estaba configurando fatalmente. Para esa fecha, todos los personajes de la trágica historia ya habían entrado en escena.
Asesinato en Perugia
El jueves 1 de noviembre de 2007 es feriado. Las dos jóvenes italianas, que viven en el departamento, se van de la ciudad para aprovechar el fin de semana largo. Los chicos de abajo tampoco estarán.
Meredith sale con tres jóvenes inglesas amigas. Van a una de sus casas. A las 20.45 se retira de allí con una de ellas. Solo tiene que caminar 460 metros hasta su propia vivienda. Meredith Kercher está cansada y quiere acostarse temprano. Pero en horas su destino dará un vuelco fatal y se escribirá con sangre.
La madrugada del viernes 2, curiosamente el Día de Todos los Muertos, un violento final irá a su encuentro. Meredith no podrá evitarlo.
Según relató Amanda Knox a la policía, esa mañana llegó a su casa después de pasar la noche en el departamento de su flamante novio Raffaele. La noche anterior, contó, el dueño del bar Le Chic donde trabajaba para ganarse unos euros, le había dicho que no la necesitaría. Aprovechó su libertad para pasarla con Sollecito: comieron y vieron la película Amelie. Siempre según sus dichos, esa mañana regresó caminando a su casa y encontró la puerta de entrada abierta. Se desvistió en su cuarto y entró al baño que compartían con Meredith. Allí observó unas gotas de sangre en el lavatorio, pero no les dio importancia. Se metió en la ducha y al salir pisó la alfombra de baño. Se dio cuenta de que había una mancha de sangre más grande. Pensó que alguien se había lastimado, tampoco le prestó demasiada atención. Creyó que Meredith dormía. Un rato después entró al otro baño de la casa, el que compartían las otras dos chicas italianas, y vio el inodoro sucio, lleno de materia fecal. Ahí sí sintió miedo y pensó que podía haber un intruso en la casa.
Asustada se fue a buscar a su novio Sollecito y volvió con él alrededor de las 12 del mediodía. Notaron una ventana rota en el cuarto de Romanelli. Amanda golpeó la puerta de Meredith y la llamó. Como seguía sin responder, Sollecito intentó abrirla con dos fuertes patadas. No resultó. Entonces se comunicó con su hermana, que era teniente de la policía italiana. Ella le dijo que llamara a la policía. Amanda, por su parte, llamó a su madre a Seattle, Estados Unidos, quien le dijo lo mismo, que alertaran a las autoridades. Así lo hicieron.
Mientras tanto, Amanda Knox marcó el número de Romanelli, para contarle lo que estaba pasando. Ella, que no estaba muy lejos, volvió rápidamente, entró a su habitación y miró si faltaban cosas. Todos esos movimientos habrían alterado la escena de lo que se confirmaría, en breve, como un crimen.
Un rato después, los dos celulares que usaba Meredith fueron hallados en un jardín cercano. A las 12.34 ya había llegado la policía, pero no eran de la división de homicidios. A pesar de que Romanelli les pidió que abrieran la puerta por la fuerza dijeron que no podían hacerlo. Fue Luca, un amigo suyo que había ido a acompañarla, quién a las 13.15 la tiró abajo y se acabó el misterio. Meredith Kercher estaba muerta, semidesnuda, sobre el piso de cerámica beige de su cuarto, cubierta por una manta de duvet, también beige.
Se veía rojo por todos lados. En la pared había quedado la marca de unos dedos ensangrentados y en la almohada una mano estampada con su sangre.
Los peritos contarían, luego, que el cadáver presentaba 16 lastimaduras, 7 eran cortes de cuchillo y el peor era un gran tajo en la garganta. Había sido degollada. Tenía, además, lastimada la nariz, la boca, el mentón y los genitales. También hallarían rastros de ADN masculino en el cadáver y otras huellas de ADN en algunos objetos.
Esa misma mañana empezaría un circo mediático y judicial que duraría por años. Meredith había sido vilmente atacada, violada y apuñalada. Pero ¿había sido solo un atacante o varios? Los investigadores y los peritos forenses discreparon. Según el perito norteamericano, Ron Hendry, en el cuarto de Meredith solo cabía una persona sino todos hubiesen pisado la sangre de la joven y, por ello, sostiene que Amanda y Sollecito jamás deberían haber sido personas sospechosas. Los investigadores italianos, en cambio, sospechaban de Amanda y de sus actitudes, de sus sonrisas y de sus ataques... Contaron que cuando la llevaron a ver los cuchillos de la cocina para ver si faltaba el arma homicida, Amanda se golpeó varias veces las orejas con sus manos como no queriendo escuchar. Su actitud les llamó poderosamente la atención.
Los títulos de los medios escalaron, día a día, en detalles escabrosos, sin piedad: hablaban de orgía sexual, de sexo grupal no consentido y que Meredith se había negado... Pero lo que pasó en esa habitación de la casa de la Via della Pergola es, hasta el día de hoy, un misterio. Las múltiples versiones terminaron por no conformar a nadie. El paisaje de esa bucólica ciudad italiana se tiñó de rojo y se llenó de periodistas.
Los primeros pasos de la Justicia
Horas después de que su compañera fuera descubierta asesinada, Amanda tuvo extraños comportamientos. Se mostró a los besos y arrumacos con Sollecito, frente a la sorprendida policía y las cámaras de televisión, fuera de la casa donde había ocurrido el espantoso crimen.
El fiscal Giuliano Mignini, que habló para el documental de Netflix (Amanda Knox, 2016), lo recordó así: “Había indicios de una gran violencia, sobre todo en los brazos y tenía un tajo profundo en la garganta... me dije ¿quién es el responsable de esto? ¡Es un monstruo!... y vi afuera a dos jóvenes que estaban consolándose con muestras de afecto inapropiadas para el momento”. ç
Los jóvenes eran Amanda y Sollecito. La conducta de Amanda con sus besos, sus risas desinhibidas y sus volteretas en medio de la comisaría para elongar su cuerpo, sumada a sus mentiras y las filtraciones sobre sus excesos sexuales y con drogas, fueron configurando una controvertida imagen. La imagen de una chica sin moral. La imagen de la “perfecta y diabólica asesina”.
Cinco días después, luego de un par de interrogatorios, Amanda Knox terminó implicándose a sí misma y señaló a su empleador -el dueño del bar Le Chic, Patrick Lumumba- como culpable. Sollecito, además, en un momento de sus interrogatorios admitió que ella podía haberse ido de su departamento mientras él dormía. Tanto Amanda como Sollecito, fueron acusados de haber asesinado a Meredith con la colaboración de Lumumba.
Para cuando llegaron las identificaciones de las huellas dactilares mezcladas con la sangre de Meredith, la policía ya los había señalado como culpables, pero las huellas reveladas ponían en el escenario a alguien más con Amanda y Sollecito: a Rudy Guede. Lo arrestaron. Lumumba fue, entonces, liberado sin cargos.
En pocos días, Amanda ya se había convertido en una polémica celebridad y los medios competían con los títulos más amarillos. Los tres peritos forenses que estudiaron el cuerpo dedujeron que Meredith había sido sujetada para concretar la violación ya que tenía lastimaduras en la zona genital. Se especulaba que había muerto sofocada en su propia sangre. Los fiscales de la acusación sostenían que el trío habría estado involucrado en un juego sexual con Meredith que habría salido mal. Entre las pruebas había un cuchillo con huellas de Amanda en el mango y un corpiño cuyo gancho tenía rastros de ADN de Sollecito. La defensa, por el contrario, sostenía que esas pruebas habían sido contaminadas.
Idas, vueltas y pocas certezas
Mientras todo esto ocurría la madre de Meredith, Arline, viajó a Italia para reconocer el cadáver de su hija. Pero la prensa concentraba toda su atención no tanto en la víctima sino en la que creían su victimaria: Amanda Knox. El personaje resultaba atractivo y la retrataron, desde el principio, de una manera extremadamente negativa. Su intensa vida sexual, su frialdad, su falta de empatía, sus mentiras y sus acusaciones a Lumumba la situaron en el peor lugar.
Para algunos era un “diablo con cara de ángel” y “una manipuladora desalmada”. El proceso judicial incluiría dos juicios y otras tantas apelaciones y le costaría a Amanda pasar varios años de su vida en prisión.
Según los fiscales, Meredith no habría querido participar en un “juego sexual” propuesto por los tres acusados, por lo que Guede la violó y Knox la apuñaló mientras Sollecito la sujetaba. Otra teoría posterior, que surgió en el segundo juicio, sostuvo que Meredith y Amanda, no se aguantaban, que “se llevaban pésimo”. Dijeron, entonces, que no había sido un “juego erótico” de grupo consentido que se les fue de las manos sino una “progresiva agresividad” que arrancó en pelea, escaló a abuso sexual y que, finalmente, acabó en asesinato “porque la víctima iba a hacer la denuncia”.
Eso dijeron luego de estudiar otra vez la sentencia por la que habían condenado a Amanda -en el segundo juicio- a 28 años y medio. Esta vez consideraron que los asesinos habrían usado dos cuchillos: uno pequeño que habría usado Sollecito y otro, más grande con una hoja de 31 centímetros, que habría sido empuñado por Amanda quien habría sido la que le propinó la puñalada mortal.
Eran 337 páginas donde los jueces reconstruyeron el clima que supusieron se vivía en la casa de las estudiantes en los días previos al homicidio. Meredith llevaba una vida normal y no habría tolerado que Amanda introdujera desconocidos en la vivienda. La noche en cuestión Amanda y Raffaele -según los fiscales- habrían consumido drogas y tenido relaciones sexuales en su cuarto. Luego, habrían invitado a la vivienda a Rudy Guede. Guede habría tenido un comportamiento poco apropiado. Además, de la habitación de Meredith habían desaparecido 300 euros. Estas dos circunstancias podrían haber sido la causa de una feroz pelea, entre Meredith y Amanda, que terminó mal.
La línea del tiempo de un caso complejo
Los acontecimientos más importantes del caso, a lo largo de los años, se resumen así:
* Entre el 2 y el 6 de noviembre, 2007: Amanda y Sollecito son interrogados por la policía sin tener abogados que los representen. El 5 de noviembre Amanda confiesa haber estado en su casa cuando Kercher es asesinada e implica al dueño del bar donde ella trabajaba, Patrick Lumumba. El 6, los tres son arrestados.
* 19 de noviembre, 2007: son identificadas las huellas dactilares halladas en la escena y el ADN: la persona en cuestión es Rudy Guede.
* 20 de noviembre, 2007: Guede es detenido en Alemania. Y Lumumba, en cambio, es liberado después de estar dos semanas preso y una vez que su coartada es corroborada. Él demandará a Amanda Knox por daños y ganará 40 mil euros.
* 22 de noviembre, 2007: Amanda escribe un texto, que fue publicado por CNN y otros medios, diciendo que ella dudaba de su confesión porque había sido sometida a un tremendo stress y que estaba exhausta. Dice que fue golpeada en la cabeza.
* 26 de diciembre, 2007: Guede es extraditado desde Alemania. Admite que tuvo relaciones sexuales con Kercher, pero sostiene que fue otro quien la mató mientras él estaba en el baño.
* 11 de julio, 2008: Los fiscales italianos imputan formalmente de asesinato a Amanda, Sollecito y Guede.
* 6 de septiembre, 2008: Guede pide un juicio rápido y separado de los otros dos acusados temiendo que puedan complotarse en su contra.
* 28 de octubre, 2008: el juez acusa a Amanda y Sollecito de asesinato y ataque sexual.
* 29 de octubre, 2008: Guede es sentenciado a 30 años de prisión por asesinato y violación. Amanda y Sollecito enfrentan también cargos por asesinato y asalto sexual.
* 16 de enero, 2009: comienza el juicio contra Amanda Knox y Raffaele Sollecito ante los medios de prensa llegados desde todo el mundo.
* 12 de junio, 2009: Amanda testifica y acusa a la policía de presionarla, de llamarla “mentirosa estúpida” y pegarle en la cabeza. Se defiende de sus conductas extrañas -del día del hallazgo del cadáver de Meredith- diciendo que estaba en “shock”.
* 21 de noviembre, 2009: la fiscalía pide cadena perpetua para ellos y nueve meses de confinamiento solitario para Knox.
* 4 de diciembre, 2009: encuentran a Amanda Knox (que había llegado sonriendo, enfundada en un tapado verde estridente y con el pelo prolijamente trenzado) culpable y la sentencian a 26 años de prisión. Sollecito es sentenciado a 25 años.
* 22 de diciembre, 2009: Guede obtiene una reducción de su sentencia a 16 años.
* 24 de noviembre, 2010: Knox y Sollecito apelan sus sentencias.
* 11 de diciembre, 2010: Amanda Knox habla durante 15 minutos y rompe en llanto. Asegura que ambos son acusados injustamente.
* 22 de enero, 2011: dos expertos forenses de la universidad La Sapienza de Roma son llamados a analizar las pruebas cruciales del caso: un cuchillo y el broche del corpiño de Meredith donde hay ADN de ambos.
* 27 de junio, 2011: Guede se niega a afirmar que Amanda no está involucrada en el asesinato. El fiscal lee una carta que dice que Guede cree que Amanda Knox y Sollecito mataron a Kercher.
* 29 de junio al 25 de julio, 2011: expertos forenses independientes sostienen que la evidencia contra Amanda y Sollecito no es confiable. El doctor Stefano Conti, dice “que la escena de un crimen debe ser totalmente aséptica. Eso no pasó en este caso. En el video de la policía científica se ve mucho caos y muchas personas sin trajes de protección...”. La experta forense Carla Vecchiotti habló de la contaminación: “¿Pudo haber contaminación? El gancho del corpiño fue encontrado debajo de una alfombrita 46 días después del asesinato...”. De hecho en el gancho del corpiño de Meredith había tres ADN masculinos: uno de Sollecito y otros dos nunca identificados. Concuerdan que el ADN de Amanda está en el mango del cuchillo, pero aseguran que es una muestra demasiado pequeña y que además el ADN de Meredith en la hoja no es fiable. La acusación sostiene, en cambio, que el cuchillo usado para apuñalar a Meredith fue limpiado por los acusados. Los expertos independientes terminan diciendo que la investigación presenta errores por los malos procedimientos de los oficiales de policía originales del caso. La evidencia contra los dos acusados es para ellos “inadmisible”.
* 6 de septiembre, 2011: la experta forense Patrizia Stefanoni defiende los métodos y los equipos usados para los tests de ADN y descarta contaminación.
* 26 de septiembre, 2011: los abogados de la familia Kercher presentan al jurado imágenes del cuerpo de la víctima. Amanda evita mirarlas. El abogado de Lumumba, Carlo Pacelli, dice que Amanda “tiene dos caras”, una que la muestra “angelical, buena y compasiva” y otra que es “diabólica, demoníaca y satánica”.
* 3 de octubre, 2011: el tribunal determina que los acusados Amanda Knox y Sollecito no son culpables. Amanda abandona Italia rápidamente y vuelve con su familia a Seattle.
* 17 de febrero, 2012: Amanda firma un contrato con Harper Collins para escribir sus memorias.
* 26 de marzo, 2013: el veredicto de inocencia es apelado y la Suprema Corte italiana dictamina que Amanda y Sollecito deben ser nuevamente juzgados.
* 30 de septiembre, 2013: comienza el segundo juicio sin la presencia de los acusados. La defensa alega que no hay rastros de ADN que pongan a Amanda y a Sollecito en la escena del crimen.
* 30 de enero, 2014: el tribunal condena a Amanda y Sollecito por asesinato. A Knox, que ya está viviendo en los Estados Unidos, le suben la sentencia a 28 años de cárcel y seis meses. Sollecito, que retornó a Italia para el segundo juicio, es sentenciado a 25 años.
* 29 de abril, 2014: la acusación libera un completo reporte sobre la muerte de Meredith que dice que sus heridas indican que fue asesinada por múltiples atacantes, y que ellos creen que la herida final fue propinada por Knox.
* 1 de mayo, 2014: Amanda sostiene su inocencia en una entrevista con CNN. Dice que en la escena del crimen no hay ADN suyo, ni huellas de sus manos ni de sus pisadas.
* 1 de Julio, 2014: Sollecito se distancia de su ex novia Amanda y dice: “Esto ha sido una tragedia, yo no soy un criminal”. Más tarde, a Netflix, le reconocería que, cuando fue a la escena del crimen, vio todo tan desordenado que “me sorprendió que (Amanda) se duchara dentro de su casa sin preocuparse”.
* 27 de marzo, 2015: la Suprema Corte de Italia los exonera definitivamente y cierra el caso. Considera que las evidencias fueron insuficientes, que la investigación tiene inconsistencias y que ha habido demasiada presión mediática. Amanda Knox y Sollecito son totalmente libres. Lumumba, que se mudó con su mujer a vivir a Polonia, le dice al medio The Guardian que Amanda fue liberada por ser “americana y rica”. Amanda Knox pasó presa casi cuatro años.
Guede, el ¿único? asesino
Rudy Hermann Guede nació el 26 de diciembre de 1986 en Abidjan, Costa de Marfil y, al momento de asesinar a Meredith, tenía 20 años. Había vivido en Perugia desde los cinco años y había sido criado con ayuda de maestros de escuela locales y curas. Su padre se volvió a África en 2004 y Guede, con 17 años, fue adoptado por una familia rica de Perugia. Pero a mediados de 2007 su familia adoptiva le pidió que abandonara la casa: las cosas no iban nada bien con él. Guede robaba, andaba con malas compañías, traficaba drogas y portaba una navaja.
El 27 de octubre de 2007, pocos días antes del crimen de Meredith, Guede fue arrestado en Milán luego de irrumpir para robar, cuchillo en mano, una guardería infantil. La noche del 1 de noviembre fue a la casa de un amigo a las 23.30. Luego, a una discoteca donde se quedó hasta las 4.30 de la madrugada. Después habría cometido el horrendo crimen. Guede escapó a Alemania desde dónde fue extraditado y optó por un juicio rápido, a puertas cerradas y sin prensa.
Le dijo a la Corte que había ido a Via della Pergola porque tenía una cita arreglada con Meredith. Guede relató que Meredith Kercher le abrió y que él entró a la casa alrededor de las 21. Sin embargo, los abogados de Sollecito remarcaron que un fragmento de vidrio de la ventana encontrado al lado de la pisada de Guede, en la escena del crimen, demostraba que había entrado por la fuerza, no porque la víctima le abriese. Guede sostuvo que él y Meredith se besaron y se tocaron, pero que no tuvieron relaciones sexuales porque no tenían preservativos a mano. Luego, él refirió haber tenido dolores estomacales y dijo que por pudor fue al baño más grande, el que estaba ubicado en el otro extremo de la casa. Contó que mientras él estaba allí escuchó gritar a Meredith y que al volver vio a una sombra pararse con un cuchillo sobre Meredith mientras ella estaba en el piso sangrando.
En el juicio, llegó a decir que vio la silueta de Amanda. La corte no encontró que sus dichos coincidieran con la evidencia forense. Tampoco pudo Guede explicar por qué una de sus palmas quedó dibujada con la sangre de Meredith en la almohada de la pequeña cama. Originalmente, Guede dijo que Amanda no estaba presente en la escena del crimen, pero luego cambió su declaración y sostuvo que sí había estado allí. En la nueva versión relató que había escuchado a las chicas discutiendo.
Tres semanas después de que Amanda Knox y Sollecito fueran condenados, Guede consiguió reducir su pena de 30 a 24 años antes de que se la redujeran a un tercio de su condena como resultado automático del juicio rápido. Finalmente cumpliría solo 16 años de cárcel.
La víctima olvidada
El documental de Netflix, Amanda Knox, dirigido por Rod Blackhurst y Brian McGinn, en 2016, devolvió el caso a los titulares. La película empieza con un plano de Amanda diciendo “... o bien soy una psicópata disfrazada de cordero o soy como tú...”. Una apelación para que los espectadores consideren su inocencia.
El documental cuenta con la palabra tanto de Amanda como de Raffaele Sollecito. Uno de los amigos de la víctima explicó a la prensa que la familia Kercher solo deseaba paz, por lo que el documental de Netflix fue considerado, por ellos, “un show innecesario”. La hermana de Meredith, Stephanie Kercher -que tiene 35 años y vive en Surrey, Gran Bretaña-, le dijo al DailyMail.com que, al día de hoy, ellos no saben lo que realmente sucedió con su hermana esa noche. Y reflexionó: “Todavía no entiendo porque Knox y Sollecito siguen reviviendo la pesadilla”.
Por otro lado, si bien fueron liberados, la Corte dijo en reiteradas ocasiones que Rudy Guede no actuó solo... entonces Stephanie se pregunta en la entrevista: “¿Qué paso?... Estamos en un limbo. Si ellos no estuvieron involucrados entonces ¿quien lo estaba? (...) ¿Qué pasó esa noche?”.
La película de Netflix fue vista por alrededor 10 millones de personas. Stephanie cree que la atención global vive haciendo foco en Amanda Knox mientras que, otra vez, Meredith fue olvidada como víctima.
Stephanie recuerda con demasiada precisión el momento fatal cuando su madre la llamó al celular y le dijo con voz temblorosa que en las noticias hablaban que una chica inglesa de 21 años que había sido encontrada asesinada en Italia, debajo de un acolchado.
“Tratando de calmar a mamá, empecé a llamar al móvil de Meredith. Terminé dejándole un mensaje de voz explicándole lo que había pasado, que se cuidara y que me llamara lo más rápido que pudiera”. La siguiente voz que escuchó Stephanie fue la de su padre que, entre lágrimas, le decía que en el diario donde trabajaba le habían dado el nombre de la chica muerta: se llamaba Meredith.
La familia Kercher viajó enseguida a Italia en medio de la pesadilla que recién comenzaba. Pero pasados casi 13 años no saben ni la hora precisa de su muerte, ni quiénes fueron todos los involucrados, ni el motivo. Pero insisten que ellos nunca quisieron que la gente equivocada estuviera presa.
El 13 de enero de este año, el periodista John Kercher de 77 años, murió atropellado sin saber la verdad sobre lo ocurrido con su hija.
Revuelo y fama post crimen
Dos chicas estudiantes, de familias de clase media alta, viviendo en un país europeo, en una ciudad extremadamente tranquila... Parecía imposible que algo malo les ocurriese allí, pero sucedió. Y, por sus características, el crimen acaparó desde el principio la mirada de los medios internacionales y la atención total de la opinión pública.
Amanda Knox, inteligente y audaz, encontró la veta con rating del crimen que la tuvo entre rejas cuatro años. Se convirtió en autora de libros, periodista, conductora... Sus memorias Waiting to Be Heard (Esperando ser oída), relatadas en primera persona, publicadas en 2013, se convirtieron en best seller. Luego de graduarse en 2014, se hizo defensora de los condenados injustamente.
En 2018, Facebook Watch anunció que ella sería la presentadora y entrevistadora de una serie llamada The Scarlet Letter Reports, producido por Vice Media, donde se exploraba cómo era la vida de alguien que había sido convertida en una villana sexual y cómo uno podía reconstruirse después de ello.
Amanda, consagrada como una mini estrella de las redes sociales, finalmente se casó y volvió a festejar la vida. Raffaele Sollecito, por su parte, vive en Bari y tiene su propia empresa de Internet. Meredith, no tuvo nada de todo eso. Está enterrada desde el 14 de diciembre de 2007, en el Mitcham Road Cemetery, en Croydon. Ni ella ni su familia descansan en paz.
Porque aquella noche, entre esas paredes de algarabía juvenil de la Via della pergola 7 se coló el horror. Y la sombra de la duda de lo que pasó esa madrugada se proyecta hasta hoy.
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